Capítulo 6 Un hombre misterioso

-No, no lo considero así. Prefiero las cosas tranquilas y predecibles, cosas en las que no pueda terminar herida o muerta- sonrió la menor tomando el antifaz de las manos de su amiga.

Sin añadir más, ambas se adentraron a aquella mansión.

La música resonaba en el lugar, añadiéndole ese toque sofisticado que tanto atraía a Stacy.

Sí, ella tenía gustos delicados y refinados, cosa que no le molestaba a su amiga, que, a pesar de su apariencia y ganas de siempre lucir de manera radiante, no le molestaba comer gaseosa con pan en medio del parque.

-Brooke, ¿Te apetece ir primero a la sección de comida o prefieres que nos sentemos? Cuestionó la mayor esperando alguna de las respuestas.

-¿Qué te parece que vayamos primero al baño? - llevó su mano al vientre -no fui antes de salir de casa y ahora me está doliendo el estómago. Eso me pasa por escucharlos y comer algo antes de salir- se quejó.

-Eso era porque Zoe y yo estábamos completamente preocupadas de que te pudieras desmayar de camino. Además, ¡No comiste por dos días! Eso no es ni lo más remotamente cercano a una costumbre saludable- rechistó la castaña cruzándose de brazos. -Si el cuñado estuviera aquí, te obligaría a comer y a enviarle foto de cada comida, deberá hacer eso mismo contigo.

-¿Podrías regañarme en otra ocasión y no cuando mi vejiga va a explotar a causa de lo que no he expulsado de mi cuerpo? - preguntó Brooke, casi retorciéndose de dolor.

Brooke sentía que podría morir en paz luego de haber sacado todo lo que su cuerpo contenía.

-Me siento como nueva- confesó mientras lavaba sus manos. Su amiga, en cambio, cubría su nariz intentando no respirar aquel ambiente contaminado.

-Creo que purificaste tu cuerpo, y contaminaste el universo- exageró intentando salir a como diera lugar del baño.

-¡No seas tan exagerada, Stacy! Debo confesarte que tu interior no huele a rosas exactamente- rechistó Brooke corriendo detrás de ella.

En medio de la noche, las miradas se posaron sobre un acuerpado y bien parecido sujeto, su piel era un poco morena y sus ojos claros.

Al parecer no era de ese sitio, era demasiado difícil encontrar en esa ciudad, chicos con el porte del presente, el cual, sin deparar en las miradas, se dirigió a la barra para pedir simplemente un zumo de mandarina.

-¿Pero este qué se cree? - se quejó Stacy observando con desprecio al hombre -¿Quién viene a una fiesta y no prueba ni una gota de alcohol? - preguntó sonando demasiado obvia.

-¿Yo? - contestó la menor rodando los ojos. -Hemos tenido esta conversación demasiadas veces, beber puede dañar tu organismo y además ¡Eso sabe asqueroso! Prefiero beber agua con sal antes que eso.

-Lo que pasa, querida amiga, es que no conoces el sabor del buen vino- sonrió de lado Stacy sin dar ni un brazo a torcer.

Brooke sabía que su amiga tenía una ligera adicción a las bebidas alcohólicas y que, a pesar de negarlo constantemente, en algún punto de su vida, esto se convertirá en un problema si no se soluciona de antemano.

La mirada de aquel sujeto no se despegaba de una de las entradas al lugar ¿Estaba esperando a alguien?

Él jugaba con una de las copas vacías que estaban frente de él, parecía que estaba en un trance y que todo el bullicio que había a su alrededor era imperceptible a sus oídos.

-Ese hombre no se ha movido de ahí desde hace un par de minutos- masculló Stacy sin quitarle ni por un segundo un ojo de encima -parece ser una estatua- rio por lo bajo.

-Si tanto te interesa ese tipo, ¿Por qué no vas a hablarle? Es mucho más normal que estar observándolo por entre las plantas, pareces una acosadora- expuso Brooke observando en dirección de la puerta. -Mira, alguien entró- señaló a una joven y atractiva mujercita.

La mirada del hombre misterioso se posó unos segundos sobre ella y luego continuó observando en dirección de la puerta. -Si no es ella ¿Entonces a quién está esperando él? - preguntó Stacy intentando contener su sed de chisme, quería saber quién era ese hombre, qué era lo que él quería y a quién estaba esperando.

La pelinegra simplemente ignoró las palabras de su amiga. Su atención había sido llevada cautiva gracias al lindo atuendo que una de las presentes llevaba. Era uno que había buscado por demasiado tiempo y que no cualquiera podría conseguir.

-Lo necesito- se dijo a sí misma y salió en dirección de la chica.

Antes de que Brooke pudiera acercarse lo suficiente como para llamar la atención de la muchacha, un joven que iba en dirección a la chica de atuendo llamativo chocó con ella, haciendo que esta se estrellara con uno de los meseros que pasaban por el lugar.

El estruendo de las copas estrellándose en el suelo y los gritos de algunas de las presentes fueron la melodía que acompañaba este dramático instante.

-¡Lo siento mucho! ¿Se encuentra bien, señorita? - se disculpó el chico mientras rogaba internamente de que Brooke no fuese una de las tantas chicas problemáticas con las que se había encontrado en cada fiesta.

-Lo estoy, no se preocupe- sonrió ella mientras intentaba secar su vestido. Este había sido manchado por el vino tinto que era tan difícil de sacar.

-Intente con esto- sugirió el hombre misterioso mientras extendía una copa de vino blanco.