Capítulo 6 El escape (Segunda parte)

Kyng Wu, amigo de la infancia de Darren, estaba vendando la herida que éste tenía en la cabeza. Mientras lo hacía, le preguntó: "¿No eras tan fuerte y arrogante? ¿Cómo pudieron destrozarte la cabeza con una lámpara de mesa? Si la gente se enterara, estarías en boca de todos".

Darren le lanzó una mirada furiosa que hizo que dejara de bromear de inmediato.

"Es que siento un poco de curiosidad hacia la mujer que te golpeó", continuó Kyng.

La verdad era que la admiraba por haberse atrevido a golpear a su amigo, ya que cuando ambos eran pequeños y se peleaban, era siempre él quien recibía una paliza y Darren quien salía vencedor, ya fuera una pelea de uno a uno o en grupo. En realidad, era como si la mujer le hubiese vengado.

"Atrévete a repetir eso". Kyng se dio cuenta de que le estaba dando una advertencia.

Al final decidió no decir nada más al respecto. Su amigo parecía estar de muy mal humor, por lo que era mejor no burlarse de él en ese momento.

Por fin, Mason llegó y pasó a la habitación, aunque no se atrevió a sentarse para hablar con Darren, sino que permaneció de pie. "Señor Leng, ¿qué puedo hacer por usted?".

"Quiero toda la información que tengas sobre la mujer que estuvo conmigo anoche", contestó Darren con arrogancia, como si le estuviera dando una orden.

"Muy bien, la conseguiré ahora mismo".

Mason se acordó de que la joven era la chica de la cita a ciegas que había organizado para Marcus, y de que tenía sus datos en la oficina.

Darren revisó los archivos de Eliana. En la foto, la muchacha llevaba mucho maquillaje, lo que le daba un aspecto totalmente distinto al de la simple y pura Alena. No lograba entender cómo había podido confundirlas la noche anterior. Era un insulto hacia Alena.

Mason se dio cuenta que Darren no tenía buen aspecto. No obstante, por el bien del MH Club, se armó de valor y le preguntó: "Señor Leng, ¿está satisfecho con la mujer que le recomendé anoche? ¿Está interesado en invertir en nuestro club?".

"Te doy dos días. Si consigues encontrarla en ese tiempo, invertiré cien millones de dólares en tu club".

Mason no pudo evitar preguntarse si había escuchado mal.

"¿Crees que podrás hacerlo?", volvió a preguntarle el joven.

"Sí, sí, haré todo lo que esté en mis manos para encontrarla. Se la traeré en dos días sin falta".

Mason le dio su palabra mientras se daba una palmada en el pecho. De ninguna manera iba a desperdiciar esa oportunidad, sabiendo que cien millones de dólares estaban casi a su alcance. Por ese mismo motivo, no se detendría ante nada a la hora de encontrar a la muchacha.

Eliana regresó a casa, compungida. La ropa de marca que había alquilado se había estropeado, por lo que tenía que pagarla. Como resultado, todos los esfuerzos que había realizado a lo largo del mes habían sido en vano.

Tan pronto abrió la puerta, vio a Abby durmiendo profundamente en el sofá.

Se trataba de una adorable pequeña de tan solo cinco años.

En cuanto escuchó abrirse la puerta, la niña abrió rápidamente los ojos y vio a Eliana. Entonces comenzó a saltar de alegría, mientras exclamaba: "¡Por fin has vuelto!".

La mujer la rodeó con los brazos para después besarla en la mejilla. "Abby, ¿por qué estabas durmiendo en el sofá? ¿Por qué no fuiste a dormir a tu habitación?".

"Quería esperarte", respondió Abby, frotándose los ojos. Era evidente que se había quedado despierta hasta tarde, debido a las oscuras ojeras que se alojaban bajo sus ojos.

"Le pedí que se fuera a dormir a su habitación, pero insistió en esperarte aquí, por eso al final se quedó dormida en el sofá", explicó Sally mientras venía del baño, recién salida de la ducha.

Eliana se sintió profundamente conmovida al escuchar eso. Pese a su corta edad, Abby era muy considerada. "No vuelvas a hacerlo, ¿vale? Necesitas descansar bien por la noche, porque mañana tienes que ir a la escuela".

"Eliana, ¿por qué volviste a casa tan tarde? Intenté llamarte un par de veces, pero no contestabas el teléfono. Me tenías muy preocupada", se lamentó Sally.

"No te preocupes, estoy bien". La joven hizo todo lo posible para que pareciera que todo iba bien.

Entonces, su amiga preguntó: "¿Cómo te fue? ¿Cuánto ganaste?".

"Nada. Había salido, así que no al final no pude verlo". No quería que Sally se enterara de lo que había sucedido ni que se preocupara por ella.