Capítulo 8 Un hombre apuesto (Segunda parte)

Los hombres de Marcus se acercaban cada vez más.

Eliana estaba casi a su alcance cuando un automóvil descapotable se detuvo de pronto a su lado. "¡Entre al auto!", gritó un hombre joven y guapo desde dentro.

Ella dudó por un momento antes de hacerle caso. Después de todo, era un completo extraño.

"Si no entra ahora, será demasiado tarde". El joven parecía más ansioso que ella.

Eliana no tenía idea de quién era ese hombre, pero sí sabía una cosa: la estaban persiguiendo y aquella era su única salvación. Si Marcus la alcanzaba, no la dejaría escapar fácilmente.

En ese momento, irse con el extraño parecía ser mejor opción. Decidida, se subió rápidamente al auto. En ese mismo momento, uno de los hombres de Marcus logró alcanzarla y la agarró de la ropa.

"¡Ah!". Eliana gritó horrorizada.

Rápidamente, el joven puso en marcha el auto, haciendo que el hombre se cayera.

Marcus estaba enojado al verla escapar de esa manera, acto seguido, él y sus hombres se subieron de inmediato a sus autos para perseguirlos.

Al otro lado, el joven extraño pisó el acelerador y el coche salió a toda velocidad. Por la ventanilla, incluso el paisaje se veía borroso. Adelantaron un auto tras otro, lo que provocó numerosas quejas. "Bastardo, ¿acaso quieres morir?", los maldijo el conductor en voz alta. Un momento después, otros dos coches lo adelantaron también. Era una carrera en la que solo ellos eran los participantes.

El viento que entraba por la ventanilla despeinó el cabello de Eliana. Cuando miró hacia atrás, se dio cuenta de la poca distancia que había entre ellos y Marcus. Su corazón empezó a latir tan rápido que parecía que se le iba a salir del pecho. Sabía que si lograban atraparla, la harían sufrir mucho, y como si eso fuera poco, no podía permitirse pagar los daños que había causado al auto de Marcus

"No se preocupe, no podrán atraparnos", dijo el extraño mientras conducía con confianza.

Eliana ni siquiera le había prestado atención al joven hasta ese momento. Volteó a verlo y se sorprendió por los rasgos de éste, ya que era un hombre realmente guapo con rasgos definidos. No lograba entender por qué la estaba ayudando. Sin embargo, tenía que estar atenta a sus actos, debía estar preparada hasta que supiera sus verdaderas intenciones. El muchacho tenía el pelo negro y espeso. Su mirada era aguda pero, al mismo tiempo, parecía estar llena de afecto. De hecho, sus ojos desprendían calidez. Podrían hacer que cualquiera se enamorara de él. Tenía la nariz alta y recta, y sus delgados labios estaban curvados en una deslumbrante sonrisa.

Tenía que admitir que era el hombre más guapo que había visto en su vida. Su piel lucía impecable. Si estuviera usando ropa de mujer, definitivamente se le podría confundir con una bella dama.

La idea le causó gracia. Era extraño pero cierto, se veía más hermoso que una mujer.

"¿De qué se ríe?", preguntó él, volteándose para verla.

"Umm...". Eliana se preguntó cómo había notado que se estaba riendo, ya que no había emitido ningún sonido. '¿Acaso se da cuenta de todo?'.

Desvió la pregunta del joven con una mueca y dijo: "Solo conduzca. Si me atrapan, tampoco lo dejarán ir". Era obvio que Marcus tampoco perdonaría a su salvador.

"Le salvé la vida, y aun así me trata mal en lugar de agradecerme", dijo el joven con una sonrisa.

Las comisuras de los labios de Eliana también se elevaron. '¿Cómo podía bromear en un momento así?'.

"Escuche, si no quiere conducir en silencio lo haré yo, aunque no sepa conducir", dijo mientras se inclinaba hacia adelante para tomar el volante.

Él la detuvo rápidamente. "¿Cómo podría dejar que una mujer tan bella conduzca?", preguntó. "Además, aprecio lo suficiente mi vida". Sabía que ella se atrevería a tomar el volante mientras que el auto seguía en marcha a toda velocidad. '¿Acaso quería morir? ¡Esta mujer es realmente extraña!'

Eliana le lanzó una mirada de desprecio antes de decir: "Quiere seguir viviendo para pasar más tiempo con mujeres, ¿no es así?".

Ella había leído bien su mente. Pero él no parecía enojado una pregunta tan directa. En cambio, le dedicó otra sonrisa. "Entonces, ¿qué le parecería ser una de esas mujeres?".