Capítulo 9 Un hombre apuesto (Tercera parte)

Cuando lo escuchó, a Eliana le sentó tan mal que estuvo a punto de vomitar toda la comida que recién había ingerido. ¿Cómo podía decirle eso a una mujer que había conocido hace solo unos minutos? Menos mal que estuvo en situaciones similares. Porque de lo contrario, era muy probable que se sintiera muy asustada en ese momento.

Eliana miró al hombre y, con indiferencia, le vaciló: "Es todo un playboy, es mejor que tenga cuidado. Puede que algún día termine siendo impotente".

Él se quedó completamente desconcertado tras escuchar su respuesta. Rápidamente, dio media vuelta y fijó sus ojos en los de ella. A pesar de utilizar bastante maquillaje, Eliana se veía muy joven y tenía una buena figura. Sin embargo, tenía un defecto: su busto no era muy grande.

Eliana notó que él estaba mirando fijamente su pecho. "¡Deje de mirarme!", le alegó con incomodidad, al mismo tiempo que se cubría el pecho con los brazos.

El hombre apartó su mirada con indiferencia. "Es demasiado plano. Nadie se esforzará por mirarlo".

"Será...". Los dientes de Eliana rechinaban de ira. Era evidente que, además de ser lujurioso, ese hombre era también muy ofensivo.

"Quédese sentada y no se mueva".

A continuación, el hombre volvió a acelerar e hizo que el automóvil adelantara a varios autos en la calle.

Mientras tanto y a unos metros detrás de ellos, Marcus ponía todo su empeño por alcanzarlos. Eliana se volteó miró hacia atrás. La distancia que los separaba era menor de lo que creía.

"¡Dese prisa! ¡Nos están alcanzando!", gritó Eliana con pánico en su voz.

"Tranquilícese. Todavía falta mucho para que nos alcancen. Abróchese el cinturón de seguridad".

Eliana sabía que Abby todavía la estaba esperando en su casa y, para salir ilesa de esa situación, solo tenía una opción: confiar en ese hombre. Cuando se encontraron en una rotonda, éste giró rápidamente y tomó una salida. Eliana estaba aterrorizada y gritó sin parar durante el resto del recorrido. No podía evitar preguntarse si ese hombre tenía deseos de morir o algo por el estilo. '¿Por qué giró en este punto?', se preguntaba mientras todo su cuerpo temblaba de miedo. Era muy probable que su cuerpo saliera volando del vehículo si, previamente no se hubiera abrochado el cinturón de seguridad.

Cuando finalmente Marcus logró alcanzarlos en la rotonda, el hombre tomó la salida de una manera tan rápida que no pudieron reaccionar.

Marcus quería seguir detrás de ellos, pero ya era tarde. Desafortunadamente, habían tomado la salida errónea e iban en dirección opuesta. Después de todo, lo único que le quedaba era resignarse y maldecir al hombre. Marcus estuvo a punto de volverse loco cuando vio que la mujer que destrozó su auto se escapaba delante de sus narices.

El vehículo iba tan rápido que Eliana ni siquiera pudo distinguir el paisaje cuando echó un vistazo a la ventanilla. De repente, una imagen del pasado volvió a su memoria y recordó un auto blanco que conducía por la carretera. Dentro del vehículo se encontraba su madre, su hermana gemela y ella. Su madre les había dicho que las iba a llevar a conocer por primera vez a su padre. En ese momento, tanto ella como su hermana se emocionaron y le preguntaron una y otra vez a su mamá qué apariencia tenía su padre y qué tan atractivo era.

En medio de la alegría y de las preguntas, apareció un camión al otro lado del carril. Algo parecía estar mal porque, a medida que avanzaba, el camión iba adquiriendo más velocidad. Como resultado, los dos vehículos chocaron de frente y, como consecuencia, ambos cayeron al mar.

Sin duda, Eliana no deseaba evocar esas tormentosas imágenes en toda su vida, pero el recuerdo volvió a surgir en su memoria de repente.

Al recordar esa experiencia tan traumática, ella no pudo evitar que su cuerpo temblara de miedo.

Justo en ese momento, el hombre notó que el rostro de Eliana se tornaba pálido. Suponiendo que solo tenía frío, oprimió uno de los botones del auto para cerrar el techo y evitar que entrara más viento.

"¿Se encuentra bien?", preguntó el hombre preocupado.

"Yo... Sí, estoy bien". La voz del hombre logró traerla de vuelta al presente.

Después de todo ese viaje que parecía inacabable, el auto se detuvo a la orilla del mar. Tras salir del vehículo, Eliana corrió hasta el agua y lavó su rostro para calmarse.

La situación que acababa de vivir era realmente peligrosa, y no se atrevía a pensar lo que podía suceder si Marcus y los Hooligans la hubieran atrapado.

Después devolver en sí, se levantó y abrió los ojos. Vio a su lado una mano que le estaba ofreciendo un pañuelo. Su mirada recorrió los dos brazos delgados que estaban justo enfrente de ella, hasta llegar a un hermoso rostro.