Capítulo 7 7

-¡Bendición, Mami! -fue lo primero que dijo Mafer al verlas allí sentadas en los muebles de la sala-. ¡Upa! ¿Y esa ropa señora Gladys? Está muy linda.

-Dios te bendiga, mi amor. Te veo toda contenta-respondió su madre.

-¡Acho! Mija, hay que ver que esta carajita cada vez está más bella- dijo la señora Gladys con su acento costeño del oriente del país-. ¿Cómo cargarás a los chamos de locos? Si yo estuviera jovencita y bella así como tú ¡Nojoda! mínimo veinte novios tuviera -Las tres se cagaron de la risa con el comentario de Gladys.

-Ay esta mujer si inventa güebonadas -dijo Carmen mientras se reía.

-Ajá, señora Gladys, esa ropa qué -volvió a preguntar Mafer.

-te cuento, mi amor. Ando montando mi emprendimiento. Tú sabes que yo siempre he cosido ropa acá en el barrio y pues me cansé de solo andar remendando pantalones. Ahora estoy diseñando ropa de mujer, más que todo ropa para chamas jovencitas, tú sabes que eso es lo que más se vende y pues pase a mostrarle a tu mamá y a ti si les parecen bonitas algunas -Ametrallaba de palabras la señora Gladys como toda una vendedora -. Es más, mi amor. No te preocupes que me lo pueden pagar en varias partes ¿Ustedes no se van a mudar del barrio por una pendejada de plata? -Se reía con esa picardía que acostumbran tener los vendedores que van puerta en puerta.

Mafer y su mamá se veían las caras dándose señales de que no podían agarrar nada de ropa porque la verdad, económicamente estaban muy mal como para tener más gastos, pero Mafer pensó: "¡Qué carajo! Ya tengo trabajo y a final de este mes le pago". Empezó a revolver la caja llena de ropa buscando algo que le pareciera lindo. Paso un rato viendo las prendas y las que le parecían lindas las ponía aparte encima de una mesita que tenían en la sala mientras las otras dos mujeres se actualizaban los chismes que habían pasado en el barrio últimamente. Carmen como siempre estaba trabajando se perdía de las cosas que pasaban en el barrio, pero con una simple visita de Gladys o cualquiera de sus vecina se enteraba de todo lo que pasaba en la semana. Las peleas entre vecinos, las infidelidades, los robos, los nuevos amores, los problemas con el agua y la luz, los cuentos de los jóvenes que se están descarrilando por la droga y las chicas que sospechosamente las venían a buscar en camionetas de lujo; no hacía falta estar presente para enterarse de todo, no más bastaba una tacita de café y sentarse una media hora con alguna de las doñas del barrio.

-Ya elegí las que me gustaron. Me las voy a probar-dijo Mafer mientras entraba a su cuarto abriendo la puerta hecha con tela que parecía más una cortina.

Se desnudó al frente de su espejo sucio y tomó dos de las prendas que había seleccionado. Una era un crop top que le descubría el abdomen y hacía que su busto se viera aún más grande de lo que ya era. La tela era fina con diseños florales y unas hombreras delicadas que daban un toque ochentoso. Mafer se vio en el espejo y pensó: "Me veo divina". La otra prenda era un shore corto de tela de jean de un color azul bastante claro, de esos que son un poco más arriba de la cadera. El shore se le veía hermoso. Resaltaba sus piernas largas y bronceadas, su cadera y sus nalgas llenaban el shore de manera perfecta. Modeló otro rato en el espejo y salió a la sala para que la vieran y dieran su opinión. Con la mano derecha movió la puerta hecha de tela y las dos mujeres que estaban en la sala pararon de hablar automáticamente y voltearon a verla. Las dos quedaron unos dos segundos calladas como si hubiesen visto un ángel salir de esa puerta que era más una cortina. De repente las dos mujeres rompieron el silencio con un "¡Ave María!".

-Dios mío, muchacha. Hay que ver que tú eres una diosa. Pareces una Miss Venezuela -dijo la señora Gladys elogiándola. Los elogios es algo típico de la labia de un vendedor, pero esta vez no lo era, de verdad esa ropa la convertía en una reina.

-¿Sí me queda bonito? A mí me encantó como me veo. Me voy a quedar con estas dos.

-Hija, te ves como una diosa. Pareces actriz de novela y todo.

Mafer se volteó y entró de nuevo al cuarto a probarse las otras tres piezas que había agarrado. Se midió una blusa y no le gustó, se midió un pantalón de cuero vinotinto que era pegadito al cuerpo y finalizaba en bota acampanada, ese si le gustó y pensó que se vería lindo con la otra pieza que había tomado, una blusa blanca sin mangas con cuello de tortuga. Se la puso y se quedó admirándose un buen rato ante el espejo como quien posa para un fotógrafo. Las mujeres afuera seguían conversando. Mafer las escuchaba desde el cuarto, en eso Gladys le dice a Carmen: "¿Ya supiste a quién mataron? Mataron a David, el hijo del señor Antonio el de la Carnicería de la avenida". Mafer escucho eso y una tristeza invadió su cuerpo. Salió del cuarto de inmediato con una cara de susto que le opaco el rostro.

-No, eso no puede ser ¡No puede ser! -Mafer estaba como pasmada-. No puede ser, porque yo lo vi el viernes pasado cuando fui a la carnicería.

Una tristeza y melancolía desplomó a Mafer de repente. David había estudiado con ella todo el bachillerato, era uno de sus amigos del colegio y aunque los últimos meses después de haberse graduado no lo veía casi, él era uno de sus mejores amigos. En ese momento recordó que una vez en una fiesta habían jugado la botellita y se habían besado. Ella siempre sospecho que él gustaba de ella, la verdad a ella siempre le pareció lindo el muchacho, pero nunca intentaron nada porque David era el mejor amigo del ex de Mafer.

            
            

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