El enorme hombre de duros ojos, facciones completamente varoniles y un habano sin encender en la boca camina a paso tranquilo, su imponente porte de 1,93 m y el aura asesina que traían solo era disipado por la esbelta, delicada y hermosa figura de la mujer a su lado, Alta de largas piernas, cabellos rubios y unos ojos tan azules como lo más profundo de los corales de su nuevo país que deberían llamar hogar, la bella Italiana tenía facciones delicadas, una presencia tan digna que era imposible no quedarse mirándole al pasar, a su lado y tomado de su mano un pequeño niño de 6 años caminaba de la misma forma imponente que sus padres, su tez trigueña como la de su padre y cabello castaño le daban la viva imagen del imponente hombre, pero sus ojos eran tan azules como la hermosa mujer que sujetaba su mano con cariño. Detrás de la singular familia, tres hombres en negros trajes los seguían a un metro de distancia, manteniendo la vista alrededor de la familia que juraron proteger con sus vidas.
- Roberto, sei sicuro che sia il migliore?-("Roberto, estás seguro de que esto es lo mejor?¨) pregunto la hermosa mujer a su esposo, quien continuo caminando sin contestar, al salir al exterior una fila de 5 Jeeps negros blindados esperaban a la familia, uno de los guardaespaldas abrió la puerta para los tres, el pequeño fue el primero en subir, luego el imponente hombre estiro su mano cubierta con un guante negro para ayudar a subir a su delicada esposa, y por último subió este. Sin demora, la caravana comenzó su recorrido por las costas de Cartagena.
-Carolina, amore mio, questo è il massimo, qui formeremo il nostro impero, l'eredità per il nostro grande Adriano.- ("Carolina, amor mío, esto es lo mejor, aquí formaremos nuestro propio imperio, la herencia para nuestro gran Adriano") Respondió en su voz grave y ronca a la hermosa mujer y revolvió los cabellos del chico al lado de la mujer, este sonrió levemente.
Sin más palabras al cabo de casi 30 minutos llegaron a las afueras de la bella Cartagena, una zona algo más rural, los jeeps se detuvieron frente a una enorme propiedad de la alta reja negra, unos guardias armados con enormes rifles abrieron las puertas e hicieron una reverencia mientras los coches entraban, posteriormente cerraron las puertas rápidamente y los coches se estacionaron rodeando una redonda fuente en frente de la entrada principal de la enorme mansión de dos pisos, la propiedad tenía aproximadamente 3000 metros cuadrados, un establo, una cancha de tenis, una piscina de 4.5 metros de largo, un pequeño gimnasio, una sala de cine, quincho, 12 habitaciones y 8 baños, Dos cocinas, un sótano utilizado como bodega de Vinos, una casa más pequeña que sería la oficina para los negocios del hombre, ya que su bella esposa no toleraba los negocios en la casa familiar, y por supuesto celdas subterráneas en la que sería la oficina del hombre. La familia entro en la propiedad y el niño dedico una sonrisa tranquila a sus padres.
-Padre, ¿puedo elegir mi habitación? – preguntó el pequeño en un perfecto español. El bello Adriano a su corta edad ya manejaba varios idiomas a la perfección, matemáticas y fórmulas estadísticas, mantenía un amplio vocabulario, era docto en el arte de la lucha, en distintas doctrinas y era demasiado maduro para su edad, aquella era la razón por la cual su madre le había exigido a su esposo que debían empezar de cero en otro Lugar.
La familia de Roberto Amato venía de una larga línea de las más antiguas de las familias en la cabeza de la Mafia Italiana, dedicada al tráfico de armas a lo largo de todo el mundo. Roberto había conocido a su bella esposa en una de las reuniones anuales entre las imponentes familias, ambos a una corta edad de 14 años, El hombre, un simple chico en ese minuto, había decidido hacerla su mujer desde el momento en el que tropezaron mientras la bella mujer se escondía de algún pretendiente y evitando que se golpeara Eduardo cayó con ella sobre su cuerpo amortiguando su caída al suelo, Carolina siempre le dice a su hijo que en minuto que vio los ojos de su padre ya le había entregado su alma. La familia de Carolina era una poderosa familia Italiana que se dedicaba a acoger niños huérfanos y les daba un oficio, los convertía en verdaderas máquinas de matar, entrenaba los agentes más sanguinarios de la historia y los vendía a distintas familias con el estricto acuerdo de jamás usarlos en su contra, Entrenaba a los pequeños en distintos tipos de luchas, armas, estrategia, piratería informática, espionaje entre otros, por lo cual Carolina y sus 4 hermanas no se quedaban atrás, siendo tan letal como hermosa, la delicada mujer tenía el entrenamiento para abrir el abdomen de una persona con un abrecartas o matar con un simple lápiz.
Por otro lado, cuando el pequeño Adriano llegó a sus vidas, por supuesto recibió la misma educación que sus padres, y sin poder evitarlo fue expuesto a sanguinarias torturas para los traidores de sus padres, descuartizamientos de las mujeres que trataban de acercarse a su padre entre otras cosas claramente no aptas para un inocente niño o cualquier persona común. Su madre al poco tiempo se dio cuenta de que su hermoso hijo comenzó a perder su sonrisa y luego de horas de discusión con su esposo llegaron a la decisión de sacar al niño de la casa de la rama principal de la familia, donde los sonidos de balas, huesos rompiéndose, llantos de mujeres y gritos desgarradores estaban a la orden del día por parte de cada adulto de la familia. El pequeño Adriano seguiría siendo entrenado, pero paso a paso, sus padres ya no estaban de acuerdo en quitarle por completo la infancia al pequeño jefe italiano.
-Por supuesto cariño, puedes elegir cualquier habitación. - señalo su madre con una comprensiva sonrisa en el rostro, alentando al joven heredero a subir escaleras arriba e investigar cada uno de los dormitorios en la enorme propiedad. El infante comenzó a caminar con un brillo de curiosidad en los ojos mientras habría puerta tras puerta para poder asegurarse de elegir correctamente, cuando estaba por cerrar la habitación número cuatro una suave risa llamo su atención, un pequeño eco que se escuchaba a través de las cortinas del balcón, a paso decidido atravesó la persa alfombra hasta las puertas de madera de los enormes ventanales, el pequeño balcón tenía una mesa y sofá de mimbre, y más allá de eso se extendía gloriosamente las hermosas aguas turquesas del mar, la brisa salada acaricio su tersa piel, cerro sus ojos unos segundos para disfrutar del aroma a sal y dejarse invadir por los nuevos sonidos desconocidos para él, entonces nuevamente aquella dulce y suave risa interrumpió sus pensamientos, abriendo sus ojos para buscar la procedencia de tal distracción, luego de unos segundos salió del mar hasta la orilla en la blanca arena una pequeña niña de cabellos rizados y castaños, tez bronceada llevaba una larga remera desteñida y vieja que se le pegaba al cuerpo, camino unos pazos hasta un short de jeans rasgados tirados en la arena, con sus pequeñas manos estrujó su prenda superior y paso los shorts por sus piernas hasta subirlos, luego sacudió un poco sus definidos y largos rulos antes de que algo la alarmara, un par de hombres de traje negro salían de la propiedad de su padre hacia la niña gritando que se fuera, la pequeña asustada de los desconocidos tomo las roñosas y viejas zapatillas en la arena y comenzó a correr hacia el final de la playa perdiéndose entre unos arbustos. Adriano tuvo el impulso de detenerla, abrió su boca para decir algo, como si fuera posible que fuera a ser escuchado desde esa distancia, se reprendió mentalmente por su comportamiento infantil y sacudió su cabeza obligándose a retomar la compostura, se dio media vuelta para salir de aquella habitación encontrándose a su padre que miraba extrañado su curiosa expresión.
- ¿algo interesante Adriano? -preguntó el imponente hombre, y por un segundo la imagen de los largos rizos de la pequeña aparecieron en su mente.
- me gusta la vista del mar.- dijo con un tono tranquilo y sin mayor expresión.
- Es una hermosa vista- concordó su padre llevando la mirada sobre el pequeño hacia el ventanal.- ¿deseas seguir viendo las habitaciones antes de elegir?.- pregunto el hombre retirándose con calma los negros guantes de cuero que aún llevaba puestos.
- no, me quedaré con esta habitación.- concluyo el pequeño de forma segura, algo en su tono de voz llamo la atención de su padre, ¿tal vez el énfasis en tan pequeño tamaño?, o la extraña sensación de que había algo que impulsaba tal seguridad en sus palabras.
- Bien, daré aviso a Guido para que traigan tus pertenencias, saldremos con tu madre, permanece dentro de la propiedad.- ordeno su padre y este simplemente asintió con la cabeza.