La mafiosa para el alpha
img img La mafiosa para el alpha img Capítulo 6 Funeral y canalización del dolor
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Capítulo 10 Confusión img
Capítulo 11 11- Mate img
Capítulo 12 Encuentro img
Capítulo 13 Desición img
Capítulo 14 Tranquilidad previa a la tormenta img
Capítulo 15 Perdida img
Capítulo 16 Ansiedad img
Capítulo 17 La certeza img
Capítulo 18 Paciencia img
Capítulo 19 Cuando se subestima al enemigo img
Capítulo 20 Trato img
Capítulo 21 Una semana después... Boda img
Capítulo 22 Catarsis img
Capítulo 23 Completa img
Capítulo 24 Negación img
Capítulo 25 La Toscana, Florencia- 2 años después img
Capítulo 26 As bajo la manga img
Capítulo 27 Monógamo img
Capítulo 28 Fuego img
Capítulo 29 Vacío img
Capítulo 30 Manzana podrida img
Capítulo 31 Furia contenida img
Capítulo 32 La Toscana Florencia. Dos semanas después... img
Capítulo 33 Predicción img
Capítulo 34 Reunión de negocios img
Capítulo 35 Trato hecho img
Capítulo 36 Planes img
Capítulo 37 Carne img
Capítulo 38 Emma img
Capítulo 39 Preguntas img
Capítulo 40 Frenesí img
Capítulo 41 Propuesta img
Capítulo 42 Exclusividad img
Capítulo 43 Negocios en la cena img
Capítulo 44 Sinceridad img
Capítulo 45 Hambre img
Capítulo 46 Más que sexo img
Capítulo 47 Más secretos img
Capítulo 48 Escondida img
Capítulo 49 Tuya img
Capítulo 50 Lo que soy img
Capítulo 51 Marcada img
Capítulo 52 Vínculo img
Capítulo 53 Sol y playa img
Capítulo 54 Costumbres img
Capítulo 55 En casa img
Capítulo 56 Nuevo Mate img
Capítulo 57 Fusil img
Capítulo 58 El celo img
Capítulo 59 H&H USP Compac img
Capítulo 60 Insecto img
Capítulo 61 Game over img
Capítulo 62 Karma img
Capítulo 63 Manada img
Capítulo 64 Juego y caza img
Capítulo 65 Cacería img
Capítulo 66 Posesividad img
Capítulo 67 Voluntad y lealtad img
Capítulo 68 Comprensión img
Capítulo 69 Mía y yo soy tuyo img
Capítulo 70 Fantasma img
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Capítulo 6 Funeral y canalización del dolor

La ceremonia o funeral de los caídos en batalla siempre era igual para todos, los cuerpos eran quemados en hogueras personales usando una base de leña y paja seca, los dolientes se ponían frente a sus seres queridos para despedirlos, las esposas o hijos encendían la hoguera para que el cuerpo se volviera cenizas, Leo y su madre habían estado en varias, pero jamás pensó el joven Alpha tener que encender la hoguera de su padre tan pronto, no a los dieciséis años, su madre tenía la vista perdida en el cuerpo de su padre, en frente, había estado así desde que habían recogido el cuerpo del bosque,

Mahia había cocido la piel para meter sus órganos y poder darle un Adiós digno del gran Alpha, padre y esposo que había sido para todos en la manada, sus manos sudaban bajo la presión de la antorcha, no quería hacerlo, quería abrazar a su padre una vez más, quería preguntarle mil cosas... ¿por qué? ... Se había preguntado una y otra vez desde que había visto el cuerpo, Había demasiadas incongruencias en cómo se habían desarrollado los hechos aquella mañana, necesitaba respuestas y las tendría.

-Cuando ordene, Alpha – le indico Roy al mayor y este junto al resto de los dolientes y sus familias encendieron una a una las hogueras, el resto del funeral se realizó en completo silencio, observaron como el fuego hacía su trabajo con cada uno de los cuerpos ancestrales, poco a poco las personas comenzaron a disiparse, Ilyana se marchó con la pequeña Charlotte que se había quedado dormida en sus brazos, Solo Leonardo había permanecido de pie y a su lado Mahia.

- ¿Qué sucedió esa mañana Mahia? – pregunto bruscamente, sin voltear, no podía, necesitaba mirar cómo se volvía cenizas o no podría aceptarlo.

-No lo sé, mi lord, yo estaba con Charlotte aquella mañana, su padre le dijo algo a su madre y se marchó, cuando volví ella estaba acostada en el sofá ...-mintió tan cuál como lo había ensayado con su señora, su voz sonaba cansada pero segura.

-mi madre no duerme durante el día, me había parecido extraño desde que baje después de la ducha, ¿por qué la hechizaste? -volvió a preguntar, finalmente cuando el humo comenzó a salir y ya solo quedaban cenizas en frente de él.

-No lo sé, mi lord- volvió a responder, un gruñido salió de sus labios y su mirada se había vuelto gélida y cruel- me dijo que le dolía un poco la cabeza y que quería dormir un rato, no cuestioné más- explico tal cual había repasado con su señora. Leo parecía satisfecho por ahora, Mahia había estado con su familia hace una década, era la confidente de confianza de su madre, no tenía razones para desconfiar, aun así, sentía que algo faltaba en su ecuación, suspiró y comenzó a caminar con ella a su lado por el bosque camino a casa. Su mente se había perdido nuevamente en sus pensamientos, repasando cada cosa que le habían dicho los guerreros aquella mañana, todos concordaban en lo mismo, la orden fue de su madre, se giró tomando la mano de la peliblanca con fuerza y la inmovilizó contra un árbol, el Oráculo soltó un jadeo de dolor por el golpe.

- ¿Qué te dijo mi madre?, ¿por qué dio la orden mi madre? – exigió nuevamente y la peliblanca le dio una mirada de miedo, eso no lo habían previsto, ¿cómo podría mentirle al Alpha?, su mente dio vueltas tratando de encontrar una excusa, pero el miedo sincero de la menor había consolado al lobo y en un momento imprevisto chocó sus labios con los rosados que temblaban, depositó su ira, su rabia e impotencia en aquel simple acto, tomó la otra mano de la mayor cuando está toco su mejilla, inmovilizó ambas sobre su cabeza con una sola mano, un gemido de dolor fue ahogado por los violentos labios de Leo cuando apretó la tersa piel del oráculo, abrió sus ojos, pero no vio enojo, ni molestia por su brusquedad, solo lástima, consuelo, aquello lo enojó, ¿Por qué sentiría lástima?, No necesitaba la lástima de ella ni de nadie, había hecho pagar a los bastardos que habían destrozado su familia, un gruñido enojado salió de sus labios, tomó el borde de los leggings de la peliblanca y lo bajo de un solo jalón iracundo, y aun así solo vio la misma lástima y aceptación.

-¡No me mires así! -Exigió en un grito lleno de ira, la contraria abrió sus ojos, las lágrimas del lobo se juntaban tras sus parpados, ella lo entendía mejor que nadie, sabía la frustración que tenía, uso toda su fuerza para soltar sus muñecas, Leo la miro expectante, la peliblanca le mantuvo la mirada, el sonrojo lleno sus mejillas y se dio vuelta apoyando sus manos sobre el tronco se inclinó levemente, levantando su perfecto trasero hacia él, Leonardo sorprendido apretó sus dientes, era una imagen perfecta, y aun así, se sentía tan erróneo, sabía por qué la contraria estaba haciendo eso y aun así, no podía detenerse, tenía rabia, odio, libero su miembro enfurecido, que ya palpitaba desde que había visto a la peliblanca quejarse por el dolor de sus muñecas, ansioso, sin miramiento o preocupación alguna, la embistió, sin juego previo, sin mayor estimulación, con odio, rencor y lleno de dolor se la folló, no había nada cariñoso y amoroso en la forma en que había penetrado a la contraria quien soltó un gemido adolorido, busco con una de sus manos entre los pliegues de su vulva, aquel dulce manojo de nervios que se asomaba insolente, exigiendo su atención, con sus dedos de forma circular y suavemente, lo estimuló generando un contraste de sensaciones que estaba volviendo loca al oráculo, el dolor era aplacado con la delicadeza y certeza que los dedos estimulaban su clítoris.

-Leo!- gimió con fuerza cuando el orgasmo la golpeó brutalmente y las paredes se apretaron abrazando húmedamente la polla del Alpha, quien le siguió en su propia liberación, segundos más tarde, apoyó en un fuerte gruñido que retumbó en su pecho, la frente contra el cabello blanco de la mayor, en silencio y quietos se quedaron hasta recuperar el aliento, salió de su interior y ordenó su ropa.

-¿Necesitas ayuda?- preguntó por primera vez el Alpha, la peliblanca subió sus pantalones, pero no se giró, seguía con los ojos cerrados, apoyada en el árbol incapaz de decir algo, solo negó con la cabeza, el joven lobo con el orgullo frustrado y sintiéndose como la mayor mierda de su manada, se dio media vuelta y se marchó de ahí, huyendo de las preguntas, los sentimientos encontrados y las respuestas que no quería ni podía dar en aquel minuto.

            
            

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