La mafiosa para el alpha
img img La mafiosa para el alpha img Capítulo 9 Secretos
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Capítulo 10 Confusión img
Capítulo 11 11- Mate img
Capítulo 12 Encuentro img
Capítulo 13 Desición img
Capítulo 14 Tranquilidad previa a la tormenta img
Capítulo 15 Perdida img
Capítulo 16 Ansiedad img
Capítulo 17 La certeza img
Capítulo 18 Paciencia img
Capítulo 19 Cuando se subestima al enemigo img
Capítulo 20 Trato img
Capítulo 21 Una semana después... Boda img
Capítulo 22 Catarsis img
Capítulo 23 Completa img
Capítulo 24 Negación img
Capítulo 25 La Toscana, Florencia- 2 años después img
Capítulo 26 As bajo la manga img
Capítulo 27 Monógamo img
Capítulo 28 Fuego img
Capítulo 29 Vacío img
Capítulo 30 Manzana podrida img
Capítulo 31 Furia contenida img
Capítulo 32 La Toscana Florencia. Dos semanas después... img
Capítulo 33 Predicción img
Capítulo 34 Reunión de negocios img
Capítulo 35 Trato hecho img
Capítulo 36 Planes img
Capítulo 37 Carne img
Capítulo 38 Emma img
Capítulo 39 Preguntas img
Capítulo 40 Frenesí img
Capítulo 41 Propuesta img
Capítulo 42 Exclusividad img
Capítulo 43 Negocios en la cena img
Capítulo 44 Sinceridad img
Capítulo 45 Hambre img
Capítulo 46 Más que sexo img
Capítulo 47 Más secretos img
Capítulo 48 Escondida img
Capítulo 49 Tuya img
Capítulo 50 Lo que soy img
Capítulo 51 Marcada img
Capítulo 52 Vínculo img
Capítulo 53 Sol y playa img
Capítulo 54 Costumbres img
Capítulo 55 En casa img
Capítulo 56 Nuevo Mate img
Capítulo 57 Fusil img
Capítulo 58 El celo img
Capítulo 59 H&H USP Compac img
Capítulo 60 Insecto img
Capítulo 61 Game over img
Capítulo 62 Karma img
Capítulo 63 Manada img
Capítulo 64 Juego y caza img
Capítulo 65 Cacería img
Capítulo 66 Posesividad img
Capítulo 67 Voluntad y lealtad img
Capítulo 68 Comprensión img
Capítulo 69 Mía y yo soy tuyo img
Capítulo 70 Fantasma img
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Capítulo 9 Secretos

El sonido seco y tétrico de los huesos quebrados llenaron el amplio y vacío gimnasio, seguido de un gruñido y grito desgarrador de dolor del hombre que sujetaba su brazo roto contra su pecho, el sudor caía por su rostro y mandíbula filosa, miraba con una mezcla de orgullo y enojo al joven de veinte dos años de pie delante de él que había roto su brazo hace apenas unos segundos.

Los verdes ojos inexpresivos de cualquier emoción considerada positiva miraban a su mentor de espaldas en el suelo con el brazo roto, se dio media vuelta algo aburrido y tomó una pequeña toalla para secar su sudor, mientras otros ayudaron al hombre de mediana edad a ponerse de pie y uno de ellos puso de vuelta el hueso en su lugar escuchando el gruñido de dolor retumbar en el pecho del contrario, ventajas de su raza, todo sana rápido.

-¿Hemos terminado? – pregunto el despreocupado joven secando su sudor de la nuca, su enorme porte no concordaba con su corta edad, rodeaba el metro noventa, unos hombros anchos y claramente marcados, debido al propio resultado de las largas rutinas de ejercicios y batallas a su corta edad, sus verdes ojos tenían una frialdad que contrastaban con su atractiva imagen, su cabello negro y lacio le caía sobre los ojos.-

-Por supuesto Alpha, buen entrenamiento.- Dijo el recientemente herido mentor al joven haciendo una leve inclinación de cabeza.

Leonardo había subido a ser el Alpha de la manada de sus padres a la corta edad de dieciséis años, cuando su padre murió en el campo de batalla defendiendo una manada vecina, su madre, presa del dolor y la desesperación, lo siguió al poco tiempo a costo de una enfermedad que la tuvo varios meses en agonizante dolor, su hermana de catorce años era la única familia que le quedaba.

Salió del gimnasio de la manada dejando que el frío colara en sus pulmones, y enfriara el sudor de sus brazos y cuello en la corta camiseta de entrenamiento que llevaba, el invierno estaba a la vuelta de la esquina y podía ya casi ver la nieve cubriendo el pequeño y escondido pueblo que habitaba su manada, camino a paso rápido por el bosque, su casa estaba al final de la calle del pueblo subiendo la colina, aun así prefería la ruta en medio de los árboles.

A pesar de que no había nada que no fuera capaz de hacer por su gente, su manada, su cabeza daba vueltas y necesitaba despejarse, eran aquellos los pocos minutos que tenía para sí mismo sin que alguien estuviera solicitando su atención, si no era la manada era el conglomerado, los negocios de sus padres mantenían un poderoso capital internacional, solía llevar todo aquello desde la comodidad de su casa, rara vez iba a la empresa situada en el pueblo humano. Diez minutos, solo diez minutos tardaba en llegar a casa desde el gimnasio por medio del bosque, exhaló hastiado al ver a su beta esperar justo afuera del bosque en el jardín de la imponente propiedad. Roy, su beta, su mejor amigo, su único amigo, mejor dicho, su padre había sido el beta de su propio padre y su consejero cuando había tenido que asumir el poder tan joven, ahora Roy estaba en su lugar como beta.

-También es un gusto verte en esta bella mañana Alpha – dijo con un tono algo irónico, llevándose una mirada de advertencia por parte del líder de la manada. - ok, no es un buen día, comenzaré con tu agenda entonces ...- dijo mientras seguía al mayor entrando a la casa enumerando una lista interminable de cosas que debía hacer, reuniones que tener, papeles que firmar, era un puto ciclo sin fin.

- ¿Dónde está Mahia? – preguntó finalmente en un tono lleno de impaciencia a su segundo al mando

-Donde siempre, el invernadero. - dijo en un suspiro resignado al mayor y luego lo vio marcharse de su vista suponiendo que buscaría la compañía y consejo del Oráculo de la familia.

El Joven Alpha salió de la casa por el ventanal de la amplia sala, cruzó a paso perezoso el jardín hasta los inicios del bosque, ahí, detrás de algunos árboles, estaba el invernadero y la pequeña cabaña de la peliblanca, acogida por la madre del Alpha hace varios años, ahora proporcionaba concejo al líder de la manada. La joven de ojos y cabello blanco encontró la mirada del Alpha en cuanto entró al invernadero y ella regaba suavemente las hortalizas.

-Alpha – Saludó suavemente antes de volver su atención de vuelta a sus plantas. - La ansiedad lo está carcomiendo my lord ... - dijo la bella peliblanca.- ¿puede adivinar por qué se siente incómodo en su propia piel? – preguntó el oráculo. Leo Gruño, acertijos, estúpidos acertijos, odiaba cuando empezaba con ese tono condescendiente con él, probablemente era la única persona en toda la manada que se atrevía a hablarle así.

- Habla de una vez – Gruñó el Lobo apoyándose en el bodegón de plantas junto a la peliblanca a su lado, su cuerpo se sentía incómodo, ansioso, como si algo estuviera sucediendo a costa de sí mismo y no podía entender qué.

- Antes debo hacerle una pregunta my lord... - dijo la mujer fijando su mirada filosa en él. - ¿Sigues manteniendo tu postura sobre tu Mate?, Sabes que podría rastrearla ...- ofreció una vez más como lo había hecho a lo largo del tiempo que había llegado a la manada. El pelinegro asintió.

-Si la busco, ahora obtendré una dulce esposa, una niña quebrada que necesitará de mí para apoyarla y curar sus heridas. - dijo con aburrimiento. -no quiero una niña, esta manada no necesita una Luna débil, quiero una guerrera, una mujer fuerte que reine a mi lado.- dijo secamente, el Oráculo soltó un suspiro con algo de angustia y decepción.

-Entonces me temo Leo que es mejor que ignores la situación, no necesitas saber qué está pasando, solo te angustiará el conocer la razón. -dijo la mujer con una belleza exótica y extraña, el joven Alpha gruño y detuvo su muñeca sujetándola con fuerza cuando estaba por tomar la regadera nuevamente, los ojos blancos de la mujer se fijaron en los verdes que la miraban con cierta molestia y algo mucho más primitivo, Hambre ...

-Podría hacer que te maten por desobedecer ...

- Lo que sea su voluntad my lord... - dijo la mujer en un jadeo, un gruñido de aprobación retumbo en el pecho del Alpha, giró el cuerpo de la peliblanca y poniéndole contra el mesón de herramientas de jardinería, presiono su cadera contra las nalgas del oráculo, un suave gemido salió de los labios de la mujer cuando el calor y la excitación comenzó a quemar su piel por el exigente tacto del Alpha cinco años más joven que ella, el pelinegro levanto la falda de la contraria para exponer el redondo trasero de esta, lo apretó con dureza, no había ningún tipo de cariño o anhelo en los tactos del uno por el otro, únicamente primitiva hambre, una comprensión y entendimiento mutuo sobre el dolor del otro y la necesidad de saciar aquella primitiva necesidad física, libero su propia erección y sin preámbulo se enterró por completo en ella, cerró sus ojos soltando un grueso gruñido mientras el agudo gemido salió de los rosados labios del oráculo, el lobo tomó el mentón de la mujer girando su rostro lo más posible para buscar sus labios y acallar sus gemidos mientras este empujaba con rabia dureza su miembro en el interior húmedo y apretado de la peliblanca, su mano libre viajo a la entrepiernas de la mujer para acariciar y torturar de una forma deliciosa aquel pequeño punto, manojo de nervios que hacía a la mujer entre sus brazos estremecerse y jadear, sus embestidas se volvieron cada vez más firmes y rápidos mientras la liberación de la peliblanca se acumulaba en su núcleo rápidamente, él sabía como tocarla, ella le había enseñado y nunca fallaba, cuando el orgasmo la golpeo con fuerza, soltó los labios del Alpha dejando salir un gemido lleno de desesperación propio del éxtasis, segundos más tarde le siguió el menor sacando su falo para apoyarlo entre sus nalgas mientras eyaculaba en su espalda, las piernas de la mujer temblaron mientras ambos buscaban regularizar sus respiraciones.

-¿Necesitas ayuda? -pregunto Leonardo en un tono más ronco de lo normal, Mahia negó con la cabeza aun sin ser capaz de hablar, el Alpha se limpió con un pañuelo que le facilitó la mujer y se dio media vuelta marchándose del invernadero, aun con la incómoda sensación en su piel y sin respuestas, enojado consigo mismo por seguir cometiendo la misma estupidez y frustrado por la cantidad de trabajo que lo esperaba junto a Roy.

...

Casi cinco horas después, cuando Roy y Leonardo se disponían a salir a una reunión de negocios, Mahia los interceptó en el salón de la propiedad.

-Iré con ustedes- Señaló la bella peliblanca que ya estaba arreglada con un atuendo formal.

-¿Para qué?, Ya hiciste tu consejo sobre este negocio y señalaste al grupo Amato como mejor postor, ¿hay algo más que quieras señalar? -Preguntó el Beta, pero ella no le miraba, sino, por el contrario, le sostenía la mirada inquisitiva de Leonardo, quien ya cansado y estresado por cómo había estado, aún seguía su lobo inquieto y ansioso en su interior decidió no pelear, Mahia no haría nada para perjudicarlos de igual forma.

-Deja que haga lo que quiera- dijo Leonardo con un tono hastiado antes de salir de la casa, siendo seguido por ambos hasta los vehículos que ya esperaban fuera.

                         

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