Estaba muy nerviosa porque esta vez no me iba a otra ciudad, me mudaba un año entero a un país desconocido con un idioma totalmente diferente al mío, y solo conocía a una persona allí.
No pasó mucho tiempo hasta que el cielo se transformó pasando de un azul claro a un tono más grisáceo, desde la ventanilla podía ver pequeñas nubes oscuras y un enorme paisaje verde al fondo. Nunca antes había visto tanto verde y de aquella tonalidad tan intensa, ¿Estaba llegando a Inglaterra?
Clara no podía venir a recogerme, le había suplicado que viniese, pero era encargada en una tienda de ropa y parecía que tenía bastante responsabilidad allí.
Salí de aquel avión en el que no había parado de escuchar español y eso me había tranquilizado, y caminé por aquel aeropuerto perdida entre cientos de personas que iban a toda velocidad. Me costó bastantes minutos entender a donde dirigirme para coger el ascensor, bajar al último piso y comprar con mi triste nivel de inglés el ticket de tren que me llevaría a la zona tres de Londres, donde vivía mi prima Clara.
Eran cuarenta y cinco minutos de trayecto, encendí el móvil y enseguida vi mensajes de Carolina y Marta preguntándome cómo había ido el vuelo y si había llegado. Yo estaba tan entusiasmada que no pude contestar y volví a meter el móvil en el bolso.
El tren pasó por numerosos pueblos y pude ver esas casas preciosas, totalmente diferentes a las viviendas de España a menos que te vayas a pueblos del norte, aunque no paso demasiado tiempo hasta que empecé a vislumbrar altos edificios a lo lejos.
_Hola, soy Selena _ había llegado al número correcto después de cuarenta minutos de vueltas con mi enorme maleta y mochila gigante, más también mi bolso marrón más utilizado.
_No hace falta que hables inglés, soy de Marbella _ dijo aquella chica rubia de ojos claros que me había parecido completamente inglesa, pronto los estereotipos que traía empezaron a desaparecer y comenzaría a distinguir entre el acento extranjero inglés y el acento nativo.
_Oh, perfecto _ acababa de dejar España y encontrarme con alguien de allí era como encontrarme con una amiga íntima de toda la vida, fue extraño tener esa sensación desde el primer día en Inglaterra y que no acabaría nunca durante todo aquel año.
_Pasa, pasa. Me dijo Clara que vendrías, soy una de sus compañeras de piso. Espera te ayudaré, dame la mochila. Por cierto, me llamo Rebeca.
Pasé a la entrada y lo primero que llamó mi atención fue un zapatero con decenas de zapatos, allí parecían vivir bastantes personas.
_¿Cuántas personas viven aquí?
_Ahora contigo cinco.
_Vaya...
_Sí, esto es Londres, si quieres no perder tu sueldo en la renta debes compartir baño y cocina con varias personas. Pero en el pasado llegamos a ser siete.
_¿Enserio?
_Sí, el año pasado las dos habitaciones dobles de la casa se alquilaban a parejas a un precio superior, nuestro querido landlord intentaba sacar el máximo partido. Imagínate, antes éramos siete personas compartiendo casa... menos mal que ahora tiene otra nueva propiedad y deja que esto sea gestionado por Clara.
Mi prima ya me había dicho que ella se encargaba de administrar los pagos del alquiler de todos los compañeros y también el pago de las facturas del agua, luz, wifi y council tax. Esta última me pareció desproporcionada cuando me dijo los precios al compararla con España.
Pasamos por un pasillo estrecho hasta llegar a un salón circular junto a una cocina americana. La parte frontal daba a un jardín que no parecía que estuviese mal, y en su parte derecha habían dos puertas cerradas con llave, se dirigió a la puerta de la izquierda y la abrió con una llave pequeña que sacó del bolsillo trasero de su pantalón y que luego me entregó.
_Esta es tu habitación.
Al entrar vi un cuarto súper pequeño, creo que el más pequeño que había visto en mi vida. Había una cama individual sin sábanas, y el colchón ni siquiera tenía puesto un protector, justo enfrente había un armario y al lado un pequeño despacho de madera. Lo único bueno de la habitación era que había una gran ventana que daba al jardín, aunque todo se veía demasiado húmedo y oscuro, enseguida me di cuenta de que la mayoría de los días que pasaría en Londres serían así allí.
_Clara volverá sobre las siete. Hemos pensado en preparar una cena para darte la bienvenida a la casa.
_Oh, genial.
_¿Entonces nos vemos luego?, ahora tengo turno de recepción en el hotel donde trabajo.
_Claro _ dije entusiasmada.
Cuando Rebeca se marchó a su trabajo, me di cuenta de que no estaba en absoluto cansada. Al contrario, estaba repleta de energía, eufórica de estar por fin en Londres, y me daba igual tener una habitación en la que apenas podía andar más de cinco pasos seguidos, quería empezar a vivir esa experiencia cuanto antes.
Pasé el tiempo ordenando las maletas, buscando unas sábanas adecuadas para la cama entre todas las que había traído, y luego llamé a Andrea para contarle como había ido el viaje y como me sentía.
A las seis y media llegó mi prima Clara, antes de lo que esperaba, y ambas nos abrazamos felices. " Te he conseguido una entrevista en un restaurante de la zona uno" me dijo. Una compañera suya tenía un amigo que trabajaba allí y mi prima había hablado para que me diesen una oportunidad. Por lo menos eso me ayudaría a ganar tiempo y no tener que enviar mi currículum y buscar vacantes en Indeed, o enviar emails con mi pésimo nivel de inglés.
Al poco tiempo fueron llegando los demás compañeros, Jamie, Tiziana, Carlo y Rebeca de nuevo. Rebeca, como había dicho era recepcionista en un hotel cercano a la casa, por lo que me dijo que le venía bien para ahorrar bastante en transporte. Jamie era estudiante de derecho en la universidad, y Tiziana y Carlo trabajaban en la tienda que supervisaba Clara, ella como asistente y él como seguridad. Jamie era inglés, y Tiziana y Carlo eran de Italia del norte. Para ser sincera, no me costó demasiado comunicarme en inglés, y las conversaciones iniciales con ellos fueron bastante fluidas y amigables.
_Londres puede ser frenético al principio, pero acabarás amando esta ciudad_ dijo Carlo.
_Sí todo el mundo lo hace y luego nadie quiere irse _ añadió Tiziana.
_Si te sientes sola siempre puedes hablar con uno de nosotros, básicamente porque es raro que alguien esté solo en casa. Lo de hoy ha sido una casualidad _dijo Rebeca refiriéndose a mi llegada.
Comimos comida china que ella misma había pedido y todos bebieron vino tinto, menos yo y Clara, ya que ella se había ofrecido a enseñarme Londres al día siguiente y debíamos levantarnos pronto para aprovechar al máximo el día.
Rebeca era simpática, parecóa tener un carácter similar al mío, bueno quizás algo más abierto... ya que yo podía ser un poco tímida al principio. Pero no me equivoqué al pensar desde un primer momento que las dos seríamos buenas amigas.
Jamie, en cambio, era el más reservado, no me habló apenas durante la cena, aunque parecía buen chico. Y bueno, Tiziana y Carlo parecían los más alocados, eran los más jóvenes, tenían veintipocos años y había una evidente tensión sexual entre ellos.
A la mañana siguiente nos levantamos muy temprano, a las siete de la mañana, yo estaba súper emocionada por visitar Londres. Cogimos un café en la cafetería de abajo de casa y andamos quince minutos hasta la parada más cercana. Aquella ciudad estaba llena de vida, era incluso difícil encontrar a un inglés, ya que había multitud de culturas y se oían idiomas de todo tipo.
Clara primero me llevó a Trafalgar square , tomamos varias fotos en la enorme fuente, rodeada por un sin fin de personas aglutinadas a su alrededor, que le envié a Andrea por WhatsApp y también terminé subiendo a mi Instagram. Seguidamente me enseñó el Big Ben, decía que era necesario que lo viese porque era un icóno principal de la ciudad, y casi lo primero que alguien que llegaba a Londres debía ver. Una hora más tarde teníamos hambre y se ofreció a invitarme a una pizzeria, ambas estábamos agotadas y necesitábamos un pequeño descanso.
Después pasamos por Little Italy, que fue el lugar que más me cautivó. Sí que era como una versión pequeña de Venecia, aunque con un estilo obviamente británico, sobre todo a causa de sus barcos viejos que ocupaban el canal de aguas verdosas.
Por último, me llevó a a la zona de Camden porque quería comprarse un bolso y unas zapatillas para el gimnasio. Nos perdímos por sus largas calles llenas de música, colores, puestos, bailes improvisados y donde no paraba de escuchar español con distintos acentos.
Londres me encantó desde un primer momento, perderme entre sus inmensas calles y sus habitantes de distintos puntos del mundo era como estar en una especie de sueño, no tenía nada en absoluto que ver con la pequeña Tarragona. Llevaba años deseando ir allí por un tiempo, pero no lo había hecho por Dani, que era un conformista incapaz de salir de la misma zona. Haber tardado tanto tiempo en tomar la decisión de establecerme en Londres me hizo sentirme como una estúpida, esa ciudad era increíble, me había perdido una vida excitante y divertida durante mucho tiempo. Enseguida me daría cuenta, que cada día en Londres era espectacular y diferente, aunque también agotador.
Al día siguiente, tenía la entrevista que me había conseguido Clara, estaba algo nerviosa pero no tanto como lo hubiese estado en Tarragona. Clara ya me había repetido que hacerla era solo un puro tramite, que en Londres siempre necesitaban gente para trabajar, y más en trabajos de hostelería que no querían ser hechos por ingleses. Ella me había dejado café preparado, oí a Rebeca hablando por teléfono en español, y pensé que seguramente estaría hablando con algún familiar o amiga de España. Miré por la ventana, y vi que el panorama era desolador, todo era húmedo, el cielo estaba completamente gris y caía una lluvia fina. Pensé que sería buena idea cuando acabase la entrevista pasar por alguna herboristería y comprar un frasco de vitamina D, todo apuntaba a que iba a pasar bastantes días sin ver el sol.
Después de cuarenta y cinco minutos de metro apretada entre cientos de personas y veinte minutos andando intentando encontrar el restaurante, dando vueltas como una idiota entre varias calles, por fin me percaté del cartel " Pellicci", por el que había pasado varias veces sin percatarme.
Llegué unos quince minutos antes, no estaba a muchas paradas en metro de mi casa, Clara me había dicho que el salario sería el mínimo pero que en hostelería podías ganar el doble con las propinas. Un chico moreno que se presentó como John, especificando que aquel era su nombre inglés, me dijo que pasase a un lado de la barra donde había un cuartillo. Enseguida llegó una mujer inglesa de unos cuarenta años que se presentó como Elizabeth, vestía toda de color negro, llevaba una falda apretada, chaqueta americana y unos tacones altos. Empezó a entrevistarme súper rápido, la verdad era que parecía bastante desesperada por contratarme y me di cuenta enseguida de que Clara estaba en lo cierto.
_ Entonces necesitaré comprobar tus datos y que me envíes por email tu cuenta bancaria en cuento la abras y así ya podrías empezar.
De repente apareció un chico fuerte en el cuarto y no pude evitar perder la atención mirándolo, era alto, de pelo castaño y ojos claros, era impresionante y por su aspecto físico pensé que sería inglés o del este de Europa.
_Oh mira, Alessandro, esta es Selena, trabajará por las tardes.
_Hola _ dijo serio sin darme demasiada importancia.
_Alessandro será tu manager se encarga de gestionar el restaurante por las tardes y también algunas noches.
Yo simplemente asentí mientras volvía a mirarla a ella.
Luego desapareció sin decir nada, tampoco parecía muy simpático o amigable. Después, Elizabeth me presentó a Michaela, era una chica de Italia, parecía simpática y me dijo que me formaría los primeros días.
El primer día de trabajo pensé que no podía salir peor, fue aquella misma semana, justo tres días después, ni siquiera esperaron a que pudiese abrir la cuenta bancaria. Como me había dicho Clara desde un primer momento, parecían bastante necesitados de personal.
_Mira calientas así la leche, de esa forma queda espuma. _ me dijo Michaela con paciencia, no entendía como podía seguir manteniéndola. _Luego la eches de esta forma, poco a poco, y se crea el corazón ves.
_No sé si podré hacer eso.
_Si podrás, no seas tan dura contigo misma, todos los primeros días son horribles.
Yo sonreí, parecía simpática, me caía bien, y empezaba a necesitar una amiga a parte de mis compañeros de piso, más que nada porque siempre teníamos distintos horarios y quería conocer a más personas.
_Luego te enseñaré a hacer la caja, cuando aprendas a veces te tocará cerrar el restaurante, solo una vez al mes, pero tienes que contar lo que se ha facturado antes de terminar.
_Okay _ dije pensando que sería buena idea apuntar todo en las notas del móvil al acabar el turno, si conseguía recordar toda la información que Michaela me había dado.
Después de pasar un mes en el trabajo había coincidido bastante con John y Michaela, me gustaba trabajar con ellos y había bastante buen ambiente. Entre las tardes interminables y las mañanas en la universidad, no había podido quedar nunca con ellos fuera del trabajo, en Londres los días pasaban rápido y daba impresión de que no daba tiempo de nada.
Alessandro había empezado a ser más amigable conmigo, y verlo en los turnos y poder mirar lo bueno que estaba me gustaba, no lo voy a negar. También me sorprendió descubrir por su acento y por mis compañeras que era italiano y del sur, ya que el prototipo de muchacho moreno del sur no lo tenía en absoluto. Aunque era cierto que no sentía que me prestase demasiada atención, ya que hablaba prácticamente con todas mis compañeras menos conmigo. No sentía ningún tipo de interés por su parte, aunque John si que buscaba cualquier excusa para hablar y reírse conmigo en el trabajo, no estaba mal, aunque más que atraernos habíamos acabado haciéndonos buenos amigos.
Aquel jueves iría a mi primera fiesta en Londres, John me había animado a que fuese y Michaela también había insistido. Yo realmente estaba allí para hacer algún plan distinto aparte de trabajar y estudiar, aunque me había costado bastante coger el metro durante una hora y media para acabar en la otra punta de mi casa. Que la fiesta fuese en casa de Alessandro y él también me hubiese insistido un par de veces para que fuese había sido suficiente. Londres era enorme y todo el mundo hacía lo que deseaba hacer, y yo deseaba hacer demasiadas cosas y sobre todo vivir experiencias nuevas.
_Lo pasaremos bien, estoy deseando emborracharme, ha sido una semana dura _ dijo Mickaela justo antes de entrar y desaparecer yendo hacía la cocina. Habíamos quedado antes en un punto cercano para llegar juntas y que nada más llegar se fuese de mi lado, hizo que me entrarán ganas de matarla.
La casa estaba repleta de gente, tanto en el piso de arriba como el de abajo, y me sentí bastante agobiada.
_ Selena_ John apareció detrás de mí y entonces me sentí aliviada. Era de la república dominica, y que hablase español y su carácter cálido hacía extrañamente que sintiese como si fuese un amigo de toda la vida.
_¿Quieres beber algo ?
_Sí, me siento perdida aquí. No esperaba que hubiese tanta gente.
_Sí, Alessandro dice que su compañero de casa ha invitado a todos los de su trabajo y a otros amigos, te entiendo, yo tampoco conozco prácticamente a nadie. Además, casi nadie de la plantilla del restaurante ha decidido venir, muchos tenían otros planes o estaban cansados del turno.
Seguí a John entre la multitud, habían muchas chicas guapas bailando en el salón con vestidos cortos y me sentí ridícula por haber llegado con mi gran abrigo y bufanda, pero el tiempo como de costumbre era horrible.
_¿Has tardado mucho en llegar?
_Sí, vengo desde la zona tres, más o menos una hora.
_Yo vivo en la dos. Un día te invito a una barbacoa en mi jardín. Bueno cuando haga mejor tiempo.
_Me gusta el plan.
John cogió una cerveza que estaba en la cocina entre decenas de botellas alcohólicas, la abrió y me la pasó.
_Gracias _ le dije antes de pegar un trago grande.
En ese momento Alessandro apareció por la puerta acompañado a una rubia guapa que parecía inglesa agarrada a él, "que unidos están" no pude evitar pensar.
_Hola chicos. ¿Todo bien?
Ambos afirmamos, yo me sentí algo incómoda, veía que Alessandro no perdía el tiempo.
_Tenéis más bebidas en el frigorífico, coged si queréis _ dijo antes de desaparecer con ella, la rubia prácticamente se le agarraba del cuello y llevaba un vestido negro minúsculo.
Poco después, John me enseñó donde colgar el abrigo y me indicó donde estaba el baño, tengo que admitir que era sexy y no me hubiese importado haber tenido algo con él. Necesitaba cariño y Londres igual que es enorme, te hace sentirte sola y yo me sentía bastante sola y vacía en aquel invierno frío, a pesar de estar rodeada de gente.
Subí escaleras sintiendo que John seguía observándome desde abajo, nos divertíamos juntos, podía considerarlo un amigo y no sabía si tener algo físico con él podría estropear nuestra amistad. Que hubiese bebido cuatro cervezas también me hacia tener esa clase de pensamientos, que enseguida se acabaron porque Alessandro apareció en mi camino en aquel momento, está vez solo, y no pude fingir que eso me alegrase.
_Selena, hola.. de nuevo.
_Hola _ dije sonriente.
_Apenas hemos hablado antes. Soy un maleducada, siempre estoy ocupado. ¿Cómo estás?
_Bien.
_¿Te gusta Londres? ¿Qué tal la adaptación?
_ Chocante y devastadora.
_Ya, te entiendo...
_¿Dónde has dejado a John?
_Está abajo, supongo que habrá ido a buscar a Mickaela. Son los únicos que he visto del restaurante.
_Ya, estarán cansados, los turnos cada vez son más largos. Y el amigo con el que vivo ha invitado a un montón de gente, a la gran mayoría tampoco los conozco yo _ yo sonreí y hubo un silencio incómodo entre nosotros de algunos segundos, hasta que Alessandro volvió a hablar._ Me siento un mal anfitrión, ni siquiera te he enseñado la casa.
_No pasa nada, no te preocupes.
_Bueno la verdad no hay mucho que ver...
No entendía porque estaba hablando conmigo tanto, en el trabajo apenas me dirigía la palabra, aunque le había pillado varias veces observándome, pero pensaba que solo revisaba que hiciese bien mi trabajo.
_¿Y qué sueles hacer después del trabajo? _ me preguntó para continuar aquella improvisada conversación que había creado de la nada conmigo.
_Nada interesante, voy al gimnasio o a la universidad.
_A que universidad vas.
_A Anglia.
_Yo también. ¿Cómo es posible que nunca te haya visto ?
_Estudio psicología, estoy en la sede izquierda.
_Yo estoy terminando un máster en management, voy a la sede más alejada. Ya me extrañaba, me hubiese acordado si tuviese visto _ dijo sonriente.
¿Estaba ligando conmigo? No, seguramente no... iba muy bebida y en un primer momento pensé que eran mis imaginaciones.
_¿Quieres que te enseñe mi habitación al menos?
Yo levanté una ceja. Sí, supuse que podía estar ligando conmigo.
_A veces me pilla lejos el gimnasio para ir a entrenar y hago ejercicio en mi habitación. Te lo mostraré...
_Vale... _ dije cortada. No parecía un mal plan ver la habitación de Alessandro, la verdad era que estaba interesada.
Recorrimos unos pocos metros, y se detuvo en una puerta blanca con un candado, sacó una llave de sus vaqueros y abrió.
_Nunca puedes fiarte en una fiesta, mi amigo Luca invita a cualquiera y no quiero que me roben o tengan sexo en mi cama _ dijo bromeando.
"Sexo", empezaba a echarlo de menos, no recordaba la última vez que lo había tenido, y que pronunciase Alessandro aquella palabra me gustó. Abrió la puerta y pensé que aquello no estaba mal, era al menos tres veces más amplia que el cuchitril de mi habitación y había una gran ventana que parecía dar a su jardín.
_ Vaya está más ordenada de lo que esperaba.
_Yo soy un chico muy ordenado _ dijo divertido.
_¿Esto es lo que querías enseñarme? _ le pregunté al darme cuenta de que tenía varias pesas en el suelo y cintas.
_Sí, supongo.
_¿Y que ejercicios haces?
_De todo un poco, ¿Cuales haces tú con la cinta?
Me parecía divertida la situación, cogí la cinta e hice uno en el que tenía que ponerme a cuatro patas y levantar las piernas a un lado.
_Oh, ese es muy interesante _ dijo riéndose. Yo me reí y me levanté algo mareada, cuando estaba bebida perdía la vergüenza y no me daba miedo hacer el rídiculo.
_¿Estás cansada?¿Quieres sentarte? _me preguntó mientras él se sentaba sobre el borde de su cama y me miraba insinuante.
Yo me dirigí a la cama rápido y me puse justo a su lado, entonces cogió mis piernas y las colocó encima de las suyas.
_¿Estás cómoda así?
_Mucho _ dije riéndome.
_¿De qué te ríes?
_De nada, solo estaba imginando que John o Mickaela nos viesen así.
_Tampoco pasaría nada.
_Bueno, sería algo graciosa la situación.
Él acarició una de mis piernas con su mano derecha y me miró fijamente, y entendí completamente de una vez por todas que me estaba tirando los trastos. Siempre había sido muy lenta para entender esas cosas. No esperé a que se lanzase y fui yo quien empecé a besarlo.
Alessandro se mostró rápido enseguida, me agarró de las caderas y me colocó encima de él mientras seguía besándome, y empezó a desabrochar mi pantalón.
_Ey despacio _ dije bromeando, aunque yo quería acabar aquello igual que él.
_No me gusta hacer las cosas despacio _ dijo mientras metía su mano derecha por la parte trasera del pantalón, me agarraba con fuerza y me movía sobre él.
Se sentía bien, sentía su gran miembro debajo de mí y deseaba hacer lo mismo sin ropa.
Me ayudó a quitarme el jersey y empezó a besar mis pechos mientras bajaba uno de los tirantes de mi sujetador.
_Hueles tan bien...
Sé como hubiese acabado aquello, pero alguien comenzó a aporrear la puerta, era Luca, su amigo, pidiéndole que por favor le ayudase a meter a uno de sus amigas en un taxi que había bebido demasiado y parecía cercano al coma etílico.
_¿No puedes hacerlo tú solo? _ dijo mientras apoyaba la cabeza en mi hombro e intentaba desabrochar mi sujetador.
_Si pudiese no te lo pediría.
_ Estoy ocupado.
_ Va Ale por favor, deja de follar un minuto y ayúdame a meter a Adie en el coche.
Alessandro resopló y yo me sentí fuera de lugar.
_ Maldito idiota _ dijo frustrado. Me miró fijamente y me dio un beso rápido.
_Lo siento, mi amigo es un cretino... ¿Puedes esperarme aquí y seguimos? Serán solo cinco minutos.
Pero vi toda aquella situación chocante, me encantaba Alessandro, pero pensándolo mejor sería mejor no acabar en su cama en la primera ocasión y con John y Mickaela debajo en la fiesta, ¿Y si nos descubrían? Seguramente a Alessandro le daría igual porque tenía pinta de hacer eso todos los fines de semana. Y a mi debería de haberme dado lo mismo también, pero mi parte puritana con la que había llegado me decía que era mejor marcharse.
_Creo que es mejor que me vaya.
_¿Por qué? _ dijo sorprendido.
_Mañana tengo que trabajar y no se si esto es buena idea.
Para mi cuerpo era una magnífica idea, pero mi cabeza me decía que no. Además, él podría rematar la faena sin problemas con la chica rubia que seguramente lo estaría buscando, o con alguna otra que estaría encantada en ver también su habitación.
Él me miró confuso, me puse mi jersey nerviosa y me dispuse a salir por la puerta, pero él no se apartó al principio.
_Está bien, ¿Entonces nos vemos en el trabajo?
_Sí...
No sé porque me preguntaba aquello, parecía también cortado por la situación y pensé que seguramente viese ridículo todo aquello y fuese tan bebido como yo. En ese momento se apartó, le dije adiós y salí rápido sin esperar contestación, y entonces, justo afuera, un chico moreno alto que supongo que era su amigo me miró sonriendo de arriba a abajo.
Aquel día Alessandro y yo coincidíamos en el turno, lo supe porque lo recordaba al haber mirado el cuadrante, me sentía muy nerviosa porque desde que nos habíamos besado en su casa no nos habíamos visto y no habíamos vuelto a hablar. Era cierto que no teníamos nuestros números de teléfono, pero podía haberlo conseguido fácilmente preguntándole a alguno de mis compañeros,o incluso podía haber buscado mis datos en la oficina del restaurante.
Cuando llegué saludé a todos, noté la presencia de él a unos metros de la barra pero evité mirarlo, y entré corriendo a los cambiadores para ponerme el uniforme. Al salir, vi a John, estaba limpiando la cubertería en la cocina y me ofrecí a ayudarlo, hablar con él me tranquilizó un poco. Alessandro pasó por nuestro lado varias veces sin decir nada, supongo que solo chequeando si trabajábamos.
_Me voy ya, mi turno ha terminado.
_Que suerte. ¿Tienes algún plan esta tarde?
_Solo ver alguna serie tumbado en mi habitación.
_¡Guau! _ dije bromeando.
Me hubiera gustado que se quedase, porque que me diese conversación y no tener que establecer contacto visual con Alessandro me hacía sentir segura. Después de acabar con la cubertería, Alessandro me pidió serio si podía colocar las estanterías del local. A veces me tocaba ir los lunes por las mañanas, y ese turno todo estaba muy tranquilo y el tiempo pasaba despacio.
Después de un rato serví con otras compañeras unos cuantos desayunos a algunos clientes y cuando me di cuenta casi era mi hora de acabar. No había vuelto a verlo, suponía que había estado encerrado lo que quedaba de mi turno haciendo cuadrantes de horarios en la oficina y para mí era mucho mejor que él también evitase encontrarse conmigo. Sentía mucha vergüenza y hacer mutuamente como que nada había pasado me pareció perfecto.
Pero cuando estaba a punto de marcharme, veinte minutos antes de acabar su turno vi de reojo a Alessandro aparecer en la barra. Se acercó a mi por detrás y pude sentir su respiración despertando algo puramente sexual en mi interior y entonces escuché su preciosa voz.
_¿Selena puedes acompañarme abajo antes de terminar?, necesito ayuda con el inventario.
_Claro _ evité mirar a cualquiera de mis compañeros, quería disimular y fingir al máximo que no sentía ningún tipo de atracción por Alessandro, aunque cada vez que estaba cerca de mí se me aceleraba el corazón a mil por hora.
Bajamos sin decir nada las escaleritas estrechas que llevaban al sótano, ninguno de los dos dijo nada, hasta que llegamos a su despacho y Alessandro me pasó una pequeña libreta y un bolígrafo.
_Faltan bastantes cosas, sobre todo bebidas alcohólicas.
_Vale...
_Yo te iré diciendo y tú apuntas ¿Vale?
_Sí _ dije nerviosa y él sonrió.
_¿Todo bien? _ dijo mirándome con una sonrisa y supe que era evidente que delante de él a solas no podía disimular mi nerviosismo.
_Claro.
_Me gusta más como te queda este uniforme _ dijo mirándome de arriba abajo , y yo sentí que mis mejillas se encendían.
_Gracias... _ dije cortada. Quería mostrarme segura delante de él, pero maldita sea no podía, nunca había sido una buena actriz.
_¿Te lo pasaste bien en la fiesta? _ me dijo preguntándome directamente.
_Sí, ya que has sacado el tema me siento un poco incómoda,...
_¿De verdad? _ dijo sonriendo con esa sonrisa cautivadora que me volvía loca.
_Sí... bueno, no sé... _ dije dudando.
_¿Estás nerviosa por mí? _ dijo riéndose y yo no pude evitar sonreír.
_¿Estás disfrutando con esto?
_Un poco... supongo _ dijo acercándose a mi tanto que noté la mesa en mi trastero.
Alessandro me cogió de la barbilla con su mano derecha, me miró fijamente y siguió sonriendo.
_No sé que pensarás tú, pero yo no me arrepiento de nada, solo de no haber matado a Luca cuando golpeó la puerta de mi habitación.
Me sentía demasiado inocente frente a él, Alessandro se acercó aún más y me besó despacio, aquello me gustó e hizo que no pensase en nada durante algunos segundos, hasta que puse sus manos en mis muslos y me elevó con sus fuertes brazos dejándome sentada en la mesa de madera.
_No te preocupes aquí no viene nadie, pero por si acaso voy a cerrar la puerta con llave, espera, no te muevas_ me susurró mientras se alejaba de mí rápido para cerrar la puerta y hacerme lo que seguramente ya tenía pensado.
Lo esperé allí sentada y pensé que vendría a besarme y que tendríamos sexo normal justo allí, lo que no esperaba es que solo quisiese jugar conmigo, llevarme al límite y hacerme disfrutar para mostrar que él dominaba toda la situación, incluso mis instintos más primarios. Separó mis piernas, se arrodilló y metió sin previo aviso la cabeza debajo de mi falda, tirando a un lado bruscamente mi ropa interior y un gemido salió de mi boca.
Jugueteó con su lengua primero suavemente y eché la cabeza hacía atrás. Mi respiración se aceleró y empezó a mover su lengua más rápido haciendo movimientos circulares.
_¿Te gusta así?
Me preguntó mientras lo hacía y esa pregunta me excitó aún más.
_Sí... _ dije en un susurro.
Agarró mis muslos con sus manos con fuerza y tiró aún más de mí hacía él sin darme tregua, haciéndose que sintiese su preciosa boca más intensamente dentro de mí. Me impresionó lo directo que había sido, y como no había tardado nada en meterse directamente en mi entrepierna, me había quedado algo en shock ya que como manager se mostraba serio y muy profesional, era carismático, eso sí, pero no me lo imaginaba tan tremendamente lanzado.
Siguió varios minutos sin darme tregua, e intenté no gemir demasiado fuerte, porque me avergonzaba pesar que alguien de arriba pudiese oírme gritar así. Seguramente pensarían "Oh ya entendemos porque tiene los mejores turnos" o "Tirarse al manager iba incluido en el contrato"
_ No te preocupes, nadie puede oírnos... _ dijo como si hubiese leído mi mente y en aquel momento me pregunté si había traído a otras chicas abajo, o incluso si lo había hecho con otras compañeras mías, pero intenté quitarme aquella idea de la cabeza que no me había gustado en absoluto tener _ aunque tengo que decirte que me gustaría que escuchasen todos como te hago gritar _ dijo separándose de mí un instante y mirándome con aquella cara de seductor que me ponía aún más cachonda.
Quería tener sexo con él, no solo oral, si no sentir algo diferente a su increíble boca dentro de mí, sentirme llena por él por completo, pero lo que estaba haciendo lo hacía tan terriblemente bien, que sabía que no me quedaba casi nada para llegar al mejor orgasmo de mi vida y en un tiempo patéticamente corto.
_Si sigues así no podré aguantar...
_¿Cómo? _ dijo bajito sabiendo perfectamente a lo que me refería.
_Voy a correrme _ dije algo avergonzada.
_Eso está bien... _ dijo moviendo su lengua aún más rápido para hacerme llegar al orgasmo, parecía que él también disfrutaba con eso como yo, haciéndome perder completamente el control y desvanecerme literalmente sobre él y su boca.
Cuando volvimos al piso de arriba me sentí avergonzada, nadie imaginaba lo que había ocurrido abajo pero en mi cabeza yo pensaba que sí.
_ Selena repasa la caja para el siguiente turno por favor, luego puedes irte _ dijo con un tono calmado, directo y serio.
Yo asentí, delante de los demás, me dirigí a la caja, apenas podía andar, me sentía torpe. Evité hacer contacto visual con él, y pensé que él estaba disfrutando de que me sintiera avergonzada y culpable por lo que acaba de ocurrir en el sótano a la hora de hacer el inventario. Estaba claro que ambos deseábamos lo que había pasado, seguramente yo más que él, ya que acababa de disfrutar como nunca antes lo había hecho.
Y sinceramente, si tenía la oportunidad de volver a bajar a aquel sótano a solas con él tenía claro que lo haría, haría lo que me pidiese que hiciese, esa parte que había despertado en mí me gustaba y quería que se quedase.
Después de aquello vinieron muchas más encuentros, que tenían como tema principal diferentes posturas que nunca antes había hecho y que ni siquiera sabía que existían, y descubrir que podía tener orgasmos múltiples, aunque supongo que eso solo me podía suceder con Alessandro. Cuando me tocaba y acariciaba activaba algo dentro de mí, ya no podía imaginarme teniendo sexo con alguien que no fuese él, parecíamos hechos él uno para el otro, por lo menos en lo que se refería a la cama.
Volvimos a tener encuentros en el sótano, en su casa e incluso empezó a pasar noches en mi habitación, y a coger yo el siguiente tren por las mañanas para que nadie sospechase que habíamos dormido juntos, aunque empezó a ser evidente. No sé como ocurrió, pero llegó un momento en que todo el mundo sabía que Alessandro y yo nos estábamos viendo, supongo que nuestras miradas, sobretodo las de él y las continuas visitas a solas al sótano para hacer el "inventario" empezaron a crear alertas entre el personal. A parte que Heather, una compañera inglesa de trabajo, se pusiera llamativos escotes y no consiguiera ninguna atención cuando filtreaba con él, también pudo ser un indicio.
No todo se limitaba al sexo. Empezamos a dar vueltas por la ciudad, pasar domingos visitando la zona de Camden para comprar marcas falsas, ir a cenar a los restaurantes de debajo de nuestras casas, y pasar nuestros días libres, que Alessandro hacía que coincidiesen en el cuadrante, cocinando juntos en la casa de alguno de nosotros y teniendo sexo una y otra vez sin control.
Y no sé cómo Alessandro acabó convirtiéndose en un apoyo para mí en Londres, me gustaba mucho pasar mi tiempo libre con él, y él parecía sentir lo mismo aunque ninguno de los dos lo dijese en voz alta. Después, también al poco tiempo, me di cuenta de que observaba demasiado si hablaba con mis compañeros hombres del trabajo e incluso a veces se enfadaba, y esa actitud empezó a llamar mi atención, porque pensé que solamente tenía un interés puramente sexual en mí.
_Date la vuelta para mi _ dijo con voz suave mientras besaba mi cuello.
Me había desabrochado la blusa y estaba acariciando mis pechos, no hacía falta que me lo dijese otra vez, deseaba aquello igual o incluso más que él.
Me giré sobre la mesa y acarició mi pierna derecha hasta levantar la falda de mi vestido.
_Eres fantástica _ dijo prácticamente en un susurro. Con él podía dejarme llevar, nuestros encuentros eran salvajes y sucios, y podía ser lo que nunca antes había sido con Dani ni con nadie. Me sentía libre, disfrutaba de aquello y no me avergonzada. Podía mostrar mi parte más oscura e intensa, dejando aparte la imagen inocente que había estado muchos años dando en mi ciudad natal. Era divertido, como una especie de juego sexual morboso que compartíamos los dos, me gustaba que hiciese conmigo lo que quisiese, y yo también deseaba aquello, hacer que perdiese el control en la cama conmigo, dejarle pensar que tenía el poder cuando realmente lo tenía yo y hacía que se volviese loco con mi presencia.
Empezó a hacerme suya contra la mesa con fuerza, con su mano izquierda sujetaba mi cintura y con la derecha tiraba con suavidad de mi larga melena negra.
_ Selena, no sabes cuanto deseaba esto _ dijo entre susurros.
Aquella versión despreocupada de mí me gustaba demasiado, en Londres nadie me conocía, había empezado de cero, no tenía ninguna imagen que mostrar. Era una gran ciudad donde todo el mundo hacía lo que quería y se reinventaba a si mismo. Así que me tirará al jefe sexy de mi trabajo no importaba.
_Dime que solo haces esto conmigo...
Me excitaba que me hablase mientras teníamos sexo, que dominase la situación y me diera instrucciones de que en posiciones quería ponerme... pero últimamente sentía que él estaba cruzando la línea, me contactaba constantemente y tenía miedo de que quisiese exclusividad por mi parte. Él era un seductor con todas, yo no me veía en Londres con nadie más, porque con él tenía bastante, pero no quería después de mi ruptura con Dani empezar una nueva relación.
_Dímelo por favor Selena, que eres solo mía _me pidió Alessandro más insistentemente mientras entraba y salía de dentro de mí con fuerza, y me hacía gemir cada vez más.
_Soy solo tuya _ dije sin evitar decir lo que deseaba él justo antes correrme.
No se cómo ocurrió, pero sin darme cuenta acabé metida en una nueva relación llena de idas y venidas, celos y desconfianza por ambas partes y demasiado sexo... sí, claramente podría catalogarse de una relación tóxica, si no fuera porque también había mucho amor, pero de ese intenso de que sientes que realmente le importas a la otra persona, sentía que Alessandro quería protegerme y cuidarme de verdad, y nunca había sentido eso ...
Una noche después de hacer el amor, le conté lo de Evelyn, le conté absolutamente todo como nunca antes me había abierto con nadie . "Tú no eres responsable de lo que le paso, solo eras una niña aún jugando y haciendo tonterías, su muerte no tiene nada que ver contigo" me dijo para tranquilizarme, no me juzgó ni salió corriendo, ni tampoco lo hizo cuando le conté mi infancia llena de peleas por parte de mis padres, las infidelidades de mi padre a mi madre, y como mi madre decidió acabar con su vida con una ingesta a propósito de sus antidepresivos habituales. Le conté como prácticamente Andrea y yo habíamos pasado la adolescencia solas mientras mi padre estaba inmerso en su trabajo en la gestoría y sus aventuras sentimentales, y cómo después de tres meses de detectarle un cáncer terminal se había marchado, y no le había podido decir muchas cosas pendientes como hubiese gustado decirle, como principalmente que lo quería. Solo me abrazó aquella noche en su cama y me dijo que todo estaría bien para mí, que llevaba siendo demasiado fuerte durante mucho tiempo.
Alessandro me entendía, no era como Dani, le preocupaban mis sentimientos y que yo estuviera bien de verdad, y cuando empezamos a acostarnos no esperé encontrar más que eso en él. Es extraño cuando la vida te sorprende con alguien que de verdad te comprende cuando menos lo esperas, y aún era más irónico que nos hubiésemos conocido en otro país diferente al nuestro y que lo que teníamos estuviese destinado a acabar de un momento a otro.
No podía evitar que me sentía increíblemente especial con Alessandro, enganchada por supuesto sexualmente a él como nunca antes había estado de ningún hombre, y a la vez dispuesta a dejar que me protegiese y sintiéndome en el cielo cuando acababa dormida con mi cabeza apoyada en su pecho y el me acariciaba el pelo y me decía lo loco que estaba por mí. Y era una pena que aquello tuviese que terminar, Alessandro y yo teníamos los días contados. Él ni siquiera lo sabía aún, pero tenía claro que iba a marcharme a Madrid, aquel era el lugar indicado para continuar la universidad e iniciar un nuevo camino al lado de mi hermana Andrea. De todas formas, no podía continuar la universidad en Londres porque mi beca Erasmus terminaría, y la sede de Tarragona me había propuesto seguir estudiando otro año más con una beca , pero esta vez estaba destinada a realizar el siguiente curso académico en otra ciudad que debía estar en España, y había pensado "Perfecto" "Iré a Madrid y así estaré con Andrea, la extraño". Tenía que admitir que sabía perfectamente que lo echaría de menos y también a la atracción tan intensa que teníamos el uno por el otro.
La vida desenfrenada de Londres, los días de lluvia sin ver apenas el sol, dos horas de metro y tren diarias, y los cafés horribles, empezaban a cansarme. No podía negar que había sido una etapa divertida que no hubiese cambiado por nada, había descubierto una versión de mí diferente, más alocada, segura de sí misma, madura y sexualmente desinhibida, pero ya era hora de salir de aquella espiral de fiestas y amistades que iban y venían, para volver al mundo real. Londres estaba bien por un período corto de tiempo pero no para algo estable y largo, y pensaba lo mismo de Alessandro. Y aunque me sintiese completamente loca por él, era el momento de separarnos y aquella noche pensaba decirle que había decidido irme en un mes.
Varias horas después acababa de salir de terminar mi trabajo y me dirigí al centro, habíamos quedado en el Tower Bridge, y Alessandro me había enviado su ubicación exacta para encontrarnos. Lo reconocí a lo lejos, llevaba su habitual chaqueta de cuero negra, jeans y un gorro gris que resaltaba aún más sus ojazos azules.
_No puedo creer que llegues puntual.
_Yo siempre llego puntual _ dije mintiendo. Aunque era habitual que Alessandro me esperase cada vez que quedábamos al menos quince o veinte minutos, por lo que a veces sabía que él llegaba más tarde prediciendo que yo tardaría en llegar, aunque veía que no lo había hecho aquella vez.
_Michaela te manda saludos.
_¿Cómo está? ¿Cómo están todos?
Hacía tiempo que no veía a mis antiguos compañeros de trabajo del restaurante, prácticamente desde que se empezó a rumorear que Alessandro y yo teníamos algo. Y no se equivocaban, él me había dicho que no sucedía nada, pero yo había decidido cambiar de trabajo. No me gustaba que la gente hablase de los dos, y éramos realmente el tema de conversación en los pasillos del restaurante.
Al poco tiempo de abandonar mi puesto como camarera, nuestra relación se había confirmado para ellos. Principalmente por nuestras fotos en nuestras cuentas abiertas de Instagram, así que Alessandro había terminado por decir directamente en el restaurante que estábamos juntos para zanjar el tema.
_ Bien, haciendo turnos interminables como cuando estabas tú, pero aburrido, el sótano para mí no es lo que era _ dijo bromeando.
Me tendió la mano y yo la cogí y comenzamos a caminar, era de noche, que hiciese mucho frío no impedía que Londres estuviese repleto de gente. Debajo de nosotros el Thamesis se veía completamente oscuro y apenas habían barquitos viejos navegándolo como era habitual.
_¿Cómo te ha ido el trabajo? _ me preguntó él a mi.
_Bien como siempre, los niños estaban hiperactivos hoy.
_Sabes que hay sitios libres en el restaurante siempre puedes volver.
_No lo creo... _ dije riéndome_ estoy más tranquila cuidando a tres niños que llevando bandejas que pesen toneladas a clientes borrachos.
_¡Que exagerada!
_Además, he dado ya un notice de un mes.
_ También puedes irte a trabajar a la tienda donde trabaja tu prima, seguro que estarás más tranquila. Y si no encontrarás cualquier trabajo enseguida, esto es Londres.
_No quiero buscar ningún otro trabajo.
_ Veo que estás cansada de trabajar, pensaba que era un dilema para ti pagar la renta.
_Alessandro tengo algo que decirte _ dije seria y no pude evitar poner la voz algo triste, él me miró confundido sin esperarse ninguna mala noticia.
_Me estás asustando, ¿Estás bien? ¿Te ha ocurrido algo? _ dijo mostrándome su habitual protección hacía mí que no mostraba por nadie más.
_No, no, estoy bien.
_¿Entonces que sucede?
Era el momento para decirle que me marchaba, lo había retrasado durante tres meses, y no podía desaparecer un día porque sí sin darle ninguna explicación, aquello sería fácil para mí pero muy doloroso para él. Alessandro era fuerte y su apariencia era dura para todo el mundo, pero a mi lado se había mostrado frágil y sabía que me quería de verdad, estaba completamente loco por mí y la verdad era que yo estaba loca por él.
_Voy a irme.
_¿A dónde? _ preguntó confuso sin entender nada.
_Tengo que volver a España.
_¿Tienes que volver a España? _ preguntó mirándome serio.
_Sí, mi tiempo aquí ha acabado, sabes que solo vine con una beca de un año y si quiero terminar la universidad debo transferirme a otra universidad de España.
_¿Hablas enserio Selena? _ me preguntó enfadado, su cara mostraba que esperaba cualquier cosa menos aquello.
_ Lo siento, pero los dos sabíamos que esto no era para siempre.
_¿Que los dos sabíamos que esto no era para siempre?, ¡Hablarás por ti!_ gritó Alessandro enfadado y una pareja que caminaba delante nuestra se giró un momento para ver que ocurría.
_Baja la voz por favor _ le pedí en un tono bajo. Él me miró completamente lleno de rabia con los ojos muy abiertos.
_No puedo creer que me digas eso, así como si nada. ¿Pero yo que soy para ti? ¿Qué soy solo un polvo? ¿Alguien con quien follar y divertirte después del trabajo?
_No, no eres solo eso... pusimos unas reglas.
_Eso solo fue al principio, yo me hubiese quedado aquí por ti. Ahora todo es distinto.
Yo desvié la mirada hacía las vistas al enorme río.
_Sabíamos que esto era temporal, tú lo mismo lo dejaste claro desde un inicio, que era imposible que mantuviésemos una relación duradera...
_Sí pero escúchame, me arrepiento de haberte dicho eso, no lo pienso Selena, ya no lo pienso.
_Alessandro _ dije de nuevo mirándolo _ tengo que irme y cuando me vaya conocerás a otra chica, estando aquí y lo que tenemos te confunde, pero no tardarás ni dos semanas en olvidarme.
Se acercó a mi, puso su mano en mi cintura y me atrajo con fuerza hacía él.
_Selena, mírame a los ojos por favor _ me pidió intentando parecer más calmado aunque no lo consiguió, y yo evité hacerlo.
_Mírame por favor. _ me suplicó de nuevo y pude ver como su mirada brillaba como si estuviese apunto de llorar.
_Te amo, olvida todo lo que dije, te necesito, yo ya no quiero estar aquí si no estás tú, estoy enamorado de ti como nunca antes lo había estado.
_No digas eso _ dije esta vez yo sin poder retener las lágrimas.
_Si tú también me amas, haré mi maleta en un mes y me mudaré contigo a cualquier ciudad de España, o de cualquier lugar que tú quieras. No me importa, solo quiero estar a tu lado.
Y así fue como ocurrió, sin planearlo en absoluto, como una auténtica locura, y sin darnos cuenta un mes después ambos acabamos en Madrid, en un pequeño estudio que Andrea me había ayudado a alquilar haciéndome de aval. Yo continué la universidad en un tercer nuevo campus y empecé a buscar trabajo como una loca, y Alessandro empezó por segunda vez en su vida a adaptarse a una nueva cultura e idioma.
Y sinceramente pensé que aquello era un error. No había conseguido ahorrar demasiado porque Londres era un lugar carísimo, pero Alessandro me dijo que no me preocupase por el dinero. Él tenía un buen status económico y una empresa familiar en Italia de la que recibía una parte de los beneficios aunque no fuese gestionada por él.
Alessandro no tardó mucho en conseguir trabajo de administración en una multinacional a causa de su experiencia en management y su currículum, y yo al poco tiempo entré a trabajar en un Call centre gracias a mi dominio, esta vez aceptable, del inglés.
Lo nuestro se consolidó poco a poco, nos sentíamos cómodos él uno con el otro. El ritmo desenfrenado de Madrid, sus calles anchísimas e interminables, pasar los sábados juntos en la impresionante gran vía, o perdernos durante horas por el parque del retiro los domingos soleados hablando sobre como nos había ido la semana, nos gustaba. Y decidí por una vez no pensar demasiado y simplemente vivir el momento. Él me necesitaba y yo lo necesitaba a él, ya no eramos nada el uno sin el otro.
Y así pasaron dos años, repletos de amor, y lo que teníamos Alessandro y yo me parecía lo mejor que había tenido en toda mi vida.