Es mentira que no lo amo
img img Es mentira que no lo amo img Capítulo 6 Un favor
6
Capítulo 15 Nunca se acordaba de llevar su paraguas img
Capítulo 16 Súbete img
Capítulo 17 ¿Ya acabaste de mirar img
Capítulo 18 Fiebre img
Capítulo 19 Madre soltera img
Capítulo 20 Fiesta de cumpleaños img
Capítulo 21 Una llegada inesperada img
Capítulo 22 ¿Quiénes son img
Capítulo 23 La familia Treviño está de plácemes img
Capítulo 24 No tienen nada que ver contigo img
Capítulo 25 Tus habilidades para huir han mejorado img
Capítulo 26 Buena suerte img
Capítulo 27 Se había delatado ella sola img
Capítulo 28 Una vida sin ataduras img
Capítulo 29 Esto es venganza img
Capítulo 30 Los amigos deberían ayudarse entre sí ¿cierto img
Capítulo 31 Los enemigos estaban destinados a encontrarse img
Capítulo 32 La situación ha empeorado img
Capítulo 33 Vigilando img
Capítulo 34 ¿La había engañado img
Capítulo 35 Pródigo en atenciones img
Capítulo 36 Bella Dama img
Capítulo 37 Él Nunca Sonreía img
Capítulo 38 ¿Los cerdos podrían volar img
Capítulo 39 ¿Qué más quiere img
Capítulo 40 El que no pasa página. img
Capítulo 41 ¿De camino img
Capítulo 42 Rumores. img
Capítulo 43 Qué pasaría si... img
Capítulo 44 No puedes darte el lujo de hacerlo. img
Capítulo 45 No lo permitiré. img
Capítulo 46 Nunca vuelvas con tu ex img
Capítulo 47 No le temo a nada img
Capítulo 48 Harás que te mate img
Capítulo 49 No esperes mucho de la comida de mamá img
Capítulo 50 Los sabios saben cuándo detenerse img
Capítulo 51 No puedes mentirme img
Capítulo 52 Soy tu hermana img
Capítulo 53 Lo siento, hermana img
Capítulo 54 Él esperaba que ella lo hubiera hecho img
Capítulo 55 No necesito una doble img
Capítulo 56 Levanta la mano por encima de tu cabeza y ven conmigo img
Capítulo 57 ¿Everleigh ya no regresará img
Capítulo 58 Ninguno de los dos estaba obstaculizando el camino del otro img
Capítulo 59 ¿No pueden estar juntos solo porque se gustan img
Capítulo 60 Ella es diferente img
Capítulo 61 Mentiras img
img
  /  8
img

Capítulo 6 Un favor

A la mañana siguiente, el director Benedict le informó a Everleigh que ya no estaba a cargo de Theodore. En cambio, la asignó a otra sala VIP que casualmente se encontraba justo al lado de la habitación de Theodore.

Durante su carrera, Everleigh trató a muchos pacientes irritantes, pero esta era la primera vez que lidiaba con alguien tan fastidioso como el paciente que tenía ante ella en ese momento.

-¿Aquí te duele? -inquirió ella mientras presionaba su mano sobre el pecho del hombre.

-No es ahí, es un poco más abajo -respondió el hombre.

-¿Aquí?

-Un poco más abajo.

En ese momento, Everleigh se quedó sin habla. Su mano ya estaba en la parte inferior del abdomen del hombre... Molesta, frunció el ceño y dijo:

-Sr. Quelch, según los registros, el problema está en su corazón, por eso fue hospitalizado. Si continúo bajando, me temo que la cuestión está en su próstata. Puedo conseguirle un urólogo...

En esa misma mañana, el Sr. Quelch presionó el timbre ocho veces. Decía sentir dolores por todo el cuerpo y no dejaba que la enfermera lo revisara, exigía que fuera Everleigh quien lo hiciera.

-No es necesario, es solo un pequeño dolor -contestó el Sr. Quelch. De repente, le agarró la mano y acarició su muñeca al tiempo que la elogiaba-: Dr. Trevino, su mano es tan hermosa...

Podía verse la lujuria en la mirada del hombre y, al notarlo, Everleigh sintió ganas de vomitar. Rápidamente retiró la mano y concluyó:

-Sr. Quelch, creo que usted se encuentra bien. Tengo otros pacientes que atender.

De inmediato, ella se giró para irse. Caminó derecho, sin mirar hacia atrás, debía mantenerse alejada de un tipo como ese. Un segundo después, atravesó la puerta y se encontró con una figura familiar que caminaba hacia ella.

Se trataba de Theodore, que regresaba a su habitación después de someterse a una endoscopía. Por extraño que le pareciera a Everleigh, estaba volviendo solo, sin ninguna enfermera que lo acompañaba para su cuidado.

Apenas lo vio en el pasillo, lo miró a los ojos y fue como si el aire se hubiera detenido. Se sentía aturdida, pero de pronto, la voz del Sr. Quelch detrás de ella la sacó de ese estado.

-¿A dónde vas? No terminaste de revisarme. Si no terminas haré una queja -la hostigó el hombre.

Al oír su voz, no pudo evitar recordar lo ocurrido hace un momento, cuando el Sr. Quelch le acarició la mano. Inmediatamente, un escalofrío recorrió su espalda y sintió tanta desesperación que corrió hacia Theodore, tomó su brazo y le preguntó:

-Sr. Godfrey, ¿se encuentra bien?

Sorprendido, Thedore miró las manos de Everleigh que agarraban su brazo y luego observó el rostro de la mujer. Ella, que a su vez miraba directo a los ojos inhóspitos de Theodore, entró en pánico.

-¡Dra. Trevino! -El Sr. Quelch acaba de salir de la sala, pero se detuvo en seco cuando vio a Theodore- ¿Sr. Godfrey, qué le pasó?

A Everleigh no le sorprendía que el Sr. Quelch conociera a Theodore, después de todo estaba pagando una sala VIP. Sin dudas era una persona rica o influyente, por lo que debía codearse con personas de gran calibre.

En ese instante, ella lo miró a Theodore con una mirada suplicante. «¡Por favor, ayúdame esta vez!», pensaba con gran desesperación. Él se dio cuenta del pedido y sopesó la decisión durante un instante.

Siete años habían pasado y él la recordaba con claridad. Everleigh era extrovertida, brillaba por sí misma. Destacaba por su entusiasmo y generosidad, y, aunque era persistente y trabajaba duro en sus estudios, era cariñosa y cuidaba de la relación. Sin dudas fue una novia perfecta.

Y ahora, luego de tantos años, no podía negarse a ayudarla. No lo dudó más, rápidamente frunció el ceño y dijo débilmente:

-No me siento muy bien. ¿Podría llevarme a mi habitación, por favor?

-Oh, ya veo. Dra. Trevino, por favor, no demore más y acompañe al Sr. Godfrey a su habitación -instó el Sr. Quelch secamente.

Ella no perdió el tiempo, inmediatamente asintió y condujo a Theodore a su habitación. Sin embargo, mientras lo hacía, no pudo evitar que su corazón latiera con fuerza.

La situación en la que se encontraba era complicada y desesperante, ni siquiera lo pensó cuando le pidió ayuda a Theodore. Ahora que volvió a sus sentidos, se sorprendía de que él estuvo dispuesto a ayudarla. ¿Podría ser que ya no estaba resentido con ella?

-Despacio -decía Everleigh mientras ayudaba a Theodore a sentarse en la cama. Luego, se puso de pie y dijo agradecida-: Gracias por lo que hiciste. Yo... mejor me voy.

-¡Detente!

La voz fría de Theodore se hizo oír detrás de ella. Fue como un viento polar que le congeló hasta los huesos y la obligó a frenarse en seco.

            
            

COPYRIGHT(©) 2022