El papá de mi mejor amigo.
img img El papá de mi mejor amigo. img Capítulo 2 1
2
Capítulo 10 9 img
Capítulo 11 Confesión img
Capítulo 12 11 img
Capítulo 13 12 img
Capítulo 14 13 img
Capítulo 15 14 img
Capítulo 16 15 img
Capítulo 17 16 img
Capítulo 18 ¿Rechazado img
Capítulo 19 18 img
Capítulo 20 La fiesta img
Capítulo 21 20 img
Capítulo 22 Berek Krog img
Capítulo 23 22 img
Capítulo 24 23 img
Capítulo 25 Miedo img
Capítulo 26 25 img
Capítulo 27 26 img
Capítulo 28 No más mentiras. img
Capítulo 29 28 img
Capítulo 30 Rumor img
Capítulo 31 Algo inesperado. img
Capítulo 32 31 img
Capítulo 33 32 img
Capítulo 34 33 img
Capítulo 35 34 img
Capítulo 36 35 img
Capítulo 37 36 img
Capítulo 38 37 img
Capítulo 39 38 img
Capítulo 40 39 img
Capítulo 41 El viaje img
Capítulo 42 41 img
Capítulo 43 42 img
Capítulo 44 Fin a las casualidades img
Capítulo 45 44 img
Capítulo 46 45 img
Capítulo 47 46 img
Capítulo 48 47 img
Capítulo 49 48 img
Capítulo 50 49 img
Capítulo 51 50 img
Capítulo 52 51 img
Capítulo 53 52 img
Capítulo 54 Recuerdos img
Capítulo 55 54 img
img
  /  1
img

Capítulo 2 1

- ¡Por tu culpa nos hemos pasado de parada!

Gritaba un furioso pelinegro a su mejor amigo, mientras el otro simplemente se reía y se defendía de los golpes. En efecto, se habían quedado dormidos los dos, Austin le echaba la culpa al sonido de la música, no es que fuera aburrida la canción, pero se había relajado demasiado, por lo que termino durmiéndose.

- Perdona Rafa -se cubría de los puños que le daba el pálido- Te compraré algo para compensarte ¿ok?

- Eso no hace que el enojo se me pase -saco su celular y lo miro con enojo- Mi papá debe de estar preocupado y se pone horrible en ese estado, mira -le mostró el celular a Austin- Me ha llamado como 10 veces.

- Le explicaré a tu papá que ha sido mi culpa -dijo apenado.

Caminaba casi detrás de Rafael, realmente se había quedado dormido en el bus y eso jamás había sucedido, las madrugadas quizá lo tenían con falta de sueño. Suspiro alcanzando a su amigo, paso de nuevo su brazo por el cuello de este y caminaron en silencio hasta llegar a una casa totalmente blanca.

- Llegamos -Rafael subió los cortos escalones y toco el timbre de la casa.

- ¿Acaso eres millonario? -pregunto casi en un susurro- ¡Esta casa es inmensa!

- Tu casa es igual de grande, Austin -miro al más alto sin poder creerlo- No te sorprendas, aunque yo no tengo sirvientes, como tú -menciono burlonamente.

- No tenemos sirvientes en mi casa -afirmo- La señora Rosa se encarga solo del aseo, pero eso es ¡Ocasionalmente! -subió los escalones dispuesto a golpear al pálido.

En ese momento la puerta de la casa se abrió, Rafael había sido salvado por la campana o mejor dicho salvado por la puerta. En aquella puerta se encontraba un rubio de ojos color miel, de preciosos labios rosados y de baja estatura ¿Dónde tan perfecto? Se preguntó Austin.

Se quedó congelado ante la presencia de aquel rubio bonito.

- ¿Rafael? -pregunto saliendo de la casa con expresión preocupada- Te estuve llamando miles de veces ¿Qué te he dicho de responder mis llamadas, jovencito? -sus manos se posaron en su cintura, en posición de tetera.

Su enojo era demasiado adorable, pensaba el pelinegro.

- Que debo responder tus llamadas por si es alguna emergencia -el pálido respondió sin ganas- Lo sé, papá ¿Puedes dejarme pasar? Me muero de hambre.

¿Austin escucho bien? Su mejor amigo le había dicho papá al rubio precioso. Confundido miro a Rafael, sin entender nada.

- Trajiste visita -el rubio enfoco al pelinegro- Perdona, pasen -les dio espacio- Deben estar hambrientos, he preparado todo así que pueden irse a cambiar y los espero en el comedor ¿Estamos de acuerdo Rafa?

- Si, vamos Austin -halo al más alto a la fuerza- Iremos a dejar las mochilas a la habitación -aviso sin esperar respuesta.

Sentirse sorprendido era poco, estaba siendo halado por su mejor amigo, pero su vista seguía en aquel rubio bonito, que ahora sabía que era el papá de Rafael, sintió su corazón acelerarse cuando el rubio le sonrió de manera tierna ¿Dónde estuvo ese hermoso ser toda su vida?

Estaba siendo prácticamente arrastrado por las escaleras, sus pies se sentían blanditos ¿Acaso había sido amor a primera vista? Nunca le había sucedido aquello, pero, esperen... Esto quería decir que era ¿Gay?

Había sido arrojado con fuerza a la cama, confundido miro a su mejor amigo quien se encontraba observándolo con seriedad.

- ¿A qué se debe esta agresividad? -pregunto abrazándose así mismo.

- Te quedaste mudo y pasmado, yo solamente te traje hasta aquí -levanto los hombros restándole importancia- Deja la mochila donde quieras, en el armario hay unas pantuflas que puedes utilizar y si te ríes eres hombre muerto.

- ¿Qué quieres decir con eso? -pregunto abriendo el armario.

Sus labios quisieron curvearse, pero no quería morir siendo tan joven y menos luego de descubrir que era gay y que recién conoció al amor de su vida. Se puso las pantuflas de gatito que había encontrado y miro al techo, esperando a que Rafael saliera primero de la habitación.

Detallo la habitación y era realmente grande, las paredes eran completamente negras, pero tenían un brillo particular.

Definitivamente era la habitación de su amigo, todo gritaba Rafael Kannard, tenía guitarras colgadas, posters, incluso había un computador con diversas pantallas y un teclado.

- Son regalos que me hace papá.

- ¿Qué? -miro la espalda de su amigo.

- Las pantuflas, son regalos que me hace -el pálido se detuvo a mitad de las escaleras- Dice que parezco un estúpido gato y todas las pantuflas que me regala son de diferentes tipos de gatos -suspiro resignado- No me atrevo a botarlas a la basura.

- Así que te gustan -sonrió al llegar al lado de su amigo y ver sus mejillas sonrojadas.

- Si dices una palabra sobre esto, eres hombre muerto -dijo para continuar bajando las escaleras.

- Todo un tsundere.

- ¿Qué dijiste? -se giró con expresión molesta.

- Que muero de hambre -la fuerte carcajada de Austin hizo que Rafael se sonrojara- Me parece que es un detalle muy lindo, tu papá te ama demasiado, eso es lindo Rafa -dio una suave palmada a la espalda del más bajo.

- Como digas.

No dejaba de sorprenderse con la casa, realmente era preciosa, la decoración, los tonos, el señor Kannard debió esforzarse demasiado. El comedor no se quedaba atrás, la mesa era inmensa también, ocupaba casi toda la habitación. ¿Tanta familia tenían para usar esa mesa tan grande?

- Siéntate donde quieras -el pálido le hizo saber- Iré a avisarla a papá que estamos aquí.

Asintió y busco con la mirada un buen sitio, suponía que solo serían los tres, entonces se sentó al lado izquierdo. No pasaron ni 5 minutos, cuando su amigo regreso, detrás de esta venia el bonito rubio, por lo que se acomodó en su silla, pero prefirió ponerse de pie.

- Austin ¿verdad? -el rubio pregunto con una sonrisa.

- Si.

- Perdona por no presentarme antes -dijo ofreciéndole su mano- Joshua Kannard, es un gusto conocerte al fin -sonrió de tal manera que sus ojitos formaron dos medias lunas.

- Lindo -susurro.

- ¿Perdona? -pregunto casi riéndose.

Las mejillas de Austin se incendiaron ¿Le había llamado lindo al papá de su mejor amigo? Tomo la mano del señor Kannard torpemente y evitando la mirada asesina de su mejor amigo, sonrió.

- Es un gusto señor Kannard, perdone no avisarle que venía.

- Rafa me ha hablado demasiado de ti, gracias por cuidarlo, tomen asiento -dijo sonriendo- Iré por la comida entonces.

¿Tenía miedo? No, para nada. Pero si las miradas mataran ya hace dos años estaba muerto. Limpio el sudor de su frente y evito mirar a su mejor amigo. Disimulaba mirando la casa, pero sintió una fuerte mano en su hombro.

- ¿Así que mi papá es lindo? -pregunto haciendo más fuerte su agarre.

¡Sálvenme!

[...]

- ¿Cómo es que nunca me has contado sobre tu familia? -Austin miro a su amigo, quien se encontraba en el escritorio.

- Nunca preguntaste.

- Porque creí que no te gustaba hablar sobre el tema.

- ¿Qué quieres saber? -pregunto girándose hacia su amigo.

Austin se acomodó ágilmente en la cama, mirando a su amigo emocionado. Realmente nunca había querido preguntar sobre la familia de Rafael, siempre mencionaba a su papá, pero rara vez hacia buenos comentarios hacia el rubio lindo que había conocido y admirado en todo el almuerzo.

- ¿Por qué haces comentarios tan crueles sobre tu papá? -fue lo primero que se le ocurrió- Parece ser un buen tipo y se nota que se preocupa por ti.

- Somos muy diferentes -respondido luego de pensarlo un poco.

- Tu y yo también somos demasiado diferentes, pero, aun así, nos llevamos bastante bien -dijo cruzándose de brazos.

- Solo siento que no podemos ser cercanos, como cuando era pequeño, cuando entre al instituto simplemente nos alejamos, el empezó a ocuparse en la academia y yo me ocupe tomando clases de piano y en el instituto, simplemente dejamos de compartir tiempo juntos y ahora por más que él intente acercarse a mí, simplemente no puedo. Es como si se hubiera levantado un muro entre él y yo -Rafael se quitó las gafas y se cruzó de brazos imitando a Austin- Pero no me malentiendas, lo amo, es mi padre después de todo y me permito demasiadas cosas gracias a él.

- Podrías darle una oportunidad, quizá tenga más en común de lo que te imaginas -Austin se levantó de la cama y fue hacia la salida de la habitación- Por cierto, tu papá es todo un bom bom -dijo sonriendo.

- ¿Eres gay? -pregunto confundido.

- Por tu papá soy gay -respondido guiñándole el ojo a su mejor amigo.

- ¡Mantente lejos de mi viejo! -Rafael lanzo un cojín en dirección al más alto, pero este alcanzo a esquivarlo y salir de la habitación.

¿Mantenerse alejado del rubio bonito? ¡Jamás! Caminaba contento hacia el baño, que no tenía idea en donde se encontraba, pero de alguna manera lograría llegar. La casa era realmente bonita, no había muchos retratos familiares, solo algunos donde salían Rafael y el señor Kannard otras donde había un chico de cabellos castaños sonriente, pero no nada más.

Se detuvo frente a un portarretrato donde estaba el pálido y su papá, realmente no entendía como aquella ternura andante, hubiese tenido un hijo tan serio y tosco como su mejor amigo y no quería decirlo frente a Rafael, pero no se parecían en lo absoluto.

- Creí que estaban haciendo un trabajo? -la voz suave del señor Kannard hizo sorprender al pelinegro.

- Si, estaba buscando el baño -dejo con cuidado el portarretrato donde lo había tomado.

- Puedes utilizar el que está en la planta de arriba para que no debas bajar hasta acá, pero pues debido a que ya estás aquí -el rubio sonrió levemente- Sigue por este pasillo y verás una puerta color amarillo -dijo apuntando detrás de Austin.

- Entendido, gracias señor Kannard.

- Dime Joshua, por favor.

- Bien, Joshua -sonrió de manera picara- Gracias por las indicaciones.

Sin embargo, no se tenía intenciones de irse aún, dio dos pasos lentos hacia el rubio, aun con una sonrisa en su rostro ¿Qué tenía pensado Austin? Quizá, conquistar un poco a Joshua. El pelinegro levanto su mano derecha, de manera lenta la puso en la mejilla del rubio, parecía que habían entrado en una burbuja, porque los dos se habían olvidado de respirar correctamente.

- Austin...

- Tenias algo aquí -dijo sacudiendo el cabello del mayor.

El rostro del rubio se volvió rojo ante la acción del más alto, al contrario, Austin se sentía en las nubes por la reacción del bonito rubio, sin duda tenía una oportunidad.

- ¡No juegues conmigo, mocoso! -dijo dándose la vuelta y perdiéndose en uno de tantos pasillos.

- Demasiado lindo -murmuro para sí mismo.

Realmente no lograba entender completamente a Rafael, al contrario del pálido, él era demasiado cercano a sus dos padres, siempre buscaban la manera de burlarse de él, pero siempre lo apoyaban y lo aconsejaban bastante bien, era la copia de su papá y se sentía orgulloso de eso, esperaba que Rafa lograra sentirse orgulloso de ser el hijo del señor Kannard.

La excusa de ir al baño era para poder espiar la casa un poco más, había demasiadas fotos de un Rafa bebé, no podía negar que, si parecía un gatito gruñón de pequeño, molestaría a su amigo por el resto de su vida, claro que sí.

[...]

El mocoso que había llegado con su hijo era realmente guapo, pero era un niño, suspiraba solamente de pensar en eso. Joshua Kannard, 35 años, soltero, con una bendición que parecía odiarlo y amante a la danza contemporánea. El sonrojo aun permanecía en todo su rostro, después de la abrupta cercanía de aquel guapo pelinegro, debía aterrizar de inmediato, aquel niño era el mejor amigo de su hijo después de todo.

Se sentía feliz porque era la primera vez que conocía a un amigo de su hijo, nunca conocía a los amigos del menor, Rafael había levantado cierto muro entre ellos desde hace años, a veces no parecía su hijo, aquel que cargo en brazos cuando recién nació, recordaba cuando se acurrucaba en su pecho, extrañaba abrazarlo realmente. Todo se había vuelto complicado en su pequeña familia y eso le dolía todos los días.

Había conocido a Joy en el instituto, a la misma edad que tiene su hijo actualmente, habían iniciado una "relación" y es que sus padres siempre fueron demasiado estrictos y le pedían cosas que él nunca logro ser, por ejemplo, ser heterosexual. Desde que miro a su profesor de física, supo que le gustaban los chicos y no se sintió avergonzado hasta que su padre descubrió su secreto. Lo habían obligado a emparejarse con Joy, quien era hija de un socio de su padre y con quien compartía negocios importantes. La chica era realmente hermosa, los dos sabían perfectamente que no se atraían sexualmente y Joy fue la segunda persona luego de su padre en enterarse que era gay.

Tuvieron una hermosa amistad, además de que ella mantenía una relación con un chico universitario, quien nunca conoció, pero que supo que la amaba y la trataba como una reina.

Todo se volvió un desastre, cuando entre lágrimas, Joy le comento que estaba embarazada ¿Cómo iban a enfrentar a sus familiares? No pudo pedirle que abortara, era un riesgo que debían tomar, iban a mantener la mentira, él bebé era suyo.

- ¿Cómo ves a nuestro hijo, Joy? -hablo a la foto que mantenía en la billetera.

La muerte de su amiga le había dolido en el alma, aún sentía el dolor en su pecho, cuando recordaba la noticia de la boca del doctor que la había asistido en el parto. Había criado a Rafael totalmente solo, luego de que sus "suegros" lo culparan por la muerte de su hija y cuando sus propios progenitores se enteraron de que no era nieto legítimo de ellos, le dieron la espalda. Años atrás los había necesitado demasiado, pero actualmente vivía por él mismo y para su hijo, porque, aunque no había sido concebido por él, Rafa era un Kannard y nadie podría decir lo contrario.

Solo esperaba que un día pudiera decirle la verdad a su bebé, que ya no era tan bebé, Keven siempre le aconseja decirle la verdad al menor, pero con solo pensar que se alejará aún más de él, llora de miedo. Porque Rafael, era su vida entera.

El celular empezó a vibrar, la pantalla con el nombre de Keven, lo hizo suspirar y responder la llamada al instante.

- Hola, Kev

- ¿Todo bien, Joshua? Suenas triste, dime a quien y lo mandamos a desaparecer.

- No seas bobo -Joshua rio ante las ocurrencias de su mejor amigo- Es solo que recordé algunas cosas, ya sabes.

- ¿Joy?

- Si, la extraño demasiado y siento que ella hubiese sido perfecta para criar a Rafa -casi sollozo- El niño está cada vez más lejos de mí y no sé qué hacer.

- El niño te ama, está en su etapa rebelde, déjamelo y le sacaré sus verdades, no te preocupes mucho ¿sí?

- Cambiemos de tema mejor ¿Para qué me llamaste?

- Me quedaré en tu casa hoy, así que llamaba para avisarte.

- ¿Pijamada?

- Llevaré el vino que tanto te gusta.

- Por algo eres mi mejor amigo.

- Te veo más tarde, te quiero.

- Te quiero.

Joy, Keven y Joshua, habían sido el trió inseparable en sus tiempos de estudiantes, con Keven se habían apoyado demasiado tras la pérdida de su amiga, a veces sentía que su amigo era incluso más cercano a su hijo y se sentía como un perdedor, pero quería creer las palabras de su mejor amigo, su hijo lo amaba de igual manera y esperaba que fuera así muchos años más.

¿Cierto?

            
            

COPYRIGHT(©) 2022