Capítulo 4 Nerviosa

Aria entrelazó las manos y las apretó fuertemente en espera de la carta que nunca llegaría. ¿Y si el Señor Blackwood se había arrepentido? ¿Y si todo esto era una mala broma de los Rothschild? No, ellos no caían tan bajo ni se andaban con estupideces, si los hubieran querido derrocar, lo habrían hecho hace años, sería demasiado infantil para intelectuales y estrategas como ellos.

-Ese maldito Antoine me timó de nuevo. -Comentó su padre, enfadado.

Rose se acercó para tranquilizarlo, frotándole los hombros a su marido, en el fondo, dándole un ligero beso en la frente. Habían pasado 40 años de matrimonio y 5 de noviazgo pero seguía queriéndolo como cuando eran adolescentes. En el fondo se sentía aliviada de no tener que recurrir a esas medidas extremas.

Aria se sentía fracasada por no poder ayudar a sus padres ni recuperar el lujoso estilo de vida que llevaban. Esa era su última oportunidad. Y lo que la joven más anhelaba era poder tener estabilidad y una familia, ya no importaba si el hombre que desposaría fuese horrendo, pues sabía que podía modificar a sus hijos genéticamente, que podía convencerlo de hacerlo. Y también había prometido cuidarla. Se decía que Cassius Blackwood era un hombre de palabra, así que prefería creer que era así.

Le contó todo a su mejor amiga, Isabella una vez llegó al colegio, y ésta no paraba de hacerle preguntas.

-Pero, ¿por qué? ¿Estás loca?

-Tal vez, pero ya no tengo salida, no tengo más opciones. Mis abuelos están muertos y eran los únicos que podían ayudarnos.

-Hay otras opciones, amiga mía.

- ¿De verdad? ¿Las hay?

-Claro... podrías vender algo. -Isabella se encogió de hombros, restándole importancia.

-Ya trabajo aquí, no me veo de comerciante.

Isabella le dio una mirada de desprecio y la chica se corrigió rápidamente.

-Es decir, no hay nada de malo con quienes venden cosas, y tampoco es denigrante, pero no sería buena, ¡y tampoco me doy a basto! No me alcanza el tiempo.

-Como quieras, pero ten por seguro que de seguro es un hombre violento.

El comentario de su amiga solo hizo que sus nervios aumentaran.

-Y seguramente también está feo.

-Eso ya no me importa. ¡Quiero estabilidad! Y después de lo de Dimitri dudo encontrar a alguien para mí.

La chica rodó los ojos, fastidiada.

-Miss Aria, le traje un regalo. -Interrumpió una niña pequeña, escondiendo una sonrisa.

-Qué preciosa eres Emily, ¿qué es?

La pequeña sacó un papel de su bolsillo y se lo entregó con nerviosismo. La maestra lo abrió y no pudo evitar sentirse emocionada. Se trataba de un dibujo de las dos y se podía leer: para la mejor maestra del universo.

Aria sonrió y le dio un abrazo reconfortante a la niña, sintiéndose orgullosa de su profesión.

-Muchas gracias Emily, te quiero muchísimo.

Isabella la miraba con recelo, no podía entender cómo es que los niños la adoraban tanto. La niña tímida sonrió, y se dio la media vuelta para hablar con sus compañeros.

A la salida del colegio , Aria se veía consumida por sus pensamientos, jugueteaba con su tote bag y caminaba a paso acelerado.

Una mini van negra la interceptó y la chica comenzó a sentir miedo. ¿Qué estaba pasando?

Un hombre fornido bajó de ella y la subió a la fuerza.

            
            

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