Aria se preparaba para su primer día como presa de el Gran Jefe. A decir verdad, estaba nerviosa, se preguntaba por sus padres y por qué aún no la habían encontrado, tal vez no significaba nada para ellos, a lo mejor ya no era tan fácil su búsqueda con la pérdida de sus fortunas, creía que era así, se decantaba por la última opción, porque aunque sabía que tenía problemas con su padre, la quería demasiado.
Había decidido ponerse algo cómodo pero glamoroso, aunque pensaba que le faltaba un poco de maquillaje para que no luciera tan pálida. Se cruzó de brazos y entró a la enorme biblioteca, era realmente sorprendente el hecho de que el propietario fuera un secuestrador mafioso y despreciable.
-Esto es... asombroso. -Exclamó Aria con los ojos brillantes, nunca había visto una biblioteca tan grande. La señora Anika se ocupaba en prepararse un té en la pequeña estación de café que había en la habitación mientras tomaba asiento en uno de los extremos de la enorme mesa ovalada que había justo en el centro de entre tantos libros.
Como maestra de primaria se sentía en un paraíso literario, así que se dedicó a explorar cada rincón, fascinada por los muchos títulos que ahí yacían. Anika simplemente la observaba y detallaba sus conductas.
De pronto, al leer un título de romance se acordó que se suponía debía contraer nupcias con un anciano y ahora tal vez ya no. Tal vez, en lugar de ser algo malo, podría ser su salvación, tal vez era la respuesta a todos sus problemas. La muerte tampoco le parecía un tema aterrador, a ese punto, estaba decidida a morir si hiciera falta, ya no le daba miedo fenecer.
-Mire todo esto Anika, ¡es increíble! -Exclamó la chica con una evidente emoción en el rostro- ¡Hay desde Hemingway, Brontë y Austen hasta Tolkien!
Anika dio un respingo y dejó de sorber de la taza mientras la devolvía a la mesa con delicadeza y elegancia.
-El jefe es un ávido lector, le fastidian las personas incultas y repudia la ignorancia. Todos los empleados somos obligados a estudiar en nuestros tiempos libres.
Aria se sorprendió por aquella respuesta, parecía ser un hombre interesante después de todo.
-La inteligencia es la forma correcta de lidiar con los enemigos, si nutrimos nuestro conocimiento, el cerebro se agiliza, nos volvemos imparables... Por eso nadie se mete con nuestro clan. O más bien... nadie logra vencernos. -Se formó una ligera sonrisa en sus labios, como si estuviera orgullosa de decir aquellas palabras.
- ¿Clan? -Preguntó confundida.
-Hermandad, comunidad, equipo, cómo le quieras llamar.
-Oh... -Anika le extendió una taza de té y ésta se apresuró a darle un sorbo.
-Así es. Pero bueno, ahora que ha desayunado y hecho lo que está en la primera parte de su lista, la dejaré disfrutar de su tiempo a solas, o bueno... Con Liang a su cargo. Puede escoger el libro que quiera siempre y cuando sea para aprender algo bueno, está prohibido el romance o la ficción. Esos libros los podrá leer en su tiempo libre.
Liang estuvo todo el tiempo allí sin articular palabra o hacer algún ruido, simplemente se limitaba a observar.
Anika se levantó de la silla y abrió la puerta para salir, pero antes dio un aviso claro.
-Cerraré la puerta hasta que haya transcurrido el tiempo de sus estudios, órdenes del patrón.
Aria se sorprendió por aquello pero no le parecía demasiado descabellado, después de todo era mejor que un secuestro com
-Es ridículo pero no diré absolutamente nada al respecto.
Anika cerró la puerta y Liang se quedó con los brazos cruzados mirando an Aria todo el tiempo.
-Liang, debe de comprender que esto es muy extraño para mí... hace unas veinticuatro horas tenía una vida, con mis padres. Y sí, estábamos en la quiebra, claro que teníamos problemas, pero no entiendo lo que hago aquí. ¡Iba a casarme con un hombre desconocido que presume ser poderoso por dinero! ¡Quería salvar a mi familia, dependían de mí! Ahora mírame... estoy secuestrada por un tipo al que no sé qué daño pude hablarle hecho y que no sé si quiera matarme...
Lágrimas comenzaron a brotar del rostro de Aria. Eran reales, estaba frustrada aunque sabía que por el momento estaba a salvo.
-Tranquila señorita... le aseguro que mi jefe no le pondrá una mano encima. Está a salvo.
- ¡Pero ya lo hizo! ¡Me golpeó, me dio una bofetada!
-Estoy seguro que no lo quiso hacer. -El señor Liang tomó asiento justo al lado de la joven mientras se acomodaba la corbata.
-Tu jefe es un criminal, por supuesto que lo hizo a propósito. ¡Ni siquiera sé porqué estoy aquí! -Aria era muy berrinchuda cuando se lo proponía o se frustraba, aunque no fuera así para las decisiones importantes. Era consciente de ello, pero también sabía que era una muy buena técnica de manipulación que incluso serviría con el Gran Jefe misterioso.
Liang se retorció en el asiento incómodo para después darle una palmadita en la palma de la mano a la joven a modo de empatía.
Las luces del cuarto se apagaron repentinamente y Liang se acomodó de nuevo en el asiento, incómodo, sabiendo que era su Jefe.
- ¿Sabes? En estos casos me arrepiento de todo, incluso de haber dejado a Dimitri. Sabía que esa relación no iba a prosperar porque él era pobre, y luego yo también me convertí en uno de ellos y ahí fue cuando todo se acabó para los dos, sabía que no habría forma humana de poder subsistir con dos salarios de maestros.
-Así que Dimitri... -Liang quedó pensativo- ¿diría que era el amor de su vida?
Aria negó con la cabeza.
-El amor de mi vida no. Aunque es verdad que en algún momento lo consideré muy importante para mí, ahora lo repudio. Se fue y no luchó por nosotros y se casó con la primera que le dió los buenos días. Ahora es rico, si, pero estoy segura de que si estuviéramos juntos, seguiría en su zona de confort y por mí jamás habría hecho todo lo que ha hecho por ella ahora.
-Vaya... está realmente traumada. Y pienso que usted lo hizo quién es ahora. ¡Qué hijo de perra!
-En realidad, yo lo alejé...
- ¡Pero básicamente lo empujó a que fuera rico!
Aria rió, no era posible que una persona cuerda estuviera de su lado. Isabella solía decirle que en efecto, era toda culpa suya por haberlo rechazado.
-Da igual, ahora tiene dos hijos y es feliz. Eso es lo importante. -Una leve sonrisa se asomó, pero la desvaneció de inmediato, estaba recordando los momentos felices con quién pensó seria su esposo.
-Habla mucho, señorita. Tal vez debería de enfocarse en lo que le ordenaron o las consecuencias podrían ser graves.
-Tiene usted razón, Liang. Lamento haberle abrumado con mis problemas. -Aria agachó la cabeza y se miró los zapatos.
-No se preocupe, en realidad, adoro el chisme. Aunque también adoro el dinero y sé que si seguimos hablando el jefe me descuenta. Así que por favor, señorita... parece una buena persona, pero evitemos hablar durante mucho tiempo, se lo ruego.
Aria asintió de nueva cuenta y un nudo se formó en su garganta. Comenzaba a frustrarse.
-Es verdad, permítame disculparme de nuevo. Lo que menos quiero es causarle problemas. -Aria le dedicó una sonrisa antes de avanzar y pasar de lado para buscar un libro con información realmente útil.
Transcurrido el tiempo de estudio, se dedicó a hacer sus demás obligaciones, recordando, pensando, lamentándose.
Llegó la hora de dormir, fue esposada a la cama y ambos trabajadores se fueron.
Aria se quedó pensando en que sería más fácil escapar de noche, pero no lo haría porque no sería inteligente, sabía que la encontrarían, además no era tan malo después de todo.
Miró el mosquetero de la cama y recordó a Dimitri, él siempre fue muy bueno con ella, aunque también demasiado vago y sin metas. Se convencía a sí misma de que había hecho lo correcto al terminar con él.
La joven de ojos verdes quedó dormida mientras unas manos recorrían su rostro, admirándola.
-Nadie merece tus lamentos. -Susurró.
Parecía un ángel inocente, así que los impulsos de Cassius lo llevaron a besar su frente para después desaparecer entre la oscuridad .