Capítulo 8 Tareas del hogar

Aria sintió un escalofrío recorriéndole la médula espinal al recordar al llamado Gran Jefe. No pudo evitar pensar en aquellos ojos verdes que vio de reojo, el trato que le dio y lo demandante que era. Su voz... era áspera y gruesa, emanaba un aura muy masculina y deseaba conocer si era un hombre feo que se escondía por cobardía. Esperaba verlo pronto, por alguna razón se sentía atraída hacia él.

Eran las cinco y media de la mañana y la sAnika ya estaba abriendo la puerta. Gracias al cielo que Aria no podía conciliar el sueño, si no, Dios sabe cómo la habrían despertado.

-Me alegra que estés despierta. El Jefe dice que el que se levanta antes que todos tiene el futuro asegurado, ya le ganó a la mayoría. -Anika comentó con una sonrisa de suficiencia, abrazando un pedazo de papel contra su pecho. Lo decía como si admirara mucho a su jefe.

Aria simplemente la miró con extrañeza desde donde reposaba.

-Éstas son las tareas que realizarás a lo largo del día -Señaló una columna con deberes del papel que anteriormente abrazaba- Y éstas son las demás tareas programadas para la semana. -Anika le extendió el «programa de actividades para su estadía».

Le hizo una señal para que le quitara las esposas y ésta se apresuró a liberarla.

-Oh, es cierto. Una disculpa señorita.

Aria simplemente se frotó las manos rojas para tratar de apaciguar el dolor, pero no le dio mucha importancia.

La joven arrebató el papel con urgencia y comenzó a leerlo. Era una lista muy producida y meticulosa donde decía exactamente a qué hora tenía que hacer cada cosa...

5:00 a.m Levantarse y tender la cama

5:30 a.m Ejercitarse

6:00 a.m Desayunar

7:00 a.m Lavar los trastes

7:30 a.m Lavar la ropa

8:00 a.m Lectura sobre algún tema de divulgación científica

9:00-3:00 p.m Estudiar alguna materia o tema que se le plazca

Aria lo analizó asombrada, casi todos los días tendría que hacer lo mismo, excepto porque habían fechas donde estaban marcadas tareas específicas como natación o equitación. Pensó que le pondrían a hacer cosas más pesadas, pero pareciese que solamente se interesaban por nutrir su intelecto y hacerla más productiva. En un día común, ni siquiera se habría dignado en hacer ejercicio o levantarse relativamente temprano, así que vio el lado bueno y disfrutó no tener que ser una prisionera común y poder darse el lujo de gozar ciertos privilegios. Incluso hasta le parecía emocionante, así se vería obligada a hacer lo que siempre quiso y que pospuso por falta de interés o de tiempo. Aunque extrañaría profundamente dar clases.

-Esto es una tontería... -Resopló, buscando los ojos azules de su ama de llaves.

Anika se encogió de hombros, ella tampoco lo entendía. Cassius ya contaba con demasiada servidumbre que bien podría cubrir esas tareas.

-Yo no doy las órdenes. -Contestó, tajante.

-No entiendo... ¿por qué yo? ¿Tú sabes algo de por qué me tiene aquí? -Aria buscó de nuevo la mirada de Anika, pero ella la desvió y se acomodó el cabello recogido.

-No, y aunque lo supiera no te lo diría. Ya deja de hacer preguntas si sabes lo que te conviene. Y mejor te presento a tu guardaespaldas personal- Abrió la puerta del dormitorio y entró un señor alto de pelo negro con la piel de porcelana. Era asiático y lucía muy bien cuidado- Él es Liang, y estará contigo a donde quiera que vayas, te vigilará las veinticuatro horas del día y arremeterá si es necesario, no queremos eso, así que cuidado. -Advirtió.

- ¿Es una broma? -Resopló un tanto harta, mirando de arriba a abajo a la persona que tenía enfrente.

-Si me disculpa, señorita... los asiáticos somos reconocidos por nuestra habilidad y agilidad para las artes marciales.

-Ya cállate Liang. Sé profesional. -Ordenó Anika y Liang se cayó de inmediato.

Aria sonrió un poco al ver lo infantiles que se veían. Suponía que podría haber algo entre ellos, pero mejor no preguntar.

-No quise insinuar eso, de ninguna manera, apreciable Liang. Simplemente estoy hastiada y tener un guardaespaldas personal me abruma un poco. -Contestó Aria haciendo una mueca de disgusto al recordar por qué estaba ahí realmente, no estaba socializando ni haciendo amigos, aunque por un momento se le olvidara.

-Bien... -La ama de llaves miró con recelo a su compañero de trabajo mientras daba un paso al frente y se apresuraba a salir de la habitación de Aria- Apresúrate si quieres empezar con el pie derecho. Oh, casi lo olvido. Ahí hay un armario con todo lo necesario para que se arregle, el señor Ca... -Liang le dio un codazo y retomó su profesionalismo, se aclaró la garganta y prosiguió- El Gran Jefe ha ordenado explícitamente que tiene que cuidar de su aspecto físico y ha mandado acondicionar este cuarto exclusivamente para usted, en el armario encontrará todo lo necesario para poder lucir hermosa... Más hermosa quiero decir.

La personalidad de Anika antes de la guerra era muy dulce, incluso era ingenua. Y Aria le recordaba a ella cuando era más joven, pero sabía que tenía que mantenerse firme para no encariñarse con ella ni para meterse en problemas con el lobo.

Aria miró a su alrededor, el lugar era verdaderamente hermoso... parecía antiguo pero redecorado con algunas cosas modernas. Su cama era del estilo victoriano e incluso se sintió como de la realeza. Los muebles eran antiguos pero de muy buena calidad. Si algo sabía ella era de las cosas finas y podría decir firmemente que su secuestrador tenía un gusto exquisito.

Lo que definitivamente tenía un estilo moderno era su armario, amplio vistoso y con muchísima ropa de todo tipo. Se dedicó a detallar todas las cosas que habían ahí, era grande pero no tanto como el de ella. Había grandes vestidos y unos un poco más cortos, pantalones de lino, pantalones de algodón, camisas formales y otras un tanto más casuales. No había bolsos pero si unos que otros lentes de sol, había joyería que por simple vista parecía de buena calidad, incluso la ropa deportiva que había ahí era extremadamente sofisticada. Todo esto en otras circunstancias le habría parecido fascinante. Se dio cuenta que no había podido ver algo más que no fuera el piso el día anterior.

- ¿Dijiste que lo acondicionó especialmente para mí? -Preguntó de repente.

Su cabeza comenzó a dar vueltas de nuevo... El sabía perfectamente quién era y peor aún, la había llevado ahí con un propósito. Eso la confundió, pensó inmediatamente en el que algún día pensó era el amor de su vida: Dimitri, pero luego recordó que no podía hacer algo tan elaborado porque era de escasos recursos, mucho menos tenía los ojos verdes.

-Así es, ahora, tienes diez minutos para darte una ducha y otros diez para vestirte, desde... ya. -Anika miró la hora en su reloj y pareció contar el tiempo.

Aria se apresuró a meterse en la regadera, después se vistió como se lo ordenaron y finalmente salió de la recámara para encontrarse con sus guardianes.

-Ahora te enseñaré todo el lugar. Te advierto que nadie sabe dónde está.

-Así es, se dice que el señor que trabajó durante muchos años para el Gran Jefe delató el paradero de este bello lugar y ya nadie nunca supo nada de él, desapareció misteriosamente, yo no me atrevería a desafiar a mi jefe. -Interrumpió Liang con el rostro lleno de miedo, por lo que Anika puso los ojos en blanco. Para ser un guardaespaldas era muy sentimental. Anima no sabía cómo es que seguía conservando su trabajo, si era literalmente lo opuesto a lo que Cassius buscaba en sus empleados.

-Por aquí... -Anika se decidió a mostrarle las habitaciones principales- Esa es la habitación del jefe -Señaló el cuarto más grande, se encontraba justo al lado del suyo- Siempre está cerrado y no viene muy seguido, está demás decir que está prohibida la entrada y por supuesto también husmear. Las demás habitaciones no tienen relevancia por el momento.

La casona era grande y tenía demasiados cuartos en un solo piso. Anika se dedicó a mostrarle el lugar a detalle; la enorme biblioteca donde se pasaría el tiempo instruyendo y cultivando su intelecto, la cocina, la sala, el comedor, el jardín que era enorme, contaba con una cancha de tenis, había espacio para equitación y también, por supuesto una piscina. Había una fuente que estaba al lado de unas bancas blancas para jardín, todo se rodeaba de árboles, arbustos y flores que estaban perfectamente cuidadas.

Aria se sintió en una película, solo que no lo era, y tal vez tendría que dejar de romantizar todo lo que le estaba sucediendo.

            
            

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