Eso dolió y sonó horrible, pero era realista, era muy menor para mí, y aparte no sería el mejor novio y ella nunca había tenido.
- ¿Has visto alguna vez a una estrella fugaz? - pregunté.
- No.
- Y su tuvieras la oportunidad de ver una, ¿Qué le pedirías?
- Que me regrese a mi padre - dijo llorando.
- Lo extrañas mucho, ¿verdad?
- Él era mi mejor amigo y no verlo me duele mucho.
- Ven acá - dije a sacándola a mí.
Ella se acostó a mi lado, sentía un calor único, nuestra edad era muy diferente, pero ella lograba que quisiera dormir y un sentimiento que nunca había sentido.
- Buenas noches - dije dándole la espalda al igual que ella.
- Que descanses.
- Espero poder cuidar tus sueños - dije.
Te soñé como a un cielo lleno de estrellas, estrellas que vuelven loco mi universo, valentía, valentía es lo que necesito para decirte lo mucho que me gustas, y no poder decirte que me gustas, es como querer que olvides lo que le ha ocurrido a tu padre.
Escribí en mi libreta y la cerré rápidamente, cuando vi que todos se dirigían hacia nosotros, Jazmín aún seguía dormida, se veía muy linda.
- ¿Qué tal durmieron? - preguntó Mario.
- Bien supongo.
- Ya es hora de irnos - dijo Alan, junto a Mariana.
Era obvio aún me dolía verle con otro, ya no como antes de conocer a Jazmín, pe-ro Mariana a un me gustaba.
- ¿Dónde está mi hermana?
- Todavía sigue dormida.
- No te pasaste con ella, ¿verdad?
- ¿Qué te pasa? Es una niña todavía.
- Más te vale.
- ¿Qué hay de ti? ¿Cómo dormiste con Mayra?
- Genial.
- ¿Nos vamos? - dijo Jazmín, poniéndose sus audífonos y poniéndose la cachucha, despertó muy extraña.
- ¿Qué te pasa hermana? - preguntó su hermano Mario.
- Nada, es solo que... nada olvídalo.
Todos subieron a la camioneta y ella iba a la par de su hermano, su rostro parecía triste, pero yo no podía hacer nada, porque éramos desconocidos, esto era solo un juego.
- Ya hemos llegado - dije.
- Gas, Gas - dijo Mario.
- Voy - dijo, quitando sus audífonos
- Espera - dije, todos se habían bajado ya.
- ¿Qué pasa? - preguntó.
- Lo siento – dije.
- ¿Por qué?
- Por ser un cobarde.
- Cobarde, ¿por qué?
- Porque no puedo ayudarte a curar cada herida que tienes, lo siento por no poder olvidar a Mariana y perdóname porque sé que a ti te gusta Alan, aunque el haya sido un puto cobarde, perdóname por no ir a buscar a ese maldito y darle su merecido.
- Tranquilo, no es problema tuyo.
Los días pasaban y mi trabajo era complicado, todos los días tenía que andar de un lugar a otro, quería buscarla, pero no podía por la simple razón de que no somos nada, ella solo es la hermana de mi mejor amigo, mi libreta era testigo de lo que sentía.
Los atardeceres no son lo mismo sin ti, las fotos no salen bien sin ti, los días parecen ir cada día peor y mis sentimientos también, ¿Qué me pasa? Intentar olvidarte es como olvidar lo que soy, es como una herida que toca mi ser, como un espada que me atraviesa el corazón, los días son horribles desde que no te veo y lo peor es que solo te he visto una vez.
- Hola, por fin te veo.
- Perdón es que Jazmín se ha enfermado y mamá no estaba.
- ¿Qué tiene?
- Problemas cardiacos, tiene años enferma, pero cuando papá murió se enfermó más, el otro día quizás la viste tranquila, pero ella sufre de anemia también, vive más en el hospital que en la casa.
- Lo siento, no pensé que estuviera tan mal tu hermana.
- Pues sí, por ahorita está sola en casa, deprimida ya sabes, de hecho, no quiere ver a nadie.
- Entiendo.
- Pero, bueno cuéntame, ¿Regresaste con Mariana?
- No - respondí.
- Ella dijo que sí.
- Para nada, ella ya es parte de mi pasado, realmente es bastante lento el olvido, pero lo intento.
¿Cómo puedo curar sus enfermedades? Quisiera abrazarla y decirle que no está sola, pero no puedo porque soy un cobarde. No quiero molestarla.
- Ah, hijo hasta que por fin te veo - dice mi padre.
- Lo siento, no te visto mucho, perdón.
- Tranquilo, ¿estas bien?
- Supongo.
- ¿por qué preguntas?
- Nunca te habías comportado así.
- Así como - dije tomando agua.
Mi padre era el único que me conocía, a todos le mentía menos a él.
- ¿Es por una chica?
- No.
- Claro que sí, nunca te vistes así y mucho menos pasas en la casa, siempre andas fuera, dime hijo puedes confiar en mí.
- Vale, hombre, me gusta una chica, ella es muy linda, pero también muy joven y bueno es la hermana de mi mejor amigo.
- ¿Mario tiene hermana?
- Si, tiene 17 años.
- No me jodas William, era muy joven, pero cuando conocí a tu madre también era muy joven.
Mi padre tenía razón, cuando yo nací apenas estaba recién nacido, ella murió muy joven, crecí sin una madre y no he muerto aún, sé que no puedo culpar a Jazmín, pero si puedo ayudarla a curarse.
- Necesito pedirte algo - dije, Mario me veía extraño.
- Claro, dime.
- Mario, ¿Puedes permitirme conocer a tu hermana?
Él me miró extrañado y a la vez molesto.
- Conocerla, ¿en qué sentido?
- Como persona.
- ¿Te gusta?
- Puede que sí.
- No quiero que salga lastimada.
- ¿Entonces?
- Puedes - dijo chocando su mano con la mía.
- Te lo agradezco - dije.
Mi intención no es lastimar a Jazmín es solo que quiero que ella no muera, así como murió mi abuela, ella murió porque el abuelo murió y no pudo soportar que él ya no estaría con ella.
Quiero iluminar tus días, quiero ser como esa luciérnaga que te ayude a caminar en la oscuridad.