- Puede ser.
- Esa no es una respuesta.
Mario me había dicho que él se iría pronto de nuevo a Londres, me encantaría que él fuera mi primer novio, pero no sé si estaré preparada para tener una relación a distancia.
- Debemos irnos.
- Claro - dije levantándome, él estaba encima de mí, pero afortunadamente solo estamos abrazados.
s cuerpos chocaban y era algo que nunca imagine.
- Y bueno chica linda sube - dijo dándome su mano para subir a la camioneta.
- Que caballero.
- Claro que, si y no soy así con nadie, se lo aseguro.
- Eso me gusta.
Él sonrió, nos subimos a la camioneta y ahora estaría bien decirle a mi madre donde andaba, anoche solo le deje un mensaje diciendo que me quedaría en casa de Mayra.
- Le hemos mentido a tu madre.
- Lo se.
- Puedo hablar con ella para que salgamos a gustó, esto de escondernos no me gusta.
- Es que hay muchas cosas que no sabes de mí.
- ¿Cómo cuáles?
- Estoy en tratamiento en el hospital y mamá no deja que salga porque tiene miedo de que me pase cualquier cosa.
- Claro, pero conmigo nada te pasará - comentó.
Todo era demasiado bonito para ser real, no me la creía porque él se fijó en mí y gracias a mis problemas de aceptación tenía mis dudad.
- Ya hemos llegado – dijo, sonriendo.
- Gracias – dije sonriendo.
- ¿volveremos a vernos? – pregunto.
- Espero que si – respondí.
Él se marchó y yo tenía que regresar a mi triste vida, mi rostro era de una tonta enamorada, me reía de mí misma porque se suponía que siempre decía que moriría sola, que estúpida.
- ¿Dónde estabas? – pregunto mi madre.
- Yo... – Estuve con Mayra – respondí.
- Ya saliste del instituto, ¿no es así?
- Si.
- Mañana comienzas a trabajar en el restaurante que nos dejó tu padre – comento mi madre.
- Está bien – dije, tranquila.
Sonriendo le respondí a mi madre, es que esto de estar enamorada a veces es lin-do, subí a mi cuarto y me sentía como una tonta, recordando al imbécil de Alan Gutié-rrez, muy guapo y todo, pero parece que no tiene cerebro, estúpido.
Estaba perdida en mis pensamientos, cuando una voz me regreso a la vida.
- ¿Qué hay entre William y tú? – pregunto Mario, enojado.
- ¿Qué hay de qué? – dije, con cara de descaro.
- Pensé que era un juego, pero veo que él te está gustando – dijo enojado.
- Para nada – dije tomando jugo.
Eran las seis de la tarde y mi madre ya se había alistado para ir a la apertura del restaurante.
- Que guapa – dijo, desde la sala.
Llevaba puesto un vestido corto, tacones y un bolso, era la primera vez que usaba eso, que pena.
- Vamos princesas – dijo Mario.
- ¿Qué hay de los doble M? – pregunte.
- ¿De que hablan? – pregunto mi madre riéndose.
Llegamos al restaurante que quedaba cerca del muelle, era un lugar muy elegante, parecía que tenía que vestirme bien, mi madre no se quedaba atrás, traía puesto un vestido de gala.
- Iré afuera, Mayra aún no ha venido – dijo Mario.
El tipo estaba enamorado de mi mejor amiga, ahora por su culpa ya no la veía.
Mi madre estaba hablando con los invitados, pero había uno que le estaba miran-do con ojos enamorados, pero también estaba Mario, que los veía muy enojado.
- ¿Qué le pasa a ese tipo? – me susurraba Mario.
- Está enamorado de nuestra madre.
- No lo acepto, es muy viejo.
- Tú también estas viejo para Mayra.
Mario enojado se fue a tomar, al parecer sus amigos no vendían hoy, eso sí me molestaba porque William no estaría aquí.
- Que guapa, me gustas más así – escuche que dijeron cerca de mi espalda.
Cuando di la vuelta era William, traía puesto una camisa formal, un moño, un pantalón formal y zapatillas, se veía tan guapo, nunca lo había visto así.
- Jazmín – escuche que dijo mi madre, rápidamente quite la cara de estúpida que tenía.
- Te habla la suegra – dijo con burla.
- Cállate – dije.
Corrí hasta donde estaba mi madre, ella había invitado a mucha gente y entre ellos estaba el padre de William.
Era el mismo tipo que vi en la cafetería, un tipo muy alto, detrás de él estaba la esposa y junto con ella estaba Arthur, ellos me vieron y sonrieron.
- Ella es mi hija – dijo mi madre.
- Mucho gusto – dije con nervios.
- Tiene la misma edad de mi pequeño – dijo una mujer de ojos azules.
William solo nos observaba molesto, se notaba que no tenía una buena amistad.
- Él es mi hijo – dijo el hombre llamando a William.
- Un gusto – dijo de mala gana.
Todos nos presentamos, y hasta nos presentamos de mano con William, me daba risa, porque ya hasta habíamos dormido juntos.
- ¿Qué es lo que te divierte tanto? – pregunto con una risa seductora que me en-cantaba.
- Porque hoy nos conocimos – dije riéndome.
Los dos estábamos riendo, pero se nos borró la sonrisa cuando nuestros padres anunciaron que a partir de ahora serian socios, lo que quería decir que el restaurante tenía tres socios, ahora era del padre de William, de mi madre y de la ex novia de William, esto sería un lio, ¿por qué el amor es tan difícil? quisiera poder cambiar todo y por disfrutar, pero es imposible, el amor no es fácil.