Capítulo 2 02: Derek Leonardo

El ruido fuerte de la música que provenía desde el apartamento de enfrente me estaba incomodando.

La melodía estridente me sacaba de mi concentración y perturbaba la tranquilidad que suelo valorar en mi hogar.

Me levanté de mi silla, ajusté mi bolígrafo y decidí que era momento de hacer algo al respecto.

Caminé hacia la puerta con paso firme, intentando mantener mi postura erguida, y me dirigí al apartamento de enfrente para solucionar el problema.

Toqué la puerta esperando que esta se abriera, pero gracias al fuerte sonido de la música, unos simples toques estarían difíciles de escuchar, por lo que, tratando de controlar mi propia cordura, volví a tocar.

La música bajó sólo un poco, como si la persona dentro dudara de algún otro sonido.

Volví a tocar la puerta esta vez un poco más fuerte. La música se detuvo abruptamente, lo que indicaba que había captado su atención. Después de unos segundos, la puerta se abrió.

Elianne me miró con una expresión desconcertada, casi asustada, como si no esperara que fuera yo quien estuviera en su puerta reclamando. Sus ojos se agrandaron levemente, y pude notar cómo su postura se volvió un poco más tensa.

"Si no recuerdo mal, la persona que vive en este departamento es la misma chica que me trajo los cupcakes ayer", dije, manteniendo mi tono neutral, aunque sabía que sonaba más rígido de lo que pretendía. "No quiero parecer descortés, pero la música está bastante alta y realmente necesito un poco de tranquilidad para concentrarme. ¿Podrías bajarla un poco?"

Elianne asintió rápidamente, todavía con esa expresión de sorpresa en su rostro. Parecía querer decir algo, pero las palabras no le salían. Vi cómo se debatía entre disculparse o explicar la situación, pero optó por lo primero, bajando la mirada brevemente antes de volver a levantarla.

"Oh, claro, lo siento mucho. No me di cuenta de que estaba tan alta", dijo, su voz sonaba sincera y casi temblorosa.

Me mantuve en silencio por un momento, observando cómo intentaba recuperar la compostura. No quise presionarla más, así que simplemente asentí, sabiendo que el mensaje había sido recibido.

"Gracias", dije, asintiendo brevemente antes de darme la vuelta para regresar a mi departamento. Apenas había dado unos pasos cuando escuché la voz de Elianne detenerme.

"Espera", había dicho, su tono vacilante. No volteé de inmediato, tomé un segundo para evaluar si realmente quería continuar esa conversación. Finalmente, me giré lo suficiente para mirarla por encima del hombro, esperando a que continuara.

"Sobre los cupcakes...", comenzó, su voz dudosa y algo tímida, como si no estuviera segura de cómo abordar el tema, "¿te gustaron?"

La pregunta quedó suspendida en el aire, y pude ver en su rostro que esperaba una respuesta. Mis pensamientos se aceleraron, recordando que la caja aún estaba intacta en mi refrigerador, sin abrir. No había tenido tiempo ni disposición para probarlos.

"¿Qué sucede con ellos?", pregunté, manteniendo mi tono neutral mientras observaba su reacción, esperando que no se sintiera demasiado incómoda por la realidad de la situación.

Elianne pareció ponerse un poco más nerviosa, sus dedos jugueteaban con el borde de la puerta mientras buscaba las palabras correctas.

"Bueno... es que no sabía si te gustarían. Los hice yo misma y pensé que sería un buen gesto, pero ahora me preocupa que no te hayan agradado", dijo, su voz bajando ligeramente hacia el final.

Mantuve mi expresión seria, aunque podía sentir un leve toque de incomodidad. No era mi intención hacerla sentir mal, pero tampoco podía mentirle.

"No los he probado aún", respondí con honestidad, sin apartar la mirada de la suya. "Han sido días ocupados y no tuve la oportunidad. Sin embargo, aprecio el gesto."

La sinceridad parecía haberla tomado por sorpresa, pero también noté un pequeño destello de alivio en sus ojos. Al menos, no había rechazado su obsequio.

"Oh... entiendo", murmuró, asintiendo lentamente. Luego, intentó recomponerse. "Bueno, cuando tengas un momento, espero que te gusten. Los hice con mucho cuidado."

"Lo tendré en cuenta", respondí, asintiendo brevemente. Me giré de nuevo, dispuesto a regresar a mi departamento, pero esta vez, más consciente de que tal vez Elianne y yo estábamos destinados a cruzar caminos más a menudo de lo que esperaba.

⋅───⊱𓇬⊰───⋅

"¿En serio tengo que hacer esto?", preguntó Ryan frente a mí, su expresión una mezcla de incredulidad y dramatismo exagerado.

"Sí", respondí, manteniendo mi tono firme.

"¿Por qué yo?", volvió a preguntar, probablemente por tercera vez desde que llegó, como si pensara que repetir la pregunta mágicamente cambiaría mi respuesta.

"Te estás haciendo del rogar", dije con un suspiro, "ambos sabemos que te gustan, así que date prisa", casi que le estaba ordenando. Me irritaba que pusiera tantos peros cuando en realidad esto era algo que disfrutaba.

Ryan fingió indignación, llevándose una mano al pecho como si lo hubiera ofendido profundamente.

"Es que, ¿por qué no lo haces tú? ¿Por qué tengo que dejar la comodidad de mi casa para venir a la tuya y hacer esto?", preguntó, usando su tono más melodramático.

"Hablas como si fueras a cometer un crimen", murmuré hastiado, rodando los ojos. "¿Vas a hacerlo sí o no?"

Ryan me miró con una sonrisa traviesa, claramente disfrutando el momento.

"Si digo que no, ¿qué harás?"

"¿De verdad quieres saberlo?", mi tono se volvió frío, y pude ver cómo sus ojos se agrandaban un poco antes de que sacudiera la cabeza rápidamente.

"Bromita", dijo con una risita, acercándose a la encimera con un poco más de entusiasmo. Miró la caja sobre la mesa y luego me lanzó una mirada escéptica, alzando una ceja.

"¿De dónde los sacaste?", cuestionó, su tono ahora curioso, pero todavía juguetón.

"¿Eso es importante?", respondí, intentando que mi tono no sonara tan cortante como lo había hecho antes, aunque probablemente fracasé.

"Tengo que saber de dónde provienen los alimentos que llevaré a mi boca y luego mi estómago", dijo Ryan, como si estuviera dictando una regla de vida universal. "No quiero morir intoxicado, ¿sabes?"

No pude evitar soltar un pequeño resoplido ante su exageración, mientras él seguía observando los cupcakes como si fueran alguna especie de veneno no identificado.

"Los hizo mi vecina", respondí, tratando de no sonar exasperado, pero Ryan ya había captado algo en mi tono.

"¡Ah! Entonces por eso estás tan a la defensiva. Esos cupcakes no son solo comida, ¡son la llave a su corazón!", dijo, adoptando un tono burlón mientras me lanzaba una mirada llena de complicidad. Luego tomó uno de los cupcakes y lo observó como si analizara una obra de arte.

"No digas tonterías", repuse, entrecerrando los ojos.

Ryan soltó una carcajada, disfrutando del pequeño cambio en mi expresión.

"Lo que digas, jefe". Le dio un mordisco al cupcake y sus ojos se iluminaron. "¡Esto está buenísimo! Ahora entiendo por qué estás tan interesado en que los pruebe."

Le lancé una mirada seria, intentando ignorar la satisfacción en su rostro. Ryan sabía cómo apretar los botones adecuados para hacerme reaccionar, y por supuesto, lo estaba disfrutando.

"Si no vas a tomártelo en serio, puedo pedirle a alguien más que lo haga", dije, cruzándome de brazos.

Ryan levantó las manos en señal de rendición, todavía con una sonrisa en los labios.

"Tranquilo, tranquilo, ya no digo nada", respondió Ryan con una sonrisa que claramente decía lo contrario. Terminó de masticar y luego, sin poder evitarlo, añadió. "Aunque, ahora que lo pienso, ¿cuántas veces te ha llevado cupcakes alguien que no está interesado en algo más?"

"No empieces", advertí, aunque podía sentir cómo la irritación empezaba a subir.

"Vamos, Derek, no me digas que no lo has pensado", Ryan insistió, con esa chispa traviesa en los ojos. "Tal vez a tu vecina le interesa algo más allá de que solo sean buenos vecinos."

Suspiré, ya arrepentido de haberle contado de dónde provenían los cupcakes.

"Te estás imaginando cosas", repliqué, tratando de mantener mi tono neutral.

"¿Imaginando? Yo solo digo que esos cupcakes no se hornearon con harina y azúcar, sino con un poquito de interés personal", dijo, agitando el cupcake en su mano antes de darle otro mordisco. "Y oye, si están tan buenos, imagina lo bien que debe llevarse en otros aspectos. A lo mejor, deberías considerar dejar la ley por la repostería... o, al menos, por una pastelera."

Lo miré con un gesto de exasperación, pero él simplemente se encogió de hombros, todavía divertido por su broma. Era obvio que no iba a soltar el tema tan fácilmente.

"¿Sabes? Me parece que deberías centrarte más en comer esos cupcakes y menos en hacer suposiciones ridículas", dije, tratando de cortar la conversación.

Ryan solo sonrió con más amplitud, tomando otro cupcake de la caja.

"Oye, yo solo trato de ayudarte a ver todas las opciones, amigo. No vaya a ser que pierdas una buena oportunidad. Estos cupcakes podrían ser solo el principio de algo mucho más... dulce", añadió, enfatizando la última palabra y dándole un tono juguetón.

Rodé los ojos y decidí ignorarlo, aunque sabía que Ryan no iba a dejar el tema en paz tan fácilmente. Al menos, con cada mordisco, parecía estar disfrutando menos de su propia broma y más de los cupcakes.

Ryan seguía mordisqueando el panecillo, disfrutando cada segundo del dulce de éste, mientras yo intentaba mantener mi paciencia intacta.

"Entonces, ¿me vas a contar qué pasó cuando le pediste que bajara la música?", preguntó Ryan con una sonrisa torcida, claramente esperando algo jugoso.

"No hay mucho que contar", respondí con un encogimiento de hombros, tratando de sonar desinteresado. "Toqué la puerta, le pedí que bajara la música porque necesitaba concentrarme, y lo hizo. Fin de la historia."

Ryan me miró perplejo, como si no me creyera ni una palabra.

"¿En serio? Eso es todo. ¿Ni una pizca de tensión? ¿Nada?"

Suspiré, sabiendo que no iba a soltar el tema hasta obtener algo más.

"Bueno, cuando estaba a punto de regresar a mi departamento, ella me detuvo y me preguntó sobre los cupcakes", admití, con la esperanza de que esto lo satisfaría.

Ryan levantó una ceja, visiblemente intrigado.

"Ah, ¿sí? ¿Y qué le dijiste?"

Lo miré de reojo, dudando si continuar. Pero sabía que seguiría insistiendo.

"Le dije que no los había probado aún", respondí, un poco a la defensiva.

"¿Eso es todo?", preguntó Ryan, claramente decepcionado.

"¿Qué esperabas que dijera?", repliqué, irritado. "No es como si hubiera una gran revelación."

Ryan se rió entre dientes, disfrutando de mi incomodidad.

"Ah, Derek... Lo haces tan difícil. No cuesta nada ser un poco más... ¿cómo decirlo? Cortés, tal vez. ¿Sabes? Decir algo como: "Gracias, se ven deliciosos" o "Los probaré más tarde" en lugar de dejarla colgada con una respuesta tan fría."

Rodé los ojos, sabiendo que Ryan estaba disfrutando de cada segundo.

"Ya te dije que no soy bueno en ese tipo de cosas. No tiene por qué ser algo más que simple cortesía vecinal", respondí, aunque no estaba seguro de si me lo estaba diciendo a mí mismo o a él.

Ryan tomó otro cupcake y, con una sonrisa burlona, añadió:

"Tal vez. Pero quién sabe, Derek. A veces, un pequeño gesto puede llevar a algo más grande. Y si los cupcakes son tan buenos, imagina cómo podría ser el resto."

Le lancé una mirada cansada, mientras él seguía disfrutando de su broma. Ryan, como siempre, estaba más interesado en divertirse a costa de mi incomodidad que en cualquier otra cosa.

Pero, al menos, con cada mordisco, parecía estar más enfocado en el sabor que en molestarme.

Por ahora, eso era suficiente.

Finalmente, después de un rato de bromas y comentarios, Ryan decidió dejarme en paz y concentrarse en disfrutar aquellas magdalenas.

Yo, por mi parte, me retiré a mi oficina, intentando enfocarme en el trabajo que tenía pendiente. Sin embargo, las palabras de Ryan seguían resonando en mi mente, irritándome más de lo que debería.

Intenté convencerme de que no había nada más allá de la cortesía vecinal en los pastelitos de Elianne, pero la duda sembrada por Ryan era persistente.

Al final del día, mientras revisaba unos documentos importantes, mi mente volvía una y otra vez a la imagen de Elianne en la puerta de su apartamento, con esa expresión desconcertada y su pregunta dudosa sobre su regalo.

Quizás Ryan tenía razón, después de todo. Tal vez debería hacer un esfuerzo por ser un poco más abierto, menos frío. Pero, por ahora, lo que más necesitaba era tranquilidad, y eso era algo que sabía cómo lograr por mi cuenta.

            
            

COPYRIGHT(©) 2022