Capítulo 7 El peso de la verdad

El reloj en la sala de espera del hospital marcaba las horas lentamente, como si la vida de Isabella estuviera congelada en ese preciso momento. Aunque Noah ya estaba fuera de peligro, su mente no dejaba de dar vueltas a la misma pregunta: ¿Y si Ethan era el padre de Noah? ¿Qué haría entonces? ¿Cómo cambiaría todo?

El teléfono de su bolso vibró, y al mirarlo, vio que era un mensaje de su madre. Isabella lo leyó con rapidez:

"Noah está mucho mejor, pero por favor ven pronto, te necesitamos aquí."

A pesar de la incertidumbre que sentía, un alivio inmediato invadió su pecho al saber que su hijo estaba estable. Pero el nudo en su estómago no desaparecía. Sabía que pronto, las respuestas llegarían. La prueba de paternidad estaba en marcha. Las horas pasaban y la ansiedad de lo que vendría después parecía más pesada con cada minuto que pasaba.

Isabella se levantó con determinación. Tenía que ver a Noah, no podía seguir con su mente atrapada en lo que podría ser. Quería concentrarse en su hijo, en la salud de su pequeño, y dejar que las preguntas sobre Ethan pudieran esperar por un momento. Si es que alguna vez podría esperar.

________________

Cuando llegó a la habitación de Noah, el niño ya estaba despierto. Tenía la piel algo pálida por la transfusión, pero su expresión era tranquila, casi serena. Cuando vio a su madre, su rostro se iluminó de inmediato.

-¡Mamá! -exclamó Noah, extendiendo los brazos hacia ella. Isabella no pudo evitar sonreír al verlo tan animado, aunque en su interior seguía luchando con la tensión que no la dejaba en paz.

Se sentó junto a él en la cama, acariciando su cabello.

-¿Cómo te sientes, cariño? -preguntó con voz suave.

-Estoy bien, mamá, pero me dolió mucho. -Noah hizo una mueca, señalando su pierna vendada-. ¿Cuándo podré irme a casa?

Isabella besó su frente, aliviada al ver que su hijo ya se sentía mejor.

-Pronto, mi amor. Los médicos dijeron que ya estás mucho mejor. -Hizo una pausa antes de agregar, con un tono más serio-: Pero, hay algo que tengo que hablar contigo. Algo importante.

Noah la miró con curiosidad, y eso hizo que el corazón de Isabella se apretara. Ella sabía que sus palabras cambiarían algo en su vida, en la de Noah. La prueba de paternidad podría confirmar algo que ninguno de los dos estaba preparado para enfrentar.

________________

Esa misma noche, Ethan regresó a su mansión. Su mente no dejaba de darle vueltas a lo que había sucedido en el hospital. La transfusión había sido un éxito, pero el peso de la solicitud que había hecho seguía presionando sobre sus hombros. ¿Qué haría si la prueba confirmaba que Noah era su hijo?

En ese momento, Liam apareció por la puerta de la cocina, buscando a su padre. Aunque no sabía mucho sobre los detalles de la situación con Noah, había estado observando cómo Ethan actuaba de manera diferente. Había algo en su rostro, algo que no había visto antes, algo entre la preocupación y la duda. La curiosidad de Liam era evidente.

-Papá, ¿qué pasa? -preguntó Liam, acercándose a él. La preocupación en su voz era palpable, y Ethan se detuvo por un momento para mirarlo.

-Noah está mejor, gracias a Dios. -Ethan suspiró, sin poder evitar la tensión en su voz-. Pero hay algo más, Liam. Algo que no puedo ignorar.

Liam frunció el ceño, sin entender completamente.

-¿De qué hablas? -preguntó, sintiendo que había algo más detrás de las palabras de su padre.

Ethan lo miró fijamente, buscando las palabras correctas. No quería preocupar a Liam sin necesidad, pero la verdad tenía que ser dicha.

-Liam, no puedo dejar de pensar en lo que me dijo Isabella. Y no puedo ignorar la posibilidad de que tú y Noah sean... hermanos. -Ethan hizo una pausa, dejando que la información se asentara en el aire. Liam, sorprendido, no pudo ocultar la reacción en su rostro.

-¿Hermanos? ¿Cómo? -su voz tembló con incredulidad.

-Lo sé. Es una locura, pero... la sangre de ambos es idéntica. Y no solo eso, el parecido entre los dos es innegable. -Ethan se frotó la mandíbula, preocupado-. Por eso pedí una prueba de paternidad. Necesito saber la verdad.

Liam se quedó en silencio por un largo momento. Era mucho para asimilar de golpe. ¿Noah y él, hermanos? ¿Y Ethan, su padre? No podía creerlo, aunque las piezas comenzaban a encajar en su mente. La forma en que Noah había estado siempre cerca de él, cómo se entendían sin palabras... Ahora, todo tenía sentido.

-¿Y qué pasa si la prueba lo confirma? -preguntó Liam, con un tono más serio.

Ethan lo miró con preocupación.

-Si lo confirma, Liam, entonces tenemos que enfrentarlo. No podemos vivir en la ignorancia por más tiempo. Necesito saber si soy su padre. Y, si lo soy, entonces haré todo lo posible para ser parte de su vida.

________________

Al día siguiente, los resultados llegaron. Ethan los recibió en la mansión, su pulso acelerado, sus manos temblorosas mientras abría el sobre. Isabella había estado más tranquila en las últimas horas, pero la sensación de espera era insoportable. Ambos sabían que la prueba de paternidad definiría un antes y un después.

Cuando Isabella vio la llamada de Ethan en su teléfono, su corazón dio un vuelco. Sin pensarlo demasiado, respondió rápidamente.

-Isabella. -La voz de Ethan era tensa, su tono grave-. Necesito que vengas. Los resultados están listos.

El nudo en su estómago se apretó más, y no pudo evitar sentir que su vida cambiaría para siempre. Estaba a punto de enfrentar la verdad. Y, aunque sabía que debía hacerlo, sentía un miedo profundo. ¿Y si Noah no era solo suyo? ¿Y si todo lo que había creído sobre su vida, sobre su independencia, se desmoronaba en ese preciso instante?

________________

Ethan y Isabella se encontraron en un café cercano a la mansión. Ambos se miraron en silencio por un largo momento antes de que Ethan rompiera el hielo.

-Los resultados están aquí. -Ethan colocó el sobre sobre la mesa y lo abrió lentamente. El aire parecía espeso, denso, mientras esperaba que la respuesta saliera de esas páginas.

Isabella, nerviosa, se inclinó hacia él. Los ojos de ambos se encontraron antes de que Ethan hablara.

-Isabella... -dijo con un tono grave-. Noah es... mi hijo.

Las palabras cayeron como una bomba, y todo lo que Isabella había conocido, toda la vida que había construido para Noah, comenzó a tambalear. La verdad estaba allí, en la mesa entre ellos, y no podía evitar sentirse atrapada entre lo que había sido y lo que podría ser.