Capítulo 7 Collin y Sophie

El burbujeo del jacuzzi llegaba a mis oídos. Jamás había visto un lugar tan increíble, tenía que admitir que la decoración era excelente. Mis ojos estaban maravillados ante tanto esplendor.

Por ello bajé la guardia. Me había sonrojado, me había cubierto los ojos para no ver a ese imponente hombre frente a mí.

El soltó una risita, disimulada. Luego, Sophie me dio un apretón de hombros.

-Tranquila, Cady. -dijo, bromeando, relajado

Había esperado una reacción peor. Esperé que me echaran de inmediato por mostrarme así de mojigata y seria. Pero ellos estaban relajados. Sam me trajo una copa de champaña. Mi regla era no beber, sin embargo, si no tomaba nada, sería contraproducente, ellos sospecharían todavía más. Tenía que dar gracias con que todavía estaba aquí y no me echaran.

-Lo siento, que tonta. -solté, sonriendo, disimulando mis mejillas sonrojadas

-Es una virgen. -dijo Sam. -Oh, por eso le ha gustado tanto a Daemon.

Que dijera eso en público hizo que me sonrojara todavía más. Los dos me miraron con curiosidad, como si fuera lo más extraño del mundo. Tomé aire. Lo que más hizo que me agitara fue que dijo que le gusté a Daemon, eso movió cosas en mí.

-Sí. Quiero experimentarlo todo. -mi voz se escuchó más segura.

Miré a los ojos a Collin, enfrentándolo, sin importar que estuviera sin nada. Él sonrió y me tendió su mano para estrecharla. Lo hice. En unos minutos, estuvo completamente vestido, se colocó una camisa blanca y unos pantalones.

-No voy a incomodarte. -hizo una mueca graciosa. -Eres nueva, debes adaptarte.

Sophie me indicó que fuéramos a la barra de bebidas.

-Soy la sumisa de Collin. -explicó. -Soy toda suya.

-El es amable. -contesté, tomando de mi copa lentamente.

No quería que me sirviera de nuevo muy rápido. Ella llenó la copa.

-Sí, lo es, es el más simpático de los tres. -guiñó un ojo, con su mirada picara característica, parecía que tenía todo resuelto.

Bebí otro trago.

-Qué suerte. -sonreí. -A mí me han puesto a cuatro patas.

Comencé a sentir más confianza.

-Oh, cariño, eso es un comienzo. La primera vez que vine aquí, Collin me hizo nadar desnuda en una piscina, para luego empezar con los juegos. -se mostró más interesada en mí, me miraba fijamente, me estaba analizando. -Le demostré a Stella que había salido directo del infierno, estuvimos tan prendidas que Collin vino a follarme antes siquiera de que pasara media hora.

Escuché con atención. Ellos habían tenido relaciones la primera vez, en su primer encuentro. Pero Daemon no había hecho lo mismo conmigo. No sabía si sentirme agradecida.

-¿A que jugaron? -quise saber.

-Stella tenía un uniforme sexy. Oh, eso hizo que el juego fuera interesante. Hicimos una puesta en escena. Como una película de lo más vaporosa. -sonrió.

Nunca había visto esa clase de películas. Me planteé que las cosas hubieran sido más fáciles para mí si hubiera visto un par antes de venir al castillo. Pero no imaginé que las situaciones fueran así, no, yo había esperado lo peor... Esto rompía mis esquemas, no podía utilizar estrategias planeadas previamente.

-Puedo enseñarte a jugar si quieres. -Sophie bebió de su copa de una manera sofisticada.

-Me encantaría. -sonreí, bebiendo también de la mía, imitando su manera de sostener la copa.

Parecía una estrella de cine, una princesa, porque tenía esa gracia para hablar y la elegancia de moverse. No parecía en absoluto que fuera una sumisa de un magnate. Collin se acercó a nosotros.

-Ella ha dicho que le gustaría. Ahora en una hora empezaremos con el juego. Llama a Daemon. -dijo Sophie, tomándome de la mano. -Verás que se volverá loco.

Ella sacó de un enorme armario un atuendo para mí. Era un traje, parecido a uno formal de secretaria. Ella tenía uno igual. Me ayudó a colocármelo. Y alistó mi cabello. Me observé en uno de los enormes espejos.

Entonces me di cuenta que no me había importado cambiarme allí, cuando antes, había sufrido horrores. Estaba aclimatándome. Antes, el solo hecho de que otras personas estuvieran cerca de mí en los vestíbulos me ponía pálida. Tenía muchos complejos, me había odiado tanto cuando era más joven, que esas marcas habían dejado secuelas en mí. No me consideraba hermosa, ni sensual, ni nada. Solo había querido ocultarme siempre.

Cuanto había cambiado mi vida.

-Eres buena conmigo. -dije, tratando de ser amable.

-Tranquila, entre nosotras nos cuidamos. O al menos eso quiero pensar. -se mostró un poco más seria, el brillo en sus ojos disminuyó.

-¿A qué te refieres? -pregunté, estaba ganando confianza.

-A que no siempre ocurre eso, a veces las chicas son competitivas. Te diré algo Cady, yo te ayudaré a ganarte un lugar aquí, a que seas una de las reinas. Por qué, de lo contrario, no es brillante ese futuro.

Al decir esto, su rostro develó preocupación. Yo había visto esa expresión muchas veces, este era mi campo, ella ocultaba algo. Sabía algo y mi intuición me decía, que podía tener información sobre el crimen. La miré con atención y noté que sus labios temblaban y los estaba apretando, eso quería decir que había cosas que ocultaba. Su mirada me decía que no estaba a gusto con el secreto.

Sophie reflejaba fortaleza, elegancia y belleza y ahora, su mirada había transmutado a un color apagado.

Sophie era una llave para entrar a este mundo, a poder inmiscuirme dentro de la verdad. Ella bebió un trago largo de su copa y volvió a llenarla a tope. La alzó para brindar.

-Por que sea brillante. -dijo, haciendo referencia a mi futuro.

Choqué la copa con la suya y bebí animadamente. Debía mostrarme cordial con ella, debía querer parecer ser su amiga. Al verme disfrazada, con ese traje demasiado provocador, me di cuenta que la tendría bastante compleja. El juego comenzaría pronto y Daemon, el estaría presente. De solo pensar en él ya me sentía acalorada y nerviosa. Sentí un hormigueo fuerte en el estómago.

Era como actuar, me dije a mi misma. Pero yo no era buena en las clases de teatro.

            
            

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