Capítulo 8 Puesta en Escena

El traje consistía en una camisa abotonada hasta el cuello, ceñida, muy ajustada, se transparentaban mis pezones en la tela. La falda, era corta y tipo tubo, de color azul oscuro. Tenía una corbata puesta, que parecía adornar mis senos a la perfección. Cuando me contemplé, algo dentro de mí me dijo que me veía bien.

Que ridícula eres, Teresa. Me dije yo, esta vez más fuerte. Para silenciar esa voz lujuriosa dentro de mí que jugaba como si fuera una de las chicas de la mansión.

El juego iba a comenzar pronto. Sophie y yo hablamos sobre nuestro guion, Collin, Sam y Eduard ya estaban allí para vernos. Había otros, que yo no conocía, pero estaban más lejos.

Esta sería una dura prueba, para la chica virgen que apenas hacía unos segundos había tenido su primer orgasmo. Daemon, el faltaba que viniera. No quería hacerlo, pero miraba a todas partes buscándolo con los ojos.

-Va a venir, tranquila. -dijo Sophie, haciendo una mueca divertida.

Se acercó a mí y me indicó que el juego comenzaría. Quería recordarlo todo. Ella había dicho que improvisara, que saliera natural. Pero lo natural para mí sería salir corriendo de allí y meterme a mi cuarto para no volver a verme en el espejo nunca.

-Nuestro jefe es tan severo. Sabes, estoy harta de él. -dijo Sophie, con una mueca de molestia.

Se sentó con las piernas cruzadas en una silla de ejecutivo. Ella tampoco llevaba ropa interior, por lo cual, si descruzaba las piernas, todos podían ver su femineidad. Se quedó con las piernas cruzadas, apoyando los codos en la mesa.

-Es un fastidio. Siempre con su blah blah blah, queriendo que todo sea muy aburrido. -dije, tratando de entrar en el papel.

Me senté, como por instinto. Entonces vi que todos me estaban mirando. Carajo, yo estaba con las piernas descruzadas. No estaba acostumbrada a esto. Cuando me di cuenta, ya todos habían visto mi coño, eso hizo que mi corazón se acelerara. Sophie vino cerca de mí, agachándose para arreglar mi zapato.

-Está roto. -dijo ella, agachándose de tal modo en que su falda se levantara.

Me sentí más segura, no pregunten el porqué. En ese ambiente, la seguridad era diferente a todo lo que yo conocí alguna vez en el mundo. Ella comenzó a desanudar mi zapato de tacón, disimulando para murmurarme algo.

-Tranquila. -soltó, en voz tan baja que solo yo pude oírla.

Me estaba ayudando. Uno de sus zapatos se movió y tuvo que hacer equilibrio, flaqueó y por poco va a el suelo. La sujeté, tal como habíamos planeado. Mis manos se deslizaron por sus muslos, dejando al descubierto su trasero y levantando la falda por completo.

-Mira si alguien nos ve. -dijo ella, soltando una risita de complicidad.

Se cayó encima de mí y dejé que desprendiera algunos botones de mi camisa. Mis senos estaban casi al descubierto. Entonces, miré al frente, para ver que estaban haciendo todos allí ante la obra. Y Collin, ya se acercó tanto que estaba a punto de saltar sobre Sophie.

Y lo vi a él. Daemon estaba prestándome suma atención. Estaba igual de impecable que la última vez que nos vimos. Tenía los ojos fijos solo en mí, como si yo sola existiera en el mundo.

-Ven. -ordenó, haciendo que Sophie se fuera a un lado.

Ella corrió a los brazos de Collin, que estaba frenético por tenerla. Los dos empezaron a fundirse el uno con el otro allí, en el jacuzzi que estaba cerca. Observé la escena, era una auténtica pasión viviente. Nunca había visto algo semejante...

No podía seguir viendo, tenía que obedecer a mi dueño.

Caminé hasta Daemon y el me hizo arrodillarme ante él. Lo hice sin chistar. Me acarició el cabello lentamente.

-Eres virgen. -dijo.

Santo cielo ¿Acaso todo el mundo tenía que recordármelo?

Asentí con la cabeza.

-Nadie la penetrará. -esta vez habló en voz alta para todos. -Si lo hacen, los mataré.

Sophie sonrió, era evidente que esto era favorable para mí. Ella me comentó que la lujuria podía ser en roces, juegos y demás, pero que, si eras privada de uno de ellos, solo podías tener sexo con uno. Eso me dio cierta tranquilidad, no quería tener que...

No quise ni pensarlo. El juego no me había resultado tan terrible. Pero otra cosa, eso sí que no podía permitirme pensar.

Estaba marcando su territorio. Diciéndole a todos que yo era suya y solo suya. Eso me hizo sentir confundida, una parte de mí ansiaba saber que había en él que me interesaba tanto. volví a mi enfoque habitual. Solo tenía una misión allí.

Observé a mi alrededor, tenía que tenerlo todo vigilado para buscar pistas. Había avanzado con Sophie, ella estaba confiando en mí, logré ver que escondía un secreto. En cuanto a Sam, ella parecía más fría, más competitiva. Me costaría ganar la confianza de todos allí, que me trataran como a uno de ellos.

Daemon hizo una seña para que me levantara y lo siguiera.

-¿Te ha gustado el show? -pregunté, con suspicacia.

No podía creer que se lo había preguntado.

El no respondió. Sino que me ordenó que me quedara de pie allí. Estábamos cerca de uno de los arrecifes de colores violetas. Era un sueño ver como el agua caía. Me tendió un objeto para que lo sujetara. Cuando me di cuenta que era, me quedé sin palabras.

Era como un arnés, en el cual estaría completamente desnuda solo con tiras de cuero. El podía jalar un extremo para obligarme a arrodillarme o pararme.

-Póntelo. -dijo, olvidando que allí había otros.

Pero claro, allí todo mundo estaba acostumbrado a esta clase de cosas. Debía hacerlo, el me estaba mirando con sus ojos severos y penetrantes. Sentir la desnudez así de plena me hizo erizar la piel. Era un calor tan frecuente que pensé que me terminaría de prender fuego. Mi coño estaba al descubierto total. Él podía verlo totalmente. Se acercó, lo sentí.

Podía sentirlo tan bien.

Su nariz estaba pegada a mi cuello, estaba percibiendo mi perfume mientras bajaba lentamente. Cuando sentí su lengua tan pegada a mis muslos, entonces solté un gemido incontenible. No me dio tregua.

Su lengua se introdujo en mi coño y me hizo arquear del placer. Nunca había sentido algo así.

            
            

COPYRIGHT(©) 2022