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La noche en la que Isabela se retiró a su casa tras la reunión con Valeria fue inquieta. Por más que intentaba sumergirse en su rutina, en su mundo controlado y meticulosamente ordenado, no podía evitar una sensación persistente de que algo estaba fuera de lugar. La batalla contra Valeria, aunque solo estaba en sus primeras etapas, comenzaba a tomar un giro más complejo del que había anticipado.
Isabela siempre había sido una mujer que prefería tener el control absoluto sobre sus circunstancias, sobre sus negocios, sobre su vida. No dejaba nada al azar, no confiaba en el destino ni en las suposiciones. Sin embargo, Valeria había logrado sembrar una duda en ella, una pequeña grieta que comenzó a expandirse cuando la joven empresaria se atrevió a desafiarla con más que palabras. La astucia y el desafío de Valeria comenzaron a resaltar en los rincones más oscuros de su mente, obligándola a cuestionarse si había subestimado a su rival.
En su lujosa penthouse, a la orilla del río, Isabela se encontraba frente a una de las ventanales, mirando cómo las luces de la ciudad se reflejaban en el agua. El horizonte estaba cubierto por una ligera capa de niebla, haciendo que la vista se difuminara en un constante movimiento. La ciudad era suya, pero había algo en esa visión de caos ordenado que la inquietaba.
Su móvil vibró en la mesa, y al ver el nombre en la pantalla, supo inmediatamente que era el momento de hacer frente a la situación.
Durán Global.
Javier Durán, el CEO de la empresa con la que Valeria había comenzado a negociar, había sido el instrumento clave de su movimiento. Durán no era más que una pieza de su ajedrez, un peón que ella había manipulado cuidadosamente en su camino hacia la destrucción de Valeria. Pero ahora, a medida que la situación se complicaba, no podía evitar la sensación de que Durán había jugado sus cartas con más astucia de la que había previsto.
Descolgó el teléfono.
- Isabela, necesito hablar contigo -dijo la voz grave de Javier, con un tono urgente que no pasaba desapercibido para ella.
- Estoy escuchando -respondió ella, su voz controlada y suave, pero con una firmeza que se percibía detrás de sus palabras.
- Hay algo que no me cuadra -comenzó Durán, un tono de desconfianza ahora evidente en sus palabras-. La propuesta de Vanguardia Group está demasiado bien pensada. Demasiado limpia. Estoy comenzando a dudar si deberíamos continuar con este trato.
Isabela cerró los ojos por un instante, sabiendo que en este momento debía elegir sus palabras con mucho cuidado. Javier Durán había sido un aliado útil, pero su constante inseguridad podría ser su mayor debilidad.
- Entiendo tu preocupación, Javier -respondió con calma, mientras comenzaba a caminar hacia su escritorio, tomando su copa de vino con tranquilidad-. Pero déjame decirte algo: en los negocios, no siempre es lo que parece. Valeria está jugando un juego mucho más grande de lo que imaginas, y necesita ser manejada con cautela. No te preocupes, estamos perfectamente posicionados. El trato sigue en pie.
- Pero... ¿estás segura? No quiero que esto termine en un desastre para ambos. No confío en esa chica -dijo Durán, su voz ahora cargada de inseguridad-. Puede ser joven, pero es inteligente y no se va a dejar vencer fácilmente. Me temo que la situación puede volverse peligrosa.
Isabela sonrió ligeramente al escuchar la preocupación de Durán. Este era el momento perfecto para darle el empuje necesario, para que no dudara. Como siempre, se aseguraba de que su control sobre las piezas del juego no se interrumpiera por la indecisión de los demás.
- Tienes razón, Javier. Valeria es peligrosa. Pero, a veces, para ganar en este juego, hay que mantener a tus rivales cerca. Y no te preocupes. Tengo todo bajo control. Vanguardia caerá ante nosotros en el momento adecuado. Solo sigue mis indicaciones y mantén la calma.
Isabela colgó, satisfecha por haber resuelto la incertidumbre de Durán, al menos por ahora. Sabía que si mantenía la presión sobre él, lo seguiría sin cuestionarlo demasiado. Sin embargo, esa conversación le dejó una sensación incómoda. La guerra estaba comenzando, y cada movimiento podía volverse en su contra si no mantenía el control absoluto.
Mientras tanto, Valeria, quien parecía ser la pieza más débil en este ajedrez, también estaba consciente de las implicaciones de su asociación con Durán Global. Aunque Isabela intentaba reducirla a una jugadora impulsiva e ingenua, Valeria sabía perfectamente que este negocio, al igual que todos los que había hecho en su carrera, traía consigo una carga de riesgos y peligros. Había algo en la actitud de Isabela, algo en su forma de manipular las situaciones, que le resultaba familiar. Lo que al principio parecía un juego, pronto tomaría dimensiones mucho más personales.
El Encuentro en la Galería de Arte
Una semana después, Isabela decidió que era hora de una confrontación cara a cara. No bastaba con las jugadas de oficina, con las negociaciones a puertas cerradas. Necesitaba ver la reacción de Valeria en persona, enfrentarse a ella sin las barreras de los contratos o las promesas vacías. El lugar perfecto para esto era una galería de arte exclusiva, donde los ricos y poderosos se mezclaban con la misma facilidad que las sombras y las luces.
Valeria había sido invitada a la inauguración de una exposición de arte contemporáneo. Isabela sabía que no podría resistirse a la oportunidad de asistir. La galería era el lugar ideal para un encuentro casual, donde las apariencias importaban más que las palabras. Las mujeres se enfrentaban, una vez más, en un espacio donde las reglas del poder se desdibujaban.
Al llegar, Isabela no pudo evitar observar a Valeria de lejos. La joven empresaria estaba rodeada de una pequeña multitud, pero había algo en su postura, en la forma en que dominaba el espacio, que llamó la atención de Isabela. Valeria no estaba allí solo para hacer acto de presencia; ella también estaba observando, evaluando y analizando a cada persona que pasaba cerca.
Isabela cruzó la sala con paso firme, acercándose a Valeria, quien, al notar su presencia, la miró con una ligera sonrisa, como si supiera exactamente lo que venía. No había rastro de miedo en sus ojos. Eso solo confirmaba lo que Isabela había sospechado: Valeria no era tan vulnerable como había creído.
- ¿Isabela? Qué sorpresa verte aquí -dijo Valeria, su voz suave, pero con una segura dosis de desafío.
Isabela sonrió, sabiendo que este era el primer intercambio directo entre ellas, sin máscaras.
- No es una sorpresa, Valeria. Este es el tipo de lugar donde las personas como tú y yo nos encontramos. Las reglas de este juego nunca cambian, solo se disfrazan.
Valeria asintió, manteniendo la mirada fija en Isabela.
- Estoy aquí para ver si realmente eres tan buena como dicen. O tal vez solo eres una reina que no sabe cuándo rendirse.
La tensión entre ellas era palpable, y aunque las palabras eran corteses, el veneno detrás de ellas no pasaba desapercibido.
- El error de muchos es subestimarme, Valeria. Y créeme, en este juego, el que se cree invulnerable es el primero en caer -respondió Isabela con una sonrisa gélida.
Ambas mujeres se miraron fijamente por un largo momento. No era solo una confrontación de negocios. Había algo más, algo más profundo y oscuro, que comenzaba a tomar forma entre ellas. Un juego donde las reglas cambiaban constantemente, donde no solo se disputaba el poder, sino también el control sobre la mente del otro.