Capítulo 5 Enfrentando el Pasado

El sol apenas despuntaba cuando Tomás abrió los ojos, sintiendo un peso en el pecho que no tenía nada que ver con el sueño. Su mente había estado atrapada en una maraña de pensamientos toda la noche, luchando con la realidad que Claudia le había arrojado como un balde de agua helada.

Se levantó de la cama con movimientos automáticos y caminó hasta la enorme pared de vidrio de su habitación que daba a la ciudad. Desde lo alto, todo parecía en calma, pero él sentía que su mundo estaba en plena tormenta.

Benjamín.

Ese nombre ya no dejaba de repetirse en su cabeza.

Cerró los ojos y tomó una decisión.

Era momento de verlo.

Un Encuentro Inesperado

Tomás nunca había estado en la casa de Claudia. Durante su relación, siempre habían preferido hoteles de lujo o su propio departamento, evitando involucrarse demasiado en la vida del otro. Pero ahora, estaba allí, frente a una casa de dos pisos en un barrio acomodado de la ciudad.

Se quedó en el auto unos minutos, intentando encontrar las palabras correctas, aunque sabía que no existían.

Finalmente, salió y caminó hasta la puerta.

Tocó el timbre.

No pasó mucho tiempo antes de que la puerta se abriera.

Claudia lo miró con sorpresa, aunque parecía esperarlo en algún punto.

-No creí que vendrías tan rápido -dijo con voz calmada.

-Ni yo -admitió él.

Ella se hizo a un lado para dejarlo pasar.

-Benjamín está en el jardín.

Tomás asintió y siguió a Claudia a través de la casa, sintiéndose extrañamente fuera de lugar. A pesar de que el lugar tenía toques de lujo, también se notaba cálido y acogedor, con juguetes desperdigados en el suelo y dibujos pegados en la pared.

Cuando llegaron al patio trasero, su mirada se fijó en el niño que jugaba en el césped con un avión de juguete.

Su corazón se detuvo un segundo.

Era pequeño, de cabello oscuro y revuelto, con ojos grandes y curiosos.

Ojos que se parecían demasiado a los suyos.

Benjamín levantó la vista y vio a su madre primero.

-¡Mamá! -llamó con entusiasmo.

Luego, notó a Tomás.

Lo miró fijamente con la inocencia de un niño que no entendía la magnitud del momento.

-Benja -dijo Claudia con voz suave-. Ven aquí.

El niño corrió hasta ellos y se aferró a la pierna de su madre.

-¿Quién es él? -preguntó con la claridad de los niños.

Claudia se agachó a su altura.

-Este es Tomás -dijo-. Es un amigo mío.

Tomás sintió un nudo en la garganta al escuchar esas palabras.

Un amigo.

Era obvio que Claudia no lo presentaría de inmediato como su padre, pero aún así, dolía.

Benjamín parpadeó un par de veces y luego miró a Tomás.

-Hola, Tomás.

Su voz era pequeña, inocente.

Tomás tragó saliva y le respondió con un leve asentimiento.

-Hola, Benjamín.

El niño lo estudió por un momento, como si intentara descifrar algo en él.

Luego, sin más, volvió a su juego, corriendo por el césped con su avión.

Claudia suspiró y se giró hacia Tomás.

-No quiero presionarte a nada. Si quieres irte, lo entenderé.

Tomás negó con la cabeza.

-No me voy.

Dicho esto, se acercó lentamente al niño y se agachó a su lado.

-¿Te gustan los aviones? -preguntó.

Benjamín asintió con entusiasmo.

-Este puede volar muy alto.

Tomás sonrió levemente y tomó el avión con cuidado.

-A ver, enséñame cómo se hace.

Y en ese momento, sin que ninguno de los dos lo supiera, el primer lazo entre padre e hijo comenzaba a formarse.

Sombras del Pasado

Horas después, Tomás salió de la casa de Claudia con una sensación extraña en el pecho. No podía definir si era alivio, angustia o ambas cosas.

Lo que sí sabía era que ese niño le importaba más de lo que había esperado.

Cuando llegó a su departamento, apenas cerró la puerta detrás de él cuando su teléfono vibró en su bolsillo.

Un mensaje de Luna.

"¿Cómo estás?"

Él suspiró y se dejó caer en el sofá.

Tomó el teléfono y, después de unos segundos de duda, escribió:

"Te veo esta noche."

Necesitaba verla.

Pero más que eso... necesitaba que alguien le recordara que aún tenía el control de algo en su vida.

Porque, por primera vez, sentía que su mundo no le pertenecía del todo.

Y eso lo aterraba.