Capítulo 9 El Pasado Regresa con Fuerza

El aire se volvía denso a medida que Mariana se acercaba a Tomás, su presencia llenando la sala con una energía que hacía tiempo no había sentido. Era como si el tiempo no hubiera pasado, como si todo aquello que había quedado enterrado bajo capas de silencio y olvido se desenterrara al instante. Claudia, que había estado en la puerta, aún no comprendía completamente la situación. Sus ojos se alternaban entre Tomás y la mujer desconocida, incapaz de ocultar su confusión.

Tomás, sin embargo, no podía apartar la mirada de Mariana. A pesar de todo lo que había pasado, lo que no habían resuelto entre ellos, ella seguía siendo una figura importante en su vida. Y aunque la rabia, el resentimiento y el dolor por su partida lo habían marcado profundamente, había algo en su presencia que desestabilizaba todo lo que había construido desde entonces.

-¿Qué estás haciendo aquí? -la voz de Tomás salió más tensa de lo que había querido.

Mariana lo miró con esos ojos profundos y oscuros, los mismos que lo habían cautivado años atrás. Su expresión era seria, pero había algo en su postura que indicaba que no había vuelto solo por una casualidad.

-Tomás, necesitamos hablar. -Su voz era suave, pero estaba cargada de urgencia-. No es algo que pueda esperar más.

Claudia, sin poder contener su curiosidad y angustia, dio un paso adelante.

-¿Quién es ella, Tomás? -preguntó, y su tono reflejaba la preocupación por la situación que se estaba desmoronando frente a ella.

Tomás apartó la mirada de Mariana y se dirigió a Claudia.

-Ella... -su voz titubeó, pero respiró profundamente antes de continuar-. Mariana fue parte de mi vida en el pasado, pero eso quedó atrás. No tiene nada que ver con lo que está pasando ahora.

Mariana no dijo nada, pero su rostro se tensó al escuchar sus palabras. Tomás pudo ver en sus ojos cómo la herida, que él había pensado cerrada, se abría nuevamente. Fue un golpe duro para ambos.

-No sé qué es lo que necesitas de mí, Mariana, pero no estoy dispuesto a...

-No quiero que esto sea complicado, Tomás. -Mariana lo interrumpió con firmeza-. Solo quiero que sepas que la situación no es tan simple como crees.

Tomás la miró confundido. Su corazón comenzó a latir más rápido, y esa sensación de ansiedad que no podía controlar lo invadió. Había algo en la mirada de Mariana que lo hacía sentir incómodo. Algo estaba sucediendo, algo que no había previsto, y su intuición le decía que no lo iba a gustar.

Mariana suspiró, como si hubiera luchado con sus propios pensamientos antes de hablar.

-Tengo que decirte algo que cambiará todo. -Su voz vaciló, pero la seriedad de sus palabras era inconfundible-. Estoy embarazada.

El golpe fue como un rayo que lo partió en dos. La mente de Tomás no pudo procesar de inmediato la magnitud de lo que acababa de escuchar. Era como si el mundo entero se hubiera detenido, como si el tiempo hubiera hecho una pausa solo para dejarlo tragarse las palabras que acababa de oír.

Claudia, al ver la reacción de Tomás, frunció el ceño. La confusión, la ira y el dolor comenzaron a mezclar los sentimientos en su interior. En su rostro no había ni una sola palabra, solo una expresión de incredulidad.

-¿Qué? -fue lo único que logró decir Claudia, su voz quebrada.

Tomás se quedó allí, en silencio, mirando a Mariana, sin saber cómo reaccionar. ¿Era posible que lo que acababa de escuchar fuera cierto? Después de tantos años, ¿y ahora esto?

-¿Qué significa eso, Mariana? -Tomás finalmente logró articular, su voz sonando rasposa, como si luchara por controlar su respiración.

Mariana lo miró con la misma intensidad con la que lo había mirado en el pasado, pero ahora no había lugar para la seducción ni las promesas vacías. Era una mujer que venía con una verdad cruda, una que podría destruirlo todo.

-Lo que significa es que hay algo de ti que no puedes dejar atrás, Tomás. Y lo que más quiero que entiendas es que no es solo tuyo el futuro. -Tomás abrió la boca, pero ella lo detuvo-. No vine aquí para hacerte una guerra. No vine a destruir lo que tienes con Claudia. Pero no puedo esconderlo más. Necesitas saberlo.

El aire se volvió denso. Tomás miró a Claudia, que lo observaba como si fuera un extraño, como si no lo conociera en absoluto. La confusión y la traición comenzaron a calar hondo en ella.

-¿Por qué no me lo dijiste antes, Mariana? ¿Por qué después de tanto tiempo? -La voz de Tomás estaba quebrada. Sabía que debía enfrentarse a la realidad, pero no podía entender por qué había sido tan tarde.

Mariana lo miró fijamente, y la pena y la resolución se reflejaban en su rostro.

-Porque en su momento, Tomás, tú me dejaste. -Su tono era serio, pero en su mirada había algo que parecía un reproche antiguo-. Y yo también te dejé ir. No quise complicar las cosas. Pero ahora que veo que todo lo que me decías en el pasado tiene sentido... no puedo seguir ignorándolo.

Claudia, aún en shock, se dio un paso atrás. La mujer que tenía frente a ella no solo era parte del pasado de Tomás, sino que ahora, en ese preciso momento, se estaba convirtiendo en una amenaza para su futuro. La incredulidad se mezclaba con el dolor. No podía creer lo que estaba escuchando. ¿Acaso Tomás nunca le contó sobre Mariana? ¿Acaso había algo más entre ellos que él nunca le había revelado?

-Tomás, necesito que me digas la verdad. -Claudia no podía seguir soportando la tensión que llenaba la habitación. Su corazón latía desbocado, y sus manos temblaban-. ¿Es cierto? ¿Este niño... es tuyo?

Tomás cerró los ojos por un momento, sintiendo el peso de las palabras, de la culpa, de las decisiones que no podía retroceder. Sabía que su vida había dado un giro irreversible. Las palabras de Mariana habían sembrado una semilla de duda que ya no podría arrancar.

-Sí. -La palabra salió casi sin querer. Era la verdad. Su vida había cambiado en ese instante. La realidad lo había golpeado como una tormenta furiosa.

Claudia, al escuchar la confirmación, sintió como si todo se desmoronara a su alrededor. La traición no solo le dolía a ella, sino a su hijo, a su vida, a todo lo que pensaba que conocía de Tomás. Y, aunque el amor que sentía por él era real, la duda era ahora más grande que todo lo demás.

-No sé si puedo seguir con esto. -Claudia apenas susurró, y su voz vaciló entre la tristeza y la rabia-. ¿Quién eres realmente, Tomás? ¿Qué ha sido todo esto si me has ocultado algo tan grande?

Tomás la miró, consciente de la gravedad de sus palabras, pero sabiendo que el futuro que se perfilaba frente a él ya no dependía solo de él.