Capítulo 9 Me estoy aprovechando de ella

"Adelante", dijo Essie con un suspiro de alivio, pues estaba dispuesta a cualquier cosa, siempre y cuando sus condiciones no fueran excesivas.

"Primero, tienes que comportarte como mi esposa mientras dure nuestro matrimonio y no engañarme; y segundo, debes asumir la responsabilidad de mi vida diaria", propuso Zac con un tono muy serio y una expresión fría.

'¡Cómo se atreve!', pensó ella. La primera condición no tenía sentido, pues aunque quisiera tener una aventura con alguien, no tenía a ese "alguien". La segunda, básicamente, significaba que la iba a tratar como una sirvienta. ¡Se quería aprovechar de esa situación!

Aunque, con tal de ganarle a Sunny, podía soportarlo; después de todo, ¡solo eran dos meses!

"Está bien, te lo prometo. Pero tú también tienes que comportarte durante todo este tiempo y no aprovecharte de mí", replicó ella, pero una risa burlona la interrumpió: "He visto cada parte de tu cuerpo, y no hay nada que yo no haya tocado. ¿De qué más me puedo aprovechar?".

Sintiéndose avergonzada, la muchacha deseó esconderse bajo tierra. Lo maldijo en su mente antes de darse media vuelta y caminar en silencio hacia la parada de autobús.

Una vez allí, una mujer los miró por un rato hasta que finalmente se les acercó y les dijo: "Pero si son ustedes dos, qué coincidencia encontrarlos de nuevo".

Essie le dio una sonrisa leve, pensando que los estaba confundiendo con otra pareja. Sin embargo, antes de hacérselo saber, la mujer continuó: "Ese día, en la oficina de Registro Civil, mi esposo y yo también nos estábamos registrando". La extraña parecía tener muy presente todo lo sucedido durante el procedimiento en su memoria.

"Hola", saludó Essie torpemente, pues su rostro denotaba incomodidad.

Dirigiéndose hacia Zac, la mujer sonrió y dijo: "¡Muchacho, ustedes dos estaban muy conmocionados ese día! El personal de registro dijo que ustedes dos estaban borrachos y que los atenderían cuando estuvieran sobrios. Entonces usted lo agarró por la camisa, lo levantó de la silla y lo amenazó con hacerlo desaparecer del mundo si no los casaba".

Por un instante se detuvo, y pronto se volvió hacia Essie para felicitarla: "Lo que usted hizo luego fue increíble. Recuerdo perfectamente cuando tomó unas tijeras del escritorio y las puso superficialmente en la muñeca, diciendo que si no los registraban, se cortaría la muñeca dejando salpicar su sangre en la oficina. A todos los presentes nos conmovió aquella escena, así que acordamos en darles el primer turno para que los atendieran los primeros".

Zac tosió avergonzado, pues prefería no haber sabido nada de lo que la mujer les estaba contando.

Essie no sabía qué cara poner.

'¿Me voy a casar con él aunque me muera?

¡Por Dios!', caviló ella. Aunque había terminado con Hanson, todavía no tenía tantas ganas de casarse.

Cuando llegó el autobús, ella se despidió tímidamente de la mujer y arrastró a su esposo al autobús.

"Creo que nuestro matrimonio tambalea", dijo él con una sonrisa irónica.

Afortunadamente, la muchacha no se divorció de él hoy, o de lo contrario, sería un mal ejemplo para las parejas.

Cuando regresaron al apartamento, la convivencia como esposo y esposa comenzó oficialmente.

Un hombre y una mujer que vivían juntos y compartían sus gustos y experiencias para bien o para mal.

Para olvidarse de Hanson, ella mantuvo su mente ocupada todo el tiempo posible.

Una mañana, Zac salió muy temprano.

Después de llevarse bien con él durante unos días, Essie fue perdiendo interés en él, ya que criticaba todo, era exigente e impredecible. ¡Prácticamente, su único punto a favor era ser guapo!

Sin embargo, si un hombre era guapo, todas sus deficiencias podrían ser ignoradas. Obviamente, Zac era ese tipo de persona.

Después de realizar yoga, la muchacha se fue al baño a ducharse, y cuando salió, su esposo ya había regresado sigilosamente. Estaba en el balcón apoyado contra la barandilla, bebiendo tranquilamente una taza de café.

La luna se alzaba en lo alto del cielo, y su brillante luz parecía cubrir con un manto dorado la superficie.

Con su frente ancha y sus finos rasgos faciales, Zac se asimilaba a un ángel recién bajado del cielo. Sus ojos eran como la estrella más brillante de la noche, capaces de iluminar el lado más oscuro del corazón humano. Eran misteriosos e indescifrables.

En ese momento, su camisa abierta dejó entrever sus músculos perfectos.

"¡Hechicero!", exclamó Essie tragando saliva.

Él volvió la mirada hacia ella y una sonrisa picaresca apareció en su rostro.

Ella se sonrojó recordando que solo llevaba puesta una toalla de baño. Y corrió para esconderse en la habitación, pero cuando pasó por el sofá, esta se enredó inesperadamente y quedó extendida sobre el suelo, exponiéndo su hermoso cuerpo a Zac.