Cenizas de la ambición
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Capítulo 5

Además de la familia Clayton, Leyla era la persona que más cerca estaba de Alexandra. Así que escuchó cada palabra de la llamada telefónica.

Ella se quedó paralizada, mirando a Alexandra con asombro.

No esperaba que ella realmente pudiera llegar a desarrollar el antídoto.

En lugar de alegría, el miedo la consumía.

Leyla conocía mejor que nadie la crueldad de Caiden.

Si él sobrevivía, sus dulces promesas hacia ella se irían como el viento.

Su rostro se puso pálido y se mordió el labio con fuerza.

En ese momento, un destello retorcido y obsesivo brilló en sus ojos.

Nunca dejaría que él volviera a abandonarla.

Ni permitiría que él se reconciliara con Alexandra.

Esta última, enfocada en la llamada, no notó la locura en la mirada de Leyla.

Después de colgar, miró hacia la arena.

Las tres peleas de Caiden habían terminado.

Como el heredero que había triunfado en las brutales competiciones de la familia Fowler, la fuerza de Caiden era innegable. Ya que era el único que seguía en pie después de tres combates.

Ensangrentado y maltrecho, emanaba una presencia imponente.

Sus ojos, aún llenos de intención, recorrieron la multitud. Se posaron sobre Alexandra y luego le preguntó: "¿Satisfecha?".

Sus miradas se encontraron, pero el rostro de ella permaneció indiferente. No dijo nada.

De todos modos, ella no tenía nada que decirle a ese hombre.

Su mirada se suavizó al dirigirse a Leyla y le dijo mientras le extendía la mano: "Vámonos".

De principio a fin, no le dio ni una sola mirada extra a Alexandra.

A pesar de que las familias Clayton y Fowler la apoyaban, todos sentían que ella había perdido.

Su expresión era helada.

Mientras Caiden se iba, ella giró silenciosamente su silla de ruedas y abandonó la residencia de los Fowler.

En otro tiempo, podría haber sentido ira o tristeza, pero en aquel momento su corazón estaba en completa calma.

Pensó que ese sería su último encuentro con él.

En unos días, después de entregar ese regalo, no tendrían absolutamente nada que ver con el otro.

Al salir de la residencia de los Fowler, Alexandra hizo que Josh la llevara a un sanatorio de lujo.

En la habitación VIP 303 del último piso, se puso un traje estéril y se adentró con su silla de ruedas.

Un niño, de unos cinco o seis años, yacía en la cama, con el rostro sonrosado pero inconsciente.

Alexandra le tocó suavemente la mejilla. "Hughie, ¿has estado bien estos días?", susurró.

Después de una pausa, continuó: "Hoy vine a decirte que tu padre y yo...".

Su voz se quebró. Ni siquiera podía ocultar sus emociones delante de su hijo.

Siete años eran demasiado tiempo.

Arrancar a Caiden de su corazón era como arrancarse un pedazo de carne del cuerpo.

Por más compuesta que pareciera, el dolor era tan profundo que le calaba los huesos.

Alexandra se sopló la nariz y continuó: "...estamos divorciados. Pero no te preocupes, él no luchó por ti. Me aseguraré...".

Su teléfono vibró, interrumpiéndola.

La voz ronca y fría de Caiden se escuchó, aún áspera por sus heridas. "Alexandra, te lo advertí. Leyla es mi límite. No deberías haberla tocado", dijo.

Alexandra frunció el ceño y preguntó confusa: "¿Qué le hice?".

El tono de Caiden se llenó aún más de frialdad. "Has estado difamándola en línea. Parece que de nada sirvió la lección que te di la última vez", dijo.

El rostro de Alexandra se volvió sombrío. "Yo no...". Intentó hablar, pero Caiden ya había colgado.

Buscó el nombre de Leyla en línea. La pantalla se llenó de tendencias que decían que ella era una rompe hogares.

En minutos, mientras Alexandra deslizaba, las publicaciones desaparecieron.

Luego, un nuevo titular surgió en la parte superior. "La heredera de los Clayton es atrapada siendo infiel".

Una mala sensación invadió a Alexandra.

Hizo clic en la publicación.

Apareció un video, mostrándola en la cama con un hombre teniendo relaciones. Y el escenario era la casa donde ella vivía con Caiden.

Pero el hombre no era él.

Sus pupilas se contrajeron.

No esperaba que ese poco hombre cayera tan bajo como para crear un video para destruirla y todo para ayudar a Leyla.

Josh entró y su tono de voz era grave. "¡Ese video no es falso!".

"¿Qué?". El rostro de Alexandra perdió el color y sus ojos temblaron con incredulidad.

¿Quién era el hombre en el video?

¿Por qué no tenía memoria de ello?

Se sintió como si le hubieran echado un balde de agua fría encima. Su mano apenas podía sostener el teléfono.

Antes de que pudiera procesarlo, otro bombazo apareció en la lista de tendencias. "El heredero de los Fowler no es hijo de Caiden, sino el hijo ilegítimo de la heredera de los Clayton".

Caiden había publicado personalmente una prueba de paternidad demostrando que el niño no era su hijo.

Alexandra sintió una frialdad que recorría todo su cuerpo.

Incluso cuando supo de la aventura de Caiden y se dio cuenta de que había sido una sustituta, no había perdido el control de esta manera.

Corrió al hospital donde Caiden se recuperaba y sus labios temblaban. "¿Qué pasa con ese video?".

Caiden la miró, inexpresivo.

"Necesitaba un heredero", dijo. "Pero nunca dejaría que ninguna mujer que no fuera Leyla tuviera un hijo mío".

Esas dos frases revelaron una verdad horripilante y sórdida.

Para asegurar un heredero, él había drogado a Alexandra y había mandado a otro para que se acostara con ella.

En aquel momento, había convertido sus viles acciones en un arma para defender a Leyla, hiriendo el corazón de Alexandra sin compasión.

En ese momento, ella miró al hombre frente a ella.

Había pensado que su amor había desaparecido y que separarse era el mejor desenlace.

Pero ese momento, el odio llenaba su corazón.

            
            

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