Cenizas de la ambición
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Capítulo 6

Josh, que había seguido a su hermana, no pudo contenerse y golpeó a Caiden en la cara.

"¡Eres un desgraciado!", gritó.

La cabeza de Caiden giró hacia un lado por el golpe.

Cuando Josh volvió a levantar el puño, la seguridad del lugar se apresuró a entrar y lo apartaron.

Caiden se limpió la sangre de la boca y miró a Alexandra.

"Se suponía que esto debía ser un secreto", dijo. "Tú fuiste quien me obligó a llegar a esto".

Alexandra no se molestó en defenderse. Sentada en su silla de ruedas, miró a Caiden con frialdad.

Después de un largo silencio, habló. "Espero que nunca te arrepientas de esto".

Cuando él se encontró con su mirada, notó el cambio en esta.

Esos hermosos ojos, una vez llenos de calidez, en ese momento solo contenían frialdad y odio.

La expresión helada que una vez tuvo, cambió un poco.

En ese breve instante de su inquietud, Alexandra se dio la vuelta y se fue.

Leyla la persiguió, bloqueando su camino. "Señorita Clayton", dijo.

Alexandra la miró. "Eres bastante astuta", comentó.

Leyla sonrió. "¿Funcionó, verdad? Ahora parece que odias a Caiden. Ahora te contaré otro secreto".

Se inclinó más cerca. "El accidente automovilístico de tu hijo fue obra suya".

Esas palabras fueron un golpe inesperado para Alexandra y su mirada se agudizó al mirar a la mujer frente a ella. "¿Crees que voy a creer eso?".

Si Caiden necesitaba un heredero, ¿por qué le haría daño a su hijo?

La expresión de Leyla se congeló por un momento.

Luego le entregó una memoria USB. "Aquí hay grabaciones suyas mientras organizaba el accidente".

De vuelta a casa, Alexandra revisó el contenido de la memoria y la sangre se le congeló en las venas.

Leyla había dicho la verdad.

Su hijo tenía solo cuatro años cuando ocurrió el accidente.

¿Cómo Caiden pudo ser tan despiadado? ¿No era él quien quería un heredero?

Josh, furioso, luchaba por controlar sus emociones. "Cuando enfrentaste a Caiden en el hospital, ¿no lo grabaste en secreto? Ahora mismo lo haré público", dijo.

Alexandra, con los ojos enrojecidos, lo detuvo.

La verdad la hirió como mil puñales.

Aunque su cuerpo temblaba de dolor, se tragó ese sabor sangriento que aparecía en su boca.

"Josh", dijo con voz ronca, "aún no. Espera hasta que se case con Leyla".

Entonces, le daría a ese hombre el golpe más devastador.

Mientras tanto, al otro lado del océano, en una extensa finca, un mayordomo abrió apresuradamente una puerta de madera para informarle al hombre dentro.

"Señor Bryan Fowler, hemos encontrado a la mujer con la que estuvo involucrado hace años", dijo.

El hombre en el sofá levantó la vista y preguntó: "¿Quién es?".

"Alexandra, la heredera del Grupo Clayton".

El hombre levantó una ceja, sorprendido. "¿Mi cuñada?".

El mayordomo asintió. "Y es posible que tenga un hijo con ella".

El hombre se congeló y luego miró la lluvia caer fuera de la ventana. Se levantó y dio instrucciones. "Entonces regresaré al país".

Desde que estalló el escándalo del supuesto romance de Alexandra, el Grupo Clayton perdió miles de millones de la noche a la mañana.

Los paparazis se agolparon en la propiedad de los Clayton como moscas.

En línea, los insultos inundaron las cuentas de redes sociales de Alexandra.

"Primero lo engañó y luego culpó a Caiden por su aventura. ¡Qué desvergonzada!".

"La heredera de los Clayton no tiene límites, ¿eh? Mírame a mí en su lugar".

"¿Te apetece una noche juntos? Te veías salvaje en ese video".

...

Alexandra observaba los rumores en aumento con frialdad.

Sabía que al público le encantaban los escándalos.

El alboroto cada vez se hacía más grande porque Caiden avivaba el fuego desde las sombras.

Sin embargo, ella tampoco lo detuvo.

Cuanto más grande fuera la tormenta, peor sería la reacción.

Esperaba el día en que Caiden enfrentara las consecuencias.

Pasó un día, dejando a Caiden solo con cuatro días de vida.

Parecía decidido a cumplir sus remordimientos en el tiempo que le quedaba.

El cuarto día, publicó una foto de él y Leyla besándose bajo las estrellas en una montaña nevada.

El tercer día, tomó la mano de esta en una noria, prometiendo nunca traicionarla.

El segundo día, organizó un gran espectáculo de fuegos artificiales para ella.

El día final era el día de su boda.

La ceremonia tuvo lugar en una villa que era propiedad de Caiden.

Habiendo ofendido a los Clayton y siendo desheredado por los Fowler, tenía pocos invitados para invitar.

Aun así, él se aseguró de que Leyla tuviera una boda lujosa y grandiosa.

Mientras sonaba la marcha nupcial, la pareja caminó de la mano hacia el salón.

Pero él en realidad no estaba tan feliz.

Era el día de su boda, pero también sería su último día de vida.

Podía sentir que el supresor fallaba y el dolor carcomía sus pulmones.

Sin embargo, avanzó hacia el altar.

Tenía que darle a Leyla una boda perfecta.

El presentador le sonrió. "En este hermoso día, señor Caiden Fowler, ¿acepta a la señorita Leyla Morrison como su esposa, para...".

Mientras las palabras continuaban, la mente de Caiden se desvió a su boda con Alexandra.

En ese entonces, la heredera de los Clayton se veía radiante, como una rosa lista para florecer.

"Caiden, no haré la promesa para siempre. Si alguna vez me maltratas, te dejaré", había dicho.

Los pensamientos de Caiden vagaban.

"¿Caiden?". Leyla tiró de su manga.

Entonces él volvió en sí. "Sí, acepto", dijo.

Justo entonces, un grupo entró desde afuera.

El líder anunció en voz alta: "La heredera de los Clayton ha venido a presentar un regalo de bodas".

Caiden frunció el ceño, a punto de hablar, cuando el hombre abrió un estuche de metal negro y lo sostuvo hacia adelante. "Señor Fowler, el antídoto para el veneno en su cuerpo está aquí. Felicidades".

Caiden se quedó paralizado, mirando la jeringa azul clara.

Su reacción no fue de alegría.

En cambio su expresión se volvió rígida.

                         

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