Capítulo 7 ¿Es Mateo un cobarde

"No, gracias. ¡Me temo que no será conveniente que me quede en tu casa!"

Mateo corrió tras Emory y se negó cortésmente.

Lo decía por el bien de ella. Después de todo, si un hombre soltero se mudaba con una mujer soltera así como así, muchos rumores desagradables circularían por el vecindario.

"¿Por qué no?"

preguntó Emory con indiferencia, continuando su camino hacia su casa.

"Yo sé que estoy segura contigo."

Al ver la manera casual y natural con la que ella proclamó su confianza en él, Mateo no tuvo más remedio que aceptar con una sonrisa amarga.

El lugar de Emory era en realidad un condominio en un barrio antiguo cercano, con una sala y tres habitaciones. Comparado con la villa de la Familia Coleman, era bastante pequeño, pero a los ojos de Mateo, este lugar era mucho más cálido y cómodo.

Después de ordenar la habitación de invitados, Mateo y Emory estaban agotados y hambrientos.

Queriendo mostrarle su agradecimiento, Mateo dijo: "Emory, gracias por ayudarme y dejarme quedarme. ¿Qué te parece si te invito a cenar hoy?

¡Fui a un restaurante increíble recientemente, y el chef cocina delicioso!"

Los hermosos ojos de Emory se iluminaron de inmediato con emoción. "¿Dijiste delicioso?"

Mateo no pudo evitar sonreír ante su linda reacción.

"¡Sí! Estoy seguro de que te va a gustar."

Un rato después, los dos llegaron al Hotel Choria.

"Bueno, es un buen lugar, ¿no?"

preguntó Mateo con una sonrisa.

Emory observó el hotel con atención.

Era un hotel lujoso con una decoración resplandeciente. Incluso los autos estacionados afuera eran de marcas de lujo.

"¿No crees que será demasiado caro?"

preguntó Emory con preocupación.

Mateo parpadeó con aire tranquilizador.

"No te preocupes. No es nada."

Justo entonces, un joven de aspecto arrogante se acercó con un grupo de personas.

Saludó a Emory con una sonrisa obscena.

"Emory, ¡qué coincidencia! ¿También vienes a cenar?"

Emory solo frunció el ceño en respuesta.

El hombre que estaba frente a ella era Tobin Wallace, un playboy notorio en la ciudad.

También era compañero de clase de Emory, y la había estado acosando desde el momento en que se conocieron.

A los ojos de Emory, no era más que un hijo de familia sinvergüenza.

Además, le molestaba la forma en que él solía hostigarla.

Se decía que tenía algunas conexiones con el Grupo Wallace, y que estaba relacionado con la famosa Familia Wallace.

Los dos chicos y tres chicas que acompañaban a Tobin también eran sus compañeros de clase.

"¡Ya que nos encontramos aquí, debemos cenar juntos!"

insistió Tobin, dejando que su mirada sucia se detuviera en las clavículas expuestas de Emory.

"No," se negó Emory con firmeza, tomando del brazo a Mateo. "Voy a cenar con Mateo."

Fue solo entonces que Tobin pareció notar la presencia de Mateo, y lo miró con desprecio.

Tobin nunca permitiría que un pobre inútil como Mateo le ganara en nada, y mucho menos en cuestión de mujeres.

"¿Qué? Emory, ¿estás aquí en una cita con Mateo?" exclamó una chica pelirroja.

"No," respondió Emory en voz baja, sonrojándose.

"Bueno, si no están en una cita, ¡entonces cenemos todos juntos! ¡Cuantos más, mejor!" dijo la chica pelirroja con una sonrisa.

Luego, tomó del brazo a Emory y la arrastró hacia adelante.

Aunque Mateo no quería pasar la noche con esa gente, no tuvo más remedio que entrar al restaurante con ellos.

Para presumir frente a sus compañeros, Tobin pidió especialmente al mesero un salón privado: una Sala de Bronce.

"Es muy difícil reservar una Sala de Bronce aquí. La gente común no puede permitírselo," comentó Tobin con aire despreocupado, lanzando una mirada de reojo a Mateo mientras decía esas palabras.

Los dos hombres junto a Tobin también miraron a Mateo con desdén. Sabían que Tobin quería conquistar a Emory.

Uno de los hombres se burló: "Así es. Mateo, deberías considerarte afortunado de que esta vez invite Tobin. Aprovecha para comer más."

"Sí, no es bueno que siempre comas las sobras de los demás," añadió su amigo.

Esa gente estaba menospreciando a Mateo como si fuera un mendigo.

"¡Basta, o me voy ahora mismo!" dijo Emory con enojo.

Tobin inmediatamente les guiñó un ojo a los dos hombres, indicándoles que se callaran, y luego cambió de tema.

Mateo solo mantuvo una sonrisa comprensiva en el rostro y permaneció en silencio. Solo quería comer algo y marcharse de ese lugar lo antes posible.

Entonces recordó que la última vez que Saulo lo había invitado allí, habían ocupado una Sala de Diamante. ¿Y Tobin se jactaba de la Sala de Bronce? ¡Qué patético!

Sin embargo, las compañeras de clase se sintieron disgustadas al ver la falta de reacción de Mateo ante las burlas de los hombres. Pensaron que era un cobarde.

El grupo pidió muchos platos para compartir y charlaban animadamente mientras comían.

A mitad de la comida, la chica pelirroja que había ido al baño regresó llorando.

Sollozando entre lágrimas, dijo: "¡Un pervertido me tocó el trasero hace un momento!"

"¡Maldita sea! ¿Quién demonios se atrevió a tocarte?"

"¡Carajo! ¡Voy a matar a ese bastardo!"

Todo el grupo parecía arder de indignación.

Al ver las reacciones de todos, el agravio en el corazón de la chica pelirroja se fue disipando poco a poco.

Dijo tímidamente: "Le di una bofetada fuerte. Está bien, ¿verdad?"

"¡Una bofetada no es suficiente! Chicos, vengan conmigo. ¡Vamos a darle una lección a ese bastardo!"

gruñó Tobin, golpeando la mesa con el puño.

Sus dos amigos se pusieron de pie de inmediato, pero Mateo permaneció sentado.

Tobin lo miró desde arriba y resopló con desprecio. "Mateo, no seas cobarde. Ven con nosotros."

Al oír esto, el resto del grupo menospreció aún más a Mateo. Incluso Emory frunció ligeramente el ceño.

La verdad era que Mateo había presenciado la muerte de su madre cuando era niño, y su trágica infancia lo había hecho mucho más maduro que sus compañeros.

No era tan impulsivo ni temerario como ellos.

Pero los demás solo veían en él a un débil.

Justo entonces, se oyó un fuerte golpe; ¡la puerta fue pateada!

¡Más de una docena de maleantes irrumpieron en el salón privado! El último en entrar era un hombre calvo y fornido, con tatuajes de rayas de tigre en la parte superior del cuerpo.

"¡Maldita sea! ¿Quién se atrevió a golpear a mi subordinado hace un momento? ¡Que salga!" gritó el calvo con ferocidad.

"¿No es ese el líder de la Banda del Tigre, Rowe Cruz? ¡Están condenados!"

"Escuché que un tipo que se metió con Rowe terminó con las piernas rotas y quedó lisiado."

Los curiosos afuera del salón privado murmuraban entre ellos mientras observaban la escena.

Pero sus palabras fueron lo suficientemente fuertes como para que todos en la Sala de Bronce las escucharan. La chica pelirroja que acababa de abofetear a uno de los hombres de Rowe temblaba por completo y no sabía qué hacer.

Tragando su nerviosismo, Tobin dio un paso al frente y forzó una sonrisa servil en su rostro. "Por favor, no se enoje, señor. Todo fue un malentendido. Soy Tobin Wallace de la Familia Wallace..."

Antes de que pudiera terminar sus palabras, ¡Rowe le rompió una botella de vino en la cabeza!

Los pedazos de vidrio roto se esparcieron por el suelo, junto con gotas de sangre de la cabeza gravemente herida de Tobin.

"¡Al diablo contigo! ¿Quién carajos crees que eres?

¡Tu amiga debería sentirse honrada de que uno de mis hombres se haya interesado en ella!

¿¡Cómo se atreve a golpearlo!?"

rugió Rowe con arrogancia.

Miró a las cuatro mujeres en la habitación con una mirada ardiente.

Todas estaban en la flor de la juventud, con piel suave y tierna y una belleza pura.

"Todo lo que él quería era tomar una copa con esa chica, ¡pero ahora ella tendrá que pasar la noche con él!"