Capítulo 4 Castigar al malo

Brent se quedó de piedra.

No era para menos, pues acababa de reconocer a Saulo, a quien había tenido la suerte de ver de lejos durante una cata de vinos a la que asistió con el director del hospital.

Su apariencia y su imponente porte no dejaban lugar a dudas: era él.

Era, en efecto, Saulo Torres, el presidente de Voz de los bancos, sucursal Sabes.

Brent se apresuró hacia Saulo con una sonrisa aduladora, mientras intentaba consolarse pensando que solo estaba de paso. Pero Saulo lo ignoró por completo.

En cambio, se acercó a Mateo y, con una respetuosa reverencia, dijo: "¡Es un honor conocerlo, señor Larson! Soy Saulo Torres, acabamos de hablar por teléfono".

Acto seguido, le entregó su tarjeta de negocios.

"Presidente de Voz de los bancos, sucursal Sabes", rezaba la tarjeta.

Mateo tomó la tarjeta de sus manos y asintió, fingiendo estar tranquilo.

¡Incluso ahora, todo le parecía un sueño!

Saulo sonrió y continuó: "Señor Larson, si me lo permite, quisiera encargarme de este bastardo antes de que continuemos hablando de los asuntos importantes".

Luego, se giró y gritó: "¿Quién demonios es Brent Kelly? ¿No acaba de pedirme que me coma su mierda? ¡Muéstrate y enfréntame ahora!".

Brent, que estaba justo a su lado, se puso rígido y tragó saliva con miedo, queriendo huir de allí.

Sin embargo, Mateo lo señaló y dijo: "Señor Torres, ¡él está aquí!".

Brent sonrió disculpándose. "Señor Torres, es solo un malentendido...".

"¿Un malentendido?", Saulo se burló. Con solo una señal suya, dos hombres corpulentos salieron inmediatamente de detrás de él, avanzaron y presionaron a Brent contra el suelo.

Luego, se volvió hacia Mateo y preguntó respetuosamente: "Este hombre no solo me ha insultado a mí, sino también a usted, señor Larson. ¿Qué sugiere que hagamos con él?".

Mateo se frotó la barbilla, con una mirada juguetona en los ojos, mientras se giraba hacia Brent y dijo: "Bueno... ¿No acabas de decir que tú deberías comer mierda? ¿Qué tal si aplicamos el ojo por ojo?".

Después de todo, Brent no solo había dificultado las cosas a Mateo, sino que también había humillado a su madre adoptiva e incluso intentó echarla del hospital.

Eso era algo que Mateo nunca perdonaría.

Quería infligirle una humillación que lo marcara de por vida.

La cara de Brent se puso pálida y rompió a sudar frío.

No esperaba que Mateo propusiera una condición tan horrible.

¡Mateo realmente quería hacerle comer mierda!

Si Brent hacía lo que quería, ¿cómo podría continuar trabajando en este hospital, o vivir en esta ciudad?

"¡No!", Brent gritó miserablemente, suplicando piedad.

"¡Mateo, señor Larson, señor, por favor!

¡Estuve equivocado! ¡Realmente estuve equivocado! ¡Por favor, no me obligue a hacer eso!".

Su voz fuerte y desesperada atrajo la atención de la gente que los rodeaba.

Pero Mateo permaneció tranquilo e indiferente.

Parecía que Brent finalmente sabía que estaba equivocado. Sin embargo, ya era demasiado tarde.

Saulo agitó la mano y sus dos hombres arrastraron a Brent hasta el baño de hombres que no estaba lejos.

Luego eligieron el inodoro más sucio.

Los hombres agarraron la cabeza de Brent y la hundieron en el inodoro.

Brent nunca había recibido un trato así.

"¡Ah!", gritando fuerte, se desmayó en el inodoro.

Cuando Mateo vio eso, la depresión y la ira que había estado guardando en su corazón hasta ahora se disipaban lentamente.

"Señor Larson, si tiene un momento libre, me gustaría invitarlo a cenar", propuso Saulo con una ligera reverencia.

"Por supuesto", Mateo aceptó de inmediato, porque estaba de buen humor.

"Por aquí, por favor".

Saulo abrió el camino y lo condujo al hotel más caro y lujoso de la ciudad.

¡Era el Hotel Choria!

Y era el único hotel de seis estrellas de toda la ciudad.

En la cena se sirvieron todo tipo de platos deliciosos.

Había un exquisito abulón, una langosta australiana tan gruesa como el brazo de una persona, caviar blanco y carne de Kobe.

Mateo disfrutó mucho de la comida.

Después de la cena, Saulo le entregó una elegante tarjeta con una sonrisa. "Señor Larson, esta es la tarjeta VIP de diamantes del hotel. Por favor, acéptela", dijo.

"Con ella, obtendrá los servicios más lujosos disponibles del Hotel Choria".

Mateo la tomó casualmente y la guardó en su bolsillo.

Al ver esto, Saulo le dedicó una cálida sonrisa.

Poco después, tras despedirse de Mateo, se dio la vuelta y se fue.