Capítulo 9 La verdad de la tarjeta diamante

"¡Qué ingrato eres!"

dijo Newell con una mirada de desprecio en los ojos mientras miraba a Mateo.

Mateo se burló: "Estamos aquí para cenar, así que también somos tus clientes.

¡No solo no proteges nuestra seguridad, sino que además te pones del lado de estos matones! ¡Incluso les pides a estas chicas jóvenes que beban con esos bastardos!

¡Qué gran hotel!"

Los estudiantes universitarios estaban tan aterrados que sus rostros se pusieron pálidos como la muerte.

Reuniendo todo su valor, Emory tomó el brazo de Mateo.

Su expresión era más fea que cuando lloraba, y dijo: "Mateo, por favor, detente."

"Está bien. Puedo manejarlo", la tranquilizó Mateo con voz calmada.

"Tú..."

Ella se quedó completamente sin palabras y sus ojos se pusieron rojos.

Estaba tan furiosa que inmediatamente rompió en llanto, decepcionada de Mateo.

¡Sentía que no era momento para que él hablara con tanta arrogancia!

Sin embargo, también le agradecía por haberla salvado.

Pero luego se sintió un poco sorprendida al verlo seguir hablando con tanta confianza. ¿Podía ser tan irresponsable?

Emory bajó la cabeza, metió la mano en su bolsillo, tomó su teléfono y llamó a la policía en secreto.

Al mismo tiempo, Newell permanecía tranquilo ante la provocación de Mateo y dijo con calma: "Los clientes tienen diferentes niveles.

Ustedes solo son clientes de la Sala Bronce, ¡así que agradezcan que todavía los mantengo con vida!

¡La culpa es suya por no tener el dinero y el poder para ser clientes de nivel superior!"

El tono de Newell era extremadamente frío y condescendiente. Sonaba casi como si estuviera hablando con un simple mendigo.

"Bien, realmente increíble, de verdad", se burló Mateo.

Luego sacó una deslumbrante tarjeta de su bolsillo y dijo con indiferencia: "Entonces revisa esto."

La expresión de Newell cambió drásticamente mientras tomaba la tarjeta con cuidado y la examinaba.

La superficie de la tarjeta tenía un patrón estrellado por todas partes, casi tan brillante como las estrellas reales en el cielo nocturno. También tenía una calcomanía holográfica que probaba que era auténtica.

¡Sin duda era la rara tarjeta diamante!

Newell jadeó sorprendido y dijo: "¡Esta es una tarjeta diamante! ¡Y es real!"

¿Qué?

¿Una tarjeta diamante?

Todos en la habitación se quedaron atónitos.

La mandíbula de Tobin cayó.

Incluso su tío, el CEO de Grupo Wallace, solo tenía una tarjeta plateada.

¡Y el valor de mercado de la empresa de su tío superaba los cien millones de dólares!

Era obvio lo difícil que era conseguir una tarjeta de membresía del Hotel Choria.

¡Y la tarjeta diamante estaba dos niveles por encima de la tarjeta plateada!

La tarjeta diamante solo se otorgaba a magnates súper ricos. ¿Cómo podía un tipo pobre como Mateo tenerla?

Rowe no pudo evitar tragar saliva nerviosamente. ¡Era una tarjeta diamante!

¿Había ofendido a un pez gordo?

Eso no podía ser...

Después de mirar nuevamente a Mateo con atención, vio que en efecto vestía de manera sencilla, así que gritó: "¿Cómo podría un perdedor como tú tener una tarjeta diamante? ¡Debes haberla robado!"

Sus palabras iluminaron a la multitud confundida.

Después de todo, sus palabras eran más creíbles. No había manera de que un tipo pobre como Mateo obtuviera una tarjeta diamante. ¡Todos creyeron al instante que debía haberla robado! O tal vez la había encontrado en algún lugar.

Ahora todos sospechaban de Mateo.

La expresión de Newell se oscureció y dijo con tono poco amistoso: "Joven, es un crimen grave robar una tarjeta diamante de nuestros estimados clientes VIP.

Hubo un ladrón que lo hizo, pero la Familia Torres le arrancó las extremidades y fue enviado a prisión.

Era un discapacitado cuando finalmente fue liberado."

Tan pronto como terminó, todos los presentes se regocijaron ante la desgracia de Mateo.

"No la robé. Saulo Torres me la entregó personalmente", aclaró Mateo con una leve sonrisa.

En el momento en que todos escucharon esas palabras, se quedaron tan silenciosos como un cadáver.

Después de eso, hubo ráfagas de burlas en la habitación.

"¿Quieres decir que Saulo Torres, el presidente de Voz de los bancos? ¿Te la dio en persona? ¡Qué broma!"

"¡Maldita sea! ¡Deja de presumir!"

"¿Estás fuera de tu mente?"

Newell estalló de furia.

¡Mateo no solo se atrevía a mencionar a su jefe, sino que además mentía tan descaradamente!

¡Qué imprudente era!

Mirándolo con furia, Newell gritó: "¡Bribón! ¿Cómo te atreves a decir semejantes tonterías?

¡Te voy a romper todos los dientes!

¡Y luego también te coseré los labios!"

Al oír eso, el guardia de seguridad que estaba a su lado apretó el bastón en sus manos mientras miraba a Mateo con fiereza.

Si Mateo se atrevía a decir algo incorrecto, lo golpearía de inmediato.

Sin embargo, Mateo no se alteró en absoluto.

Solo sonrió y negó con la cabeza antes de decir: "¿No me crees, eh?

Está bien, llamaré a Saulo ahora.

¡Escucha nuestra conversación con atención!"

Mateo entonces tomó su teléfono y llamó a Saulo.

También puso el teléfono en altavoz.

"¡Wow! ¿Está loco? ¿Cómo se atreve a hacer realmente la llamada? ¿A quién está llamando de todos modos? ¿No será a Saulo, verdad?"

"Es tan imprudente. ¡Quiero ver qué le pasa!"

"Tal vez Newell realmente le cosa la boca. ¡No puedo esperar a que empiece el espectáculo!"

Rowe, sus hombres y Tobin estaban esperando ver a Mateo hacer el ridículo.

Solo Emory parecía preocupada...

Después de que Mateo marcó el número...

El teléfono sonó un par de veces...

Y justo cuando no lo esperaban, ¡la llamada se conectó!