El Destino Nos Entrelaza
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Capítulo 4 Memoriza el guion

En cuanto Dylan escuchó esa frase, levantó la vista para observar a Cassie.

El pálido rostro ovalado que tenía antes se veía mucho mejor luego de aplicarle maquillaje. Ahora se podía distinguir su hermosa nariz aguileña. Las largas pestañas de sus grandes ojos se movían como alas de mariposa. Su cabello recién peinado y extendido sobre los hombros le daba un aspecto inocente y angelical.

Al ver que su apariencia había mejorado bastante, Dylan asintió con satisfacción.

Dobló un brazo con lentitud mientras su barbilla apuntaba ligeramente hacia ella.

Entendiendo lo que quiso decirle, Cassie dio un paso adelante y lo tomó del mismo.

Tan pronto como salieron de la habitación, recibió una fuerte ráfaga de aire fresco. Estaban en plena temporada de invierno, pero solo llevaba ese vestido ligero, así que no pudo evitar temblar y encogerse de hombros.

Dylan lo advirtió y la miró sonriendo disimuladamente.

Los periodistas seguían al pie del cañón cuando el ascensor llegó a la planta baja del edificio.

Toda la ciudad sabía que era un hombre extremadamente frío ante los medios y que nunca se acercaba demasiado a las mujeres. Si no hubiesen divulgado esas fotos, todas las chicas de Ciudad H seguirían pensando que tenía algún tipo de disfunción sexual, o que simplemente era gay.

Como el escándalo había surgido repentinamente, era natural que la prensa quisiera aprovechar la oportunidad para llevarse la primicia.

En el momento en el que los vio, Dylan se quitó el abrigo que llevaba encima, bajó la cabeza y se lo puso a Cassie.

Expresó con una cálida sonrisa que nunca antes había mostrado delante de la gente: "Póntelo, no te congeles".

Los reporteros se exaltaron asombrados y trataron de fotografiar la memorable imagen, agolpándose a su alrededor.

Uno de ellos preguntó: "Señor Lu, ¿ella realmente es su novia?".

"Señor Lu, responda a mi pregunta. ¡Señor Lu!".

Por un momento, Cassie se sintió completamente aturdida. Fue entonces que él le susurró afectuosamente al oído: "Cinco millones".

Después de escuchar esas palabras, ella contestó sonriendo dulcemente: "Gracias".

Dylan asintió conforme y la tomó con un brazo mientras estiraba el otro para bloquear los focos que la obligaban a parpadear sin cesar.

Con un fuerte aplauso, Simon llamó la atención de la gente para comunicarles con una sonrisa: "Les pido disculpas a todos. El señor Lu no brindará entrevistas el día de hoy. En cuanto a la identidad de esa mujer, no hagan conjeturas sin fundamento. Él lo anunciará cuando desee hacerlo. Espero que sepan respetar su espacio personal".

Un lujoso Rolls-Royce negro los esperaba afuera. Dylan fue muy caballeroso, le abrió la puerta y usó su mano para evitar que Cassie se golpeara la cabeza contra el techo.

Muchas de sus admiradoras lo habían estado esperando en la entrada del edificio tan pronto como escucharon la noticia. Las fanáticas llevaron carteles con su nombre y gritaban exaltadas: "¡Ah! Dylan, ¡te amo! ¡¡Dylan!! ¡¡Te amo!!".

-

En la oficina del CEO del Grupo ST, al otro extremo de Ciudad H, un hombre de mediana edad observó a la pareja con el ceño fruncido. Marcó un número en el teléfono y dijo seriamente: "Quiero que averigües de inmediato qué diablos está pasando".

Claro, ¡¿no debería estar con Sunny?! ¡¿Por qué está con una mujer desconocida?!

-

Dentro de la limusina, Dylan volvió a mostrarse frío e indiferente. El ambiente se tornó incómodo en extremo.

Cassie no pudo soportarlo más, rompió el silencio y preguntó: "¿A dónde vamos? Y...".

Antes de que pudiera terminar de hablar, Dylan la miró e hizo un gesto para que se callara.

Entonces cerró lentamente la boca, miró hacia abajo y pensó: 'Maldita sea... Creo que acabo de hacerlo enojar. ¿Perderé esos cinco millones?

Dylan sacó una carpeta que tenía cerca y se la entregó. Le dijo en voz baja con su voz grave y melosa: "Memoriza el guion y la información que está dentro. Si cometes un pequeño error...".

Inmediatamente, adelantándose a lo que iba a decirle, Cassie lo interceptó diciendo: "¡Ya lo sé! Si cometo algún error, no me prestarás el dinero. Pero no te preocupes, me esforzaré en recordarlo todo".

Abrió la carpeta y leyó las páginas con atención. El archivo contenía información detallada sobre su vida.

Dylan Lu, 28 años. El hombre más rico de Asia.

Capricorniano. Nacido en 1990. Graduado en la mejor universidad del país. Actualmente, presidente de una compañía que vale más de 100.000 millones de dólares. Es el primer hombre que ha ocupado a su edad el quinto lugar de la lista mundial de multimillonarios Forbes.

Lo más importante a destacar es que fundó el Grupo Hooey, sin la ayuda de nadie, mientras estudiaba en la universidad. Tras ocho años, perfeccionó esa pequeña empresa hasta convertirla en un legendario imperio de la industria del entretenimiento.

'Este... Espera un minuto. ¿Por qué este nombre me resulta tan familiar?', se preguntó.

Momentos después, pudo recordarlo: '¡Demonios! ¿Este no es el nombre del protagonista de mi nuevo libro?'.

Cassie también seguía el mundo del espectáculo. Por supuesto que había oído hablar del Grupo Hooey, pero no sabía nada sobre Dylan. El nombre le resultaba muy familiar cuando empezó a redactar la novela, sin embargo, no podía recordar dónde lo había escuchado. Y mucho menos esperaba que esa persona resultara ser el hombre con el que se había acostado esa noche.

Siguió leyendo la información hasta que encontró algo extraño. Señaló la hoja de papel y le preguntó pasmada: "¿Owen es tu hermano menor?".

Él la miró con indiferencia y respondió serenamente: "Así es".

Owen Lu había ganado fama después de debutar en un famoso concurso de talentos. No quería que pensaran que había escalado alto por ser su hermano, así que le ocultó al público una parte de su pasado.

El rostro previamente sombrío de Cassie se iluminó de inmediato con una sonrisa. Tomó su mano y manifestó: "¿Sabes qué? ¡Me encanta Owen!".

Dylan frunció el ceño al ver la alegre expresión en su rostro y bromeó: "Eres muy positiva".

Y sí, hasta hace poco, lloraba como un gatito perdido, pero ahora estaba feliz por haber descubierto esa novedad.

Las mujeres son algo difíciles de entender...

Con una sonrisa, ella aseguró: "No voy a seguir llorando".

Era muy probable que Alice quisiera verla triste por lo sucedido, pero ella jamás permitiría que se saliera con la suya.

El brillante Rolls-Royce salió lentamente del hotel y se detuvo en una intersección porque el semáforo se había puesto en rojo.

El conductor se dio la vuelta y preguntó: "Sr. Lu, ¿a dónde vamos ahora?".

Después de una breve pausa, Dylan volteó la cabeza, miró a Cassie y preguntó: "¿Dónde vives?".

Luego de indicarle la dirección, se dirigieron hacia allí. No tardaron en llegar.

El pequeño barrio donde vivía no contaba con ningún estacionamiento, por lo que se detuvo cerca del mismo. Las viviendas eran tan modestas que parecían salidas de otra época.

"Gracias por traerme a casa", dijo mientras salía del coche.

"Muéstrame el camino", ordenó él después de bajar con ella.

"¡¿Ah?!".

Cassie se había quedado atónita por un instante, pero luego lo llevó al piso de arriba de su edificio.

La puerta de hierro de su casa tenía grabadas, con pintura roja, tres grandes palabras: "PAGA TU DEUDA". Al notarlo, Dylan frunció el entrecejo.

Cassie tomó las llaves de su bolso para abrir la puerta y le dijo: "Pasa, es aquí".

Ni bien cruzaron la antesala, pudieron observar que estaba todo completamente desordenado.

El living que siempre solía estar ordenado y limpio, ahora tenía todo revuelto. La mesa de té había sido derribada junto con todo lo que tenía. La cristalería que estaba sobre ella estaba hecha pedazos. El agua estaba esparcida sobre el piso de madera y al bote de basura también lo habían tumbado.

Dylan observó los alrededores de la diminuta sala y detuvo su paso.

Con cierta torpeza, Cassie entró rápidamente, trató de ordenar las cosas y se disculpó: "Lamento mucho este lío. Siéntate donde quieras. Te traeré un vaso de agua".

Rita entró al escuchar sus movimientos.

Vio una sombra y preguntó con incertidumbre: "¿Eres tú, Cassie?".

Después de ver su rostro y asegurarse de que realmente era ella, se le acercó y le dijo: "¡Cassie! ¡Por fin has vuelto! Esos hombres vinieron a exigir dinero y se llevaron a tu papá, ¿lo sabías?".

Sobre la pared de la pequeña sala de estar, colgaba una foto familiar. Cuando Cassie giró la cabeza, sus ojos se posaron en ella y se llenaron de lágrimas repentinamente.

Las últimas palabras de su padre se cruzaban con los recuerdos de aquellos tiempos felices. Sintió que la habían apuñalado en el corazón y que de él brotaba una amargura infinita.

Su delgado cuerpo temblaba levemente. Con la garganta atragantada le dijo sollozando: "Lo sé, Rita. Yo...". No pudo terminar la frase, la abrazó desesperada mientras seguía llorando con impotencia.

Después de un largo rato preguntó: "Dime, Rita, ¿sabes adónde se lo llevaron?".

            
            

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