El Destino Nos Entrelaza
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Capítulo 7 Un beso robado

Sean carraspeó levemente. Sus ojos miraron de arriba abajo al joven que tenía delante. De repente, lo reconoció: '¿Este no es Dylan Lu, el hombre más rico de Asia, CEO de Hooey? ¡Lo he visto en la televisión!'.

Aturdido, le preguntó: "Cassie, ¿él...? ¿Cómo es que....?".

Al darse cuenta de su estupor, trató de explicar a todo prisa: "Papá, él es Dylan. Es un..."

Antes de que pudiera terminar de hablar, Dylan la interrumpió y dijo: "Señor, estoy enamorado de su hija".

Sus palabras sonaron como una bomba, haciendo acallar toda la habitación.

Por supuesto, la noticia lo dejó sorprendido. Miró a Dylan y preguntó con amabilidad: 'Señor Lu, ¿podría hablar con mi hija?".

Sabiendo a qué se refería, Dylan asintió y dijo: "Bien. Justo tenía algo que hacer, así que los dejo".

De pie, en el pasillo del hospital, Dylan le ordenó a Simon: "Busca un apartamento en el centro de la ciudad. Debe estar limpio y ordenado. Que no sea un piso muy alto. Tiene que tener buena iluminación. Espero tenerlo pronto".

Luego de memorizarlo, Simon respondió: "Sí, señor. Me ocuparé de inmediato".

En la sala del hospital

Cassie cubrió a su padre con la colcha. Luego de explicarle los pormenores del asunto, finalizó diciendo: "Eso es todo. Estaban tan enojados que vinieron aquí para difamarme ".

Solo después de escucharla, Sean asintió con cierta incredulidad.

En ese momento, entró un enfermero reclutado especialmente por Dylan. Como le pareció inapropiado que Cassie se quedara a cuidarlo, decidió contratar al mismo.

Cassie miró la hora en su teléfono y dijo: "Papá, tengo que irme. Que descanses bien. Te veré mañana."

Sean asintió y dijo: "Bueno. No olvides preguntarle al médico cuándo me darán el alta".

Ella, con una seria mirada, le contestó: "Papá, el médico dijo que permanecerás unos días más en observación. Quédate aquí. No te preocupes por los gastos, ¿de acuerdo?".

Con la garganta atragantada agregó: "Eres mi única familia".

Aunque lo había dicho en voz baja, Sean la escuchó con mucha claridad. Sus palabras estaban cargadas de tristeza y amargura.

Maggie terminó con su vida. No tenían relación con otros parientes porque ella siempre se endeudaba. Así que, ¿no quedaban solo ellos dos?

Sean asintió con firmeza: "Está bien". Dylan estaba esperándola afuera.

Cassie salió cerrando la puerta. Ambos bajaron y entraron al auto que los esperaba.

Cassie, "¿qué quieres comer?".

"Cualquier cosa", respondió con el rostro sombrío.

"¿Comida china u occidental?".

"China".

Ella le respondía con desgano. Dylan no pudo empatizar con ella, así que se tragó todo lo que quería decir.

Sentada en el auto, Cassie vio aparecer la panadería dondo solía comprar. "¡Para!, detén el coche".

Luego de detenerse, Dylan y Cassie bajaron del coche. Ella se quedó de pie frente a la pastelería, mirando la deslumbrante variedad de pasteles del escaparate. Sus ojos brillaban con una luz diferente.

Al verla así, Dylan comentó: "Si quieres comer, pues entra".

Cassie levantó la vista y sonrió. Un calor seco llegó a su palma. Recién cuando bajó la cabeza, se dio cuenta de que ella lo había tomado de la mano para llevarlo adentro.

"Quiero ese", dijo Cassie alegremente mientras señalaba un pastel de chocolate negro.

En sus oídos podía escucharse la suave música de la pastelería. Fuera de la misma, podía verse un cielo teñido de negro con estrellas colgando de él. Ya era muy tarde, no había nadie en la tienda, solo estaban ellos.

Dylan se pidió una taza de café y se sentó frente a Cassie. Ella bajó la cabeza y le dio un mordisco al pastel. Le había quedado un trozo de crema en la comisura de los labios.

Dylan sonrió al verla así. Cuando Cassie levantó la cabeza, se hundió en la dulce mirada que había en él.

No decir nada le pareció a ella un tanto incómodo, así que rompió el extraño silencio y dijo: "Eh... ¿tengo algo en la cara?".

La mirada de Dylan se apagó de repente. Sostuvo el rostro de Cassie de manera arbitraria y presionó sus labios sobre los de ella.

En el momento en que la abrazó, toda la mente de Cassie quedó en blanco. Sintió una corriente eléctrica que adormecía todo su cuerpo.

Su mirada estaba llena de asombro. En sus pupilas podía verse el reflejo de él. Se puso rígida, no podía moverse en absoluto.

Dylan tomó su cara y lamió lentamente la crema de su boca. El cálido aliento roció su cara. Sus movimientos eran muy suaves, incluso le hacían cosquillas.

Cassie no entendía por qué la había dejado sin aliento.

Tardó mucho tiempo en soltarla. Para cuando lo hizo, ella tenía el rostro todo enrojecido.

¡Había prometido que no habría contacto físico! ¿Qué fue ese beso?

Cassie frunció los labios con fuerza, y mirando con rabia le dijo: "¡Señor Lu! ¡Recuerdo que nosotros...!".

Dylan la interrumpió y dijo con serenidad: "Señora Lu".

Se aclaró la garganta y agregó: "Había paparazis tomando fotos".

¿Esa era su explicación?

Su expresión se suavizó al escuchar eso. Dejó la cuchara en el plato, se levantó y dijo: "Estoy llena. Vamos".

Frunciendo el ceño, Dylan se acercó a ella y tomó su mano. "Ya que es así, pues ven conmigo".

Cassie lo siguió sin comprender nada, dejando que él la guiara.

Dylan la metió de vuelta al coche. Cassie recordó aquel beso. Cuanto más lo pensaba, más dudas tenía al respecto.

Pero finalmente reaccionó: '¿Y qué si hay paparazis? ¡¿Por qué me besó?!'

Cassie arrugó los labios, y antes de que dijera algo el sonido del teléfono la frenó. La tenue luz del interior del coche delineaba el perfil del rostro de Dylan. Sintió un toque de ternura en él. Quizás la luz era demasiado cálida... o quizás no.

"Bien, envíame la dirección."

"¿A dónde vamos, Dylan?".

"A tu nuevo hogar".

"¡Espera! ¿Podemos volver a mi casa primero? Hay un manuscrito que no actualicé hoy".

Dylan la miró frunciendo el entrecejo. Cassie se puso seria y suplicó: "Tengo que hacerlo".

Entonces Dylan ordenó al conductor: "A su casa".

Cassie entró a su casa y bajó las escaleras con su computadora portátil. Dylan la esperaba junto al coche. Su figura se suavizó con la pálida iluminación de la calle.

En cuanto vio a Cassie, le entregó un juego de llaves y dijo: "Toma esto".

Cassie asintió y subió al auto con él.

El conductor los llevó a un barrio del centro de la ciudad.

La casa era amplia y luminosa. Desde la ventana del living podía verse toda la ciudad H. Y se veían, a lo lejos, los barcos que pasaban por el río. Cassie nunca lo había visto desde su casa.

Todo el barrio era muy tranquilo. Las habitaciones estaban muy bien amuebladas. Después de observar la casa, Cassie miró a Dylan y dijo: "Gracias por todo".

Dylan dijo con indiferencia: "No me lo agradezcas. Lo hice porque no quiero que la prensa informe tonterías".

Se puso de pie y dijo: "Recuerda tener lista tu tarjeta de identificación. Vendré a buscarte mañana. Aparte de eso, hice que preparen tus maletas y las envíen a mi casa".

Al verlo de pie, Cassie preguntó: "Eh... ¿no quieres sentarte? Te traeré un té.

Dylan lo rechazó mientras caminaba hacia la puerta: "No hace falta".

Cassie lo siguió para despedirlo.

"Ten cuidado de no mojar la herida cuando te duches. Y asegúrate de no llegar tarde".

Cassie sintió que se estaba poniendo muy pesado. No veía la necesidad de repetir algo que era obvio y simple. Así que respondió impaciente: "Bueno, basta. Ya entendí".

Dylan la miró con el ceño fruncido: '¿Qué? ¿Le molesta?".

Cassie notó su mirada, y solo después sintió que su tono no era el correcto. Con cierta vergüenza, expresó: "Eh... Llegó el ascensor. Nos vemos".

Dylan la miró por última vez, giró su cuerpo y entró al mismo.

            
            

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