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Los últimos días habían cansado a Cassie, de modo que se dio una breve ducha y volvió a su habitación. Después de encender la calefacción, se sentó en el escritorio y liberó el borrador que había escrito antes: "La actualización de hoy está completa. Lamento el retraso. Disfrútenlo".
Miró el ícono de juego en su escritorio y sonrió con picardía.
"No hay nada que no pueda resolverse con un videojuego. Y si con uno no funciona, ¡será con dos!", publicó en su microblog con una captura de pantalla.
Las luces de la casa estaban apagadas, pero la del ordenador seguía prendida.
Después de ganar cinco rondas seguidas, Cassie se sintió completamente renovada.
"¡Jum! ¡Qué hombres ni qué amigas! ¡Váyanse al infierno! ¡Los hombres son unos cerdos! Y las amigas, ¡unas perras!".
La pantalla se oscureció durante unos minutos, mostrando bien grande: 'FALLASTE'. Luego de eso, volvió a cargarse y Cassie gritó al micrófono:
"¡Mierda! Hermano, ¿dónde están tus habilidades? ¿Y tu reducción de daño? ¡¿Te has muerto sin usarlos?!", "¡Ey! ¡Terminé la 12ª temporada anterior con 2500 puntos! ¡¿Acaso necesito que me enseñes?!".
Su compañero de equipo también tenía mucho carácter...
"¿Y qué si los anotaste? Da igual que hayas acabado 12 etapas. ¡Te golpearon como a un perro cuando entraste en la arena!", replicó Cassie con convicción.
Tan pronto terminó de regañarlo, sonó su celular. Y tras cerrar el micrófono, contestó irritada:
"¿Quién es a estas horas?".
"Tu marido".
Era la voz profunda y serena de Dylan. Con solo dos simples palabras, Cassie se alarmó tanto que casi arroja el teléfono.
"¿Debería elogiar tu gran fortaleza?, preguntó Dylan con sarcasmo.
Se había lastimado, pero seguía como si nada...".
"No soy tan delicada", contestó sorprendida. "No voy a llorar por un cortecito. Por cierto, ¿¿cómo conseguiste mi número??".
"Puedo tener lo que quiera", respondió con cierta impaciencia. "Es tarde. A dormir".
Cassie estaba un poco molesta por haber perdido la última partida. Con una sonrisa ladeada, dijo con pereza: "Estaba dormida hasta que me despertaste".
Sin piedad, Dylan demolió sus escasas dotes interpretativas:
"Señora Lu, le aconsejo que no actúe frente a un presidente de una compañía de cine y televisión".
Habían pillado a Cassie. Se sintió abatida y dijo con desgano: "Oh... bueno... ¿Cómo supiste que seguía despierta?".
"Actualizaste tu blog hace media hora", respondió Dylan con calma.
Recién ahí, Cassie pudo entenderlo y dijo: "Está bien, iré a descansar".
Luego de dar un suspiro, Dylan colgó el teléfono.
Viendo que la pantalla del celular se oscurecía, Cassie hizo una mueca y dijo: "¡Jah! ¿Crees que te haré caso?".
En ese instante, se escuchó la voz ronca de su compañero de juego: "¡Oye! ¿Juegas o qué? Si no lo haces, ¡me largo!".
Mientras tomaba un sorbo de agua, Cassie encendió el micrófono y respondió: "Sí, sí, aquí estoy".
"Ya es tarde, Cassie. Ve a dormir".
El sonido venía de la computadora. Había un toque de dulzura en esa voz. Cassie pensó que estaba alucinando. Sonriendo, preguntó: "¿Oh? Amigo, ¿también eres actor de doblaje?".
El hombre respondió confundido: "En absoluto".
De algún modo, esa voz le resultaba familiar...
Cassie comenzó a sentir una pizca de terror. Revisó el canal y se dio cuenta de que había tres personas. No esperaba que hubiese un invitado de más.
Cassie se asustó y soltó un: "¡Oh, mierda!"
Su compañero, al sentir cierta incomodidad, expresó: "Este... Ya que tu novio te insta a dormir, será mejor que te acuestes temprano. ¡Adiós!".
Salió rápido del canal, y del equipo, y de repente solo quedaron ellos dos. "¿Esto es en serio? Te dije que dormiría", dijo Cassie algo enfadada. "¿Era necesario que me sigas hasta aquí? Además, ¿cómo me encontraste?".
"Respondí esa pregunta hace cinco minutos", dijo Dylan antes de dejarla.
Poco después, el ordenador mostró que el enlace del juego se había desconectado del servidor.
La pantalla del teléfono de Cassie volvió a iluminarse. Era otra llamada de Dylan. Cassie estaba furiosa, pero aún así, mantuvo el temple y atendió disgustada: "¡Ey! ¿Qué hiciste? ¿Por qué no tengo internet?".
"Pedí que lo desconectaran del edificio", dijo Dylan con frialdad.
'¡¿Qué?! ¡Diablos! ¿Cortó el wifi de todo el edificio solo por mí?'.
En su interior, Cassie odiaba a ese malvado capitalista, pero era imposible que se lo demostrara.
"Si no duermes ahora, no me importará ir a vigilarte. Te garantizo que estarás suficientemente cansada como para levantarte".
Arrepentida, Cassie cambió su actitud y se apresuró a detenerlo: "¡No, no, no! Dormiré de inmediato. ¡Lo prometo!".
Al escuchar eso, Dylan suavizó su tono y se despidió: "Que duermas bien".
Cassie respondió desanimada: "Buenas noches".
En la mansión de la Villa LY, en ciudad H
Dylan estaba de pie junto a la ventana. Tenía puesto un pijama de franela blanca. Las comisuras de su boca se levantaron ligeramente al recordar el tono frenético e impotente de Cassie.
Cassie se había lesionado el brazo y estaba cansada desde hacía dos días, por tanto, si no descansaba bien, se le dificultaría manejar los asuntos del próximo día.
Al día siguiente, Cassie guardó las tarjetas de identificación y las actas correspondientes en un sobre de papel kraft, tal como se lo había indicado Dylan. Recogió todo y bajó. Ya eran las ocho de la mañana.
En cuanto Dylan la vio, le entregó el sándwich y el café que le ordenó comprar a su asistente Simon, y dijo: "Toma, tu desayuno".
Cassie no había comido mucho la noche anterior, así que estaba lista para devorárselo.
Entró al auto y empezó a masticar. Tenía las mejillas hinchadas como un pequeño hámster. Comió en todo el camino.
El conductor tardó unos veinte minutos en llegar a la funeraria de los suburbios.
Cuando salió del coche, el aire frío golpeó su rostro. Cassie había olvidado llevar una bufanda, así que encogió el cuello en un acto reflejo.
Apenas la vio así, Dylan frunció el ceño y se quitó su propia bufanda. Cassie ya imaginaba su próximo movimiento, por lo que comentó: "No lo hagas, yo...".
Sin esperar a que terminara, Dylan la interrumpió con un tono irresistible: "Si te resfrías, tendré que molestar a alguien más".
Cassie, un poco amilanada, dejó que sus largos y huesudos dedos envolvieran la bufanda alrededor de su cuello, una y otra vez.
Dylan tenía una apariencia seria, pero la cálida luz del sol suavizó su aspecto. Debido a esa pequeña distracción, Cassie no pudo percibir que él había tomado las frías manos de ella.
Con una suave voz, que nunca antes había usado, Dylan le preguntó: "¿Estás lista?".
Y continuó diciendo: "Puedes llorar, pero no clames a los cuatro vientos".
Cassie asintió con lentitud.
De hecho, lo más aterrador de una funeraria no son los cadáveres, sino los gritos desgarradores de familiares y amigos.
El cuerpo de Maggie había estado en el frío ataúd durante tres días. Ya era tiempo de cremarlo.
Aunque Cassie se había preparado para afrontar ese momento, no pudo evitar llorar cuando estuvo frente al mismo.