Mi primera vez
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Capítulo 3 AMIGOS - II PARTE

Seguía ocurriendo... ¡Sí! Claro que seguía sucediendo, una y otra vez repetimos lo que más nos gustaba hacer, el estar juntos como uno solo, pero en cuerpo, sin ataduras, sin ningún tipo de relación seria que nos dificultará nuestro momento de placer, y en realidad era increíble, creo que una de las cosas que más amaba de ti era el mirarte a los ojos cuando te encontrabas encima de mí, pues sentía que muy dentro había un poco de amor, un amor como el que yo sentía desde un inicio, cuando esta locura comenzó y cuando supe que no era buena idea y aun así seguí sin medir ningún tipo de consecuencia

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Recuerdo ese día como el mejor de todos, cuando recibí su llamada luego de dos semanas sin saber nada de él, justo allí cuando miré el celular y al atender me dijiste – Necesito verte – y claro que sabía que significaban esas palabras, y en cierto aspecto yo también necesitaba verlo, acariciarlo besarlo y sentirlo, pero debía ser rápido, él iba saliendo de viaje y yo necesitaba volver a la oficina.

Ese día esperaba afuera de la torre empresarial en su carro azul, salí de la oficina con la excusa de que buscaría unos documentos a firmar con urgencia, me subí y lo besé en los labios, lo miré y acaricié su rostro con ternura, él tomó mi mano y la besó, seguidamente la bajó hasta su miembro y yo seguí su juego, un oral mientras manejaba, nuestro deporte favorito, se estacionó detrás de un colegio, en una calle algo solitaria, ¡Gracias a Dios los vidrios tenía papel ahumado! El más oscuro que podía haber visto en mi vida, y me alegra pues sirvió de mucho.

Colocamos el asiento un poco hacia atrás y lo inclinamos para que él pudiera estar más cómodo, baje mi pantalón y me senté encima de él, cómo amaba estar, sintiéndolo dentro de mí, cada segundo en el que era penetrada era excitante; él apretaba con fuerzas mis muslos y seguidamente mi trasero, mientras me hacía gemir, el coche se balanceaba cada vez más y las personas en su alrededor, que eran muy pocas, lo observaban extrañadas, mientras nosotros veíamos su pasar y reíamos a carcajadas provocándonos los más placenteros gemidos, sus labios por mi cuello y sus manos grandes y perfectas apretando mis senos y aquel placentero susurro al oído que me repetía constantemente diciendo – No pares, sigue así – me harían explotar de placer.

Si, ese también fue nuestro lugar, y el favorito de todos.

Pero no bastó, – Y si lo hice acabar muchas veces dentro de mí – pero jamás era demasiado, de regreso a la oficina un oral provocó otro momento perfecto, en el cual casi chocamos, y valió la pena cada susto, pues también llegó, y mientras saboreaba y tragaba, él sonreía y me recordaba que era perfecta para él.

¡Y aun así no fui suficiente!

Al llegar de ese viaje, noté algo diferente, pero supongo que no quise darle la importancia que en realidad se merecía tener, yo solo seguí actuando en la misma posición que ya venía desempeñando como actriz secundaria de la historia, la actriz porno que él quería que siguiera siendo, su dama de compañía.

En dos meses confirmó su relación, una chica nueva y muy diferente a las anteriores, pero se supone que no debía afectarme, yo seguía sonriendo ante su mirada de deseo. Supuse que ella no le era lo realmente buena en la cama pues terminaba buscándome cada fin de semana, y creo que eso aumentaba mi ego y mi deseo por él, pues estábamos hablando de un hombre nuevamente comprometido; pero no era cualquier hombre, era el hombre del cual me había enamorado años atrás, y el cual mi cuerpo deseaba constantemente.

Nadie debía enterarse de lo nuestro, y es que era demasiado placentero como para arruinarlo, nuestra última vez fue justo ese día, nuestra graduación, a unos metros de su novia, su compañera, y mientras ella tomaba con su familia orgullosa de él, nosotros lo hacíamos en los baños públicos. La música era lo bastante fuerte como para que alguien nos escuchara así que era el volumen indicado, si fue algo incómodo pues el espacio era relativamente pequeño, sin embargo, así estuve en muchas posiciones, el Kama-Sutra se volvería diminuto al lado de las cantidades de posiciones que nosotros creamos.

Salimos del baño, primero él y a los dos minutos yo, cuando él ya se encontraba con ella en su caluroso beso, beso que aún contenía restos de mí, caminé a su lado como dos extraños que no se conocían y el corazón tan chiquito que apenas latía.

Esa noche fue devastadora ¡Rayos que sí lo fue! Lloré como nunca y terminé embriagada a tal punto de no recordar nada luego de las 3 am, desperté en casa de mi amiga de mayor confianza, y mientras todos dormían, yo tomé mis cosas y salí... pensé y pensé y lo comprendí, sería ella al final la indicada y no me equivoqué.

Luego de 7 meses sin tocarlo o sentirlo, sin contestar ninguna de sus llamadas, llegó la noticia, una propuesta, un anillo que era tan hermoso como ella, y no sé si de verdad se lo merecía, pero ahora lo tenía, y yo... yo no existía.

Ese viernes en la tarde de mayo quedará en mi memoria siempre, cuando recibí ese mensaje – Escapémonos por favor, necesito verte – casi me dejé convencer, por un deseo, por unas ganas que sentí que jamás tendrían un fin, un punto y final – Pero lo hiciste, me diste el motivo perfecto para rechazarte – cuando a los 5 minutos de hablar publicó la imagen de su prometida, la imagen que decía "Me siento orgulloso de ti" y allí comprendí todo, lo entendí y fue increíble... Respiré profundo y le contesté – Haz que ella también se sienta orgullosa de ti, eso es un no.

– Gracias por el consejo, disculpa – Mencionó.

Y no volvimos a hablar, pero hoy... hoy me encuentro aquí, frente a la computadora, escribiendo para no llorar, y recordando porque no es malo recordar, con una sonrisa en el rostro al saber que eres feliz, pues te acabas de casar, y quizás sea duradero, quizás logres ser sincero a su lado, fiel, honesto, eso espero... No obstante a todo eso, jamás me arrepentiré de haberte conocido, de haber disfrutado, de haberte sentido – Un buen recuerdo jamás se olvida – aunque un "Nosotros" no exista, y aunque al final de la historia no dejamos de ser lo que fuimos en un inicio, ni compañeros, ni conocidos, solo fuimos simplemente... Amigos.

            
            

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