Accidentalmente choque contra alguien que más parecía que hubiera chocado contra una pared, frotaba mi nariz mientras me disculpaba ante tan gran masa de músculos frente a mí. Levante la mirada y me encontré con unos ojos verde esmeralda, aquellos que dejan sin aliento y valla que el chico era guapo, alto, bien formado con varios músculos, pero sin hacerlos toscos, castaño; no pude evitar quedarme muda ante aquel adonis frente a mí, era la definición de belleza griega en persona. Y su voz woow fue el más dulce despertar.
- hola, te encuentras bien? -me miro esperando mi respuesta, pero yo aun no creía que me estuviera preguntando a mi pues se veía que debía ser un popular.
- soy Aiden Obraian- hablo nuevamente con una enorme sonrisa y extendió una mano, mi corazón se sobresaltó por su actitud tan dulce.
Tarde unos segundos en despertar del todo y darme cuenta de lo incomodo que se sentiría estar con una mano extendida y que no lo respondiera.
- hola, yo... Yo soy- realmente parecía retrasada hablando así y seguro él se estaría burlando de mí. Bien echo lea lo echaste a perder tan rápido, pensé haciendo un gesto de vergüenza.
- tranquila no muerdo- dijo sarcásticamente - bueno no si no quieres eso ultimo me hizo sonrojar, y diablos tú puedes morderme cuando quieras.
- soy Lea wells - dije agachando la mirada en un tono casi inaudibles.
- mucho gusto Lea, te ves perdida, necesitas ayuda? -
- la verdad sí, soy nueva y realmente quisiera saber dónde está el salón de Algebra? -
- ya entiendo, te llevare, después de todo yo igual voy a esa clase -
Suspire de alivio pues al menos alguien me había ayudado.
Había preguntado a varias personas más antes, pero todos me ignoraban y valla que eran groseros en este pueblo.
Llegar a clases a lado de Aiden fue épico pues las miradas no se hicieron esperar, tan pronto cruce el umbral de aquel salón a lado del adonis los murmullos comenzaron.
Aiden sonreía mientras me guiaba junto a él indicándome que había un lugar vacío a lado suyo.
Las clases transcurrieron tan rápido como empezaron, todo gracias a Aiden quien se quedó junto a mi todo el tiempo. Aiden me arrastro a la cafetería diciendo que tenía que presentarme a sus amigos; cuando deje de sentir que me arrancaba el brazo mire que frente nuestro se encontraban dos chicos, uno de cabello castaño, ojos grises, alto, con gran musculatura, aun así era digno de admirar, cualquier chica se lo comería con los ojos, él se presentó como Francis, el otro chico era rubio de piel blanca y ojos cafés, delgado y alto quien se presentó como Daniel, entre ellos una chica hermosa, cabello rojizo, ojos verdes, pero para nada como los de Aiden, los de ella no eran tan brillantes, tenía algunas pecas adornando su rostro, gran cuerpo, sus curvas estaban bien definidas, tenía las medidas que todo chico desearía, ella era Tamara.
Salude a cada uno de ellos quienes me sonreían y respondieron en coro un
- Hola-
- wow Aiden creí que te habías perdido, pero veo que fuiste en busca de la chica más hermosa, en donde la encontraste? - dijo Francis mirándome de forma picara -¿Lea, cierto? cierto? -
- si - dije muy seria, y con una mirada que mataría a cualquiera.
- Francis, yo que tú me controlaría o ella podría dejarte sin ojos- se burló Aiden causando que los demás lo hicieran igual.
- tranquila chica que Fran no podría ni conquistar a un gato-
Dijo Tamara riéndose aún mas
-Y ustedes se dicen mis amigos-
- amigo pareces un niño haciendo una rabieta-
Ellos eran muy buenos, al final termine haciéndome amiga de ellos y después de varios intentos fallidos de parte de Francis por conquistarme se rindió.
Las ultimas clases pasaron rápido y después de despedirme de Aiden y compañía me fui a casa tan rápido como mis pies me lo permitieron.
Llegué a casa y fui recibida por mi familia quienes tenían preparado un pastel.
- felicidades fea- hablo mi hermano - sabes que te amo aun si pareces pordiosera la mayor parte del tiempo-
Mi madre saltaba de alegría y no dejaba de decir lo orgullosa que estaba y lo ansiosa que estaba por mi transformación, y que desde ese momento comenzaba la cuenta para encontrar a mi pareja; cosa muy importante ya que se dice que aquellos que son incapaces de encontrar a su mate se vuelven locos.
Entre risas y bromas se nos pasó el tiempo muy rápido, la noche llego dejando ver aquella hermosa luna que me llamaba.
Caminé al bosque, aquel que se encontraba detrás de mi casa, los árboles se hacían cada vez más altos al adentrarme aún más, me detuve al encontrar un pequeño claro el cual me parecido adecuado. Admiré un breve momento la luna pues mi atención fue desviada cuando fui invadida por un enorme dolor que comenzaba desde la punta de mis pies hasta la cabeza, mis huesos crujían al reacomodarse para adoptar la forma de un lobo. El aturdimiento que deja la primera transformación es lo peor pues entre el dolor y la adaptación a todo siempre terminas mareado. Caminé un poco hasta que sentí que era capaz de sostenerme y comencé a correr por el bosque, estaba disfrutando el momento, los olores, la vista y aquella euforia que te dejaba al sentirte libre. Al llegar a un lago me detuve, camine y mire en el reflejo de este, quería saber cómo era mi lobo, fue alucinante, era un lobo negro, un negro absoluto, y de ojos azules brillantes; los lobos completamente negros son raros, al igual que los blancos o plateados, ya que suelen haber quienes tienen una mancha gris o blanca o de algún tono que los vuelve más comunes.
Pero también existían varias historias oscuras detrás de aquellos que se convertían en lobos negros, aquellos que se convertían en uno terminaban odiando su lobo ya que este era un mal presagio ya que se decía que estos lobos estaban destinados a sufrir grandes pérdidas en la vida, pero no yo, yo amaba mi pelaje pues aquello no podía ser más que leyendas.
La mayoría de los lobos con pelaje negro eran grandes leyendas, alfas de gran fuerza y en tiempos pasados existía una manada entera de lobos negros que reinaban por sobre las demás.