Capítulo 8 ¿No está bien que haga esto contigo

Reid hizo un movimiento raro con la boca, levantó una ceja y dijo: "Dependerá de tu actitud, señorita Yan".

"¿Qué quieres decir?". Aria no sabía a ciencia cierta si el joven estaba hablando en serio o si solo se estaba burlando de ella.

"Siempre y cuando no tengamos nada que ver en el futuro, no tengo ningún problema en creerte". Sin embargo, lo que pidió era totalmente irrazonable.

Aria le clavó la mirada por unos segundos y, luego, se sentó en el sofá. "Creo que tendré que decepcionarte, pues no puedo hacer esa promesa. Después de todo, nuestro matrimonio es una orden de nuestra familia, ¿o me equivoco?".

El chico frunció el ceño en señal de preocupación y caminó hacia ella. "Señorita Yan, has vivido y estudiado en el extranjero por un buen tiempo. Me sorprende que alguien como tú acepte costumbres tan anticuadas".

"¿Qué tiene que ver todo eso con el hecho de si nos casamos o no?".

Aria lo tenía claro y por eso estaba presionándolo por el casamiento, no por amor, sino porque necesitaba de su ayuda para evitar que el Grupo Yan cayera en la ruina. De lo último que ella quería hablar con él era de amor.

"¡Por supuesto que tiene que ver!". El joven se inclinó e inquirió: "¿O acaso estás comenzando a enamorarte de mí, señorita Yan?".

"¿Eso te sorprendería? Sr. Reid, eres un hombre guapo y cualquier mujer se fijaría en ti. Aunque no sepan sobre tu posición económica, harían fila para dormir contigo. Yo, por otro lado, soy una mujer corriente. ¿Sería completamente inesperado que alguien como yo se enamorara de ti?".

Esta vez no se dejó intimidar, sino que lo miró fijamente a los profundos ojos negros del joven, quien la agarró suavemente por los hombros y dijo: "Entonces supongo que tendré que comprobar lo irresistible que soy en realidad".

Cuando terminó de hablar, se inclinó y la besó en los labios.

Aria, sorprendida, abrió sus ojos al máximo y trató de apartarse de sus labios, pero por desgracia no pudo esquivarlos.

Haciendo caso omiso de su inútil lucha, él la tomó en sus brazos y se la llevó hacia la cama de la habitación. Luego, de forma juguetona, la tiró sobre la cama y comenzó a desabrocharle el vestido. "¡Reid! ¿Has perdido la cabeza? ¡Suéltame!".

"¿No dijiste que me amabas y que estabas enamorada de mí? ¿No está bien que haga esto contigo?". De repente, vio lágrimas que brotaban de los ojos de Aria.

Ante esta situación, su corazón se ablandó y la soltó.

La muchacha aprovechó para apartarse, se subió la ropa y exclamó: "¡Deberías marcharte ahora mismo!".

El joven se puso de pie y le respondió: "Aria, si en verdad quieres casarte conmigo, tienes que estar preparada mentalmente. No será fácil ser mi esposa".

En un santiamén, se dio la vuelta y abandonó la habitación.

Sin embargo, no salió del complejo, sino que se quedó en la villa de al lado.

Aria estaba a punto de dejar el complejo, pero cambió de opinión debido a una llamada de su abuelo.

Encendió la televisión, y vio a Milton y a Roxanne anunciando su casamiento frente a varios reporteros. Después de todos estos años, finalmente se iban a casar.

Hacía apenas una semana, Milton había renunciado a su puesto de director ejecutivo del Grupo Yan para unirse al Grupo LX. Solo había transcurrido una semana, pero al parecer no podía esperar más para casarse con esta mujer.

Aria decidió salir a caminar sola, con la esperanza de dejar de pensar en las cosas que la preocupaban. Terminó por caer en cuenta de que su abuelo le pidió que se quedara en la villa unos días más porque no quería que ella asistiera a la boda.

Ya que ambos se alojaban en el mismo complejo, Aria no se sorprendió al encontrarse con Reid.

Con una hermosa mujer en cada brazo, el joven estaba muy cómodo, sentado al lado de una piscina. No hace falta decir que las dos mujeres llevaban bikinis puestos. Si Aria hubiera sabido que se iba a encontrar con él aquí, se hubiera quedado en su habitación.

El joven notó que ella traía puesto un traje de baño entero y negro. Aunque cubría su esbelta cintura, a los presentes les costaba apartar la mirada de ella.

"Señorita Yan, ¿también me siguió hasta aquí?". Revelando su pecho firme y esculpido, el joven se acercó a ella.

"Sr. Reid, ¡qué narcisista eres!". Aria volteó la cabeza y sus mejillas se ruborizaron un poco. "Estamos en un lugar público. ¿Pensaste que era una de tus piscinas privadas donde solo pueden ir tú y tus amigos?".

El joven se encogió de hombros, la miró y no dijo ni una palabra.

Aria saltó al agua, solo quería aprovechar la piscina para dejar de pensar en Milton.

Él siguió cada uno de sus movimientos, perdió la cuenta de las veces que ella nadó de un lado a otro e incluso llegó a conjeturarse: '¿Estará loca?'.