Capítulo 9 ¿Estás aquí para causarme problemas

Reid quería sacar a Aria de la piscina, pero ella salió por su propia voluntad y se alejó dejando todo mojado a su paso.

Angustiada y distraída por sus pensamientos, regresó a su habitación y se tiró en el sofá, con el cabello todavía empapado. La noticia de la boda de Milton y Roxanne era la última de la televisión.

"Mamá, si estuvieras aquí para ver esto, te habrías dado cuenta de lo equivocada que estabas al enamorarte de ese hombre".

Cuando su madre falleció hace mucho tiempo, Aria era todavía una niña y no tenía muchos recuerdos de ella.

Desde entonces no dejó que sus emociones la influyeran, pero en ese momento no pudo contener sus lágrimas, así que dejó que las lágrimas que habían brotado recorrieran libremente sus mejillas. A una edad temprana, Aria había aprendido a mostrar una imagen de seguridad y fuerza; a nunca dejar que otros la vieran en un estado de debilidad. Fue su abuelo quien le enseñó los beneficios de ser una mujer fuerte e independiente. Al fin y al cabo, el futuro de todo el Grupo Yan iba a recaer sobre sus hombros.

Cuando el reloj dio la medianoche, finalmente salió de la habitación, agotada, para tomar un poco de aire.

Caminó sin rumbo fijo por el jardín hasta llegar a un bar ubicado en el centro de ocio del complejo. Sin dudarlo, entró y tomó un asiento. "Quiero una botella de whisky".

Al principio, el camarero la miró con incredulidad, como si no entendiera sus palabras.

Cuando ella lo repitió otra vez, él asintió con la cabeza vigorosamente y se apresuró a buscar una botella para la dama.

Después de tomar sin parar, en poco tiempo estaba en un estado de embriaguez total, murmurando unas palabras incomprensibles.

Aria se apoyó en el sofá, agarrando a duras penas la botella.

Por otro lado, Reid también vio la noticia de la boda de Milton en la televisión, e inmediatamente salió a buscar a Aria. Cuando le preguntó a la persona a cargo del complejo, se sintió aliviado al saber que ella no había salido de la instalación, ya que su automóvil todavía estaba en el estacionamiento.

Fue a su habitación, pero nadie respondió al timbre. El último lugar donde esperaba verla era en el bar, divagando borracha consigo misma.

Se sentó a su lado y le dijo: "Oye, ¿estás aquí para causarme problemas?".

Con mucha dificultad, la chica abrió sus pesados párpados y miró al joven, sorprendida. "¿Qué estás haciendo aquí?".

"Vine a por ti. Si algo te sucede, tendré que rendirle cuentas a mi abuelo", respondió haciendo un gesto de desaprobación con la cabeza.

"¿Cómo? Lo que haga con mi vida no es asunto tuyo". Dicho esto se dirigió al camarero: "Tráeme otra botella, por favor".

"¿Para qué? Basta, ya te tomaste una". Reid contempló con extrañeza la escena, ya que no podía creer que ella se hubiera terminado una botella entera de whisky.

"No te preocupes. Tengo dinero. No tienes que pagármela". Tambaleando, intentó levantarse, pero luego se dejó caer en el sofá porque apenas podía mantenerse en pie.

El muchacho la levantó con cuidado y le guiñó un ojo al camarero, indicándole que no trajera otra botella.

"¡Reid, déjame tranquila!". Poco después, él logró sacarla del bar y llevarla a su habitación porque no estaba en condiciones de ir a ningún lado por sí sola.

Sorprendentemente, una vez acostada en el sofá y completamente ebria, tomó la mano del joven con fuerza y le suplicó: "Por favor, no te vayas. No quiero estar sola".

Tal vez fue porque estaba en un estado de embriaguez lo que deshizo su escudo y finalmente le reveló su lado frágil.

Cuando el joven vio las lágrimas en sus ojos, se dio cuenta de que todas sus ideas preconcebidas sobre ella no eran ciertas. No era una princesa arrogante de la familia Yan como pensaba. Ella era solo otra muchacha víctima de la impotencia.

"Mamá, por favor no me dejes sola. Tengo miedo", murmuró con los ojos cerrados mientras soñaba con la escena de su madre saltando de un edificio.

Reid no sabía mucho sobre la familia Yan, pues en realidad no le importaba. Bueno, le importaba poco hasta que la conoció, ahora quería escudriñar más en su vida para tratar de entender por qué esta mujer persistía tanto en casarse con él.

Ella estaba medio dormida, con los ojos apenas abiertos, y de repente su estómago se contrajo violentamente. Intentó levantarse apoyándose en Reid, pero no le dio tiempo a correr hacia el baño, solo a ponerse de pie. Tanta bebida la hizo vomitar, dando bandazos hacia adelante, asida al joven. Desafortunadamente, al pobre hombre también le cayó la desagradable sustancia encima.

Frunció el ceño, movió la cabeza en señal de descontento y miró el espectáculo de la mujer. Sentía como si ella estuviera decidida a hacerle la vida imposible y no había nada que él pudiera hacer para detenerla.