Capítulo 4 Bienvenida

Cuando el auto vuelve a a abrir sus puertas, bajamos para observar una casa enorme. Con la entrada llena de árboles y flores, el camino con pequeñas piedritas y con la vista de la casa en la colina.

Klaus baja de auto y mira todos lados.

-¿Kay papá está en casa?-le pregunta.

-Subire a mi habitación -anuncia sin mirarnos.

Klaus me mira algo preocupado. Luego avanzo con las maletas mis manos, el auto se cierra y avanza solito. Sigo a Klaus por las escaleras hacia La entrada principal.

Las puertas se abren para nosotros dos, ingresamos a la casa y el techo es muy alto, todo está impecable, la luz natural le da un brillo a ciertas cosas.

-Esperame aquí, llamaré a Julieta.

Asiento con la cabeza y dejo las cosas en el piso, miro a todos lados y veo a un chica de cabello negro mirarme de arriba hacia abajo. Su cabello es largo y negro, su tez clara.

-Debes ser Amelia -dice usando el misml tono de Kay cuando está enojado.

Asiento con la cabeza.

-Te trajo Kay por lo que veo, al final convenció a nuestro padre.

-Nadie me ha convencido, yo hice la invitación abierta a Amelia -escucho la voz ronca del papá de Kay.

Ella debe ser Keyla, la hermana de Kay.

-No es un gusto tenerte en casa.

Bajo la mirada y escucho que bajan por las escaleras.

-Me informaron que fueron por Klaus -dice el señor Franklin.

Asiento con la cabeza.

-¿Y dónde está? -me pregunta.

-No lo sé -miento.

-Que mal educado son mis hijos -dice tomándome de los hombros.

-Llama a Julieta -habla mirando hacia arriba.

-Como órdenes -responde la misma voz del auto.

-El asistente virtual.

-Algo así -dice él.

Veo a Klaus venir saltando hasta que se detiene cuando ve a su padre. Me suelta de los hombros para acercarse a su hijo.

-Puedo explicarlo -dice con miedo.

-Explicar tu vergüenza. O como dejas qué pisoteen el apellido Franklin.

Veo a Keyla presionar con fuerza el metal del balcón y mirar fulminante a su padre.

-Klauss se defendió -digo sin pensalor.

Klaus está temblando frente a su padre.

-Casi le rompe la nariz a Lucio, nos llamaron de la dirección por ese motivo -vuelvo a mentir.

Keyla me mira y sabe que miento, pero me acerco a ellos.

-Por eso las marcas en sus manos -digo tomando su mano derecha.

Veo la mirada sería del señor.

-Klaus es surdo -dice mirandome.

-Pues esta vez golpeó con la derecha, por eso casi le rompe la nariz -miento con facilidad y le sorprende.

Keyla está riéndose al verme, su mirada se relaja y veo que relaja las manos.

-Si hubiera sido con la izquierda fácilmente le rompía la nariz.

Klaus aún tiembla, yo también lo haría pero intento mantenerme calmada para que me crea la mentira.

-Me gustaría hablar contigo -dice mirándome.

-Papá -llama Keyla. Él de inmediato mira hacia arriba.

-Dime Key -dice cambiando su tono de voz.

-Me vas a llevar a mis clases de piano, recuerda -dice ella.

Asiento con la cabeza.

-Ve a cambiarte, hueles feo.

Klaus tiene los ojos cristalizados y se suelta de mi para subir corriendo las escaleras, Keyla intenta decirle algo pero veo que ha sido muy rápido.

-Ve subiendo al auto.

Keyla tampoco dice nada, hace lo que le dice su padre.

-Odio las mentiras Amelia.

Me quedo en silencio, miro hacia otro lado.

-Klaus no podría derribar a nadie, pero por lo que veo fuiste tú quien debendio la poca dignidad que le queda a mi hijo.

-No puedes hablar así -digo con molestia.

-No quiero que vuelvas a mentirme, si te he permitido estar en mi casa es por mi hijo mayor quien me lo ha pedido, pero hay reglas y hay límites en esta casa y una de ellas es nada de mentiras.

Con mucha vergüenza asiento con la cabeza.

-Julieta te va a indicar tu habitación, espero verte para la cena, que se viene todos los días a las siete y media de la noche a más tardar.

Asiento con la cabeza repetidas veces.

-Entonces me retiro, bienvenida a mi casa, bienvenida a la familia Franklin.

Escucho como la puerta de la entrada se cierra y logra respirar más tranquila.

Veo a un mujer algo joven, vestida con el uniforme de la casa.

-Señorita Amelia buenas tardes -dice mirandome.

-Buenas tardes -la saludo.

-Su habitación se encuentra en el primer nivel, en el área de visitas, por favor permítame sus maletas.

Se va acercando a mis maletas pero yo corro y tomo las maletas antes que ella.

-Yo puedo cargarla -le digo. Ella con un rostro también serio comienza a caminar, la sigo por el pasillo lleno de cuadros muy sencillos pero con fotos.

Hasta el final del pasillo hay un cuarto con la puerta marrón claro. Ella abre la puerta y ingresamos ambas. Dejo las maletas en el piso. Veo la cama con las almohadas blancas, con el cubre cama blanco, el sofá es de color azul y las paredes también no blancas, las cortinas son azules como el sofá pero todo es blanco.

-El joven Kay pidió que le trajera varias toalla, todas están en el estante principal del baño.

-Gracias.

-El señor Franklin pidió que no saliera por hoy de su habitación, por lo menos hasta que el viniera.

Asiento con la cabeza en silencio.

-Eso sería todo por mi parte.

-Gracias.

Sin duda prefiero quedarme en el hospital, la casa es fría, las paredes son blancas, se respira un aire de tranquilidad pero es de esas de las que te abruman.

Me siento en la cama y luego me tiró sobre ella, me quedo mirando el techo.

¿Tendré familia?

¿Alguien me estará buscando?

¿Podré recordar quién soy?

Aunque los doctores han descartado que mi recuperación de memoria se de de manera rápida, tengo esperanza de que pronto volveré a recordar.

Rápidamente pasan las horas, estoy arreglando la ropa que he traído de hospital en algunos cajones, hasta que anuncian las siete y media.

-Hora de cenar -anuncia la voz.

            
            

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