Estoy sentada en el medio del patio como una loca desquiciada con una caja de mi pequeña obsesión y veo a Hades llegar hasta mí con sus orejitas paradas. Lo acaricio y él se queda como si estuviese en el paraíso, como si yo fuese lo más valioso de su mundo, que tierno mi bebito. Dejo de tocarlo y mir...
-Hela.- me llama una voz que conozco muy bien. Ayyy nooo!!.
Tú tranquila, no te alarmes, total estás en tu casa.
¿Cuándo estar en mi casa ha sido impedimento para Owen O'kelly?
Nunca, así que mejor corre por tu vida pequeña esperanza.
-¿Sí?- me giro lentamente y quedo frente al espécimen de ojos verdes.
-¿Cómo estás querida?- pregunta con evidente sacarsmo. Decido seguirle el juego y no correr por mi vida, ya que eso sería entregarle la victoria en bandeja de oro.
-Bien querido,¿ y tú?- sonrío un poco y pestañeo varias veces.
-Más bien de lo que te pudiera decir.- comenta pensativo.
-Ya y ¿qué me importa?, digo, ya dejemos el sarcasmo y eso, ¿no ves que estoy pasando tiempo a solas conmigo y Hades?. Tu presencia desalínea mis chacras y los de mi hijo. Vete, corre, corre, te llama tu mamá.
-Auch- hace un gesto dramático- Eso ha dolido, pensé que te importaba y no, no veo soy ciego. ¿Quién es Hades ya estás delirando mujer?, ¿desde cuándo eres tan mística?. Cada día que pasa eres más rara.
-Auch, isi mi hi dilidi- hablo como bebé inmadura- ¿El cieguito te dicen?. Hades es mi mascota y graciaa por lo de "rara", es el mejor halago que me han dicho en toda mi vida. Lo apuntaré en la pared de mi cuarto.
-Qué infantil eres Hela. ¿Te quedaste con la bola de pelos?
-Se me olvidaba que eras ciego, pero aparte de ciego creo que eres anormal.
-Supérate Hela y de paso supérame a mí.
-Ya esto es el colmo. Owen no quiero morirme por reír tanto.
-¿Alguien ha muerto a causa de ese sin sentido que has dicho?
-No lo sé, aunque ser la primera no estaría mal.
Guardamos silencio por unos minutos. Lo observo detalladamente y él me observa con curiosidad.
-¿Qué tanto miras?- cuestiono con una ceja enarcada.
-¿Te gusta la salsa de tomate?
-Sí.
-¿Me das?
-Repite la pregunta por favor.
-Hela, ¿te gusta la salsa de tomate?
-No.
Owen da tres pasos haci mí y me arrebata mi cajita, ay mi dulce, hermosa y maravillosa cajita de salsa de tomate. ¿Cuántos años me darán en la cárcel si lo mato justo ahora?, soy joven y no tengo antecedentes. Forzejeo un poco pero al final él termina arrojándome todo el puré de tomate encima.
Esto no pasó. Maldito hijo de perra.
Sí que pasó, vamos has algo.
¿Te puedes callar?
No. Arrástralo que se lo merece.
Ignoro la voz de mi cabeza. Miro a Owen con enojo y este ríe.
-Si te vieras desde mis ojos- hace una pausa- Vieras que pareces un pollo acabado de salir del cascarón.
-No es gracioso espécimen, lavarás mi vestido.- sentencio rabiosa y seguro que estoy roja como un tomate.
¿Irónico no?
Chistosita la nena.
-¿O si no qué?- me reta cruzándose de brazos.
-Te voy a dar una paliza.
¿
-¿Me río ahora o más tarde?, lo dejo a tu elección bella dama.
No le presto atención y me pongo en función de quitar mi vestido. No me importa que me vea en ropa interior, no tengo ningún complejo con mi cuerpo, al contrario lo amo con locura y traigo un conjunto de ropa interior fenomenal, vamos como para acomplejarme. Seguro que este se va con algo más levantado que sus cejas.
Siento la atenta mirada de Owen mientras deslizo mi hermoso vestido por mis piernas torneadas.
-Qué haces, estás loca acaso?- interroga con sus ojos brillando con perversión y diversión.
-Te dije que lo lavarías y no jugaba- le lanzo el vestido que atrapa en el aire.
-Sabes que no lo pienso hacer, ¿verdad?
Doy un paso que me hace quedar a unos centímetros de su boca y susurro solo para los dos:
-Lo harás, porque lo digo yo. Recuerda que soy una niña muy caprichosa y consentida, así que me complacerás porque si no lo haces, habrá consecuencias.
Me alejo sin mirar atrás, contoneando mis caderas y entro a casa.
Me doy un baño y recuerdo que tengo que alimentar a Hades. Bajo las escaleras. Alimento a Hades, lo encierro en su jaulita y me dirijo a la cocina donde se encuentran mamá y papá conversando con los padres de Owen.
-Hola- saludo cordialmente y beso la mejilla de ambos.
-Hola linda- responde la señora Ana.
-¿Cómo has estado?- pregunto con amabilidad.
-Bien linda, ya sabes- toma aire y continúa- ¿Cómo te ha ido en la universidad?, mi pequeño ángel te ha cuidado?, ¿te ha ayudado en algo?
Dice que un ángel, ja, señora si eso a lo que usted llama hijo es un ángel pos créame que no quiero conocer al diablo.
¿Por qué apareces cuándo no te necesito?, mejor no respondas.
-La verdad me ha ido muy bien. Owen es un sol, es el hijo que toda madre quisiera- ella sonríe orgullosa de su hijo y yo trato de seguirle la corriente.
-Carina, ¿por qué no hacemos una cena mañana en casa?- propone la señora Ana. No mamá, no aceptes por favor.
-Me parece bien Ana querida. ¿A qué hora tendríamos que estar presentes?
-A las 9:00pm estaría bien.
-Allí estaremos- nos despedimos todos y yo me quedo procesando la información.