Sonríe dentro del cristal de su bebida y le doy la espalda molesta por su descaro, y también perdida en la forma en que sus labios húmedos de congac hacen un inocente pero pecaminoso puchero.
-Quiero verte esta noche de nuevo.
Me toma por sorpresa la seriedad con que me habla. Me observa severo y se acaba la copa de un tirón, da un golpe seco sobre la madera del bar donde la deja y camina hasta mí con actitud salvaje. Retrocedo impresionada.
-Tengo que decirte...
-No voy a aceptar excusas -me interrumpe.
No sé lo que me pasó antes. Ciertamente asumo que su magnetismo me haya obnubilado, o que la zona idiota de mi cabeza haya hecho maratón pero el resultado es el mismo: nunca debí aceptar una apuesta que no podré cumplir.
No vivo en su ciudad. No puedo volver cada vez que él quiera verme y tampoco puedo renunciar al dinero. Lo necesito para esta misma noche y he perdido mi oportunidad de ganarlo aquí, justamente por estar jugando con él a un absurdo juego que antes de empezar ya tenía perdido, no debí sobrestimarme tanto.
Recibo un mensaje de Lyla para irnos. Le había dicho que estaba jugando en una sala privada, ella dejó que el tiempo pasara y ahora está aquí, llamándome.
-¡Escucha...!-reclama y luego maldice -¡Joder! -gruñe frustrado -. Espera un segundo, tengo que atender algo.
Cuando sale de la habitación tomo mis cosas y el dinero que no puedo dejar atrás y me largo. Solamente me llevo los quince mil que debo darle a mi tía, es una medida desesperada pero los otos cinco mil se los dejo como prueba de que poco a poco iré saldando mi deuda con él.
Era un dinero que me dió por participar en algo en lo que no podré cumplir, así que solo veo la posibilidad de tomarlo prestado y poco a poco iré enviando aquí mismo los cheques para ir cancelando el préstamo que le he obligado a darme. De cierta forma ha sido así.
Tomo las escaleras porque el maldito ascensor no va a abrirme sin la llave que él usó y tampoco tengo tiempo de esperarlo. Bajo corriendo un montón de pisos y en el camino llamo a mi amiga.
-¿Dónde estás?¡Tengo que salir de aquí, ya! -me explica ella con cierta turbación. Es exactamente la frase que tenía preparada para ella. Menuda sincronización.
-Estoy llegando, espérame en el coche y arrancado por favor.
Mi desesperación se mezcla con la suya y sigo bajando sin parar. Nadie me sigue así que asumo que no se ha dado cuenta de mi huída y cuando finalmente casi sin poder respirar llego al lobby, mis ojos ven de lejos a Jerry...¿Qué hace aquí?
Madre mía.
¿Me habrá seguido?
Decido ignorar todo y salgo corriendo de allí antes de que pueda verme y todo se complique todavía más. He dejado atrás el Casino Royal de Alessandro... como se llame, y me marcho como una delincuente. Ya buscaré la manera de devolver el dinero.
-¿Me quieres decir de qué huías tú?
Cuestiono a Lyla que permanece sentada frente a mí en el interior del avión. Hemos despegado y me siento a salvo del guapo hechicero con el que pasé la noche jugando al póquer.
-He conocido al hombre de mi vida -confiesa suspirando.
Me mira por encima de los dedos de sus dos manos que ha llevado a cubrir su rostro en un gesto tan infantil como dulce.
-Y huías de él, ¿ porque...? -la incito a hablar con un ademán de mi mano.
-Tía, es un badboy, nunca podría tener una historia con él pero es el hombre de mi vida. Perfecto para mí, lo único que le pediría a Dios. Sin embargo es uno de los mayores enemigos de mi hermano.
Cierto. Ella buscaba a su hermano pero la noche ha sido tan veloz e intensa que no hemos podido ni vernos. Menudo capítulo para mis memorias.
-Pero sigo sin entender por qué huías.
-Follamos en un reservado y se quedó tan alucinado que quería más, pero cuando llamó a mi hermano mientras yo me tomaba una copa, salí huyendo. Si Ale me ve allí me mata. Y menos con él.
-Bueno, mira -mascullo más para mí que para ella -, al final las dos salimos huyendo.
El resto del viaje lo paso pensando en él. En cómo se habrá sentido cuando descubrió que me fuí y me llevé una parte de su dinero. No puedo dejar de pensar en sus labios, la manera tan comedida en que se mordisqueaba las comisuras y la chispa que habita en sus ojos extremadamente azules. ¡Dios, es un hombre precioso!
Ni Lyla dice nada más ni yo le cuento de mi situación. Simplemente decido engavetar esta noche y seguir con mi vida.
(...)
Han pasado dos días desde lo de Montecarlo y no sé si sentirme tranquila porque Alessandro no haya dado conmigo, o dolida por su falta de interés.
De alguna manera quería volver a verlo, y explicarle lo que no tuve tiempo o no pude debido a su interrupción. Sin embargo por otro lado no sería muy conveniente, me metería en problemas y él pensaría que soy una cazafortunas o una estafadora. Como mínimo, una mujer sin palabra.
-Esta noche necesito que me acompañes a una fiesta -brama Lyla tirando su mochila sobre la barra de la cafetería en la que trabajo.
Trabajar aquí es lo que sostiene mi casa. Cuando no tengo clases, cubro turnos que paguen las cuentas del cochambroso sitio en el que vivo.
-No estoy de humor para eso, nena.
Me pone cara de cachorro mientras yo intento seguir con mi ajetreado día y entre eso y que le debo mil favores, no consigo sostener mi negativa. Soltando una larga inspiración claudico y por mi expresión capta mi rendición.
-Por favor. Necesito verle -junta las manos como rezando.
Mi jefe me mira desde la cocina y le sirvo un café a ella, para que no me regañen por estar de cháchara.
-¿A quién? -pregunto tomando el pedido del siguiente cliente.
-A él -murmura ella endulzando su café -. Me encontró, Bethany. Anoche me llamó y fue tan excitante que le prometí verlo. Tiene una fiesta de negocios y me ha invitado, por favor ve conmigo. No quiero ir sola.
-¿Me estás pidiendo que sea una especie de...carabina?
Tomo el siguiente pedido en modo automático y sopeso mis posibilidades de escapar de la capacidad que tiene Lyla para conseguir lo que se propone.
-¡Vale! -consiento suspirando -. Pero si veo que estás a gusto y a salvo, me largo. Mañana tengo clases temprano.
-Gracias, tía, eres la mejor.
Y sí, lo soy.
Luego de darle la cena a mi madre y cambiar su ropa de cama para acostarla, me visto con un ceñido vestido verde, escotado en forma de uve pero con mangas cortas sobre los hombros, y la espalda descubierta. Largo hasta encima de los muslos y tacones negros. Solo llevo el dni y el móvil dentro del monedero de noche. Poco más que las bragas.
Mi tía está bastante tranquila teniendo en cuenta que su cuenta de adeudo vuelve a estar en blanco y en estos momentos no me está molestando para nada.
Jerry hace esos mismos dos días que no me contacta y puedo respirar con tranquilidad.
-Por fin -refunfuña la pelirroja cuando llego -. Vamos sube que llego tarde. Estoy tan nerviosa,tía.
Siempre que salimos le pido que me recoja unas calles más abajo para que mi tía no la vea y empiece a atar cabos.
-Lo que estás es loca. ¿Sabe tu madre que estás yendo a verte con un desconocido?
Niega y me sorprende. La madre de Lyla es maravillosa, siempre dulce y atenta cuando hablamos por teléfono y tener a su hija en otro país en un curso de intercambio la asusta, aunque le da cierta libertad, confía en ella. Pero si supiera lo que está haciendo, confiaría menos.
-Te dije que es un enemigo de mi hermano. Mi madre vendría aquí, si lo supiera. Me sacarían de las clases.
-Nunca me has presentado a tu hermano -analizo en voz alta mientras el chófer conduce.
-Tiene treinta y seis años, es un estirado y muy estricto, no te caería bien y además, no le gusta que le presente a mis amigas. Es super pijo.
¡Uff! Suena a un tío un poco imbécil.
Ya no quiero conocerlo. De todos modos cuando ella se marche no creo que nos podamos volver a ver.
-Oye, pero tengo otro hermano, Logan, ese sí que te encantará -farfulla con alegría.
Me consta que está muy ligada a su hermano mayor, hablan todos los días pero es tal vez como una figura paterna para ella. Puede que por eso le vea más serio que a Logan.
Entre unas cosas y otras llegamos a la casa de la fiesta.
Hay una cantidad impresionante de luces cegadoras por todo el impactante jardín. Es una mansión enorme y muchísima gente elegante está en ella, bebiendo y charlando, prácticamente nadie baila y la mayoría de los hombres parecen hacer negocios con exuberantes mujeres colgando de sus brazos. Un poco pijo todo.
-Parece que estoy en una de las fiestas de mi hermano -se queja Lyla.
-Yo creo que mejor me voy.
-No tía, coño. Prometiste quedarte...
¡Hostias!
De pronto lo veo...es Jerry, está aquí. Maldita sea.
¿Por qué aparece en todos los sitios a los que voy de pronto?
Me agacho y ella hace lo mismo que yo, caminamos juntas hasta detrás de algún arbusto que nos cobija y le digo...
-El prestamista de mi tía está aquí, tengo que irme.
-Joder, que mala suerte. Mi hermano también está aquí, también me voy pero antes tengo que verle a él, decirle que me voy. Que nos veamos en otro sitio más privado.
Nos miramos asombradas. Su hermano vive en Montecarlo. Es evidente que no se refiere a Logan, sino no se escondería. Está claro que es el otro el que está aquí, no sabemos por qué.
-Te espero en el coche. No te demores.
-Sí -responde y saca su móvil supongo que para llamar a su misterioso enamorado -. Ahora voy, dame un segundo.
Me aparto de ella y comienzo mi huida, no pretendo que se me multipliquen los problemas y entre ellos estaría explicar cómo estoy en una fiesta como esta, un lugar al que no pertenezco.
Sorteo algunos adoquines y cuando veo el coche siento que estoy a salvo, unos pasos más y estaré dentro de la protección necesaria para que no me vea.
Entonces sucede...
En una noche casual se cruzan los caminos de un Duque libertino y una chica en apuros.
-¿Dónde vas tan apurada, preciosa?
Una mano me toma de la muñeca y su voz se cuela por mi sistema cuando me habla al oído. Es él, Alessandro. ¿ Qué está haciendo aquí?
-¿Huyes de mí o es que te aburrías allá adentro? ¿ No te van las fiestas de negocios? Claro..., tú eres más de apuestas falsas.
Me doy la vuelta en un temblor. No sé que decir ni como reaccionar. Entre su voz que me pone de rodillas, los cabellos canosos que tanto me seducen y el miedo a la situación de la que no sé como podré escapar, estoy echa un flan en sus manos que me atrapan de la cintura y me pegan a su fibroso cuerpo.
¡Dios, este hombre es una bomba sensual!
-Puedo explicártelo -finalmente reacciono y hablo.
-No tengo dudas de que lo harás -asiente abstraído mirando mis labios que tiemblan ante sus ojos -¿ Estás nerviosa?
Me aferro a las solapas de su saco para no caer al suelo. Es muy intensa y roza el peligro la forma en que me estudia el rostro.
-¿Debería estarlo? -cuestiono cuando se acerca y me tropieza la nariz con la suya.
-Probablemente...sí.
-No sé que decir a eso -murmuro. Está demasiado cerca y me siento mareada con su olor y su poderío.
Sus manos caminan otra vez, justo como aquella noche por mi espalda desnuda y me estremezco. Le deseo. No puedo evitarlo.
-Quiero muchísimo morderte la boca -gruñe luciendo enfadado -¿A eso sabes que decir?
¡Oh, por el amor de Dios!
-Me temo que no -contesto sincera.
-Entonces tenemos mucho de que hablar esta noche...cuando averigües que responder a todo lo que tengo que preguntarte, empezaremos el juego otra vez.
-¿En esta ocasión también estaré perdida antes de empezar? -cuestiono nadando en el azul de sus ojos.
-¡Completamente perdida, Bethany!
Y entonces me besa...