No puedo negarme... es que ni siquiera quiero. Es adictivo. Delicioso. Enloquecedor. Me dejo ir del todo y doy riendas sueltas a la pasión que me golpea con fuerza...es tremenda su manera de besarme. Me reclama completamente. Hace que sienta que tiene todo el derecho a hacerlo y me confunde. Me entrego. Me obliga a hacerlo con sagaz dominio.
Hundo mis dedos en su pelo mientras él me aprieta las nalgas y me empuja con su cuerpo contra un coche. No sé de quien, no importa en absoluto de quién demonios sea. Chocamos entre jadeos y el rebote hace que nuestros pechos se fundan. Mis pezones se vuelven tiesos contra su torso duro y gime al contacto. Yo rujo en su boca. Me muerde. Le succiono.
¡Dios, esto es sublime!
Este hombre es un extraño. Alguien a quien le debo mucha pasta pero no consigo dejar de besar. Gimo por enésima vez yo, en sus labios. Luego él en los míos. Muerde con fuerza y volvemos a empezar.
Meto con más violencia los dedos en su pelo, tiro y luego jadeo cuando acaricia mis muslos por los lados de mis caderas subiendo, caminando arriba y abajo. Sus manos son como una seda que provoca ardor en mi piel, es como si quemara y estuviésemos a punto de explotar en llamas. Le deseo muchísimo.
«Tenemos que parar»
Pienso en un instante de lucidez.
«No quiero parar»
«No puedo parar»
-¡Para! -le pido finalmente en medio de un escandaloso jadeo.
Un gruñido precede otro montón de besos más y siento que me ahogo en su boca, es muy poderoso y me domina completamente.
No puedo ni imaginar lo que sería tenerlo dentro de mí. A qué velocidad me tomaría. Dios, acabaría conmigo. Lo puedo sentir. Arrancaría mi ropa. Bebería en mi piel con desesperación y...ufff.
-¡Detente! -suplico una segunda vez pero vuelvo a su boca y entonces él sigue mi propio ritmo.
-Detenme tú -implora.
-Tenemos que parar -pluralizo mi teoría pero la práctica nunca llega.
-Átame, si quieres que no te posea. Porque te juro que buscaré todas las maneras posibles para hacerte mía. Te deseo y te deseo, ya.
Es ahí cuando lo entiendo: quiere que me convierta en su amante y me ha hecho perder ese dinero para que no tenga escapatoria. Me ha convertido en una prostituta.
-¡Basta! -le empujo con rabia.
Se queda mirándome un poco confuso. No sé como pueden esos ojos ser más cínicos.
-¿Qué demonios te pasa? -reclama arrugando el ceño.
-Me has visto necesitada y quieres que me vuelva tu zorra...eso me pasa -espeto.
Intento poco a poco recuperar el correcto ritmo respiratorio y a pesar del insultante momento que vivo, consigo ralentizar mi corazón.
-No tengo idea de por quién me has tomado pero te aseguro, como que me llamo Alessandro DiLucca -parece ofendido y coloca las palabras frente a mí con fuerza y puños apretados -, que jamás haría algo así. Soy un caballero.
Esto es la hostia.
El tío me devora como un animal salvaje y se titula: caballero. Esa forma de arrasar con mi cuerpo no pertenece a un caballero. Por favor, si parecía un depredador experto y yo estaba más que entregada a su control.
-Escucha...voy a devolverte ese dinero, lo prometo.
-Por supuesto que lo harás -afirma alzando una ceja.
-No tienes que preocuparte...
-¿Te parece que estoy preocupado? -me interrumpe nuevamente y no sé lo que me parece. Ciertamente.
Veo a lo lejos como Lyla se acerca corriendo hasta mí y de pronto cuando estoy a punto de gritarle que me de el dinero de este hombre para irme y nunca volver a acercarme a él, ella se esconde detrás de un Lexus negro y me hace la señal universal para que guarde silencio. El dedo índice sobre sus labios me suplica algún tipo de complicidad que desconozco.
-No vivo en tu ciudad. Yo, no debí haber hecho esa apuesta contigo pero no tenía opción -me empiezo a desesperar y siento que estoy a nada de llorar.
-Tampoco vives en mi país -se acerca decidido y me reta con la mirada -. Esa que debe estar ahí detrás mirando como hablas conmigo -murmura y arrugo las cejas confundida -, es mi hermana pequeña y te aseguro que no te perdonará si sabe que has estafado a su adorado hermanito. Todo tu mundo se vendrá abajo si te denuncio por estafa y ella, Lyla DiLucca jamás volverá a mirarte a los ojos como hasta hoy.
Algo cambia entre los dos. Puede que sean sus palabras, la manera amenazante en la que se comporta de pronto pero en el fondo, me siento acorralada y avergonzada. Nunca debí ir a ese maldito sitio y mucho menos dejarme embaucar por un experto jugador.
-Hablaré con alguien que conozco para devolverle su dinero -murmuro conteniendo las lágrimas.
Niega y mira sobre su hombro hacia atrás buscando el rostro de su hermana, lo que me hace recordar todo lo anterior que ha dicho y se me escapa una lágrima indomable.
¿Cómo alguien tan hermoso puede ser tan miserable?
De todas las cosas que no pensé tener que hacer, una fue precisamente venderme como una prostituta a Jerry para pagar una deuda y ahora resulta que es justamente lo que haré para liquidar el pago a un desconocido.
Si no le hubiera dado ese dinero a mi tía ahora mismo se lo devolvería a este maldito imbécil y saldría de todo este embrollo.
-No quiero tu dinero, Bethany -decreta con carácter -. Te quiero a tí, saldando nuestro acuerdo. Un mes conmigo, de la manera que yo quiera.
-Dijiste que nunca involucrarías mi cuerpo -rememoro para ambos -. Y acabas de hacerlo.
-Me he saltado un poco el acuerdo, sí -acepta enderezandose frente a mí, es muy alto -. Lo tomaremos como intereses a fin de que tú has hecho lo mismo. Ahora estamos en paz y mañana te espero en mi hotel, para firmar el acuerdo...no faltes hermosa, sigue mi consejo y ven.
Se aleja sin decir nada más. Simplemente desaparece de mi vista y siento profunda necesidad de llorar pero entonces veo a Lyla que viene hasta mí y recuerdo las palabras de él, así que me recompongo y guardo silencio. No entiendo nada de lo que está pasando pero hasta que no sepa más, intentaré dejar mi vergonzosa actitud para mí sola.
Si de veras ella fuese su hermana, tal y como él dijo no me gustaría perder su amistad por algo tan sucio como lo que hice y ella ha sido un gran apoyo para mí, nunca podría fallarle. No lo merece.
-¿Qué hacía mi hermano hablando contigo? -su pregunta confirma mis dudas -¿Qué te dijo?
Una vez que comienzas a mentir, ya generalmente no puedes parar y pensando en todo lo anterior...,respondo mintiendo un poco más.
-Nada en concreto, solo estaba ligando conmigo...¿Ese es tu hermano Logan? -sostengo mi treta un poco más.
-No hombre no -alza una mano -, ese es mi hermano mayor: Alessandro DiLucca, Duque de Arsuns. El que te comenté que es un pijo y un mandón. Desde que papá murió Ale es la cabeza de la familia y creo que se le ha vuelto en su contra, está demasiado amargado. Hasta canas le han salido a los treinta y cuatro años.
Suelta la parrafada de pronto mientra sube al coche y yo me quedo tiesa en el sitio.
«Es un Duque»
«Un jodido aristócrata »
Ahora sí estoy en problemas. He jugado con fuego y me empiezo a quemar. Ese tío tiene el suficiente poder como para acabar conmigo en dos suplidos y siento que me falta el aire al notar como se ha complicado la vida a unos extremos insospechados.
-¿Entonces tú también eres duquesa? -cuestiono casi sin voz.
-Sube anda -sale un poco del coche y tira de mí y cuando entro le indica al chófer que nos saque de allí -. El título es para mi hermano y su esposa es la única duquesa que lo podrá ostentar con él.
«¿Cómo esposa...?»
«¿Está casado?»
Oh Dios, esto se me ha ido de las manos. Me he besado y manoseado con un tipo casado, que encima es Duque de no sé qué y me está reclamando una deuda y una estafa.
¡Mi madre!
-¿Está casado? -pregunto de forma tan asustada que es casi inaudible.
-No tonta -sonríe y siento que el alivio me sorprende -, te digo en un futuro, solo su esposa será duquesa.
-¡Ahhh! -suelto el aire de repente y ella me mira inquieta.
-Oye, ¿Estás bien?
-Sí, solo necesito dormir. Estoy muy cansada.
Me dejo caer contra el respaldo del coche y me saco mi teléfono cuando le siento vibrar en el pequeño bolso.
*Dos cosas, hermosa: Besas increíble, aún puedo sentir tu sabor a fresas en mi boca y créeme que aunque no te vuelva a besar, jamás dejaré que se me olvide a qué sabes. Y lo segundo es que te espero mañana en el Hilton de Wessintg. Estoy en la suite. Ven a primera hora de la mañana y trae tu pasaporte e identificación personal.
Sueña conmigo, linda. Yo no he conseguido dejar de hacerlo con tu sabor*
Se me escapa un jadeo cuando leo el mensaje que me ha mandado y tengo pánico de lo que puedan significar esas palabras.
-¿Pasa algo? -pregunta Lyla bostezando.
-No, nada nada.
Me llevo el móvil al pecho y dejo que la incertidumbre se apodere de mí.
No sé que más podría salir mal porque sinceramente todo lo que me rodea está en mi contra ahora mismo y no sé hasta dónde puedo estar en posición de salirme de las demandas del Duque.
Por Dios, ¿Es que no pude escoger otra persona con la qué liarme ese día?
-Beth...-me llama mi amiga y ladeo la cabeza para mirarla sin alzar el cuello -, si vuelves a ver a mi hermano no le digas que somos amigas.
-No tengo por qué verlo, nena -miento categóricamente. Soy una mala persona.
-Créeme, si sabe que eres mi amiga volverás a verlo porque él investiga todo y a todos los que me rodean.
¡Joder!
¡Estoy perdida!
-¿Y no te preocupa que sepa que te estás viendo con un prestamista ?
-Si está aquí es porque ya lo sabe. Le he dicho a Jerry que estaré unos días sin verlo hasta que Ale se haya ido.
-Nunca me hablas de tu familia -murmuro triste.
-Un día lo haré -explica acongojada -; pero si quiero que sigamos siendo amigas tengo que mantener mi vida familiar lejos de tí. No tienes ni idea de lo que puede significar ser un DiLucca.
Ni soy la clase de persona que pregunta de más, ni me gusta sonsacar algo que debe ser expuesto con total libertad. Si ella decide dejarlo todo hasta ahí, no tengo porqué hacer algo diferente a su decisión y simplemente callo.
Durante el resto del viaje solo pienso en las consecuencias por todo lo que he hecho y en mi encuentro con ese hombre mañana. No sé lo que pueda pasar, ni para qué exactamente me ha pedido esas cosas pero está claro que he jugado con fuego, y ahora toca quemarse.
Algo me dice que Alessandro DiLucca será una fogata permanente en mi vida. Alguien que no parará de hacer que sus brasas me consuman más de lo que pienso.
Estoy en las manos de un Duque perverso que no tendrá piedad al reclamar lo que quiere de mí... y yo no puedo hacer nada para impedírselo.