Mis manos juegan con su pelo y las suyas vagan sedientas por mi espalda, la curva de mis caderas y rozan los bordes de mis pechos sin permitirse más libertades porque en el fondo él sabe tan bien como yo, que somos dinamita juntos y de la misma manera en que a mí algo me detiene de avanzar más allá de esto, a él también lo frena otro algo que solo él conoce.
-Eres una locura -masculla estirando mi labio entre sus dientes -.¿ Qué estás haciendo conmigo, mujer? Me vas a desmontar la vida entera.
No digo nada. Quiero más besos así y salgo en busca de ellos. Le siento duro entre mis piernas y evito no pensar en lo fácil que sería meterlo dentro de mí pero me concentro en su boca solamente y gimo cuando me besa el cuello y me muerde la clavícula antes de volver a darme sus labios para que los devore a mi antojo.
-Juega esta noche conmigo -propone entre mordidas y sonrisas húmedas.
-¿Que juegue contigo...? -ladeo el rostro -. No serás un amo de sado de esos ¿no?
-No, tonta. No juego a esas mierdas -se ríe y me besa rápido.
-Entonces explícate mejor porque a eso es a lo que ha sonado lo que has dicho en medio de una vorágine erótica -pongo en perspectiva.
Es que si hubiese sido de otra forma hubiera pensado que se refería a jugar a las cartas o incluso las casitas pero en medio de un tórrido momento como este asumo que me propone algo guarro tipo sado... Vamos, el completo Christian Grey.
-¡Anja! -sonríe -. Entonces esto ha sido erótico para tí ¿eh?
Le golpeo el hombro y me intento bajar de sus caderas pero me mantiene en el sitio e incluso lucha con alguna que otra ola que nos azota.
-Que hables de una vez, pervertido -me abrazo más a él.
-Apuesta contra mí.
-Ya me hiciste perder una vez. No me apetece irme con las manso vacías de nuevo, Alessandro.
-Te prometo que aunque pierdas no te irás con las manos vacías. Además te recuerdo que te llevaste quince mil dólares.
Me muerdo el labio y me rompe el gesto con uno de sus dedos que finalmente desliza por mi boca hasta que sonríe cuando le muerdo la punta.
-No sé por qué te dejo que me enredes en tus manipulaciones -pienso en voz alta -. Pero vale, dime que apostamos esta vez.
-¡Una sesión de placer!
Dios, como me he puesto con esas cuatro palabras.
Creo que ha sentido el latido de mi sexo golpeándolo como su fuera una descarga eléctrica a través del agua.
Mis pechos han saltado entre los dos y tengo los pezones tan duros que duelen.
-A tu cuerpo le ha gustado la idea -comenta confirmando mi teoría -.¿Qué me dices tú?
-No puedo ni hablar -ronroneo sincera.
Me bajo de su cuerpo, esta vez no me lo impide y me alejo un poco para que mis emociones corporales no me sigan delatando.
-Es increíble como toda tú me recepcionas. Te deseo a niveles impresionantes.
-Cállate ya y dime que tipo de placer apostamos.
Él tiene algo que me pone encendida en un segundo. Hasta cuando habla me calienta.
-Si te gano dos partidas de tres al póquer, vas a desnudarte y dejar que venere tu cuerpo sin que te haga mía, no perderías ese límite que parece tan importante para tí.
-Dijiste que no involucraría mi cuerpo la anterior apuesta -recrimino.
-Por eso estoy creando un nuevo juego para los dos, Bethany. Tú y yo nos deseamos hasta el punto de la necesidad pero no estamos dispuestos a cruzar ciertos límites...pues apostemos. Luchemos por ganar. Si se trata de un juego, no hay peligro de romper promesas.
-No lo sé, siento que me estás manipulando para llevarme a la cama.
-Nos estoy manipulando a los dos, preciosa -acepta con una tranquilidad pasmosa -. Yo quiero mucho más que tú resistir a esto que me provocas, por eso te propongo jugar, si es un juego no hay culpables...
-¿Y si pierdes...? -cuestiono haciendo un pequeño puchero.
-Si yo pierdo te daré lo que me pidas. Cualquier cosa que quieras de mí, puedes pensartelo pero podré darte lo que sea que me pidas.
-¡Es un trato! -le ofrezco mi mano mojada y la toma tirando de mí para mirarme de cerca y simplemente eso, nada más.
Esa tarde fue maravillosa y vivimos momentos tan relajados como hacía tiempo no me sucedían, y entonces llegó la noche.
Con la noche vino la cena, dos copas de vino, dos paquetes de cartas y tres partidas que perdí consecutivamente.
En el fondo creo que los dos sabíamos que nunca tuve oportunidad.
Y media hora después de la última derrota, me tomó de la mano, me condujo escaleras arriba directo a mi habitación y en menos de lo que pude ser consciente estaba abierta de piernas sobre las sábanas y lista para jugar con el Duque.
(...)
Me ata las manos por las muñecas, las lleva hasta el cabezal de hierro y me deja allí, amarrada y con las piernas abiertas y las rodillas clavadas en el colchón.
No duele, pero excita. Es algo metafísico, indescriptible.
La sensación que me produce es totalmente novedosa. Nunca había sido deseada de forma tan intensa y menos, estando amarrada. Así como tampoco había querido tanto algo, como le deseo a él.
-No sabes lo hermosa que te ves, así...a mi voluntad. Abierta esperando por mí.
Sí, lo sé. Estoy a su merced y mis piernas lloran en el espacio entre ambas por él. Es en extremo intenso y siento que podría tener un orgasmo solo de verlo desearme así.
-Alessandro, por favor -pego mi frente a mis antebrazos. Estoy tan excitada que me duele el clítoris.
-Deja que te bese -sube dos dedos por la cara interna de mis muslos -...aquí -toca mis pliegues sin entrar -. Quiero pasar mi lengua y separarlos con mis dientes. Que grites en mi boca y tires de tu labio çuando te lo muerdas de tanto placer que te daré y sentirás que puedes morir en mis labios.
¡Madre mía!
Siento que me quemo en mi sexo. Estoy muy involucrada con su manera de abordarme y solamente está hablando. ¿Qué pasará cuando me tome?
-Dime que sí -roza mi entrada deslizando a lo largo de mí uno de los dedos y me retuerzo -. Deja que te coma entera. Que te de placer hasta que te corras en mi lengua. Entrégate a mí.
Se me endurecen todavía más los pezones, como si eso fuera posible y grito cuando pasa la lengua por uno y luego el otro, solo la lengua, nada más. Me está torturando.
-Por favor. No puedo. Hazme tuya de una vez, esto es doloroso es un castigo y roza el sadomasoquismo.
Hicimos una apuesta, sí. Otra mas; pero es que, joder...es un experto jugador y sabe como obtener de mí lo que quiere y yo solo le necesito a él, dentro de mí y luego que sea lo que Dios quiera pero le necesito. Es algo animal, completamente visceral.
-Quiero que sea intenso. Si no puedo tenerte más quiero que no puedas olvidar nada de lo que te haga y prometo guardar en mi memoria cada segundo que esté en tí -confiesa apretando mis pechos desde atrás.
Empieza a besarme el cuello y acaricia mis clavícula con su lengua, ladeo mi cabeza según su posición y las manos no dejan de saborear la piel mis pechos que se han rendido ante él y le reciben llenos y gustosos.
-Me fascinas...
No puedo decirle que él a mi también, sería darle demasiado poder. No puedo.
-¡Fóllame! -me sorprendo bramando. No habíamos quedado en eso.
-Pronto, princesa, pronto -promete a sabiendas de que no es parte del trato.
Me separa las piernas un poco más y abro los ojos expectante cuando veo como se acuesta entre ellas, bajo la cabeza buscando sus ojos con los míos.
Le tengo entre los muslos y sus esferas azules están muy abiertas, casi negras de la excitación.
Cuando pasa la lengua a lo largo de mi sexo, puedo verlo todo, y es lo más jodidamente erótico que alguna vez ví.
-Sabes a mí -murmura y sopla entre mis pliegues, yo lloriqueo y me muerdo los labios -, a lo mucho que me deseas dentro de tí.
Cuela un dedo y grito incapaz de callarme. Él ríe y entonces con su otra mano introduce otro dedo y me abre el coño para meter la lengua sin preliminar aviso.
Mi cabeza cae sobre mis brazos y me fallan los muslos, le aprietan ña cara porque siento que voy a desmayarme.
-Eso, nena, apriétame la lengua como harías con mi polla.
-Maldita sea, tómame de una vez. Voy a morirme de deseo.
Esas palabras le hacen acelerar el paso entre mis pliegues y me vuelvo loca dando gritos. No soporto tanto placer, nunca he sentido algo así.
Me muerde, chupa, estira, lame y vuelve a empezar. Alterna con sus dedos y la posibilidad de bajar la vista hasta él y ver que todo lo hace es mientras sus ojos conectan con los míos lo vuelve más intenso aún.
Le follo la cara con mi propio sexo. Estoy sobre él, subo y bajo a medida que me besa ahí y las manos amarradas me obligan a gritar y nada más, no lo puedo tocar ni me puedo tirar del pelo o morderme una mano para acallar mis gemidos, entonces para él es tan excitante como para mí el poder ver todo el tiempo la expresión de mi rostro al sentir lo que provoca su boca.
-No puedo más -lloro y rujo a la misma vez. Es demasiado.
Él sigue, no para y cuando da los últimos lametazos sabedor de que voy a correr me, sube dos dedos a mi clitoris y me aprieta en un pellizco exquisito que produce que me vaya del todo en su cara entera.
¡Joder, que fuerte me he ido!
Me toma de las caderas y me obliga a sentarme en su cara, no permite que me levante y sigue lamiendo todo el flujo de mi éxtasis. Es la cosa más íntima que jamás he hecho.
Sin embargo media hora después, cuando he tenido dos orgasmos en su boca y caigo exhausta entre mis almohadas, se acerca a mis labios me besa despacio y se marcha. Esta vez no se queda conmigo. En esta ocasión no me acompaña a dormir, sencillamente se marcha. Y le dejo hacer.
No tengo fuerzas para nada más que dormir y así lo hago hasta que amanece.
Al siguiente día me levanto feliz, relajada y extasiada al recordar todo lo que me hizo sentir. En el mar, en el camino, en el juego y luego en su boca entre mi sexo.
Él tiene algo que me vuelve loca y hace que me olvide hasta de quien soy.
Sin embargo cuando la mañana avanza y me siento lista para bajar a desayunar, descubro que ya se ha ido del castillo y paso por la cocina para pedir que me lleven el desayuno a la terraza cuando escucho de la boca de una de las sirvientas, la primera frase que desmonta mi ilusión de felicidad:
-El Duque dijo que sigamos negándole las llamadas y que no sabe cuando volverá -explica una primera voz y me detengo enseguida.
-Pobre de su alteza, no sabe el destino que le espera -asegura la otra.
-Y lo peor es que parece una buena chica. Se ve que va a sufrir cuando sepa que el Duque está prometido con la otra princesa...será muy duro. Lucen muy involucrados.
Esa última frase es la que hace que mi mundo se rompa por completo. No es solo los engaños en repetición de Alessandro, o que sea un infiel y un cabrón porque eso puedo superarlo, no es nada que no me esperara de él pero saber que se me ve empezando a sentir cosas por él es la confirmación de que tengo que huir cuanto antes de su lado.
-Ella también es una princesa y su prometido es muy guapo, esperemos se consuele con eso.
Me quedo mirando pérdida a las dos chicas que comentan acerca de mi vida y la de Alessandro como si supieran más que yo de todo lo que está pasando aquí.
-Todavía no está claro que lo sea, Amun -le riñe la más joven.
-He visto la marca, Nirin...la vi el otro día cuando le preparé el baño de espuma y sé que es ella, tiene la marca de nacimiento de la reina. Y si el Duque la mantiene aquí encerrada es porque sabe que es ella. Él jamás ha pasado tiempo con una mujer, ni ha movido a los criados por ella ni...
-¿Me quieren explicar de qué exactamente están hablando?
Mi voz las interrumpe y las deja tan sorprendidas que se les caen los platos al suelo y el estruendo que se crea es casi tan fuerte como el que ruje en mi pecho del miedo a confirmar lo que he podido entender del dialogo de estas dos mujeres.
-¡Su alteza...!