Pero...¿acaso tengo opción para elegir?
El error lo cometí la otra noche, justo cuando fui a su casino y me dejé llevar por la explosión de adrenalina que provocó en mí cuando me abordó de aquella forma tan sensual y provocadora. Además del obvio plan de ganar el dinero rápido, ese dinero que exigía mi tía y con el que evidentemente a aprovechado para huir y ni por humanidad tuvo la diferencia de dejar la casa para nosotras. Simplemente puso a mamá en la calle con las pocas pertenencias que teníamos y si no llega a ser por la alocada proposición de este hombre enigmático que tengo al lado, no sé donde habría pasado mi enferma madre la noche y el resto de los días.
Tanto darle vueltas a mis miserias me ha sacado las lagrimas hasta el balcón de mis ojos y lucho como puedo, apoyándome en varias respiraciones profundas para controlarlas y evitar que caigan.
Desvío la mirada al móvil y recapitulo como Lyla me ha mandado unos mensajes de reproche y he tenido que medio mentir -de alguna forma- al explicarle que estoy contra la pared, que es necesario pasar estos días separadas y que pronto estaré de regreso allá, y nos iremos unos días de vacaciones juntas.
He pillado al Duque mirándome muy de vez en cuando pero siento que algo en sus ojos indica autoreclamo o tal vez empatía, no lo sé. Da la impresión de que se reclama a sí mismo por lo que me está haciendo y eso le vuele empático..., de cierta manera.
-¡¿Señor...?! -le llamo y consigo que me mire por encima de sus gafas.
-No te imaginas lo que me hace que me llames así -ronronea uniendo sus labios de forma brusca -; pero dime Aless, no hace falta formalismos entre nosotros. Seremos amigos que pasan tiempo juntos.
-Ahí quería llegar yo -me acerco a su asiento inclinándome desde el mío -¿ Qué quiere usted de mí, en realidad? No llego a entender por qué me ha hecho viajar por un dinero que claramente no necesita.
-Te necesito a tí -responde de inmediato.
-¿Para qué?
-Serás como una novia falsa, así mi familia me dejará en paz con el tema de casarme.
No sé decir por qué pero no le creo, ni por asomo.
Él intenta evadirme volviendo a perderse en su ordenador y entonces refuto...
-Eso podría encontrarlo en cualquier sitio, no en otro país. Muchas mujeres estarían dispuestas a fingir ser novias suyas. Podría tener una por cada mes del año, incluso por semana.
-¿Estás aceptando que soy guapo? -su ego sonríe a través de sus exquisitos labios.
-No estoy aceptando nada pero es la verdad. No me convence su teoría -explico.
-Te recuerdo que tú perdiste una apuesta conmigo, así que no tendría porqué darte más explicación que esa. Déjame tranquilo que tengo que trabajar.
Se sumerge nuevamente en su laptop y me deja pensando justamente en eso. Si es esa la única razón, ¿por qué ahora dice otra cosa? ¿Qué le hace tener una versión aparte a la original?
-Prométeme que no vas a lastimarme -hay cierto deje suplicante en el tono que uso. Incluso le tuteo para crear más cercanía y compromiso.
Sin mover el rostro un centímetro, sin hacer grandes gestos y casi pareciendo que aguanta la respiración, pronuncia pareciendo que con pesar...
-Nunca lastimaría a una mujer y menos si es mí... -se detiene y entonces suspira fuerte al decir -, estás segura conmigo Bethany, no te haré ningún daño. Nunca.
Asiento y me aparto.
En la misma medida en que me hace sentir más segura su contestación, me pone sobreaviso acerca de un probable trasfondo en toda esta extraña historia.
Si bien ha sido una forma de ayuda a mi situación el haberme tropezado en la vida de este hombre enigmático, también es un misterio insondable la manera en que me ha ligado a él, de la noche a la mañana. La única garantía que tengo es su palabra y la.bendita carta, además de la verdad que gritan sus ojos cuando me miran.
Media hora después me encuentro frente a un enorme jardín y un... ¡un jodido castillo! De esos que salen en las series de televisión de época. ¡Es una pasada! Tiene hasta gárgolas. Es que no doy crédito, miro las torres altas y las construcciones en piedras lisas de época medieval sin vergüenza alguna. Estoy anonadada. Enamorada de este sitio.
-Veo que te gusta la propiedad -murmura en mi oído y me sobresalto.
Estoy tan emocionada que no he notado que se pegaba a mi, desde atrás. Me habla tan cerca que doy un pequeño respingo pero mi asombro por la belleza del sitio me impide apartarlo, que es lo que debería hacer.
Me pierdo en las torres enormes que parecen tocar el cielo y las jardineras de las que cuelgan hermosas enredaderas que bajan al viento por todos los elegantes balcones alrededor del castillo.
La hiedra que cubre la mayor parte de las paredes de esta piedra tan lisa y milenaria de la que ignoro el nombre se roba mi atención y algunas incluso, lucen zonas florecidas que dibujan de color el espléndido sitio. Estoy enamorada de tal belleza.
-Es una locura. Nunca pensé visitar algún sitio así de impresionante -confieso alzando los hombros.
-Pues ahora vivirás en él.
Asiento cuando sus manos aferradas a mi cintura me hacen volver a la realidad y él disimula el gesto moviéndome hacia adelante, invitándome a entrar en el castillo.
¡Joder, que pasada de sitio!
-Me encanta este lugar -confieso admirando el sitio. No puedo parara de hacerlo.
Dentro es todo incluso más precioso. Repleto de paredes que se llenan con pinturas de algún tipo de aristocracia y cuadros de una familia que asumo sea la suya pues son tres niños y los padres en elegantes posturas y más y más lujo que no sabría ni describir.
Las escaleras parecen mármol blanco tan fino que es como si los suelos fueran de cristales y ni qué decir de la habitación que me asignan, toda lujo, elegancia y aroma a flores. Es como ir al cielo y ser depositado en una nube de algodón azul claro.
-Espero estés cómoda -me sorprende diciendo -. Cuando duerma en el castillo estaré en la habitación contigua. Hasta entonces tengo que dejarte. Hay compromisos que debo atender y mi madre espera que duerma en casa hoy. Volveré mañana.
De pronto siento una especie de abandono y desamparo que no me mola nada.
Salgo del lugar al que me llevó tanta belleza y reclamo asustada...
-¿Me voy a quedar sola en este lugar?¿Y si me hacen algo?¿O me ultrajan o maltratan? Ni siquiera es mi país, no sé ni donde estoy.
-¡Cálmate, ¿sí?! -se acerca y me toma las manos entre las suyas -. Todo el país conoce mi ducado, si te pasara algo con decir mi nombre basta pero estás con mis empleados de mayor confianza que me movido hasta aquí solo para servirte. No corres riesgo alguno.
Independientemente de que su voz es muy tranquilizadora, que haya dicho que su nombre significa algún tipo de salvoconducto, realmente me controla la ansiedad bastante. Es un voto de confianza y un boleto de escape para mí, si algo me pasara.
-Y que sepas que me ha hecho mucha gracia que emplearas la palabra: ultrajar, en tu vocabulario -sonríe de forma sincera y despreocupada y es hermosa la imágen que regala -. Es tan snob y aristócrata que te hizo ver adorable.
-Supongo que es este castillo que me tiene como en trance -sonrío de medio lado y me suelto de sus manos -. Me hace sentir una princesa de otra época.
Su risa se apaga un poco y algo en sus ojos destellan cosas que no entiendo hasta que se aparta un poco y murmura...
-Una princesa estoy casi seguro que eres -arrugo las cejas confusa -. Y de una belleza que enloquece.
Lo último es apenas un mascullo pero pude oírle muy bien y extrañamente me sentí sonrojar.
-¿Volverás mañana?
-Volveré -confirma y se va.
Las siguientes dos horas las paso junto a la chica que me presenta el ama de llaves para ayudarme a desempacar y es cuando entiendo que no se refería a la ropa que yo traje de mi casa, sino a un montón de cosas que Alessandro compró para mí y que me parecen un gasto desmedido, el cual no entiendo por qué ha hecho. Se supone que estaré solo un mes con él y mi estancia será mayormente en este lugar, no necesito ni la mitad de lo que me ha comprado pero no voy a hacerle el desaire de rechazar su regalo.
-Nos alegra tanto por fin tenerla en el castillo, llevábamos un mes preparándonos para su llegada.
La chica de unos veinte año, morena y de ojos oscuros brillantes, me sorprende al decir algo así y justo cuando estoy a nada de negarlo, recuerdo que Alessandro dijo que sería como una novia falsa, quizás es por eso que la chica asume esto. Tal vez él había orquestado su engaño desde antes de conocerme.
-Gracias. ¿Cómo te llamas? -intento ser amable.
-Milady, su alteza.
La miro con asombro casi palpable y me sonríe con una inclinación de cabeza.
¿O fue una reverencia?
-No me llames así, solo dime Bethany.
-¡No,alteza! -exclama horrorizada -No es correcto ni permitido. Todos deben llamarla, alteza. Como corresponde.
Madre mía, no me lo puedo creer.
Escuché como se referían a él como Milord, pero ya alteza para mí, es surrealista por no decir absurdo. Tendré que tratar este tema con el Duque.
-¿Desea tomar el almuerzo en el jardín o el comedor, alteza?
Y dale.
Otra chica que entra al dormitorio luego de tocar y ser invitada me llama de la misma incómoda manera y aunque ruedo los ojos no me molesto en debatir por segunda vez lo mismo, ya es un sin sentido.
-En el jardín, por favor -espeto intentando que no me devore el tamaño del comedor si voy a estar sola.
-Con permiso, alteza -asiente y se va.
No voy a acostumbrarme a esto, sinceramente he pasado de ser casi un indigente sin techo, a vivir en un castillo dónde todos me llaman alteza.
Es de locos.
Efectivamente más tarde me descubro almorzando sola en uno de los jardines de la extensa propiedad y la mesa tiene tanta comida como yo nunca antes había visto. Tanto, que no podré comer; y que me hace sufrir de pensar en todo lo que me mi madre nunca pudo darme y yo a ella tampoco puedo, en estos precisos momentos.
Las atenciones son tantas para conmigo, que llegan a ser cansinas. Nunca me han tratado con tanta distinción y llego a pensar que todo es un poco como demasiado.
Salgo a caminar sin rumbo específico y soy custodiada por un terrier precioso que está un poco regordete, entonces descubro que es una linda hembra preñada, en fin...que muy poco disimulado veo también como un par de guardias me siguen.
¡Joder, cuanta gente a mi alrededor!
No sé si sentirme asustada de tanta vigilancia o asombrada por la sensación que me produce algo que nunca he tenido y jamás me he planteado tener.
Entre pensamientos y alguna que otra cosa más, llego sin darme cuenta a unos establos repletos de caballos de carreras y pura sangres. He visto los suficientes documentales de televisión como para identificarlos.
-¿Le gustaría salir a montar, alteza? -preguntan a mis espaldas y doy un salto llevándome la mano al pecho -Lo siento, su alteza.
Y dale, con la palabrita.
El chico que dicho sea de paso es insoportablemente guapo, con el pelo negro y largo por los hombros, un sombrero de vaquero que no logra esconder unos impresionantes ojos verdes y vestido de cowboy hasta las botas, se disculpa.
-Gracias y no me llames alteza.
-Es lo que corresponde, alteza -otro. Esto incomodísimo -. Si me lo permite puedo buscarle al animal más dócil para que dé un paseo por las cañadas. Puedo incluso servirle de escolta.
Me quedo mirando sus penetrantes ojos que dominan mis sentidos y entonces, justo cuando estoy a punto de aceptar dar un paseo pero solo si lo hacemos juntos y no como si se tratara de un sirviente a mis órdenes, el dueño de todo lo que me rodea hace presencia un tanto inesperado y descompuesto.
-Ella no necesita que le sirvas de nada, Carlos -los dos nos giramos a mirar sobresaltados el dueño de la voz cabreada -. No vuelvas a ofrecerte para algo así, su alteza ya tiene escoltas y el único hombre que quiero a su alrededor además de ellos soy yo. Ensilla a Tornado y a Luna. Saldremos a cabalgar.
El muchacho baja la cabeza, se disculpa y se va azorado a cumplir con las órdenes de su patrón, mientras yo no consigo cerrar la boca. Yo no doy crédito a la molestia en el tono de Alessandro.
-¿Y a tí que te pasa? -reclamo incapaz de permanecer en silencio -¿Por qué has actuado así?
-¿Y tú...? -me reclama avanzando hasta mí -¿Qué pasa que te gusta?
Sus cabellos oscuros llenos de canas parecen estar revueltos como su carácter. Los ojos azules echan chispas y se ve tan molesto que me echo un poco hacia atrás tropezando con una puerta de madera a mi espalda.
-Pero eso que tendrá que ver -balbuceo cuando se queda a centímetros de mí y pone las manos en la superficie a mi espada. Me enjaula en pocos segundos.
-¿Eso es que sí? -pregunta con rabia.
-Eso es que no te importa.
-Ten valor y respóndeme, Bethany -está encima de mí y además de oler exquisito, es muy relajante que alguien use mi nombre por fin.
-Estás demasiado cerca -murmuro poniendo las manos en su pecho.
-Con Carlos no parecías incómoda -reclama y su abdómen choca con el mío. Nos fusiona.
No sé cual haya sido su percepción de mi conversación con el vaquero pero a la vista está que no es el mismo caso. Con el chico simplemente estaba siendo amable pero con él, con él me tiembla el cuerpo incontrolablemente. Estoy a nada de tomarlo del cuello y pedirle que me bese entre jadeos. De agarrarme a su pelo y caer sobre el heno de los caballos y suplicarle que me devore, que aplaque de una vez esta pasión que despierta en mí muy a pesar de mi recelo.
-Pero...-finalmente hablo -¿Qué estás diciendo, Alessandro?¿ Acaso estás... celoso?
No encuentro otra explicación para lo que está pasando y me resulta absurdo cada cosa que me reclama. Independientemente que su cercanía, la forma seductora en que me habla y me reta me tiene confundida, es todo lo que me da que pensar.
-Y si es así...¿ qué pasa?
-Que no tienes derecho...,por favor, no lo hagas -farfullo cuando bajo sus ojos a mi boca y roza nuestras narices.
Sé que quiere besarme. Que sus instintos primitivos afloran porque de alguna manera siente que le pertenezco, que soy suya por este mes para decidir sobre mí y eso no fue lo que convenimos. Justamente a esto que siento cuando estoy en sus brazos y le veo tan involucrado con lo que desea de mí, es a lo que más le temo. No confío ni en mí, como ara confiar en él.
Entonces confirma mis sospechas asegurando...
-Sí, Bethany -acepta tomándome por la cintura y estrellando mi figura a la suya -...estoy celoso. Y no tienes idea de cuánto.