Átame
img img Átame img Capítulo 6 Confesiones sin besos
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Capítulo 10 Huída sin escape img
Capítulo 11 El acuerdo img
Capítulo 12 Arriesgándome img
Capítulo 13 Confidencias img
Capítulo 14 Jugando con el Duque img
Capítulo 15 Entregada a él img
Capítulo 16 Amaneceres reales img
Capítulo 17 Una real realidad img
Capítulo 18 El vizconde img
Capítulo 19 Un proyecto en común img
Capítulo 20 Tiempo muerto con el Duque img
Capítulo 21 Marcando distancias img
Capítulo 22 Pasado cercano img
Capítulo 23 La certeza img
Capítulo 24 Enamorados img
Capítulo 25 Planes a futuro img
Capítulo 26 Por fin, juntos img
Capítulo 27 El picnic img
Capítulo 28 La sorpresa img
Capítulo 29 La familia img
Capítulo 30 Sentimientos encontrados img
Capítulo 31 La carta img
Capítulo 32 Nueva vida img
Capítulo 33 Ataduras img
Capítulo 34 Conociendo a un ángel img
Capítulo 35 Autodestrutivos img
Capítulo 36 Responsabilidades img
Capítulo 37 Te extraño img
Capítulo 38 ¿Juntos cuándo img
Capítulo 39 La persona que soy img
Capítulo 40 Lo nuestro es complicado img
Capítulo 41 Entender quién soy img
Capítulo 42 Amarte es un delirio img
Capítulo 43 Todo empieza ahora img
Capítulo 44 Imprevistos sentimientos img
Capítulo 45 El respaldo de la reina img
Capítulo 46 En medio de los celos img
Capítulo 47 ¿Quién es img
Capítulo 48 Al final del camino img
Capítulo 49 Suposiciones img
Capítulo 50 La primera noche de todas img
Capítulo 51 Átame y ámame img
Capítulo 52 Planteando el futuro img
Capítulo 53 La caja de Pandora img
Capítulo 54 El poder de la corona img
Capítulo 55 La caja de Pandora no cierra img
Capítulo 56 Siendo honestos img
Capítulo 57 Rendida al rey img
Capítulo 58 Hoy serás mía img
Capítulo 59 Horas antes img
Capítulo 60 Mía img
Capítulo 61 Sí, acepto img
Capítulo 62 Mírame img
Capítulo 63 La llamada img
Capítulo 64 Enfados img
Capítulo 65 Hipocresía img
Capítulo 66 Verdades que rompen img
Capítulo 67 Triste realidad img
Capítulo 68 El zumbido img
Capítulo 69 La vida sin ella img
Capítulo 70 Cómo sigo solo img
Capítulo 71 Un nuevo plan img
Capítulo 72 Conocer al enemigo img
Capítulo 73 Buscando una salida img
Capítulo 74 Morir o matar img
Capítulo 75 La cruda verdad img
Capítulo 76 Todo lo que amo img
Capítulo 77 Todo está perdido img
Capítulo 78 No hay margen de error img
Capítulo 79 Deseando el olvido img
Capítulo 80 Final img
Capítulo 81 Epílogo img
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Capítulo 6 Confesiones sin besos

-Por favor no me beses, prometiste que me respetarías -le condiciono antes de que sea demasiado tarde.

No puedo permitirme salirme del verdadero propósito de este viaje. Tengo que estar un mes con él y fingir ser su novia -una modificación de última hora - vale; pero nunca dijimos que me enrrollaría con él. No puedo dejar que esto se vuelva lo que no es. Alessandro es a grandes luces, el tipo de hombre que cuando te devora, se repleta de tí, cubre un cupo de placer, te escupe de su vida y quedas para ingresar al manicomio por depresión. No puedo dejar que me seduzca más de lo que ya lo hace. Tampoco pretendo que lo sepa.

-Prometí no hacerlo, lo sé -sus manos suben y bajan por mi espalda -.A lo largo de mí vida he cumplido todas las promesas pero algo me dice que esta será en extremo complicada.

Vuelve a acariciar mi nariz con la suya y cierro los ojos para no perecer en los suyos. Me falta el aire y aún así soy incapaz de alejarme del calor que su cuerpo le provoca al mío.

-Voy a irme Alessandro, no lo dudes -explico para que nos quede claro a los dos, yo también necesito tenerlo transparente -.Tengo una madre enferma y muchos otros conflictos, no puedo...no cometamos el error de tener una aventura que no tendría sentido.

Es una súplica dentro de alguna especie de esquema que no sé si yo misma seré capaz de mantener...pero al menos hay que intentarlo.

-He prometido no tomarte y haré lo posible por respetar esa promesa pero alguna vez sé que caeré en tu boca, me gusta demasiado es hermosa y te deseo...la deseo.

-¡Aless...! -advierto.

-Lo sé - conviene cuando susurro su nombre -. Ignora mi delirio por tu belleza.

¡Sí, claro! Como si él me lo pusiera tan fácil.

Desvío la mirada porque no sé cómo manejar lo que me hace sentir y sonrío luchando por no saltar sobre él y entregarle mi boca. Del todo. Le deseo también pero uno de los dos tiene que ser inteligente. Uno de nosotros debe marcar alguna clase de distancia y en vista de que él no parece querer hacerlo, me safo de sus manos y me alejo un poco. Prudente.

Hemos visto que nos deshacemos en un solo beso. Aquel momento en el aparcamiento de la fiesta fue una locura que no se hizo fácil de controlar. Los dos lo sabemos y lo sentimos.

¿Cómo será dar más?

¿Hacernos el amor?

¿Tocar nuestros cuerpos desnudos?

¿Gemir un orgasmo en la boca del otro?

¿Entregarnos al deseo de la carne fundidos en un solo cuerpo?

Una locura.

No puedo, no puedo dejarme llevar hasta ahí. Tengo que conservar mi principal intención al aceptar su propuesta si quiero sobrevivir a él, por el resto de mi vida.

-¡Mira! -llama mi atención entregándome una fusta de cuero rojo -. Vamos a salir a montar y así te enseño la propiedad. ¿Te has subido antes a un caballo? -cuestiona interesado. Y agradezco el excelente cambio de tema.

-Sé montar, no te preocupes.

-Te confieso que me preocupa mucho más esa boca que tienes y la forma en que has pronunciado el diminutivo de mi nombre, Dios...no voy a poder dormir esta noche pensando en ella -y sigue.

-¡Déjalo ya, por el bien de los dos!-aparto la vista sonrojada.

-Sí, es lo mejor -conviene dándome un guiño.

-Te has propuesto seducirme ¿eh? -inquiero bajito.

-¿Está funcionando...?

Bajo la cabeza sonriendo y negando divertida. Es muy salamero y me resulta energizante la forma en que juega pero tengo que dejar la respuesta en el aire para no mentir, y tampoco darle alas para volar a más.

-Cállate ya -se carcajea y me alejo mordiéndome un carrillo.

Un rato después voy al galope por los parajes de los alrededores de su castillo sintiendo como la vida empieza a hacerme sentir dichosa, aunque sea de forma prestada, solo por este mes.

Avanzamos jugando a perseguirnos por todos lados. La yegua que me ha dado es muy mansa y cabe decir que no volví a ver a Carlos cuando me la entregó, supongo que el chico se haya sentido intimidado por su posesivo jefe.

Dejo que todo mi cuerpo se pierda en la sensación del aire atravesando mis poros y sonrío feliz, galopando sin miedo.

Me pasa por el costado en algún momento y le hace un gesto al animal en el que voy para que apresure el paso y lo siga y así llegamos hasta un lago precioso. Un espacio abierto muy hermoso lleno de aves que nadan en el y le sobrevuelan. Es una imágen digna de un cuadro y me encanta que me haya traído aquí.

-Este lago era el sitio donde me traía mi padre para pescar cuando era pequeño -confiesa con cierta amargura.

Ha dejado los dos animales sueltos pastando, es evidente que confía en que no se vayan y nos dejen aquí.

Se pone las manos en la espalda y mira las aguas calmas con inversa sensación y me atrevo a preguntar...

-¿Por qué hablas en pasado?

-Porque murió.

-Lo siento -me apresuro a responder.

-No lo hagas -me exonera de mi culpa -. Él me jodió la vida.

Mantiene una actitud serena pero sus palabras martilladas por dientes que aprietan cuando habla, dicen que por dentro es todo menos calmado, su sentir.

-Lo siento -repito con otra intención.

-¡Gracias! -esta vez asiente también.

Pasan unos segundos en los que los dos guardamos silencio y asumo que él está sopesando la información que dará -en caso de que lo haga- gesto que le agradecería. Siento que entre los dos hay similitudes que aún no exponen y no sé por qué, me embarga un tipo de necesidad por consolarlo. O tal vez simplemente escucharlo.

-Acabó con la felicidad que mi madre tenía para darnos de pequeños -explica con rencor -.Luego murió junto a su amante y me dejó el peso de una familia en ruinas y un título que he luchado yo solo por hacer crecer.

-Te ha tocado cargar con el peso de tu familia -murmuro despacio.

Se deja caer sobre la hierba y flexiona las rodillas hasta poner sus codos extendidos sobre ellas y jugar con una hierba entre sus dedos al tiempo que se desahoga.

-Le odio incluso estando muerto.

-El rencor no es nada positivo, Alessandro -me siento a su lado en el suelo.

-Pero suele ser irrefrenable. No depende de mí. Es como un cáncer que no consigo matar.

La amargura que reflejan sus palabras son incluso dolorosas. Dejan ver un Alessandro dolido, herido y roto por dentro. Un hombre correcto capaz de asumir el peso y la responsabilidad de toda su familia desde temprana edad y ni siquiera quejarse.

Alguien que no tiene con quien hablar o sacar fuera su dolor y termina desahogándose con una desconocida, prácticamente.

Antes dijo que no volvería hasta mañana y de repente se presenta, unas horas después con estas ansias de conversar, que entiendo que algo le sucedió cuando se fue, y entonces se ha refugiado aquí, incluso en mí.

-El amor romántico es veloz -me sorprende diciendo -. A veces llega rápido -me mira desde su posición a mi lado -.El amor a los demás en cambio, hay que cultivarlo y sostenerlo. Si lo limitas se acaba y nunca más crece.

No pude volver a amarlo, ni tampoco llorar su muerte.

Me condicionan las ganas de abrazarlo y mecerlo contra mí hasta que suelte todo el dolor que aún supura por dentro de su corazón roto. Sin embargo hago algo inesperado, que me toma por sorpresa incluso a mí.

-Mi madre fue prostituta, toxicómana y dependiente de tantas cosas como puedas pensar pero -carraspeo para que no se me rompa la voz -,muy al margen de lo que puedas pensar le quiero. Aunque me haya entregado tantas responsabilidades y haya puesto mucho peso sobre mis hombros, la persona que soy hoy se lo debo a eso así que piensa que todo lo que posees, tus ideales, tus sentimientos incluso tus valores, están condicionados por la vida que tanto reprochar que él te legó. Eso hará que duela menos, aunque a veces lata.

Entre los dos se crece algo, algo que no se identifica pero que llega y se instala entre los dos creando un clima de complicidad que grita en varias manifestaciones, que somos un poco más parecidos de lo que creíamos y que a pesar de todo, y de la forma en que he caído en la vida de este Duque apuesto y seductor, puede que haya un propósito oculto que Dios ha ideado con total atino para los dos.

Alessandro DiLucca

Soy incapaz de no mirarla en este momento.

Consumo tanto de sus labios como soy capaz para grabarlos como si fueran un tatuaje en mi memoria cuando ya no la tenga, cuando no puedo verlos. Ni tocarlos.

Cuando la pierda una vez que la entregue, sé que la distancia será tan grande como dolorosa y no me dejarán acercarme a ella nunca más.

Ofrecerme para buscarla fue una medida desesperada pero ahora que la he encontrado y la mantengo bajo mi tutela -momentáneamente -la desesperación es a otro nivel y me muero de las ganas de hacerla mía, de rozar mi boca en cada espacio de su piel y de conquistar cada resquicio de su corazón...pero esta mujer es prohibida para mí. Le pertenece a alguien más y quiero atarla a mi pecho y que nunca se vaya, estoy loco por ella desde hace más de lo que ella piensa pero no puedo. Definitivamente no puedo tenerla.

Desear su cuerpo es inevitable, es preciosa, exquisita y perfecta pero yo quien más. Quiero rozar su alma también. Sondar sus sentimientos, mirar en su corazón y suprimir toda esa pena que la vida le obsequió cruelmente.

Yo quiero más de ella. Tanto como nunca antes he querido de ninguna otra mujer y saber que también me desea y quiere tocar mi aura como yo la suya, me pone de rodillas...más de lo que ya estoy.

Si la retengo lo pierdo todo y cuando se vaya me quedaré vacío...en la nada. Estoy acabado de cualquier forma pero en la segunda opción seré solo yo, en la primera perjudicaré a más gente.

Discutir sobre esto con mi madre me ha dejado en claro que soy un miserable haga lo que haga. He vuelto aquí porqué me muero por estar cerca suyo pero en el fondo sé, que nunca la podré tener. Pero no debería dejar que sigan aflorando sentimientos por ella...amén de que sé que es demasiado tarde.

No sé por qué me he confesado con ella de esta manera pero la libertad que he sentido me deja más embelesado que antes. Cualquier conducta que tome dolerá. Ella duele, y encanta. Es una deliciosa tortura. Una adicción. Una perfecta condena.

Quiero tanto tirar todo por la borda y perderme en toda esa mujer, que me falta tiempo para decidir lo más sensato...aunque en este caso la sensatez es un doloroso castigo. Un hierro ardiendo que me quema y me marca en el medio del pecho.

Sé que tenerla cerca me complica la vida pero este mes la quiero a mi lado, no puedo renunciar a eso y tampoco puedo. Necesito cerciorarme de que no me he equivocado al traerla y cuando la entregue...que Dios me ayude porque no me lo voy a perdonar si me odia por ello.

Si llegado el momento ella también está tan loca por mí como yo por ella, el daño será irreparable.

Por eso tengo que detenerme ahora...ahora, que todavía hay tiempo.

Tengo que alejarme de ella ahora que puedo. Tengo que irme, lejos de la tortura de no poder tenerla.

Nunca jamás.

            
            

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