Átame
img img Átame img Capítulo 4 Cambiando de vida
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Capítulo 10 Huída sin escape img
Capítulo 11 El acuerdo img
Capítulo 12 Arriesgándome img
Capítulo 13 Confidencias img
Capítulo 14 Jugando con el Duque img
Capítulo 15 Entregada a él img
Capítulo 16 Amaneceres reales img
Capítulo 17 Una real realidad img
Capítulo 18 El vizconde img
Capítulo 19 Un proyecto en común img
Capítulo 20 Tiempo muerto con el Duque img
Capítulo 21 Marcando distancias img
Capítulo 22 Pasado cercano img
Capítulo 23 La certeza img
Capítulo 24 Enamorados img
Capítulo 25 Planes a futuro img
Capítulo 26 Por fin, juntos img
Capítulo 27 El picnic img
Capítulo 28 La sorpresa img
Capítulo 29 La familia img
Capítulo 30 Sentimientos encontrados img
Capítulo 31 La carta img
Capítulo 32 Nueva vida img
Capítulo 33 Ataduras img
Capítulo 34 Conociendo a un ángel img
Capítulo 35 Autodestrutivos img
Capítulo 36 Responsabilidades img
Capítulo 37 Te extraño img
Capítulo 38 ¿Juntos cuándo img
Capítulo 39 La persona que soy img
Capítulo 40 Lo nuestro es complicado img
Capítulo 41 Entender quién soy img
Capítulo 42 Amarte es un delirio img
Capítulo 43 Todo empieza ahora img
Capítulo 44 Imprevistos sentimientos img
Capítulo 45 El respaldo de la reina img
Capítulo 46 En medio de los celos img
Capítulo 47 ¿Quién es img
Capítulo 48 Al final del camino img
Capítulo 49 Suposiciones img
Capítulo 50 La primera noche de todas img
Capítulo 51 Átame y ámame img
Capítulo 52 Planteando el futuro img
Capítulo 53 La caja de Pandora img
Capítulo 54 El poder de la corona img
Capítulo 55 La caja de Pandora no cierra img
Capítulo 56 Siendo honestos img
Capítulo 57 Rendida al rey img
Capítulo 58 Hoy serás mía img
Capítulo 59 Horas antes img
Capítulo 60 Mía img
Capítulo 61 Sí, acepto img
Capítulo 62 Mírame img
Capítulo 63 La llamada img
Capítulo 64 Enfados img
Capítulo 65 Hipocresía img
Capítulo 66 Verdades que rompen img
Capítulo 67 Triste realidad img
Capítulo 68 El zumbido img
Capítulo 69 La vida sin ella img
Capítulo 70 Cómo sigo solo img
Capítulo 71 Un nuevo plan img
Capítulo 72 Conocer al enemigo img
Capítulo 73 Buscando una salida img
Capítulo 74 Morir o matar img
Capítulo 75 La cruda verdad img
Capítulo 76 Todo lo que amo img
Capítulo 77 Todo está perdido img
Capítulo 78 No hay margen de error img
Capítulo 79 Deseando el olvido img
Capítulo 80 Final img
Capítulo 81 Epílogo img
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Capítulo 4 Cambiando de vida

Estoy detenida frente a la puerta de su suite y los dos hombres que están a cada lado de ella me ignoran como si estuvieran entrenados para no entrometerse en nada que no esté indicado por su jefe. Es evidente que el duque sabe que estoy aquí, un hombre así tiene una seguridad implacable pero sigue jugando conmigo y lo más probable es que esté mirando desde dentro como me lo pienso antes de entrar en su guarida.

Esto es un juego peligroso en el que no sé como ganar ni tampoco perder.

Es la sinergia perfecta que lo hace atraparme en una red de la que no podré escapar... lo sé incluso antes de caer.

La puerta se abre de pronto y soy catapultada al interior de la suite de un seco tirón.

-Se me estaba durmiendo un ojo de estar pegado a la mirilla esperando que tocaras -saluda el Duque confirmando mis sospechas -¿Te asusta estar a solas conmigo?

Lleva unos lentes de pasta que le dan la apariencia intelectual que nunca le había visto. Un suéter de punto gris y cuello en uve con unos shorts de lino blancos muy finos. Luce sexy, elegante y relajado. Está descalzo y me produce cierta envidia su desgarbada imágen.

Aferro mi bolso al pecho y camino con cautela dentro de la habitación, no tengo más remedio que seguir adelante con esto pero no pretendo dejar que me ponga las manos encima otra vez ni tampoco soltar frases que confundan nuestro futuro acuerdo. De lejos se ve que es un tío al que le gusta jugar y no quiero ser parte de su nueva partida.

-Buenos días, señor.

Mi simple jeans vaquero y la camiseta azul oscura con botas cañeras, hace que desentone con el pijerío que lo acompaña en la lujosa suite.

-¡Vaya...! -comenta asombrado -Vuelvo a ser el señor. Me gusta, ya lo sabes.

Cierro los ojos un segundo intentando ignorar mis ganas de rebatirble eso, y entonces suspiro y los vuelvo a abrir para ver como me ofrece salir a la terraza con un gesto reverencial un tanto estúpido.

Afuera hay una mesa con lo que parece un exquisito desayuno para dos y me suena el estómago de manera silenciosa por suerte. Tengo hambre, salí muy temprano de mi casa y no tomé nada.

-Nunca quise estafarlo -suelto de pronto -. Necesito que entienda que...mi vida es complicada.

Ni siquiera sé como explicarlo. Me quedo a medias porque hay tantas cosas que decir y ninguna buena, que no sé muy bien como hilar de forma correcta esta conversación. Me pierdo en mi propio laberinto.

-¡¿Café?! -alza la jarra y me indica que me siente.

-¡Sí, gracias!

No entiendo su juego. Ayer estuvo sobre mí, besándome de manera vergonzosa y arrolladora. Luego se puso casi furioso y demandante y ahora resulta que se muestra como un caballero. Como si esto fuera un desayuno amistoso entre dos colegas o personas que se conocen íntimamente. Me pierdo en sus mundos.

-Escucha, preciosa -bebo un sorbo y él me acerca un croissant antes de recostarse en su silla y observarme con sibilina expresión -. No he viajado hasta otra país para que me pongas excusas o me llores miserias -se quita los lentes y los ojos son más azules todavía, de manera endemoniada -, tú por los motivos que sean has contraído una deuda conmigo y tengo toda la intención de cobrarla. Así que la cosa es sencilla: vienes conmigo o vienes conmigo. No lo aceptaré de otra manera.

-No entiendo el porqué de tanto interés en mí -murmuro en voz alta algo que era parte de mis pensamientos.

-No pretendo que lo entiendas, necesito que lo lleves a cabo, paso por paso...nada más.

Suelto el bolso que tenía como única opción a lo que agarrarme y poniendo los codos en la mesa, reclamo...

-¿Qué te pasa conmigo? Puedo darte el dinero a plazos, joder, tampoco es que seas un indigente y te haya quitado el único pan que tenías para cenar, puedes tener un gesto samaritano. Por el amor de Dios, ¿por qué me haces esto?

Es casi una súplica pero de alguna manera necesito entender qué le ha hecho perseguirme a otro país. Tampoco le he dejado en la ruina ni me he robado millones de sus euros, por favor. No lo consigo entender.

-Estarás un mes conmigo -me ignora y acerca un papel para mí -, vivirás bajo mi techo y te daré los cinco mil que dejaste allá aquel día...también cubriré los gastos de tu madre aquí y te daré un apartamento rentado con enfermera para los días en que estés ausente, luego podrás conservarlo con los cinco mil restantes. Me parece una oferta bastante razonable teniendo en cuenta que eres tú cual de los dos ha incumplido el trato original.

Intento por educación, sostener en un ademán solamente el gesto de rodar los ojos ante su declaración final. A pesar de que sé que tiene razón pero es que todo luce tan perfecto y transparente que asusta, no me lo termino de creer.

-¿Y qué me garantiza a mí que no me usarás para alguna especie de mafia? -cuestiono y me gano una mueca de su boca -Algo tipo: trata de blancas, venta de órganos...no sé, voy a estar en un país en calidad de turista, asumo que por eso la visa y el tiempo que propones es de un mes, y tú, como ciudadano modélico tienes todo el poder para hacer conmigo lo que quieras. Incluso me has pedido mis documentos.

-No sé si sentirme ofendido por tu alegato o feliz por saber que eres una mujer inteligente y previsora, además de bella.

Sonrío de medio lado, no estoy para nada feliz pero si voy a hacer algo así de arriesgado y absurdo hasta cierto punto, necesito un poco de objetividad.

-Para que no corras el riesgo de pensar que puedo hacerme con tu pasaporte, cuando lleguemos lo podrás poner en una caja de seguridad de un banco, el que tú escojas -intento replicar pero alza un dedo y expone -. Y podrás hacer una carta que me culpe de todo si en el plazo de una semana no has dado señales de vida. Escribe la fe forma digital y ponle fecha de envío, si te pasas del día acordado por tí, pues el envío me culpa a mí y la policía me apresaría...como comprenderás un hombre como yo, jamás dejaría que algo tan turbio le mancillara la imagen, soy el Duque De Arsuns, Alessandro DiLucca.

Finjo asombro para no delatar mi anterior conocimiento de su estatus nobiliario y él hace un gesto para restarle importancia y así continuar.

-Lo que propones me cambia del todo la vida, Alessandro -se concentra en mis labios y miro para otro lado avergonzada de pronto.

-Acepta mi propuesta y verás cuanto cambia tu vida...tampoco pienso darte opción a la negativa.

(...)

¡He firmado!

He firmado el acuerdo absurdo con el Duque descarado y resulta que siento un estado de nervios como nunca antes había notado en mí.

Tengo que dejar la universidad, pedir una licencia de un mes y retomar las clases en cuanto regrese.

No tenía muy claro nada, incluso con todo lo que él había planificado para desmenuzar la propuesta pero recibí un mensaje de la vecina, avisándome de que mi tía me había dejado las cosas en la calle junto a mi madre en su silla de ruedas y había vendido la casa, tuve que tomar un taxi y llamar a Alessandro para pedirle las llaves del apartamento que prometió y aquí estamos, sin muchas opciones y de cierta manera agradecida de las circunstancias pues de haber sucedido todo de otra forma estaría en la calle con mi madre.

-Beths, siento mucho la vida que te he dado, traté de hacer lo mejor que pude...

Mi madre se lamenta y le pido en un gesto silente que por favor no siga. Al menos no me abandonó. De una forma u otra la persona que soy hoy se lo debo a ella y no pienso renegar de eso.

-Veamos la parte positiva, mamá -me agacho y apoyo las manos en sus rodillas -, nos hemos librado de mi tía, somos independientes y si se ha ido lejos, pues mejor aún.

-¿Vas a cuidarte por allá? No te acerques al palacio, por favor.

Le he contado todo y sabe que no tengo más opción, me ha pedido que la llame diariamente con videollamada para estar segura de que estoy bien y extrañamente insiste en que no visite los palacios o propiedades reales...como si fuese a estar de vacaciones allí.

¿Qué pinto yo en el palacio?

-Mamá, tengo que irme esta misma noche, no tengo mucho tiempo -explico con los ojos vidriosos.

-Yo voy a estar bien, no te preocupes por mí, solo vuelve -suplica entre sollozos contenidos.

La abrazo fuerte, sus cabellos ya están blancos y a veces siento que se ha hecho tan mayor que no he tenido tiempo de disfrutar a su lado nada. Mi vida ha sido compleja y dura, a veces en extremo.

Nunca conocí a mi padre y ella no habla del tema, solo que murió al nacer yo y jura que me parezco a él puesto que mi pelo rubio oscuro y los ojos color del tiempo no se asemejan a los suyos negros como la noche.

He crecido como he podido y lastimosamente me he acostumbrado a golpe de fuerza a batallar con más de lo que a mis veintidós años debería. Sin embargo aquí sigo, luchando.

Ahora me toca darle pelea a un Duque cuyas intenciones no se vislumbran del todo pero que me ha puesto entre la espada y la pared.

El tiempo que tengo en casa lo utilizo para crear la carta que me servirá de seguro de vida, empaco lo que puedo teniendo en cuenta que no cuento con mucho y le digo a Lyla que he tenido que viajar por un trabajo que no puedo rechazar. Le cuento una verdad a medias y prometo llamarla casi tan seguido como a mi madre.

La enfermera es conocida. No sé cómo hizo él para averiguar algo tan puntual pero el detalle me n hace sonreír y le suma algún punto más, se ha tomado la molestia de dejar a mi madre en manos conocidas y eso me da cierta confianza.

Dos besos y muchas indicaciones después, bajo a la calle para subir al taxi que me espera y me llevará directo al aeropuerto.

No puedo ni acostumbrarme al nuevo apartamento pero al menos sé que ella queda protegida y mi tía no tiene idea de dónde está mamá, eso es algo que me sirve de consuelo. La sanguijuela ha desaparecido misteriosamente.

Cuando pasan unos largos minutos de viaje, llegamos al aeropuerto y le veo, a pie de pista en la escalerilla de un avión privado y puedo prometer y prometo que me falta el aire cuando mis ojos conectan con los suyos.

-Eres muy hermosa, Bethany -comenta dándome dos besos en las mejillas.

-¡Gracias! -mascullo apenada y sonrojada. Huele tan bien.

-¿Lista para vivir conmigo estas semanas?

-No lo sé, pero no me has dejado opción.

Contesto soltando un suspiro y siento en mi interior que mi vida nunca más volverá a ser la misma luego de este intrigante rumbo que me estoy atreviéndo a dar.

La única garantía que tengo es que este hermoso hombre, además de ser un aristócrata excelente, su hermana me ha servido en sus conversaciones acerca de él, para que hoy, por azares del destino sepa que es un tipo correcto y de respeto...solo espero que conmigo también lo sea y que el deseo que se dibuja en sus ojos cada vez que los pasea por mi cuerpo no le desvíe de su inicial intención...y me temo que de la mía tampoco.

            
            

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