Capítulo 8 ¿Se Van A Quedar Callados

- ¿Acaso no me van a contar nada?

Mi hermana se encontraba abrazada a su esposo, él tenía cara de pena y ella su cara empapada en llanto. Me dolía no saber que era lo que pasaba, pero más me dolía ver a mi hermana llorar. No sé si alguna vez alguien ha oído algo acerca de la conexión entre gemelos y la verdad es que eso más allá de ser un mito es muy cierto.

Siempre cada una puede sentir el dolor de la otra, la alegría de la otra, es algo que simplemente fluye. Algo difícil de explicar, quizás piensen que es ficción pero, ella y yo sabemos que es realidad. Estamos muy conectadas.

Entre nosotras nunca ha existido algo como la rivalidad o los secretos, somos incapaces de hacernos algún tipo de daño. Es por eso que verle así me duele, me cala los huesos.

>> No se queden callados por favor, sea lo que sea prometo afrontarlo como una adulta responsable que soy.

Dije secando mis lágrimas, los mire fijamente rogando una explicación acaso ellos ¿Se van a quedar callados?.

- Creo que será mejor decirle de una vez.

Mi cuñado le susurró a mi hermana y está se seguía negando a dar su brazo a torcer, si hay algo que ella tiene es esa bendita mala costumbre de ser tan terca.

Ella también se limpió sus lágrimas y se acercó a mí, tomó mis manos y con semblante serio me expresó :

- Yo no deseo que sepas esto, yo le pedí a Artemis que se hiciera cargo. No dejaste que te ayudáramos con el tema de tus documentos y te hicimos caso, creímos que si lo hacías por tu propia cuenta sería algo bueno. Pues así quizás cerrarías ciclos, pero ya van dos años Agnes. Dos años, tu empleo es muy bueno y hace mucho rato que en tú cuenta bancaria tienes más de los tres mil dólares que necesitas para solucionar ese problema.

Aunque ya me había secado las lágrimas, estas volvieron a salir a mares. Ainara estaba molesta, lo sé. Puedo notarlo y me estaba hablando muy seriamente. Yo no era capaz de poder decir absolutamente nada. Ella tenía razón ¿Que podía reprochar?

>> Dime algo Agnes, ¿Qué es lo que sucede? Tú juras que nosotros escondemos algo, pero, ¿Y tú, Agnes tú que escondes? Y si tú no me dices que es lo que escondes entonces yo tampoco te voy a decir que es lo que sucede. Aparte también vas a tener que acostumbrarte a la idea de tener a un guardaespaldas cuidándote el trasero las veinticuatro horas de los siete días de la semana.

- Ya basta por favor Ainara.

- Ya basta no Artemis, ella quería escucharme y ahora lo hará. Yo no puedo simplemente dejar que ella se lance por un barranco.

A este punto yo me encontraba llorando aún más, quizás se pregunten ¿Qué sucede? ¿Por qué no me avergüenzo de que mi cuñado me vea así? Artemis me ha visto mucho peor, esto ni siquiera es un mal momento. Al menos no comparado con los otros malos momentos que ya he tenido.

Mi hermana me abrazo, Artemis también se unió al abrazo.

>>Yo sólo quiero que tú estés bien Agnes, yo me preocupo por ti.

- Tengo miedo Ainara, tengo mucho miedo.

- Él jamás podrá hacerte daño de nuevo, jamás porque para eso estoy yo, yo siempre voy a hacer de todo para cuidarte Agnes.

- Tengo miedo de que me encuentre.

Y esa era la maldita realidad de mi vida, vivir huyendo, vivir escondida. Ainara tiene razón, hace tanto tiempo que tengo el dinero suficiente para acabar con el problema de mis documentos, de mi identidad pero el miedo siempre me ha detenido y gracias a eso decidí escoger el camino más largo y cada vez he estado retrasando eso.

- Eso jamás pasará. Jamás.

Nos separamos del abrazo y Artemis me habló:

- Mocosita, las dejaré para que hablen. Enseguida vuelvo.

Ambas asentimos.

- Quiero que hables conmigo, quiero que me digas porque no has arreglado tus documentos.

Sorbi por mi nariz y sequé mis lágrimas.

- Como ya te dije tengo miedo, el día que debía reunirme con mi abogado salí del trabajo, todo fino, todo normal. Ese día había mucho tráfico y justo en una cafetería que estaba como a media cuadra del lugar lo vi Ainara. Te juro que era él. Entre en pánico, tenía miedo. Ese día casi tengo un accidente. No me ví con el señor Rodrigo, en lugar de eso...

Mis manos sudaban, me debatía entre contarle y no contarle. Pero debía hacerlo. Ella me prestaba atención con sus ojitos muy fijos en los míos.

>> Entre al primer bar de mala muerte que se me cruzó en el camino, me senté en la barra de aquel lugar y un hombre con aspecto raro se me acercó. Gracias a todo el alcohol que me corría por el cuerpo no me asuste, antes le invite un trago. Toda la noche bebí y bebí con él. Al cabo de mucho rato me dijo que tenía algo que me haría olvidar todas esas penas que tenía, me extendió una bolsita con un polvo blanco. Yo... yo...

La mirada de mi hermana se volvió toda completa en frustración.

- ¿Tú que Agnes? ¿Qué sucedió? ¿Dios en qué momento sucedió esto?

- Cálmate por favor... Déjame contarte.

Ella con la vida echa un caos, gracias a mi, solo le dio tiempo de asentir.

>> Yo al principio me negué, al momento de salir del bar él me dijo que había sido un placer beber conmigo, que yo ya sabía si quería aliviar mis penas solo debía ingerir aquello que él me había obsequiado. Me dijo que si me animaba y tal vez quería más sólo fuese al bar y preguntara por Cayetano, en seguida me harían hablar con él. Me indicó que aquello era una muestra gratis, que si bien valía dinero pero también valía cada una de las malditas penas. Le sonreí y me fui de ahí.

Con sumo cuidado sequé las lágrimas de mi hermana.

- ¿Y entonces qué más?

Asentí.

- Me fui a casa ese día, eran las cuatro de la madrugada. Tomé un baño y me quedé dormida, al rato me levanté por las horribles pesadillas, lo veía en todos lados Ainara. En mis sueños ese día se repetía una y otra vez. Pasé alrededor de tres días sin dormir.

- ¿Por qué no me dijiste Agnes?

- No quería causarte problemas, estabas muy feliz. Recién conocías a Artemis, te lo juro que no quería arruinarlo. Jamás haría algo para dañar tu felicidad.

- Agnes tú nunca dañarías nada, tú y yo somos una. ¿Acaso lo olvidas? Agnes si a ti te pasara algo yo moriría. ¿Entiendes eso?

Ella lloraba y mi corazón en mil pedazos se partía. Yo también lloraba.

- Lo sé, perdóname.

- Sigue contándome.

- Bien, pues siempre me mantenía tomando bebidas energéticas y evitaba dormir. Eso me estaba matando, volví al bar. Volví porque quería saber más acerca de aquello que Cayetano me había dado. Él me dijo que eso me haría olvidarme de todo, que si yo era fuerte y sabía manejarlo nada saldría mal. Le creí. Esa noche al llegar a casa lo probé, me sentí en el cielo. No sé si recuerdas que durante ese tiempo estaba muy feliz. Podía beber días enteros y al siguiente ir a trabajar como si nada. Jamás dejé que ustedes supieran algo.

- Maldita sea Agnes.

- Por favor Ainara, déjame terminar. Me gasté todos esos ahorros que tenía para solucionar el problema de mis documentos, siempre te decía que el abogado esto o el abogado aquello. Pero era por eso, estaba pérdida con esa sustancia. Comencé a probar otras más, para ese punto seguía fingiendo que todo estaba bien, en realidad si lo estaba. Sólo hasta que las alucinaciones gracias a una sobredosis me abarcaron. Ahora era mucho peor Ainara, le veía en todos lados. Estuve a punto de acabar con mi vida. Una vez me hice daño y casi llamó a la policía porque alucine que era él quién estaba allí, casi matándome.

Ella lloraba y yo con mi voz entrecortada también lloraba.

>> Un día por poco no lo sé, casi muero. Mi vida pasó frente a mis ojos, quería venir y contarles, eso fue unos días antes de su boda.

Iba a seguir hablando y ella intervino.

- ¿Fue un año y medio Agnes?

Asentí.

>> Año y medio en el que casi te pierdo y nunca supe.

La mirada que me dio juro en mi vida que no quisiera volverla a ver, se sentía traicionada.

- No quiero que te culpes de nada, fueron mis decisiones. Ustedes se casaron y yo fui muy feliz, sabes que los amo muchísimo, son mi única familia y verles felices también era mi felicidad. No lo iba a arruinar, ustedes se fueron de Luna de miel y yo decidí que era tiempo de tomar Rehabilitación.

- Pero en ese tiempo me dijiste que te habías ido de vacaciones a España.

- No lo hice, todas esas fotos fueron un fotomontaje muy bien creado, yo entré a una clínica de rehabilitación. Cuándo me enteré de que Alina nacería mis ganas de cambiar, de mejorar incrementaron y lo hice, lo logré. Pagué mucho dinero para salir del pozo dónde yo misma me había metido pero lo logré Ainara, puedo decir con orgullo que llevo dos inmensos años limpia, fue difícil mantener el trabajo y las rehabilitaciones en pie a los veintitrés pero lo logré. Lo de los documentos en realidad no lo he hecho por el maldito miedo Nara, miedo de acabar con esta invisibilidad, miedo de perder mi libertad.

Estaba siendo muy hipócrita en nombrar mi libertad puesto que estaba a centímetro y medio de perderla.

- Yo... Simplemente... No...

Mi hermana balbuceaba y lloraba también, sé que estaba impactada. Lo sé. Esto le dolía, pero más le dolía saber que yo no fui capaz de contarle nada.

- Espero me perdones, jamás fue mi intención que te enteraras así.

- Yo no tengo nada que perdonarte.

Se abalanzó a mi y me abrazó.

>> Jamás vuelvas a excluirme de tú vida. Jamás, debes entender que mi vida gira entorno a la tuya y que sea cual sea la situación que tengas yo siempre voy a estar para ti. Me siento tan culpable ahora mismo porque yo estaba feliz, formando mi vida y mi familia feliz, cuando tú, cuando casi te pierdo.

- Esa es la cuestión tontita, tú tienes una familia ahora y por mi culpa no quiero que la descuides. No tienes porque hablar así Nara, fueron mis estúpidas decisiones pero ya pasó todo.

La voz gruesa de Artemis entrando al despacho nos hizo pegar un brinco.

- Una familia que daría todo por ti también Agnes, el día que me case con Ainara muy en parte me dejó en claro que tú eras parte del paquete. Y no me quejo, ustedes están locas pero a mi esposa le debo todo lo que soy ahora y a ti... pues tú eres como una loquita.

Se echo a reír cuándo ambas lo miramos mal.

>> Tú eres mucho más que mi cuñada, eres como una hermana para mí, esa hermana que nunca tuve. También te amo mucho y quiero que estés bien, sé que si tú estás bien todos estaremos bien. Somos familia.

No pude evitar seguir llorando como Magdalena, ellos eran mi familia y yo también los amaba. Soy una mala persona por hacerlos sentir así y más mala seré cuando se tengan que enterar por una tercera persona que estoy presa.

>> Ahora necesito decirte algo, ¿Si viste a Theo allá afuera?

Asentí.

>> Bueno él decidió que no quería más el dinero de mi papá y tiró por el caño todo. Me pidió trabajo y justo tenía unas vacantes disponibles, él será tú guardaespaldas.

- ¿Disculpa?

- Hola Agnes, mucho tiempo sin verte.

El niño, bueno ahora era todo un hombre. Pero él, justo él.

Verlo afuera tuvo que haberme dado una pista.

Justo tenía que ser él, mi amor de la infancia.

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