Capítulo 7 6

Hace varios años, estábamos mi nana y yo esperando a al rey de España. Ese día no había reuniones con otras personas importantes, no tenía que ir corriendo con urgencia a ver a mi padre y mucho menos tenía que pensar en el matrimonio por conveniencia. Recuerdo ese día tan vivamente porque por primera vez en muchos años, mi nana me contó lo difícil que fue su juventud.

Estuvimos hablando de su vida y los pesares que llegan a padecer algunos de nuestros sirvientes, antes de pisar el palacio. Realmente es difícil para las personas que no nacen con una cuchara de oro bajo el brazo. Yo fui adoptada, pero tampoco la tuve fácil y tuve que demostrar cuanto valía en mi propio hogar.

Hoy es uno de esos días que no sabes qué hacer con tu vida. Es uno de esos días dónde quieres mandar todo por la borda. Hoy, simplemente hoy, quieres desaparecer y que te trague la tierra.

«Hoy quiero estar sentada con mi familia en algún lado de mi mundo y estar hablando de trivialidades», pensé, con dolor.

No creo que sea para nada tarde decirles quien soy y aunque ya deben saberlo, él insiste en que soy espía para no dejarme ir. Realmente necesito que me deje ir porque no merezco esto. También creo que estoy perdiendo la poca cordura que me quedaba, la confianza y con total seguridad puedo decir que ya no puedo más.

Pero acá no tengo a donde ir porque no me dejan salir.

Necesito que alguien me escuche y me permitan liberar mi estrés.

Sinceramente siento que si no lo hago voy a terminar muy mal y creyendo que todo lo que está sucediendo, es mi nueva realidad. Mi mente y todo de mí, lo rechaza rotundamente y quiero creer que voy a despertar de este sueño lo más rápido posible.

Odio todo esto. Odio estar aquí y el miedo que me da, no conocer nada.

¿Recuerdan los primeros días de clase dónde debían presentarse durante una semana entera? Así es mi temor, el miedo a lo desconocido... tengo miedo de que nadie en mi mundo se acuerde de mí.

Soy Isabella y nací en un país llamado Murachi. Actualmente, estoy en alguna dimensión desconocida dónde la locura es aceptable y lo normal no existe. Yo en este lugar existo porque acabo de llegar, pero no pertenezco a este lugar. En este mundo todo es diferente a lo que cualquier persona podría imaginar.

O sea, si existo porque ahora estoy aquí, pero no estoy segura si antes de venir, había alguien similar a mí. Es curioso y déjenme decirles que soy una persona escéptica, pero una vez leí en un libro que en el mundo hay dos personas iguales a ti. Espero poder encontrarme con esa persona y que me explique como funciona este universo.

Quisiera tener un hermano, o por lo menos haber venido acá con alguien más. Tal vez esa persona que se parece a mí se fue a mi mundo y está sufriendo igual que yo.

No estoy segura tampoco de que sea cierto porque admito que lo leí en un libro para niños hace unos 20 años, así que no creo que tenga mucha relevancia aquí. Con esto quiero tratar de convencerme de que por ese error vine a parar al sanatorio vikingo. Tal vez esa Marili se perdió en algún lugar y a mí me trajeron para sustituirla.

Que bonito, Isabella.

Viniste de tan lejos para ser la amante sustituta del vikingo. Lo más gracioso de esto es que soy la sustituta de un tipo que está loco y debo aceptar cosas que él me diga por qué aquí tiene razón y su palabra es ley.

-En ningún momento Austin te ha obligado a nada -la voz de la mujer en mi cabeza me sobresalta.

-Señor, ¿no puedes llamarme y decirme que vienes? No sé, tal vez de esa manera te ignoro con más pasión -me quejo.

-¿Por qué me tienes que ignorar? He sido totalmente una hermosa dama -me indigno rápidamente por la estupidez que me acaba decir.

-¿Te parece hermoso invadir mi mente? Esto ya es motivo suficiente para ignorarte. Además, no eres hermosa -me cruzo de brazos, después de terminar de recoger mi cabello en una cola de caballo.

-Pues bájate de la nube, cariño. Fea eres tú, no yo. Y eres tú quien llama a esta diosa nórdica -me empiezo a reír.

-Eres muy divertida, ¿trabajas en un circo? -me levanto de la silla del tocador-. Deberías darte cuenta de que no te estoy buscando. Eres tú qué aparece sin permiso -suspiro, miro la hora en el reloj-. Voy a desayunar. Así que dame espacio y no aparezcas en mi mente nunca más.

-Me vas a buscar y te vas a tragar cada una de tus palabras. Te recuerdo que a este mundo eres considerada una espía y nadie confía en ti -su voz es fría y sus palabras hacen eco en mi mente.

Es tan insoportable.

Presiono mis labios con rabia, la puerta de mi habitación es abierta haciendo aparecer a Tibi en ella.

-Es hora de desayunar, señorita. La están esperando abajo -me da una sonrisa de esas que te calman, dónde las palabras sobran y te reconfortan el alma.

Eso me hace recordar muchísimo a mi nana.

Ella con solo verme o decirme unas cuantas palabras me arreglaban el día. Tibisay siempre sabía qué decir y que hacer. Fue mi amada madre y aunque debía darle alegrías y mil motivos para reír, le di la peor versión de mí, la parte más horrible y me arrepiento de haberlo hecho.

La chica que está parada frente a mí y mi querida Tibi de mi mundo, me transmiten el mismo sentimiento y me dan la paz que mi mente se niega a darme.

-Vendrán días mejores, señorita Isabella -hace un movimiento con su cabeza para que salgamos de la habitación, sonrío al recordar que eso mismo me dijo mi nana la noche que vine a este lado de Noruega-. La escuché hablando con alguien, ¿se encuentra todo bien?

-Lo sé, también creo que me estoy volviendo loca -admito, acercándome a ella, suelta una risita y niega con la cabeza-. Lo piensas, pero no lo dices. Estoy suponiendo que ser normal aquí está sobrevalorado.

-Señorita Isabella, todos tenemos un poco de locura en nuestro interior -me dice, cuando llego a su lado-. El miedo es nuestro primer paso a todo. Sea buena o mala experiencia -me señala una foto familiar-. Siempre he vivido aquí y la verdad es que al inicio tuve mucho miedo, ahora ya no y al ir pasando los días me adapté y ahora estoy feliz.

-Tibi, eres solo el servicio en este lugar. ¿Dime quién puede ser feliz en una cárcel, cómo está? -dejo de caminar para verla seriamente.

-Yo soy feliz y eso me basta -frunzo el ceño, ella no dirá nada extraño de ese hombre-. Él no es mala persona y no soy una empleada todo el tiempo. Contigo me pidió el favor de ayudarte porque el resto de los chicos... asustan.

Suspiro y antes de poder decirle nuevamente algo, me interrumpe.

-Isabella, yo soy feliz aquí con todos ellos y tú -sonrío porque no habla formal conmigo-, solo debes conocerlos un poco más.

-No quiero. Además, también está esa voz... -me callo rápidamente antes de decir algo fuera de lugar por culpa de esa supuesta dama-. No quiero conocer a nadie ni involucrarme con alguien. Lo único que en serio anhelo es volver a mi hogar.

-Por ahora esta es tu nueva realidad y aunque no lo quieras, en algún momento lo vas a tener que aceptar, Isabella -me dice, para empezar a caminar-. Debemos llegar al comedor. Austin quiere que conozcas al resto de las personas de esta casa.

Suspirando empiezo a caminar sin decir nada.

¿Cuál es la parte que nadie aquí quiere entender?

No involucrarme incluye a Austin... el vikingo.

No quiero conocer a nadie más en este lugar.

            
            

COPYRIGHT(©) 2022