Capítulo 6 Terapias

Mientras fumaba un porro, llegaron más recuerdos a mi memoria. Creo que no he mencionado a la que ha hecho de mi vida un infierno y que mueve todos los hilos para que sea infeliz. Sin embargo, creo que estoy en lo correcto de odiarla y desahogarme por ello. Así pasé los últimos días.

Los siguientes días los pasé... ni sé que decir en ese aspecto. He estado fumando más últimamente, me escapó de casa para estar donde Jorge descansado. En este momento mi mamá me está amenazando para que limpie la casa porque ella irá para un viaje "Importante" de tres días con un señor. No está de más decir que obviamente ella irá para follarse a ese señor como siempre lo hace. Obvie todo poniéndome los audífonos y dejando que el sonido de sus golpes me deje mareada, total ya estoy drogada.

Después de ella golpearme, solo me río como desquiciada y me intento levantar sin mucho éxito, ya que los golpes me han dejado adolorida.

Pero...

¿Qué mierdas estoy haciendo?

Arturo, mi hermano me observa desde el sofá, él no hace nada y solo se queda mirando. Lo miro con rabia dándole a demostrar que su madre está loca.

-Te lo merecías -Dijo mirándome mal.

-¿Me lo merezco? -Dije irónica-Pero que hijo de...-Dije entre dientes -No tienes el derecho de decirlo. Eres igual o peor que ella. Estas ciego y no lo ves...

-Tú lo que eres es una zorra de mierda. ¿No ves acaso como has jodido a esta familia? -Dijo y al final me dio una bofetada -Y a mí me respetas, limpia está casa de mierda y no vas a salir hasta que mamá regrese.

Me quede inmutada ante ese golpe más. No me moví ni lo miré.

Él salió de casa furioso.

¿Pero qué mierdas hago aquí joder?

Debería escaparme.

Pero no tengo donde ir. Apenas Jorge tiene para mantenerse él, no puedo aprovecharme y ni mucho menos hacer una locura igual. ¿A dónde iré?

Tengo que pensarlo bien, tampoco he conseguido trabajo.

El efecto de la marihuana pasa y todo mi cuerpo siente los dolores intensos de los golpes recibidos en esta semana. Rápidamente tomo otro cigarrillo y empiezo a fumarlo, este me inunda los pulmones y después de dos minutos me siento en las nubes de nuevo.

Con lentitud, empiezo a limpiar para no recibir más golpes. A pesar de que ya limpié ayer...

//

Después de esto, han pasado tres horas y por hoy prometo ya no consumir hasta mañana. Esta semana he abusado mucho de la mariguana. Limpié toda la casa y ahora me voy a bañar para descansar un poco. Me desvisto y veo los golpes en mi piel, todo esos moretones y algunas cicatrices. Claramente estoy adelgazando más y más debido a que no me estoy alimentando bien.

¡Felicidades, madre! ¿No querías a una supermodelo? ¡Aquí la tienes con todo y golpes!

(...)

Escucho que mi celular suena, lo tomo y es Antonia. Vaya, tenía una semana sin saber de ella. Jerome me pasó su contacto y de ahí empezamos a hablar otra vez. Ella sería la encargada de llevarme a terapia para que Jorge no sospeche, ya que no quiere que yo vaya.

-¿Hola? -Dije al contestar.

-Hola, espero que estés lista ya que te toca la sección de terapia. ¿Vamos? -Dijo animada.

-Okay, dame 10 minutos para arreglarme.

-Ya estoy aquí -Dijo entrando en mi habitación.

Me asusté mucho por la sorpresa, traté de tapar mi cuerpo desnudo sin mucho éxito.

-¡Que mierd...! ¡Antonia que haces aquí! -Dije con sorpresa.

-Quería verte y... espera -Dijo mirando mi hombro. -¿Esos son golpes?

Sin éxito, deje de taparme, me moría de vergüenza que Antonia me viera así.

-Espera, no me tengas vergüenza. Seré doctora en un futuro y esto no será problema para mí -Dijo dándome ánimos.

Empezó a examinarme por completo, ella estaba asombrada. Pasaba sus manos por mis heridas. Yo por mi parte, sufría en silencio porque me dolía cuando pasaba sus dedos por mis moretones. Ella era la persona menos indicada para ver esto.

-¿Qué te pasó? -Demando respuesta -Y no me vengas con la típica respuesta de que me caí porque esto no es normal. ¡Tienes hasta una cortada en el vientre!

-Yo... -Dije titubeando -Déjame bañarme y después de esto te contaré ¿Está bien?

Ella asintió. Yo tomé la toalla y caminé al baño. Vi una navaja me quedé hipnotizada al verla. Escuché que otra persona entro a la casa, pero no me importó saber quién era. En este momento donde me atacaba la depresión no pude evitar pensar en suicidarme.

Era muy fácil solo son dos cortes y a esperar que pasé el tiempo.

Solo me dolería un poco en comparación a lo que mi vida duele. Además, todos me odian, vivo una vida de mierda y haría un gran favor al mundo si desapareciera. No quiero ya vivir. Esto que vivo es miserable.

«Hazlo, Hazlo... -Decía mi cabeza -Estarás mejor si te mueres»

Mis sentidos se nublaron por completo y deje que mi dolor tomara control sobre mí. Tomé la navaja y empecé a hacer cortes en una mano. Me dolían a rayos, era un dolor insoportable, grité de dolor al no aguantar mucho. Hice dos cortes profundos en mi brazo izquierdo. El dolor no desapareció, pero se hizo aguantable. Salía bastante sangre y el lavamanos poco a poco se llenaba de mi sangre.

Me volvió mi raciocinio justo antes de desmayarme, estaban tocando muy fuerte la puerta. Vi lo que hice y empecé a gritar desesperada. Recordé que si hay gente que me quiere, hay gente que lucha porque este bien, aún tengo esperanzas de vivir.

-¡Antonia ayúdame! -dije gritando antes de desmayarme.

Oí que abrían la puerta y visualicé a Jorge y Antonia antes de cerrar los ojos.

-¡Jude! -Jorge me llamaba.

Pero ya no los oía. Ya había perdido todo sentido. Todo estaba en color negro.

(...)

Desperté en una habitación blanca, todo estaba muy brillante. Me sentía inmovilizada y miré a mis alrededores.

Estaba en el hospital.

Tenía un suero puesto en la mano derecha y en la izquierda estaba vendada. No había nadie conmigo que yo conocía. Solo una enfermera y un doctor de espaldas que estaban escribiendo algo en una nota. Luego, estos dos se besaron delante de mí sin ninguna razón aparente. Me sentía cansada y no podía mover mis extremidades con precisión. Así que fingí despertar bostezando para que se den cuenta que estoy aquí.

Susurraron algo y me pusieron atención.

-Hola Jude Adams, ¿verdad? -Dijo el doctor.

-Si -Dije cansada.

-Bien, queremos hacerte unas preguntas para posteriormente hacerte un procedimiento ¿Se puede?

Asentí y el siguió hablando.

-¿Por qué te cortaste?

-Por estúpida -Respondí riéndome sin gusto.

-Bueno, esa "estupidez" casi te cuesta la vida. El suicidio no es una cosa que un humano decida de la noche a la mañana. Necesitas de ayuda psicológica y si fuera posible, de ayuda psiquiátrica. Afuera están tus familiares, así que los dejaré entrar.

Dijo y al instante salió, la enfermera me inyectaba algo en el suero mientras Jorge y Antonia entraban a verme. Yo me puse feliz de verlos y ellos me abrazaron. Antonia casi llorar al abrazarme y Jorge... pues él ya estaba llorando.

-Pensé que te iba a perder -Dijo Jorge limpiándose las lágrimas.

-Hoy no machote, no me vas a perder ya -Dije riéndome sin gracia.

-No nos asustes así de nuevo por favor, sabes cuanto nos preocupamos por ti -Dijo Antonia llorando.

-Si, lo pensé muy tarde. Pero es que entre tanto maltrato verbal y físico solo le vi una salida. -Lloré desconsoladamente.

-¿Quién te hizo esto? -Dijo confundida ⸺¿Por qué esto de repente?

Jorge no decía nada, solo se lamentaba en silencio.

-Mi familia -Dije llorando y cayendo en llanto.

Jorge trataba de secar mis lágrimas, Antonia estaba en shock.

-Esos malditos... -Dijo impotente. -¿Cómo puedes ser tan odiada si supuestamente eres su hija? -Dijo horrorizada.

-Antonia no lo sé -dije sin poder dar una respuesta coherente.

No lo sabía. La razón por la que me maltrataban era algo que no entendía por más que le daba vueltas al asunto. Cuando claramente solo era una chica sufrida que quería un poco de amor.

(...)

Me sentía como una mierda. Las personas a quienes les importo en el mundo estaban a mi lado preocupándose por mi seguridad y bienestar. Antonia estaba pensativa y Jorge me daba ánimos para sonreír por lo menos. Les he fallado. Lo que he hecho creo que es un símbolo debilidad. Antonia me mira pensativa pero luego me dio la espalda, estaba bastante confusa.

-Entonces -dijo por fin hablando ella- ¿qué piensas hacer? ¿en qué puedo ayudarte? No tengo tanto en mis manos, pero no puedes estar un día más sufriendo.

-No he hecho nada en contra de tu familia por respeto. Pero esto es el colmo, ellos te han jodido la vida ⸺Dijo Jorge con rencor.

Cada uno estuvimos absorto en nuestros pensamientos. No sé qué será de ahora además no me he fijado en qué hora es, ya que ha pasado seguro mucho tiempo. Se que estoy aquí y supuestamente tenía cita con la psicóloga.

No sé ni cómo reaccionará Jerome ante esta situación, él hizo todo lo posible para pagarme las citas, también le he fallado.

-¿Qué hora es? -Pregunté curiosa.

-Pasadas las 6 de la tarde -Dijo Antonia.

Vaya que es muy tarde.

⸺Ella se va a quedar conmigo hoy, al menos que tú quieras acompañarla. Se entienden mejor -Le habló Jorge a Antonia.

Ella estuvo pensativa un momento, pero vi que su rostro cambio a uno de felicidad.

⸺No pensé que ustedes estuvieran casados. Creo que invadiré su privacidad, pero... sí, quisiera cuidarla.

La enfermera pidió amablemente que se fueran y yo, aunque quería reclamarle pues no podía. Así que me despedí de Antonia y Jorge y esperé lo que me diga la enfermera.

-¡Buscaremos la solución! -Dijo Antonia antes de salir.

Me sonrojé ante sus palabras, pero tenía que ponerle atención a la enfermera que me hablaba.

-Hola, ¿Cómo te sientes? Soy la enfermera de turno, llámame Abey. -Dijo alegre.

Pero vaya que amabilidad. Está a diferencia de la otra se ve más profesional y tiene amabilidad con las personas, espero que siga así.

-me siento bien supongo-Dije sonrojada.

-¿Esos eran tus hermanos? Se ven que te quieren mucho.

-Es mi amiga y mi esposo de hecho.

-qué bueno eso es adorable me hace feliz saber de qué te están apoyando y ¿puedo saber por qué te querías suicidar? -dijo nerviosa.

-¿Pero ¿cómo...? -dije sorprendida.

-No te sientas mal pero aquí la noticia vuela súper rápido así que no es raro ir en los pasillos y oír cada cosa que pase es que aquí son bastante chismosos -Dijo de manera más o menos comprensiva -Eso está mal.

-Oh vaya -Solo pude decir.

Ella me miró el brazo y siguió inyectando el suero.

-¿Por qué me ponen tantas cosas y solamente me hice dos cortes en el brazo? -Pregunté curiosa.

-Perdiste mucha sangre, aunque ya te pusimos sangre necesitamos rehabilitar tu cuerpo nuevamente para que estés fuerte y sana porque, aunque fueron simples golpes, no quita de que te ibas a sentir débil y mareada si solamente poníamos sangre ya -Dijo amable y cortés.

La mirada de la enfermera era muy dulce y bondadosa, su cabello me encantaba ya que era un color anaranjado y corto. Su complexión flaca y su tez blanca me hacía cuestionarme sobre si ella era de esta ciudad. Me sonrió tiernamente para cuando se dio cuenta de que la estaba observado.

Me inspiraba confianza, sobre todo. Ella se veía una persona de fiar así que me decidí a hablarle y preguntarle más sobre ella.

-Entonces... ¿Te llamas Abey me dijiste?

-Si, así es.

-¿De dónde eres? -Pregunté curiosa.

-Soy de aquí de esta ciudad ¿No lo parezco? -Bromeo.

-Pues que bien -Me reí -Eres muy bonita.

-Muchas gracias, tú también lo eres -Hizo una simulación de reverencia riéndose.

Escuchamos que tocaba la puerta, así que Abey la abrió solamente para que estén dos minutos ahí.

-¡Hola! -Antonia y Jorge entraron. Antonia se veía más animada.

-Hola -Dije sonriendo -¿Qué pasa?

-Debo de volver a mi casa. Mi papá ya me estaba llamando para estar presente en una reunión. -Dijo lamentándose.

-Yo tengo que atender el negocio, pero vendré temprano para buscarte. ¿Podrás cuidarte sola? -dijo nervioso.

-Si, no te preocupes. -Sonreí.

-Cualquier cosa yo la cuido -Dijo Abey quien estaba escuchando la conversación.

Ellos le agradecieron y después de abrazarme, se fueron. Estaba feliz porque se habían preocupado mucho por mí a pesar de esta estupidez que hice.

-Ellos te hacen muy feliz, no les des la espalda -Dijo Abey sentándose a mi lado.

-Creo que hice una gran estupidez, los preocupe sin necesitad -Dije sin más.

-No creo que haya sido una estupidez, porque fuiste valiente al luchar por tu vida -Abey hablaba muy segura de esto y me dio mucha curiosidad.

-¿Luchar por mi vida? -Dije curiosa

-Si, me agarraste fuerte la mano en cuando te trajeron aquí, mientras delirabas lo hiciste, y balbuceante que no querías morirte. Cosa que me chocó un poco porque había pasado esto. -dijo pensativa.

Entonces luché por mi vida. No sé qué pensar sobre eso ni siquiera me siento digna en este momento de estar yendo ni siquiera al psicólogo por lo que hice, pero en parte me hace sentir más esperanzada porque si aún en el borde de la muerte he estado luchando aún hay oportunidad de salvación.

-Vaya, sí que me agarré de la vida-Me reí sin ganas.

Ella también se rio y yo pues sonreí. Abey me pidió permiso para salir un momento a buscarme una pequeña cena en el hospital, yo le permití y me quedé tranquila sentada, pensando: ¿Que haré ahora con mi vida? ¿a dónde iré? ¿cómo pude aguantar tanto siendo maltratada? y justamente esas preguntas me bloquean mi cabeza y no sabía qué hacer o dónde pensar para poder encontrar una solución, pero no la veía, simplemente me veía en un pozo sin salida.

La enfermera llega y yo tomo la comida que me da, es algo simple pero como no tengo tanto apetito me lo como para que aguante la noche, abey pacientemente se sienta a mi lado, empieza a contarme historias, empezamos hablar de todo un poco y me siento muy agosto con ella, es una muy dulce y a pesar de todo ella me ha demostrado con tan poco tiempo de conocerme de que es una persona muy valiosa, muy hermosa y merece toda mi confianza incondicional a pesar de tanto encontrado una buena compañía.

Las horas pasan de la noche y yo me quedo en vela ya que no puedo dormir pensando en todo esto, en mi vida. Abey duerme plácidamente en el sillón y yo solo estoy pensando en ¿Qué hago? ¿Qué hago? Quiero salir de esto y quiero irme bien lejos.

Quiero salir de este hoyo emocional, quiero cambiar. Estoy muy cansada de esto...y

Estar cansado tiene plumas,

Tiene plumas graciosas como un loro,

Plumas que desde luego nunca vuelan,

Mas balbucean igual que loro.

Estoy cansada de las casas,

Prontamente en ruinas sin un gesto;

Estoy cansada de las cosas,

Con un latir de seda vueltas luego de espaldas.

Estoy cansado de estar viva,

Aunque más cansado sería es estar muerta;

Estoy cansada del estar cansada

Entre plumas ligeras sagazmente,

Plumas del loro aquel tan familiar o triste,

El loro aquel del siempre estar cansado.

Después de recordar este poema de infancia duermo más o menos en el colchón duro de hospital dejó que la noche dará suyas y nos sumerge en un sueño reparador para mañana levantarme con todas las fuerzas y enfrentar lo que parece ser un nuevo día en soledad.

(...)

Al otro día temprano en la mañana recibo a Jorge, esté me trae unas flores y unos chocolates que sabe que no me gusta, pero aun así los trae con intención de molestarme, este me alegra con su hermosa sonrisa y más atrás de él viene Antonia con una caja mediana.

-¿Y que es todo esto? -Dije sorprendida.

-Lo mereces, cállate. -Dijo Antonia.

Recibí las flores, pero los chocolates se los di a Antonia, ella se sorprendió por ello.

-¿No te gustan? -dijo sorprendida.

-No, lo siento -Me reí.

Ellos estuvieron dándome ánimos y ayudándome a levantarme, ya estaba mejor solamente con la diferencia de que aún me duele el brazo, pero eso es lo de menos, dormí más o menos pero no fue la gran cosa. Ahora estoy preparada para escuchar lo que Antonia y Jorge ya van a decir porque tienen desde hace un buen rato están secreteando.

-Haber, hablen -Los motivé.

Antonia estaba muy emocionada, pero no hablaba.

⸺Te pagué todas las terapias necesarias para que puedas recuperarte ⸺Dijo Antonia, ⸺Además, iras conmigo.

-Antonia, esto es maravilloso... no sabes cómo esto me va a ayudar... -Dije casi al llorar. -En serio, me haz ayudado mucho. Antonia eres mi ángel -La abracé.

Ella me abrazó feliz. Había una buena solución rápida, había ya esperanza.

Abey llegó justamente para darme el alta, no sin antes ella ayudarme a darme una ducha para poder irme bien refrescada. Me ayudó a ir al baño y yo estaba aún débil. Jorge y Antonia salieron y me dejaron ropa que vestir.

-Oye, no sé por lo que pasas, pero cualquier cosa puedes contar conmigo, este es mi número -Dijo la enfermera Abey antes de salir de la habitación.

Asentí y lo acepté, lo puse en el bolsillo de mi pantalón y seguí vistiéndome en la privacidad de la habitación. Me sentía más esperanzada con todo esto y no creía el hecho de que hoy estaban saliendo las cosas muy bien. Me termine de vestir con una sudadera y unos jeans y salí de la habitación, quien lo diría que iba a extrañar este lugar y el hospital es muy acogedor. Me encanta.

Salgo de la habitación y me encuentro en el pasillo a Jorge, Antonia y otra persona inesperada.

Esta aquí, es Jerome...

(...)

El que venga Jerome me da una extraña felicidad, solo lo conocí por pocos días, pero esos días fueron suficientes para enseñarme la gran persona que es y en la persona que puedo confiar. Sin embargo, aún tengo dudas.

Sus brazos me esperan para que llegue a él, no me había sentido tan feliz de verlo que desde la última vez. Me aferro a su cuerpo como si no hubiera nada más en el mundo en que agarrarme. Él me abraza con desesperación y siento algunas lágrimas descender por mi cuello.

-Pensé que la perdía, no volva a hacer eso, por favor ⸺Susurró en mi oído.

-No me vas a perder -Le susurré.

Oímos una pequeña tosecita, Antonia y Jorge miraban la escena con cierta diversión. Jorge estaba un poco celoso.

-Si, hablen -Dije riéndome y Jerome estaba todo sonrojado.

-¿Hay algo entre ustedes...? -Dijo Jorge medio dudoso. Su confusión no se hizo esperar.

-Primo dígame que pasa -Dijo Antonia interrumpiéndome.

-Solo somos amigos -Dijimos al mismo tiempo.

            
            

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