/0/8660/coverbig.jpg?v=95ccbcc0bf981dd11fbcb5f3b4899d9c)
- Narrador Omnisciente -
Sus cuerpos se golpeaban entre si una y otra vez, mientras ella encima de él hacia movimientos que la complacian tanto a ella como a él y los dos, envueltos en sudor, aumentaban la velocidad.
La sensación de que estaba por llegar al éxtasis los envolvió a ambos y su cuerpo reaccionó por si mismo, no había que hacer nada contra los instintos y el deseo.
Era parte del ser humano expresarse físicamente lo que sentían y más si se trataba de algo tan primitivo como lo eran las relaciones sexuales, donde las personas se unían en una burbuja de placer, sin importar quienes fueran o cuántos fueran.
El ruido de los jadeos subió de tono y comenzaron a invadir la habitación, envolviendo el espacio fuera de ella de una manera que el hombre que trataba de trabajar abajo terminó por ponerse cascos para evitar el sonido.
No era por qué no le pareciera excitante escuchar a una mujer gemir ante los deseos oscuros del sexo, pero ninguna le había dado la satisfacción que él necesitaba para disfrutar de eso que tanto quería.
Tenía muchas mujeres bajo su merced y podía jugar con tres si se le daba la gana, pero muy pocas veces lograba llegar al final y si lo hacía, lo más probable es que esa mujer hubiese sufrido algún tipo de lesión por su culpa.
Por su fuerza.
Por sus mordidas.
O como la hubiese sometido para llegar a ese punto que le costaba llegar si no hería a quien tenía en cama.
Un grito de satisfacción dió por hecho que ella ya había terminado y las embestidas agresivas del hombre debajo suyo, a punto de destrozarle la pelvis con agresividad, significaba que él también estaba a punto de llegar.
La hizo girar en si misma y dándole con la misma intensidad en esa posición, donde ella se sostenía de sus extremidades para no caer, él llegó al punto que necesitaba.
Cada nervio de sus cuerpos palpitaba al mismo ritmo, incluyendo su miembro.
La mujer se agachó de rodillas a él y con una mirada superior, de macho alfa, la vió saborear su propio sabor y el de él en su boca.
Ella sonrió por lo que había provocado en él y se limpió los labios con una mirada llena de lujuria.
-Menos mal no me canso de venir -dijo ella, subiéndose a la cama.
Él le dio una mirada perfilada y se metió al baño de su habitación, con la intención de echarse un baño rápido, mientras ella le esperaba allá afuera.
Solo lo hacía por diversión.
Le había agradado la universidad donde habían organizado una fiesta que estuvo de locos y se cogía a sus universitarias, sin importarle que fuesen menores o tuviesen una pareja.
Salió del baño con una toalla envolviendo su cintura y con otra secaba su cabello. La mujer se deleitó con la vista exquisita que tenía.
-Si supieran de ti existencia, todas se volverían locas -sonrió de medio y se acomodó en la cama, aún desnuda. Tenía el celular en las manos; había estado revisando los nuevos mensajes.
-No quiero locas detrás de mi -aseguró él y estuvo a punto de decirle que se fuera, cuando ella lo interrumpió.
-¿Sabías que te tomaron fotos con una chica cuando casi te desmayaste en la fiesta de mi universidad? -el se detuvo enseguida de hacer cualquier cosa, para poner atención.
-¿Que chica dices? -preguntó aparentemente curioso y se acercó a la cama.
Estaba claro que él la recordaba a ella, que le había ayudado después de que pareció que los recuerdos se le dispersaban; recordaba su olor y el color de su cabello, como también sus ojos oscuros intensos, pero supo quien era ella antes de que Madow fuese a sacarlo de allí.
Sus manos extrañaban el tacto de su pequeño cuerpo, a pesar de que solo había sido por pocos segundos, sin embargo, su fisonomía lo volvía loco en sus recuerdos y no tenía la menor de cómo encontrarla.
Se dió por vencido días después, pero si seguía acostándose con universitarias, podría lograr toparse con ella.
Observó la foto y claramente se veían esos momentos que él tenía borrosos, incluso cuando la tuvo a ella en sus brazos. Notó lo pequeña que era ella a su comparación y no pudo evitar sentir una atracción invisible por volver a tenerla.
Quería tenerla en su cama.
Debajo de su cuerpo y gimiendo para él.
Alucinaba con que pudiese ser diferente con ella, solo por qué parecía desearla más que a las demás.
-¿La conoces? -cuestinó curioso.
-No, pero este chico Lucas asegura que la conoce, incluso dijo tu nombre -le mostró la conversación en la pantalla y él achinó los ojos.
-¿Sabes quién es él?
-No, pero puedo averiguar quién es -se adelantó a él, pegándose a sus labios-. Si me das un oral -susurró, abriendo las piernas ante él.
Iah sonrió de medio lado y se adelantó a ella, pasando por el medio de sus piernas y colocó suavemente una de sus manos por el cuello de ella. Sin embargo, la tomó por sorpresa que no era para nada bueno.
Con su fuerza la hizo caer hacia atrás y apretando su cuello, la miró desde su altura, esta vez mostrándose sin humor, masculló.
-Averigua quien carajos es ese Lucas y me dices cómo encontrarlo -ordenó grave y la miró paulatinamente a sus ojos de un lado a otro-. Y que te quede claro, que nadie me ordena que hacer -terminó de decir y se incorporó, con intenciones de cambiarse para salir.
La chica sosprendida, aún tendida en la cama, se tomó del cuello. La había apretado tan fuerte que creía que la iba a axfisiar ahí mismo.
Era una universitaria sedienta de sexo, que ni siquiera se dió cuenta de la clase de persona con la que se estaba metiendo y de lo que era capaz de hacer por lo que quería.
Ella se vistió rápidamente y sin intenciones de desobecerlo, salió rápidamente para buscar la información que él quería.
No iba a abrir la boca, empezando por el hecho de que había sido por voluntad propia que ella había cedido a él y además de eso, sus padres la tomarían por una cualquiera pro haber obedecido a los deseos de un hombre mayor, que además era un tanto peligros y que tenía una familia con reputación cuestionable.
Iah bajó las escaleras rápidamente, pero la mujer le pasó por el lado tan rápido como llegó y Madow precisamente estaba saliendo en ese momento de la cocina, mientras que Astrophel yacia en el sofá con su computador.
Estaba haciendo cuentas, pero había escuchado todo.
-Es la primera vez que veo que sacas a una mujer corriendo -comentó el pelinegro.
-Concuerdo -le siguió Astrophel sin mirarlos.
-Tiene un trabajo para hacer por mi -terminó las escaleras y el mayor lo miró cuiroso.
-¿Y cual es esa clase de trabajo?
-¿Quieres que te traiga más universitarias? -preguntó Astrophel, claramente divertido con la situación y con intenciones de molestar a su hermano.
El de ojos color gris rodó los ojos.
-No, en realidad me va a conseguir la ubicación de alguien que... -se quedó en silencio. No podía decir que no se la podía sacar de la cabeza, eso sonaba muy débil-. Que conocí en una fiesta universitaria.
-¿Quien?, ¿La que te salvó de morir? -se sentó en el sofá Madow, al lado de su hermano y este último por fin levantó la mirada.
-¿Como?, ¿Quien le salvó la vida a quien? -cuestionó intrigado, mirando a sus hermanos.
-Iah hizo una guerra de tragos y se le olvidó vomitar, así que casi le da un coma etílico después -respondió Madow, cruzado de brazos-. Una chica lo estaba ayudando cuando yo llegué.
Astrophel abrió los ojos soprendidos e Iah resopló.
-Bueno, en fin, a ninguno de los dos les interesa, así que déjenme en paz -sentenció el menor severamente, antes de dirigirse hacia la puerta, pero Madow tenía la mirada perdida.
A él también le había parecido cautivadora la mujer, a pesar de que no la había visto demasiado. Su poco interés en él le había causado extrañes.
-Yo también quiero saber quién es ella -se levantó del sillón, sorprendiendo a Astrophel e Iah.
-¿Que?, por supuesto que no, es mía -advirtió el de pelo gris, mirando con severidad a su hermano. Madow tensó la mandíbula por su comportamiento infantil, pero no fue peor, si no hasta que Astrophel también se levantó de su asiento curioso.
-Si la chica es tan especial que los tiene a los dos así, yo también quiero saber. Tengo curiosidad ahora -llegó a la altura de ellos.
Una ventana que tenía Madow era que de los cuatro era más alto, pero su posición le precedía por ser el mayor junto con Alex.
-No -quejó Iah.
-Ya basta los tres, parecen adolescentes ridículos -llegó a la sala Alex, entrando con ese ambiente oscuro lleno de tensión y presión. Hizo callar a los dos menores, pero Madow le observaba impacible-. Tenemos trabajo por hacer, no somos universitarios y no perdemos el tiempo con mujeres -alegó severo-. Astrophel, ¿pudiste robar esas cuentas?
-Si, estaba en eso -respondió el nombrado.
-Bien, alista el auto -metió sus manos a los bolsillos-. Iah, ve a buscar tu equipo, es probable que en la reunión se pongan la cosas feas.
-Claro -asintió y pasó por su lado en dirección de la habitación de armamento que tenía en el sotano, pero su hermano lo detuvo a medio camino sosteniéndolo del brazo y le obligó a mostrarle el celular.
Allí aparecía él con esa mujer abrazada y con los dos observándola curiosos.
Dejó ir a los segundos a su hermano, para quedar a solas con Madow.
-¿Vas a darme órdenes?
Axel sonrió de medio lado-. No, las órdenes ya las diste, solo hice que las acataran -respondió y observó a su alrededor, que no hubiese nadie cerca-. ¿Quien es la chica?, es increíble que haya atrapado tu atención. No tanto la de Iah, cualquier cosa que se mueve lo atrae, pero tú -levantó una ceja.
Madow lo miró de reojo curioso y divertido-. No sé quién es, solo la encontré con Iah. Su mirada un tanto agresiva fue interesante, no se intimidó y no trató de acercarse.
Negó su hermano-. ¿Una chica que no te presta atención o intimidación se convierte en alguien especial?
-No, pero como Iah, también me la quiero llevar a la cama -le dió un movimiento de cabeza antes de alejarse de su hermano con una sonrisa curiosa.
-Ni siquiera saben quién es.
-No, pero sé que Iah se encargará de buscarla por mi. Es muy bueno en su trabajo -dijo al último, antes de desaparecer por el pasillo.
••••••••
Al finalizar la corta reunión que habían tenido, donde los cuatro rodeaban una mesa con un hombre en medio esposado, el celular del hombre de pelo gris oscuro comenzó a sonar insistente.
-Iah.
-Iah, conseguí la información que querías -dijo la mujer a través del teléfono y el hombre sonrió de medio lado a gusto por haberla sometido, al punto de que hacía lo que él quisiese-. Se quién es Lucas y está en una de mis clases de la universidad, de hoy.
-Buena chica -se levantó de su asiento y bajo la mirada de sus hermanos partió en busca de su moto.
Ya había terminado su trabajo, por lo que le daba el tiempo de ir a investigar de quién trataba esa mujer que no se podía sacar de la cabeza.
Probablemente solo le hacía falta tenerla en su cama para derribar esos pensamientos y continuar con lo que era, sin embargo, tenía hermanos aparentemente interesados por el paradero de la chica y querían saber el por qué le interesaba tanto a él.
-¿A donde va? -preguntó Astrophel, levantando una ceja.
-Ya la encontró -terminó de decir Madow, antes de que escucharan el sonido del motor fuerte de la moto del menor.
Madow era muy persuasivo y aunque tú podrías creer que él no se daba cuenta de lo que sucedía, era todo lo contrario, él ya sabía cómo hacer que su alrededor se volviera un beneficio para que lo que de manera inteligente descifró, le diera lo que él quería.
-¿Irás tras él?
Axel rodó los ojos.
-No, tenemos cosas por hacer -respondió el pelinegro y se paró de la mesa con intenciones de terminar lo que habían iniciado, ya que se había marchado el asesino serial de los cuatro por una chica.
Una hora después de que Iah llegó a la universidad, pasada la clase que le había mencionado la chica, esperó en su motocicleta a que ella apareciera. La noche ya estaba cayendo de nuevo en la ciudad, anunciando un día terminado.
Se cruzó de brazos, pero no pudo evitar atraer las miradas curiosas de las mujeres a su alrededor.
Además de que se veía con un estilo muy malo por el traje que había tenido que usar para atacar un pequeño almacén de mercenarios, la postura, el tamaño y esa mirada profunda en sus ojos grises las ponía nerviosas.
A lo lejos vió a la mujer aparecer por un pasillo con un hombre de su misma estura, moreno. Imaginó que se trataba de Lucas, pero enseguida notó su vestimenta femenina y la forma en la que caminaba.
-Me gusta hacer amigos, pero tú y yo no nos llevamos, así que... -discutió Lucas con intenciones de marcharse, pero en cuanto vió al hombre que tenía enfrente quedó mudo, como si su mirada le hubiese ordenado hacerlo.
-Es él -dijo la chica y el moreno enseguida temió.
¿Yo que?
Se preguntó a si mismo en su mente. Comenzó a sentir que sus piernas fallaban y el corazón le latía a mil por hora.
¿Por qué ella lo había traído enfrente de ese hombre?
Como si le hubiesen dado una cachetada mental, enseguida recordó su rostro y a su amiga. Ese era el hombre que ella había ayudado en la fiesta de la universidad, además había dicho que sabía su nombre y que conocí a quien le había acompañado.
¿Y si por eso lo estaba buscando?
¿Si se había metido en problemas por habérsele subido la atención a la cabeza?
Mordió sus labios por dentro de la boca, molesto por no haberse podido calmar y haber cerrado la boca. Su amiga le advirtió que eso se le iba a salir de las manos y ahora tenía a ese hombre enfrente.
Su corazón quería explotar, incluso más de lo que se ponía cuando veía a Matt. Era un sentimiento de terror, mezclado con felicidad y excitación.
-Bien, entonces supongo que tú y yo tenemos cosas de que hablar -anunció con una sonrisa perfilada y rodeó los hombros de Lucas, tomándolo por sopresa.
Sabía que un hombre desconocido le acababa de enredar en su cuerpo, quien estaba actuando raro y que se había tomado confianzas que no tenía, sin embargo, no era capaz de hacer algo para detenerlo o hacer lo contrario.
Estaba bajo su control, cuando su amiga le había dicho que hacer para que fuese al contrario, pero con ese hombre que desestabilizaba sus piernas, era imposible.