/0/8660/coverbig.jpg?v=95ccbcc0bf981dd11fbcb5f3b4899d9c)
-Yo creo que comenzaré a ir al gimnasio ese que mencionan tanto en las redes sociales. Las personas dicen que es muy bueno y que nadie se arrepiente después de ir -escuché decir a Evan mientras le acompañaba hacia el estadio de fútbol de la universidad, ya que tenía entrenamiento y en algún momento tendría que darle atención al pobre.
Cruzábamos los pasillos largos de la universidad, viendo a los estudiantes charlar entre ellos y otros ingresando a sus respectivas clases en esa mañana.
-¿De que gimnasio hablas? -pregunté curiosa.
Yo no era fanática del ejercicio y nunca me había animado verdaderamente a hacer una rutina diaria, o mantener una dieta establecida. Al siguiente día se me olvidaba que tenía un compromiso con mi cuerpo y terminaba por rendirme ante la idea de ser fitness.
No era parte de mi.
Sin embargo, era curioso que las personas no se arrepintieran de ir a un gimnasio tan popular. Seguramente la cuota te costaría un ojo en casos como esos.
-El que está a varias calles de aquí, del que tanto hablaban las locas psicópatas -comentó y fruncí el ceño-. Ah verdad, tu no estás en esos grupos. Bendecido sea el cielo -agradeció mirando al cielo y rodé los ojos-. Esta frente al lugar ese que fuimos dos veces a comer unos tacos mexicanos, ¿recuerdas?
Viajé entre mis recuerdos a la vez que me invitó a comer esa comida que no tenía la menor idea de que tenía y me ubiqué.
-Ah si, ya recordé -asentí y justo en ese momento pasó un estudiante un tanto apurado con unos papeles en la mano; su mirada cayó con la mía por unos segundos al mismo tiempo y pude notar en el poco tiempo que tuve que llevaba un polo rosado que le quedaba bien.
Sus ojos eran color avellanas y su cabello castaño estaba un poco corto.
Seguimos caminando como si no hubiese pasado nada, pero por alguna razón le había visto un atractivo sencillo, como de esos que no vuelves a ver jamás.
-No lo sé, pero, ¿que tal si me acompañas? -preguntó, llamando mi atención y le miré como si acabase de ignorarlo.
-¿Que dices?
-¿No me estabas escuchando? -levantó una ceja y tuve que subir la cabeza para poder verle a sus azulados ojos.
-No, digo si -me corregí rápidamente y el negó indignado-. Si quiero ir a ese gimnasio contigo.
Me miró de reojo antes de retomar el camino.
-¿Por qué?, no te gusta.
-Pero me acabas de decir... Agh -resoplé y lo ví detenerse frente a un salón; se quedó mirando hacia el interior por unos segundos-. ¿No debíamos ir rápido al estadio?, tengo ganas de ir al baño.
-Por Dios, Amy, ¿cuantas veces voy a tener que repetirte que no puedes entrar al baño de los vestidores? -cuestionó sin mirarme y me crucé de brazos.
-¿Que tiene de malo?, es un baño.
-Por que esos baños no son seguros y hay demasiados idiotas ahí, justamente por eso. ¿Quieres que te graben mientras haces tus necesidades?, no puedo estar de guardian todo el tiempo -esta vez me miró severo y abrió la puerta del salón-. Espérame aquí, voy a entregarle algo al profesor.
-Entonces mientras haces eso, iré al baño, para que no tengas que ser un guardián -dije y me di la vuelta con intenciones de ir al baño, pero claramente estaba molesta por lo que había dicho.
Yo podía hacer lo que se me diese la gana y no necesitaba de ningún hombre para lograrlo.
En medio de mi burbuja de mal humor, terminé chocandome con alguien al dar con una esquina para llegar a los cubículos más cercanos.
Cuando volví en mi misma, me di cuenta que tenía enfrente una camisa rosada y unos ojos que reconocí al instante.
-Disculpa -respondió con una sonrisa perfilada de delgados labios, antes de recoger las hojas que se le cayeron y lo miré fijamente todo el tiempo.
-La próxima vez no camines tan rápido -fue lo único que se me salió de los labios sin control y cuando me marché fue que me di cuenta de mi comportamiento poco apropiado, cuando yo tampoco me había fijado.
Claramente no había sido su culpa y lo traté de la peor forma posible por qué no estaba consciente, pero ya no me daba para devolverme y pedirle disculpas por haberle hablado así.
Seguramente me creería una horrible persona por lo que hice.
Respiré profundo y continué mi camino, para hacer lo que necesitaba y me paré enfrente del espejo del lavamanos, después de terminar de asear mis manos.
Alguien ingresó justamente en ese momento y eran dos mujeres.
De todas las personas que no me quería encontrar, justamente tendría que ser en un espacio cerrado.
Aunque mantenía distancia con las personas, era bastante buena fingiendo y haciendo creer a las personas lo que yo creía. Había aprendido eso desde niña, cuando mis padres peleaban y yo resultaba herida en sus ataques de ira.
Era buena mintiendo a mis profesores, a mis padrinos, a mis compañeros, a la familia de mis padres, incluso a las personas que no era necesario hacerlo, como a Lucas. Quien me apoyaba en todo lo que necesitaba y en vez de criticar, lo que hacía era darme consejos y un enorme envase con licor y dulces, de esos que no puedes simplemente ir a comprar en un lugar o que sea un cóctel, ya que solo él sabía cómo hacer el suyo.
Con uno solo lograbamos perder la cabeza en la alfombra de su habitación.
Mi mejor amigo Evan era más esa parte de mi que me hacía sentir protegida y con quién podía comportarme como un hombre, ya que ambos eramos unos desvergonzados. Jugábamos fútbol, aunque no supiese hacerlo y hablábamos de las mujeres como dos chismosos. Lo contrario con Lucas, quien era más mi aura femenina y los amaba a los dos por igual.
Nunca logré congeniar del todo con las mujeres, como si no pudiese encajar en lo que ellas creían.
Empezando por la mujer que fingía ser mi amiga, cuando en realidad era lo contrario. Nos usábamos mutuamente y seguramente ella creía que yo era ingenua, pero mantenerla en línea recta me ahorraba muchos problemas de envidia y malas intenciones.
Ser una mujer muy sociable y atrapa hombres, la convertía en una persona un tanto venenosa, por lo que llevar la mala era una pésima idea para mi.
Siempre la usaba a mi favor cuando era necesario.
-Amy, cariño -dijo con su voz aguda como un pitido insistente en los oídos y dejó a las dos mujeres que le seguían como perros falderos, para darle un abrazo desde la posición en la que me encontraba.
La observé a través del espejo y sonreí suave, no demasiado forzado, para no darle ideas equivocadas.
-Gwen, hola.
-Te ví hace un rato, chocaste con alguien, ¿no? -se recostó en el lavamanos, mientras sus secuaces entraban al baño.
-Si, un idiota que no miraba por donde iba -ella negó y sonrió.
-Tu no cambias, ¿no?, tal vez se chocaron por una razón -levantó los hombres.
-Suenas como Lucas -rodé los ojos.
-Y tal vez tiene razón, eres muy solitaria a pesar de que te la pasas con hombres. Y no cualquier hombre, ¿no? -me dió una mirada llena de significado, pero no lograba enterarme de que me trataba de decir-. Tienes a tu mejor amigo Evan, que es un hombre por el cual muchas mujeres babean y muchas te tienen envidia.
Fruncí el ceño-. ¿Como?, ¿Como es eso de que me tienen envidia?
-Por que aúnque traten de hacerse amigas de él, siempre vuelve contigo.
-Somos muy buenos amigos, no tengo la culpa de no tener un deseo sexual por él y que él me evite por eso -levanté los hombros y ella suspiró.
-Es difícil tratar contigo, pero si. Además, eres amiga de un jugador de fútbol americano de la universidad, lo que significa entrada fácil a sus entranamientos y lo que significa también que puedes estar cerca de Matt, para ellas, pero -se acomodó el cabello mientras se veía en el espejo, no intenciones de marcharse y yo también quería alejarme de ella-. ¿Te conté que estoy saliendo con Matt?
La miré de reojo-. Todo el mundo lo sabe.
-Agh -se quejó-. Gente chismosa, como vuelan las cosas.
Traté de no rodar los ojos por su intento de parecer digna, pero sabía que ella misma se había hecho cargo de que todos supiesen que Matt se había interesado por ella.
Era el quarterback de nuestra universidad, era imposible que las personas no se enterasen que él estaba liado con ella.
No había una clase de status de fama en la universidad, pero uno se hacía notar de alguna forma con lo que hacía. Todos nos enterabamos de todo, empezando por el hecho de que habían grupos y páginas, como las de las locas psicópatas, donde se compartían acontecimientos grandes.
Era una universidad demasiado grande y los estudiantes vivían dentro de ella, tenían sus comercios y lugares a donde ir. Las fraternidades e incluso un centro comercial.
Era más que un simple colegio donde a nadie le importaba nada, era parte de la experiencia de ser universitarios libres hacer lo que se les fuese la gana y ser demasiado liberales.
-Debes estar preocupada por las locas piscopatas -dije y me miró enseguida.
-Por Dios, Amy, soy la líder de las locas psicópatas, no pueden ni intentar algo aunque quisieran -aclaró y asentí no muy convencida.
Estaba segura de que ella no era la líder solamente, al menos eran unas diez mujeres que podía recordar por las cosas que hacían y que de una vez llamaban la atención, por lo que si podrían tratar de sabotearla.
Ella no era muy buena persona con todo el mundo, que digamos, pero era increíble que saliese justo con el quaterback, sabiendo la reputación que tenía Matt en cuanto a las mujeres.
Nunca se le había visto con mujeres más de una vez y ellas no solían ser muy conocidas, de hecho, aprecian Ángeles que luego terminaban siendo saboteadas por qué las mujeres antiguas y nuevas que ingresaban a ese grupo de psicóticos, buscaban la forma de conseguir lo que querían con él. O aquellos a los que alababan allí.
No solo el rubio era el único en un pedestal para locas, habían más estudiantes por sus diferentes características, inclusive había un moreno que media tan alto, que tenía que agacharse para pasar por las puertas de los salones.
Era increíble, pero según la teorías no confirmadas de los afrodescendientes, lo que llevaba en sus pantalones podía llegar a ser igual que el dueño.
Rodé los ojos.
Lucas disfrutaba contándome todo lo que ellas hacían ahí, y aunque él también quería saber sobre esos hombres "inalcanzables", él era completamente diferente.
Tal vez era ambas cosas, pero así lo amaba.
-Cuidate, no digas que no te advertí -terminé de decir, antes de marcharme hacia la puerta, pero escuché su voz.
-Lo haré, pero tú también tienes que dejar de encerrarte. Sé que bajo toda esa ropa de local barato, hay una ardiente mujer que no quieres explotar -negó y traté de no lanzarme a golpearla por criticar mi ropa de manera descarada, pero a fin de cuentas no me importaba en absoluto lo que ella pensara o los demás, de hecho, lo que hacía por mí era mucho más grande que mi odio-. El fin de mes está el evento de aniversario de la universidad; la fraternidad del equipo de fútbol va a ceder su casa para el evento.
-¿Como sabes eso?
-Matt, ahora soy parte de su organización -sonrió triunfante-. Es una maravilla, ¿no crees?, es como saber los secretos del equipo.
-Si lo es, aunque te digo desde ahora que esas reuniones aveces son aburridas cuando estás rodeada por hombres estúpidos ebrios -sentencié, sacando una sorpresa de su rostro. Le acababa de confirmar que yo había estado en más de una de esas reuniones, en infinidad de entrenamientos y que conocía a los chicos del equipo.
No había tratado mucho con Matt, pero si lo había saludado un par de veces; por eso sabía que él no se metía con cualquiera y que Gwen estuviese entre su lista me sorprendía.
Aunque el rubio era guapo, no tenía interés por él. Algo en su estilo norteamericano no me daba por hecho.
-¿Tu has...?
No la dejé terminar de preguntar y salí del baño, para volver con mi mejor amigo; sabía que la tendría detrás de mi de nuevo, como un chicle por saber más cosas de las que quisiera, pero no podía.
Evan me había hecho jurarle que todo lo que pasaba en su fraternidad tenía que quedar entre los dos.
Y Lucas.
Pero esa parte él no la sabía.
Saqué mi celular al escuchar una notificación por parte de el, por lo que procedí a ver qué me habían enviado el correo de respuesta de la oferta de trabajo que envié; estaba urgida de un empleo y más con lo delicada que se estaba poniendo la salud de mi abuelo.
No quería tener que marcharme con mis padres de nuevo y jamás podría vivir con Lucas, Evan vivía con sus papás y no tenía a donde más ir.
-Cordial saludo, Señorita Madden -leí en voz alta-. Lamentamos informarle que su perfil no cumple con los requisitos para el puesto de... -suspiré con pesadez, pero no tuve tiempo de reaccionar, cuando por segunda vez volví a chocar con alguien en el día, en menos de una hora-. Pero que...
-Lo siento, estoy muy ajetreado -respondió una voz que reconocí y ví con mis ojos enardecidos al de camisa rosada, quien seguía llevando hojas y parecía preocupado. Rodó los ojos al mismo tiempo que yo-. ¿Enserio?
Fruncí el ceño-. ¿Enserio que?
-Otra vez tu. ¿Me estás siguiendo? -preguntó esta vez curioso, pero tenía sus cejas fruncidas.
-¿Perdona?, ni te conozco. Estás tan distraído que no miras por dónde vas.
-¿Y tú si?, ¿Que hacías que no me viste n un pasillo amplio donde había más espacio para esquivarme?
Mordí mis labios por dentro de mi boca y traté de no decirle hasta de que se iba a morir, por qué si había estado distraída de nuevo, pero me parecía demasiada casualidad.
Esa no era buena señal.
Resoplé rendida-. Esta bien, estaba distraída, pero es muy extraño que nos hayamos visto ya tres veces en esta universidad donde casualmente no vuelves a encontrar a la misma persona después -me crucé de brazos y él rodó los ojos de nuevo.
-¿No te puedes limitar a disculparte o al menos intentar conocer mi nombre?, no hace falta ser tan esquiva -organizó sus papeles y no pude evitar fijar sus ojos con curiosidad, pero no quería dejar ver nada de lo que sentía.
Suspiré-. ¿Como te llamas, distraído?
Sonrió corto, como si acabase de domar una bestia y ni siquiera le conocía.
Ingenuo.
-Kyllian Jones, ¿y tu, malhumorada? -preguntó de vuelta y no pude evitar rodar los ojos con una sonrisa medio contenida.
-Amy Madden -dije.
-Es un placer, Amy -me observó radiante desde su altura, que me llevaba casi una cabeza-. Esa si es una forma de conocer a alguien a quien chocaste dos veces. Si me disculpas, soy un universitario con intenciones de graduarse este año, así que te dejo -caminó por mi lado y por alguna razón no dejamos de observarnos-. Espero volverte a encontrar.
-Yo creo que tal vez no, pero con lo que pasó hoy, quien...
-¡Amy, Amy! -escuché la voz gritona de mi mejor amigo Lucas acercándose rápidamente hacia nosotros, por el pasillo que estaba detrás mío. Me giré enseguida preocupada y lo ví corriendo.
-¿Que sucedió?
-¡Tengo que mostrarte algo, vámonos! -me tiró, sin importar que estaba hablando con un desconocido.
-Espera.
-¡Ya, ya, ya! -siguió forcejeando y tuve que despedirme de un movimiento de mano de Kyllian.
-Hasta pronto, Amy -escuché que dijo antes de desaparecer por el pasillo donde había dejado a Evan. Estaba claro que él se enojaría conmigo por dejarlo atrás, pero por fortuna no lo encontramos a medio camino.
-Amy.
-Pierdete, la vi primero -le respondió Lucas, sin dejar de tirarme del brazo y él me miró extrañado. Levanté los hombres.
-Te veo en el estadio.
-Perfecto -le respondí con una sonrisa y me dejé guiar por mi amigo hacia un salón vacío.
No entendía que estaba pasando, pero seguro que el de ojos azules me iba a preguntar por qué él me estaba llevando, sin embargo, no por qué lo trataba así.
De un modo u otro, era imposible tratar de hacer congeniar a mis mejores amigos, por eso los veía por separado.
Solo los tenía a ellos y es lo único que me bastaba para tener una vida sociable estándar.
Cerró la puerta, pero como ninguna tenía seguro, colocó una canción de fondo para contrastar su voz. Sonaba alrededor del espacio vacío Life Goes On de BTS, un tanto tranquila, para el ambiente que él me estaba mostrando.
-¿Que te sucede, Lucas?, ¿Por qué estás tan alterado?, ¿Pediste alguna evaluación?, ¿Te rechazaron de nuevo? -pregunté rápido, a lo que reaccionó simplemente a lo último con una mueca desagradable-. ¿Que? -levanté los hombros-. También te ponías así cuando un hombre dejaba de ponete atención.
-Pues ya sé, pero no tenías que recordarmelo -bufó y pareció que se le bajaron los humos un poco.
-Bueno, dime qué te tiene así.
Respiró hondo-. ¿Recuerdas cuando estábamos en el campo verde, bajo el árbol?
Fruncí el ceño-. Lucas, siempre nos hacemos allí, se más específico.
-Bueno, esa vez que te mostré que las locas psicópatas subieron las fotos donde estabas tú y ese guapo que estuvo a punto de morir.
-Si, lo recuerdo. ¿Por qué?
-¿Recuerdas que yo les dije el nombre?
-Si, te escribieron como locas la mayoría -me crucé de brazos-. ¿Hubo algun problema?
Se mordió los labios-. Creo que se me subió un poco lo de tener la atención y tal vez dije que te conocía -abrí los ojos enseguida y me incorporé hacia él.
-¿Que dijiste que?
-Perdon, no sabía en qué estaba pensando. Ahora me están acosando, a todos lados, siempre quieren saber que estoy haciendo. Por fortuna la mayoría no sabe quién soy en persona -se escondió entre sus brazos, como si a él fuese a quien querían cazar para sacar información sobre el hombre que las había felchado esa noche. Sin embargo, cuando él se vió mal se apartaron esas arpías que con tanto interés le habían visto ganar a Matt-. O no sabría cómo lidiar con tantas mujeres tratando de conseguir información.
-Dios mío, Lucas, ¿en que pensabas? -bufé-. ¿Y que respondiste cuando te preguntaron por saber el nombre?
-Saben que todo fue por medio de ti.
Me tomé la cien.
-Eres muy obvio, Lucas. ¿Como pudiste hacerme eso?, yo no quiero locas tratando de sacarme información que no tengo -gruñí y mordí mis labios, tratando de pensar-. Van a suponer que soy yo por qué soy la persona que estoy más contigo. ¿Que hacemos?
-No lo sé, lo siento, no fue mi intención -dijo con arrepentimiento, mientras se dejaba caer en la silla-. ¿Y si mantienes tu cabello en una coleta?, tal vez no reconozcan tu cabello -dijo, tratando de arreglarlo y suspiré.
-Es buena idea, pero no creo que sea por mucho tiempo -me crucé de brazos y lamí mis labios.
-Pensaremos en algo, trataré de evitar el contacto con ellas de nuevo.
-Y conmigo, hasta nuevo aviso -advertí y él abrió los ojos soprendido-. No, no tienes derecho a opinar -lo interrumpí antes de intentar objetar al respecto.
-¿Como que no?, ¿Acaso me estás diciendo que le dé paso a Evan de estar más contigo?, ¿Estas loca? -quejó y se cruzó de brazos indignado también.
-Tu me metiste en esto, tu me sacas -me levanté de la silla, a lo que él reaccionó rápido.
-Oye, antes de que te vayas, cuéntame. ¿Quien era ese guapo con el que estabas hablando en el pasillo? -preguntó con una sonrisa cómplice y no pude evitar rodar los ojos. Ya se había demorado demasiado en cuestionar esa presencia.
-Nos chocamos dos veces en menos de una hora y trató de ser amable conmigo -me encogí de hombros, tratando de quitarle interés, pero sabía que me sacaría más información de alguna forma.
Era lo malo de tener un mejor amigo al que se le hacía fácil hacerme hablar.
-¿Un simple choque, da esa clase de miradas? -cuestionó frente a mi y no pude evitar fruncir los labios.
-¿De que miradas estás hablando?, ¿Te volviste loco?
El rodó los ojos, pero luego los llenó de significado y no pude evitar sentirme descubierta.
-¿Que te traes?
-A ese muchacho le gustaste, te estaba mirando con sus dos cabezas -sonrió perfilado y le di un golpe en el brazo enseguida-. Auh, ¿ahora me vas a negar que no lo notaste?
-No lo noté, estaba demasiado ocupada distrayendome con mi celular -me tomé la cien y no pude evitar rememorar ese instante en el que choqué con Kyllian.
Ese día llevaba un short y una camisa que hacía