/0/8660/coverbig.jpg?v=95ccbcc0bf981dd11fbcb5f3b4899d9c)
-¡Hola! -se tiró a mis piernas Lucas, después de encontrarme sentada en el campus de la universidad; me agradaba eso de ella, que tuviese espacios verdes donde los estudiantes pudiesen pasar el tiempo que tenían en corto antes de sus próximas clases. Algunos debían hasta quedarse desde temprano y aprovechaban el espacio para compartir con sus compañeros.
Sonreí y le dejé espacio para que se recostara en el árbol que había cogido, por fortuna, ya que usualmente siempre ocupaban la sombra y no era muy grato permanecer bajo el sol mientras este se escondía.
-¿Ya pudiste entregar los trabajos pendientes que tenías? -pregunté y solté el celular donde me había perdido por un momento de la realidad.
-Si, eres mi heroína, Amy -respondió, antes de darme un fuerte abrazo y justamente pensé en esa palabra.
«-Heroína -dijo el tipo que había ayudado, tomándome desprevenida, ya que me envolvió con su brazo libre y me pegó a su cuerpo por completo.»
Era ese hombre de complexión masculina demasiado para mi vista, el cual había llamado la atención de todas las mujeres presentes por su gran porte y la forma en la que podía hacerte caer en su juego de miradas.
Tenía unos ojos grises demasiado oscuros y profundos, que si hubiesen caído en mi en ese instante donde estaba, habría preferido quedarme de adorno en el club, que moverme y cuestionar lo que él quería expresar con su mirada.
¿Como pudo pasar de ser algo indomable, a un alcohólico que estuvo a punto de morir por inconsciente?
Si no lo hubiese visto en ese estado miserable, tal vez no me habría atrevido a estar siquiera a dos metros de él.
No tenía la menor idea de quién era y no parecía rondar mi edad exactamente, sin embargo, nunca le había visto por la universidad y recién acordadome de su rostro, lo busqué entre las personas que se movían de un lado a otro.
¿Y si no lo era?
Habían miles de estudiantes, pero hubiese logrado recordar su rostro.
Era lo más probable.
-¿En qué piensas? -cuestinó, después de haberme sumergido en mis pensamientos.
-Ah, en lo que pasó en la fiesta. Nada importante.
-Puff -resopló-. Esa fiesta estuvo de locos, para que lo sepas, sin embargo, la mejor parte fue que trataste de ayudar al delicioso ese que trataste como un trapo sucio -rodó los ojos y yo hice una mueca.
-¿Que esperabas?, tuve que hacer que vomitara. Se veía miserable, ¿sabes que?, fue mala idea recordarlo -aclaré, mientras volvía a encender mi celular y a acomodarme en la madera del árbol, ignorando a mi amigo.
-Pues resulta que eres una incógnita para las locas psicópatas de esta universidad -respondió y dejé mi celular para verlo. ¿De que hablaba?-. ¿Atrapé tu atención?
Bufé rodando los ojos.
-¿A que te refieres con que soy una incógnita?, bueno, siempre lo he sido, pero, ¿para cuales locas psicópatas de la universidad? -lo miré curiosa y él levantó su celular.
-Para estás locas psicópatas -señaló el grupo del cual participaba en Telegram, donde se habían creado las mujeres más interesantes de la universidad una comunidad privada para hablar de los temas que les interesaban.
La mayoría les llamaba locas psicópatas, por qué compartían información personal de los hombres les interesaba y pisoteaban a cualquiera que se les atravesara.
Suspiré, con mi corazón comenzando a latir.
En el fondo habían unas fotografías que habían sido tomadas justo en el momento en que llegó el hombre de cabello oscuro a ayudar al de ojos grises; su postura se veía incluso más intimidante y grande cuando se veía en esa perspectiva, donde yo parecía una pequeña criatura al lado de ellos dos.
-¿Que carajos?, ¿Por qué me tomaron fotos?
-A ti no fue tonta, pero es obvio que les interesó ver a esos bombones en una fiesta universitaria y tu caíste justo en medio -miró su celular, tecleando algo allí-. No se ve tu rostro gracias a la oscuridad, o de otro modo, estarían buscándote como animales salvajes para preguntarte que clase de conexión tienes con ellos -sus ojos oscuros cayeron en los míos y yo no sabía que responder a eso.
¿Tener a mujeres locas obsesionadas secretamente detrás mío por haber ayudado a un alcohólico?
No gracias.
-No son de la universidad, ¿verdad?
-Nop, es curioso -se echó hacia atrás en el pasto-. ¿Te imaginas que sean de la universidad con la que jugaron ese día?
-Eso sería muy inapropiado.
Se rió-. ¿Inapropiado?, sería una locura. Es como si hubiesen venido a provocar un revuelo en la universidad solo por existir, lo curioso, es que él otro -señaló al pelinegro en la fotografía-. No se le había visto en otro lugar en la fiesta, solo llegó de repente ahí con ustedes -dijo y levanté las cejas.
Aunque me parecía curioso eso, yo no tenía nada que ver con ellos, fuesen de la universidad o de otra, o de ninguna, me limité en ayudar al que no le sabía el nombre.
Ah no.
Si lo sabía.
«-Casi te mueres, idiota -respondí-. Debí dejarte...
-Ahí estás, Iah -me interrumpió una voz rasposa detrás mío y di un respingo al ver aparecer una sombra casi el doble que mi persona por mi lado.»
-Se llama Iah -dije sin pensar, después de recordar ese corto momento en el que él pelinegro apareció llamándolo.
Mi amigo se giró sorprendido-. ¿Quien?
-El de cabello como grisáceo, el otro le llamó Iah -respondí-. Si parecía como si acabase de llegar a buscarlo, no se veía ebrio ni nada por el estilo.
-¿Iah? -sonrió, iluminando sus ojos. No sabía por qué hacia esa cara-. Que nombre más sexy. ¿Alguna vez lo habías escuchado? -negué enseguida-. ¿Y el otro como se llama?
Levanté los hombros-. No lo sé, solo escuché el nombre del que ayudé.
-¿Te imaginas que tenga uno parecido?
-¿A que te refieres?
-A que sea igual de sexy que el dueño -rodé los ojos.
-A ti te parecen sexys los nombres cuando la persona se adapta a tus estándares -me miró por varios segundos fingiendo indignación, lo que claramente él sabía que yo no me creería y después se le cayó la máscara sonriendo.
-Esos dos, no se adaptaron, hermosa, hicieron temblar del susto a mis estándares y lo que tú ya sabes que tengo entre las piernas -comentó ladino, dándome una mueca pretenciosa y yo lo empujé.
-No me interesa saber lo que sentiste entre tus piernas, gracias -sacudí la cabeza y mi amigo se carcajeo divertido por lo que me provocaba.
-Ya, como si tú nunca hubieses sentido eso -bufó-. Soy tu mejor amigo, es mi deber saber hasta las cosas más sucias en tu vida sexual.
-En primer lugar, no tengo una vida sexual activa. Y en segundo lugar, no es ningún deber del mejor amigo saber de esas cosas, a menos de que yo decida decírselo -aseguré y rodó los ojos.
-Eres una aguafiestas. Al menos tienes que asegurarme que sentiste algo cuando los viste, algo allá abajo -presionó, acercándose demasiado a mi rostro y retrocedí extrañada-. Confiesa, pecadora.
-Si soy pecadora, no te lo puedo negar, pero lo que yo haya sentido. ¿que importa?
-Por Dios, Amy, de lo que te estás perdiendo -sonrió con significado y yo levanté los hombros.
Se metió en su celular después de rodar los ojos y lo observé mientras escribía en el chat, donde participaban al menos mil mujeres de la universidad. Yo no estaba en él, ya que tendrías que tener alguna relación con las líderes del grupo y con ninguna me llevaba bien.
Además de que eran pretenciosas entre ellas y fingian no tenerse envidia entre ellas, mi personalidad no daba con el de ellas. Superficiales y con los ánimos de conseguir todo gratis sin ninguno esfuerzo, o aprovechándose del esfuerzo de otros.
|El chico de cabello gris se llama Iah, por si querían saber.|
Lucas
Él y yo nos miramos por unos minutos intrigados, cuando comenzó un mar de mensajes a inudar su celular, tanto en el grupo como privados.
-Acabaste de abrir las jaulas de las locas psicópatas -le dije y el abrió los labios sorprendido.
-Yo jamás había imaginado que reaccionarian así.
-Por una razón las llaman locas psicópatas -levanté los hombros-. Eres famoso ahora,
-Soy un famoso que conoce a la incógnita de esas mujeres.
-Se debe quedar como una incógnita, ¿no es así? -lo fijé fuertemente, para que escuchase bien y le quedase claro que no podría usar mi intento de ayuda, o a mi misma para conseguir amigas.
Mucho menos la aprobación de ese grupo de animales, que devoraban todo lo que estuviese a su paso y no quería mi mejor amigo fuese a acabar peor, o cayese en una ansiedad por conocerlas con las que no podría lidiar.